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El Cordobazo verde

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Inundaciones históricas y desertificación son dos efectos de la eliminación del 90% del bosque nativo en la provincia. Movilizaciones inéditas hicieron visibles cientos de conflictos contra los negociados y la especulación. Las comunidades, la política y el lugar de la democracia. Por Sergio Ciancaglini.
Córdoba – Urgente. Núcleos del establishment político oficial junto a sectores del agronegocio y del quehacer inmobiliario, lograron estimular de un modo inédito en la historia cordobesa la defensa de los bosques nativos, el medio ambiente, y la participación social.  
El logro se obtuvo mediante el intento de votar una ley que podría eliminar lo que queda de bosque autóctono. Eligieron una fecha que tal vez simboliza la relación que las llamadas clases dirigentes suelen tener con los supuestos dirigidos: 28 de diciembre.
El Día de los Santos Inocentes habilita a hacerle creer al prójimo cosas falsas –como suelen hacer el periodismo y la política- con fines supuestamente humorísticos. Se recuerda así la leyenda bíblica sobre la matanza de inocentes, o indefensos: los menores de dos años fueron pasados por la espada en Belén, acto de tolerancia cero para que el rey Herodes no perdiera el poder según lo habían vaticinado los magos, oráculos y encuestadores de la época. Matando a todos los indefensos, Herodes eliminaría al nuevo Mesías, a quien creía su rival en la interna del futuro. No lo logró. 
Los cordobeses no se resignaron a la indefensión, a los oráculos, ni a que la inocencia les valga. Desde el 28 de diciembre de 2016 hasta ahora se movilizaron para frenar esa ley. La mutilación ya producida de más del 90% del bosque originario es el origen de al menos dos desastres actuales: la desertificación y las inundaciones.  
Nació así la CoDeBoNa, Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo, red que reúne a cientos de conflictos socioambientales que venían ocurriendo al mismo tiempo en toda la provincia pero aisladamente entre sí. “Suena irónico pero somos una creación del gobierno. Estábamos, pero no nos habíamos dado cuenta” dice Atilio Palacios, ingeniero agrónomo. Ahora se conocieron, se conectaron y actúan en común, lo cual demostraría que el árbol no les tapó el bosque. 

Dólares originarios

El origen de esta movida inédita ocurrió cuando sectores ruralistas junto al oficialismo que conduce el gobernador Juan Schiaretti (Unión por Córdoba) plantearon en 2016 una idea: que la actualización de la ley de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN) que debe hacerse cada cinco años redujera la zona roja –bosque que no se puede desmontar- de casi 2 millones de hectáreas a 600.000.
“De ese modo, 1.400.000 hectáreas se hubieran valorizado automáticamente en unos 300 dólares más cada una como promedio, porque pasaban a estar liberadas para otros usos agropecuarios o inmobiliarios. Es un negocio de 420 millones de dólares” explica el biólogo Federico Kopta, del Foro Ambiental de Córdoba.
Hipótesis docta: el gobierno nacional había eliminado, o casi, las retenciones al campo. Al dejar de recibir su parte de esas retenciones, la provincia resolvió actualizar el impuesto inmobiliario rural que estaba congelado desde hacía 10 años. La nueva ley aparecía entonces como una compensación para no enfurecer ruralistas y asfaltar negocios territoriales para los cuales los bosques son una molestia.      
Algunos detalles del proyecto político-empresarial:  

  • Además de intentar reducir la zona roja a la tercera parte, el nuevo proyecto borra de un plumazo 254.000 hectáreas de bosque intangible (inviolable) mediante un mecanismo sintáctico: no las menciona.
  • No figuran las áreas en infracción por desmonte ilegal: en lugar de cumplir con la obligación de reponer montes, se amnistía de hecho a quienes los mutilaron ilegalmente, y ya no se considera a esas zonas como parte siquiera potencial del bosque.
  • Garantiza el proceso de “participación pública” hacia adelante: ahora convalidan un ordenamiento ilegal, pero la participación pública queda para 2022.
  • Levanta la prohibición actual de desmonte con agrotóxicos, y se reducen las multas por desmontes ilegales.
  • El texto presenta trampas sintácticas. Habla de “restauración en bosques nativos” en lugar de “restauración de bosques nativos”.
  • No presentaron el mapa vectorial –que define con standard tecnológico el territorio- sino uno impreso en una hoja de A4, lo cual conduce a todas las confusiones imaginables, ya se sabe a favor de quiénes.

El naguán (autoridad) de la comunidad Ticas del pueblo Comechingón, cuenta a Mu un caso: “En nuestro territorio, en Bialet Massé, han desmontado con dos topadoras para hacer el loteo Valle Esmeralda. Pudimos frenarlos un día que habían tirado 200 metros de monte, pero han hecho un desastre. Es zona roja. La municipalidad no controla nada”. La publicidad ambientalmente correcta asegura que el barrio es “eco-sustentable”. Cada lote cuesta alrededor de 165.000 pesos.  
Retoma Kopta: “Todo es bochornoso. La ley vigente de 2010 (9814) ya había sido una burla al proceso de participación pública. Hicimos todas las objeciones a la nueva ley, pero el gobierno cerró la Mesa de Diálogo en diciembre de 2016. Mandó todo a la Legislatura para que actúe como organismo técnico, lo cual es otro disparate porque es un órgano político”.  
A comienzos de diciembre se creó la CoDeBoNa, y comenzaron las convocatorias a reunirse y movilizarse por las redes sociales y los medios comunitarios. Los legisladores olvidaron que, para aprobar la ley, debían llamar a una audiencia pública (es lo que establece la Ley de Política Ambiental que el gobierno cordobés promulgó mientras sucedía el conflicto en Ituzaingó Anexo). El 19 de diciembre llamaron a audiencia para dos días después, en Villa María del Río Seco, a 180 kilómetros de Córdoba.
La velocidad de la trampa fue menor que la de los vecinos. Melina Dassano, de Ecos Córdoba y la CoDeBoNa: “Hicimos una cola de 400 personas para firmar una cautelar. Recién nos conocíamos, no tuvimos tiempo de organizarnos, pero espontáneamente se generó confianza”. La confianza fue un capital de acción: la cautelar hizo caer la audiencia. Kopta: “De un lado quedó el interés económico. Del otro, el bien común”. Quedaba la sesión del 28 de diciembre para resolver semejante dilema.  

Travesti rural   

La Legislatura tuvo una excelente mala idea en esos días: hacerle un homenaje a José Luis Serrano, por sus 30 años como intérprete de Doña Jovita, una abuela entrañable, zarpada y tecnológica, personaje célebre en Córdoba y varias provincias. (Como los medios que se dicen nacionales en realidad son porteños, Doña Jovita es ignorada en Buenos Aires donde sólo se emite humorismo en algunos programas disléxicos y en los spots electorales).
Serrano recibió el reconocimiento, anunció a los legisladores que se iba a cambiar de ropa para volver en su rol de “primer travesti rural”, y dejó con el micrófono a Churly Carrozo, que cantó Pájaros Desalojados, toda una defensa del bosque nativo. Algunos legisladores aplaudían, otros simulaban mirar sus celulares. Doña Jovita-Serrano criticó luego el destrozo ambiental y viralizó un video que filmó con un palo de selfie hecho con una rama de bosque nativo, llamando a la marcha. Fue apoyada por Raly Barrionuevo y Fabián Gómez, más conocido como Piñón Fijo.    
Fisura oficialista: olfateando el ambiente social, el ex gobernador José Manuel De la Sota –que viene turnándose con Schiaretti en el poder desde 1999- llamó a Serrano para solidarizarse. Trascendió que “sus” diputados no tratarían la ley el 28 de diciembre. La sesión estaba llamada.
La marcha también.

NiUnÁrbolMenos

Datos: quedan en Córdoba 300.187 hectáreas de bosque prístino, casi sin intervención en los últimos 100 años (2,27% del bosque original); 865.808 hectáreas (6,56%) de bosques abiertos, que han sufrido talas de diversa magnitud; y 2.571.034 hectáreas que reúnen diversos tipos de matorrales que también son parte del monte. Desde que comenzó el modelo sojero, a fines de los 90, se devastaron 295.000 hectáreas. Argentina es uno de los 10 países del mundo más depredadores de sus bosques.
Lo que la CoDeBoNa (y hasta la ley de 2010) defienden es un total de casi 4 millones de hectáreas de bosques en distinto estado, de las cuales 1.986.158 son zona roja. Es el territorio en el que, si el bosque fue eliminado, puede regenerarse. “Es un error defender solo las 300.000 hectáreas de bosque prístino: los ruralistas estarían de acuerdo. Se defiende el total”, informa Kopta.
Hubo hasta ahora tres marchas en la capital convocadas a través de Facebook, medios comunitarios, Twitter, el poderoso boca a boca, y un mismo soporte técnico: la desesperación. La primera ocurrió el 28 de diciembre de 2016. En la Legislatura, el oficialismo precisaba 36 votos de 70, mientras afuera se iba amasando un acto que llegó a 15.000 manifestantes, aunque algunas agencias publicitarias como Cadena 3 informaron que había 300 personas. La ley ya se había caído, sin apoyo del FIT, Pro y Cambiemos, FpV y delasotistas.
La imagen en la calle: cientos, miles de personas con los brazos enlazados que casi danzan cada paso mientras cantan juntas, o corren y gritan: “Somos el monte que marcha”. Hay un árbol de la vida, con guirnaldas coloridas y pájaros de papel. Guitarras, bombos, cornetas, risas, candombe y chacarera.  
Carteles: “El bosque es vida”, “Verdadera participación”, “No al desmonte, la corrupción mata”, “Derechos humanos, Derechos ambientales”. Y miles de pancartas hechas a mano denunciando inundaciones, contaminaciones, basureros, especulaciones. Todo tan distinto y tan similar: una sorpresiva fiesta popular referida a temas supuestamente sin rating.
El reclamo reunió a vecinas y vecinos autoconvocados de toda la provincia,  Movimiento Campesino, científicos de las Universidades de Córdoba, Río Cuarto, Villa María, pueblos originarios, el Conicet provincial, fundaciones, centros vecinales, cooperativas, oenegés, gremios, agrupaciones políticas, espacios agroecológicos: más de 200 experiencias de todo tipo.  
El 1º de marzo hubo otra marcha, 40.000 personas, y reiteraron la movida el 28 de junio. Pero la movilización es más grande y menos visible: en todos los barrios, pueblos y ciudades, diferentes grupos y asambleas ciudadanas producen encuentros, recursos de amparo, eventos y comunicaciones que son una acción o un latido cotidiano.
Aldo Gómez, el naguán comechingón, lo define como “conciencia”. ¿Qué quiere decir eso? Respuesta de compleja sencillez: “Estar despiertos”.
Federico Kopta agrega: “Esto no pasó con ningún tema ambiental. Siempre la movilización es una respuesta a una amenaza directa: te contaminan, te enferman, te ponen una antena, te instalan a Monsanto. Aquí la amenaza es supuestamente más indirecta, pero se entendió que esto no da para más”.
Atilio Palacios, ingeniero agrónomo, profesor de la UNC y otro activo participante de la CoDeBoNa, enumera: “Hubo que perder 30.000 personas para llegar al Nunca Más. Miles de mujeres golpeadas y asesinadas para que digamos Ni Una Menos. Miles de muertes en la ruta para que haya tolerancia cero de alcoholismo”. Melina: “Avanzamos con tracción a sangre”. Atilio completa: “Y ahora tuvimos que perder gran parte del monte, pero al final nos dimos cuenta de que estamos en riesgo total y que hay que decir: ni un árbol menos, ni un bosque menos”.
¿A quién le importa el bosque?
El terremoto verde tiene antecedentes en Córdoba. Allí nacieron las Madres de Ituzaingó Anexo, barrio del sudeste de la capital: 272 muertes, 82 por tumores, 150 adultos y niños que padecen distintos tipos de cáncer por las fumigaciones vecinas. Las Madres lograron la primera condena en la historia contra un productor y un aplicador de agrotóxicos en 2012. Todavía resta un juicio, la llamada “causa madre”, con seis imputados en total.
Malvinas Argentinas logró impedir definitivamente en 2016 la instalación de Monsanto, tras cuatro años de asambleas y acampes. Las encuestas mostraban que más del 70% de los cordobeses apoyaron esa resistencia, en el límite de la propia capital.
En 2015 habían ocurrido las inundaciones en Sierras Chicas (Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo, Saldán, Río Ceballos), también cerca de la capital: 13 muertos, 4.000 familias afectadas, incalculables daños materiales y psíquicos a quienes las padecieron. La Universidad de Córdoba (Equipo de Ordenamiento Territorial del Instituto Superior de Estudios Ambientales) había advertido en 2013 que el avance de la frontera urbana y el desmonte del bosque nativo implicaban serio riesgo de inundaciones. No era el oráculo: era la ciencia genuina.
Kopta: “Todo esto afectó mucho a la gente de la propia capital, que ve estos hechos muy cercanos, o los sufre directamente”. Cecilia Sánchez, docente de Punilla: “Y en cada lugar se viven situaciones similares”. Daniel Díaz Romero, periodista ambiental, revisa su agenda: “El acampe de la Asamblea Santa María sin Basura contra la instalación del megabasural de Cormecor. El conflicto de Vecinos del barrio San Antonio, capital, por contaminación de Porta  Hermanos, planta de bioetanol. Todas las asambleas relacionadas con la contaminación, el desmonte y el desalojo de comunidades alrededor del Lago San Roque, y contra la construcción de la Autovía de Montaña. Candonga no se toca, contra los loteos en zona roja. La Asamblea San José de la Quintana y San Isidro en defensa de la Vida, que está frenando la instalación de una cantera. Asamblea Santa María sin Basura, contra la planta de residuos peligrosos de Taym. Las protestas por los desechos radiactivos en Los Gigantes. Calamuchita contra el avance inmobiliario que destruye bosque. La lucha vecinal contra el megaemprendimieto urbanístico del grupo Eurnekián en el ex Batallón 141. Y hay muchos más”.  
La actitud cordobesa ha logrado otros triunfos, como el de la Asociación de Amigos del Río San Antonio contra el megaemprendimiento El Gran Dorado: la justicia obligó a la empresa a reforestar lo talado. Hubo 220 audiencias públicas por temas ambientales en cumplimiento de la Ley de Política Ambiental. Sólo en una se logró frenar el proyecto. El resto suelen ser actos de apuro más que de participación, aunque los vecinos están aprendiendo, como lo demuestra la Ley de Bosques.

¿Qué democracia?

Enigma: ¿Cómo entender tal nivel de movilización y respuesta en una provincia en la que ganan Macri (71% en 2015) o Unión por Córdoba, que simbolizan las políticas y negocios que llevan a los problemas ambientales? (sin olvidar que fue Cristina Kirchner quien anunció con bombos y platillos la instalación de Monsanto, que los vecinos lograron impedir). ¿Cómo entender la relación entre lo electoral y lo social? Estas no son respuestas, son a lo sumo propuestas o pistas para pensar esos misterios.    
Vanesa Sartori, asambleísta de Malvinas Argentinas: “El voto de 2015 fue de castigo al kirchnerismo. Hasta muchos kirchneristas tenían la contradicción de apoyarnos pese a lo que decía el gobierno nacional. Hay gente arrepentida de haber votado a Macri. Pero hay una ingenuidad de creer lo que dicen los candidatos. Córdoba tuvo siempre una doble personalidad: la tradicional, conservadora, estructurada, y por otro lado la de la Reforma, el Cordobazo, la que sale a la calle y echa a Monsanto: una pulseada interna”.
¿Lo partidario es político? Víctor Mazzalay es también asambleísta de Malvinas Argentinas, politólogo y profesor de Teoría Política de la UCA local: “Si ‘política’ es la toma de decisiones colectivas sobre qué hacer con lo que nos es común, hay que decir que lo electoral se ha despolitizado. Está vacío. Hay adhesiones clientelares y comprensibles. Pero no sirve para canalizar tus intereses reales. Lo partidario es una puesta en escena, o a lo sumo un recorte muy pequeño que no permite la discusión sobre la vida, la salud, la producción, el futuro. Entonces aparecen esas experiencias y movimientos que dicen: acá estamos. Hacen política real. Pero no tienen a quién elegir. Entre males, votan el mal menor. Y después siguen movilizándose”.
Melina: “Lo que más enoja a la gente es que no den el derecho a la participación” dice, oponiendo lo representativo (diputados que en realidad representan intereses corporativos) y lo participativo (comunidades que quieren ser tenidas en cuenta). Atilio: “El ordenamiento territorial es demasiado importante para que sea verticalmente resuelto por un grupo de auto-autorizados que obedecen a corporaciones que están decidiendo nuestra calidad de vida”.
Marcela Fernández, abogada, ilustra: “El San Roque es un lago absolutamente contaminado, con aparición de virus y sustancias neurotóxicas que ya no se potabilizan. Pero abastece de agua a media capital. El gobierno se lleva por delante a los ciudadanos, su derecho a la salud, a la información y a la participación”.
Atilio calcula que vivimos una época nueva: “Te movilizás vos mismo, y descubrís que no necesitás a los partidos. De lo político partidario se pasa a lo ciudadano. He visto gente del Pro, kirchneristas, peronistas, del PO y radicales, que participan con la CoDeBoNa porque entienden que les están reventando la vida a sus hijos y nietos, y que sus propios partidos no mueven un dedo: ni hablan de estos temas”. La pregunta podría ser: ¿Dónde reside, en términos prácticos, una idea más lógica de democracia? ¿Entre quienes reclaman por los bienes comunes fuera de la Legislatura, o entre quienes están dentro? ¿En ambos?
El comechingón Aldo Gómez habla con esa calma y elegancia que los urbanos tantas veces perdemos: “La comunidad de los pueblos indígenas no delega en una minoría su responsabilidad y su poder de decisión. La autoridad no hace lo que quiere, sino lo que la comunidad dice. En el sistema representativo es diferente. Por eso se habla tanto de derechos y no de responsabilidades: los derechos son avasallados, son producto de algo negativo. El conquistador cree que tiene derechos, los pueblos atacados quieren recuperar sus derechos perdidos. Nosotros preferimos pensar en una vida con responsabilidades, que es lo que a uno le permite ser realmente libre. Una cultura en la que nadie viole derechos, y en la que se logre la autonomía”.
¿Qué es autonomía? “Ir gestando mi propio pensamiento, mi sentir, mi actuar, mi reciprocidad con los demás y con la Naturaleza. También en lo político, en lo económico, en toda la vida. Pero los que gobiernan no quieren que pensemos, que actuemos, ni siquiera quieren que comamos desde la autonomía”.
Aldo describe un choque entre lo legal y lo genuino: “Si el sistema representativo fuera genuino, las minorías a las que les delegamos el poder estarían representando el interés de todos. Pero en realidad es un poder que las minorías usan para someter a las mayorías. Digo someter porque si uno no accede a lo que dicen aparece la policía”.
Su definición sobre la época: “Es una cultura de la destrucción. Muy mezquina, muy ignorante, aunque saben cuáles son las consecuencias. Pero podrían ser más creativos y no usar la destrucción como forma de avanzar en la producción, ¿no?”. Aldo define lo que ha venido ocurriendo: “Una pueblada”. 
José Luis Serrano es la abuela Doña Jovita. Los ruralistas lo cuestionaron, a él y a otros artistas, por su falta de “rigor científico cuando muestran atracción por el aplauso fácil de un público condescendiente”. El rigor científico de los ruralistas es un tanto gaseoso. Pero Serrano, además de vecino de Traslasierra y artista, es agrónomo. “Por mi vida y el estudio siempre tuve conciencia de cómo se pierde biodiversidad. Entre las personas, los que más pierden son los pobres. Se busca un productivismo y sobre todo rentabilidad. La excusa es alimentar el planeta, pero sabemos que eso es un cuento”.
Paisaje del presente: “Hay un espíritu capitalista que no está dando resultados, con 20 años totalmente desgobernados por el negocio de la soja, sin ningún análisis sobre sus efectos. En el campo hay un silencio de muerte, ni los grillos se escuchan. Además no hay una idea cooperativa, un pensamiento genuino en el otro. Las prácticas instalan un comportamiento corrupto en muchos productores, que se desentienden de los riesgos. Hay demasiadas enfermedades, mucho cáncer, una degeneración que llega a las conciencias”.
Con estos temas Serrano no gana un aplauso fácil, sino que se ha complicado la vida: “Me criticaron, me amenazaron, querrán perjudicarme, pero al final no saben a quién pegarle porque esto es como Fuenteovejuna: todos manifestándose. Las amenazas son lógicas: se les está cayendo un negocio inmobiliario de millones y millones”.
Doña Jovita se reivindica como vieja chillona. José Luis agrega algo que tal vez explique cierto clima cordobés, en las personas y en las comunidades: “No es sano resignarse. Hay que decir lo que uno cree y uno piensa. Si uno puede, hay que decirlo con alegría. No hablo de jarana, sino de pensar: me siento pleno por poder decir esto. Por estar aquí y poder expresarme. Por no quedarme callado y por hacer algo para que las cosas cambien. Puede parecer romántico, pero prefiero amar el legado de la vida y la Naturaleza, antes que creer que nuestro único destino en la existencia es ser exportadores de soja”.    

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Memoria, verdad, justicia y Norita

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Partidaria de los besos y los abrazos, reivindica la sonrisa como principal bandera de lucha. Cumplió 94 años este 22 de marzo y hace siempre que puede la ronda de Madres de Plaza de Mayo, hoy ya en silla de ruedas. Vida, obra y endorfinas de una mujer que ha acompañado a fábricas recuperadas, pueblos originarios, comunidades afectadas por el extractivismo, jóvenes y mujeres en situaciones de violencia, todo como una continuidad en la defensa de los derechos humanos. El clítoris, el cannabis y las autodefiniciones. Esperando el 24 de marzo, compartimos esta nota y retrato, publicada originalmente en la revista MU 138 (2019, todavía tiempos macristas). El movimiento, la calle, y lo que ella piensa (y hace) frente a la historia y los futuros posibles.

Texto: Sergio Ciancaglini

Nora revisa su cartera en la que lleva el pañuelo blanco, el verde, crema de cannabis medicinal, una lata de sardinas y la agenda en la que anota sus hiperactividades cotidianas, entre otros secretos. Está también su DNI: 0.019.538. Ríe: “Fui de las primeras en la cola para sacarlo. El otro día, por un trámite, los empleados de un banco me dijeron que la máquina no podía interpretar un número tan bajo”.
Estamos en la sede de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Envolvemos las masitas que no alcanzamos a engullir y que se incorporan a la cartera de Nora para llevárselas a una amiga. Luego guarda un par de carpetas, limpia la mesa de papelitos y me pide que cierre las persianas y puertas del balcón que da sobre Piedras al 100, Buenos Aires. Ya tiene el llavero en la mano esta señora que no puede ser interpretada por las máquinas. Chequea que esté todo ordenado. Empieza a apagar las luces que iluminan salones, oficinas y paredes atiborradas de recuerdos de las Madres, homenajes, reconocimientos, diplomas y tres imágenes: Azucena De Vincenti, Mary Bianco y Esther Careaga: sus apellidos de casadas pero sobre todo, el de sus hijos e hijas. Fueron las madres secuestradas en diciembre de 1977 en un operativo organizado por la ESMA, que culminó con 12 desapariciones incluyendo a dos religiosas francesas.

Memoria, verdad, justicia y Norita

El saludo de Nora en una de las marchas actuales, con la foto de su hijo, la bandera de los 30.000 detenidos-desaparecidos, y el acompañamiento de una nueva generación.


Nora se pone el ponchito de barracán, agarra la cartera, el bastón, y cumple con el rito según el cual el último –la última- apaga la luz. Y cierra la puerta con llave.
La escena podría parecer un tanto melancólica, pero es al revés.
Al cerrar esa puerta, da media vuelta y abre un mundo.
Nora se transforma en Norita, que en lugar de ser un diminutivo resulta un aumentativo, una clave, un código de acción.
Sale Nora de Madres y entra Norita a la calle, las plazas, las ciudades, los pueblos, las rutas, las fábricas, la naturaleza, los conflictos.
Entra a sus verdaderos lugares de acción: lo público, los espacios donde ocurren las cosas, o donde las cosas se manifiestan escapando de los encierros y del silencio.
Lo mismo sucede cada vez que sale de su casa en Castelar, llena de muñecas, libros, plantas y recuerdos, se toma un micro hasta la estación (evita los taxis y es ajena a las aplicaciones uberísticas), luego el tren Sarmiento, luego el subte A o lo que haya que abordar para ir a donde quiere ir.
Su estrategia consiste en intentar estar donde haya injusticias, violencias, crímenes, abusos, discriminaciones, psicopatías estatales o privadas y otras desventuras nacionales que son del orden de lo clásico: nunca pasan de moda.
Logra materializar ese acompañamiento con una eficiencia casi incomprensible. Ana María Careaga (desaparecida a los 16 años estando embarazada e hija de aquella madre secuestrada en la iglesia) cuenta que una vez le dijeron al sacerdote pasionista Carlos Sarracini que Nora parece Dios, porque está en todas partes. El cura no se mosqueó con la comparación y subió la apuesta: “Sí, pero a Nora se la ve”.
“Cuando dicen esas cosas me estremecen –corcovea Nora–, me da un poco de vergüenza. Siento que son como abrazos para darme fuerza, pero no me generan soberbia ni nada. Lo que digo es sencillo. Si no es para pelear contra la injusticia, los organismos de derechos humanos, ¿para qué estamos?”.

Memoria, verdad, justicia y Norita

Sobre la magia y el clítoris

Plaza de Mayo, jueves, 15.30.
Las Madres están partidas desde 1986, pero allí están. Girando siempre en sentido inverso al de las agujas del reloj, como para recuperar el tiempo perdido por tanta muerte, cada uno de los dos grupos (Asociación y Línea Fundadora) en el extremo opuesto de ese círculo alrededor de la Pirámide de Mayo que culmina con una estatua que representa a la Libertad. La libertad está inmóvil, mientras la memoria, la verdad y la justicia rondan alrededor.
Bajo una placa descansan las cenizas de Azucena Villaflor de De Vincenti, quien junto a las otras dos madres desaparecidas fue arrojada viva por los militares desde un avión al mar. La marea luego devolvió los cuerpos a la costa de Santa Teresita en enero de 1978.
En Línea Fundadora la única madre que ronda hoy -y sin bastón- es Nora, acompañada por unas 80 personas. El grupo crece de golpe porque se agregan como un borbotón unos 40 guardapolvos blancos de chicas y chicos de una primaria de Lugano que la rodean y marchan junto a ella con la bandera en la que se lee “30.000 detenidos desaparecidos. ¡Presentes!”.
Llora y ríe Norita porque al ver a los chicos se le agitaron la emoción y la alegría, lloran también las maestras y varios que disimulan. Los chicos la miran asombrados. Tres vueltas más tarde, ella se acerca a un micrófono con parlante. Este jueves habla de:
La impunidad estatal y judicial alrededor del atentado a la AMIA.
El proyecto de “servicio cívico voluntario” de Gendarmería para niños (editorializa diciendo: “Qué bestias”).
Recuerda junto a Beverly Keene, de Diálogo 2000, que la solitaria Madre de Ledesma (Jujuy) Olga Arédez, denunció en 2001 la creación de una policía infantil (niños uniformados que eran instruidos con armas de juguete). Y que en 2012 el gobierno de Cristina Kirchner ordenó cerrar 74 cuerpos de Gendarmes Infantiles en 17 provincias, que reunían a más de 6.879 niños.
De paso mencionan que Olga –que reclamó toda la vida por las desapariciones ocurridas durante el apagón en Libertador General San Martín- murió en 2005 por la contaminación de bagazo producida por Ingenio Ledesma. “Para abaratar costos no ponían los filtros en las chimeneas, y eso la intoxicó”, explica Nora.

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Denuncia cómo le prohibieron a su compañera de Madres LF, Vera Jarach, quien además es sobreviviente del Holocausto, dar una charla en el Colegio Nacional de San Isidro (“a lo mejor prefieren que vayan los de Gendarmería a dar clases de derechos humanos”).
Habla sobre una de sus obsesiones, el Hospital Posadas y la situación de sus trabajadores y pacientes (“el Estado achica y achica, es lo único que hace: hay que ir a acompañarlos”).
Informa que trabajadores de la textil Sport Tech, que estuvieron en la ronda y ocuparon durante dos años la fábrica quebrada en defensa de sus puestos de trabajo fueron autorizados como cooperativa, por el juez Horacio Robledo, a hacerse cargo de la empresa.
Presenta a gremialistas de Fabricaciones Militares (“no les tengan miedo, nada que ver con los milicos, son divinos”) movilizados contra los despidos y el achicamiento.
Recibe a Sergio Martínez, uno de los fundadores de El Algarrobo, asamblea de Andalgalá que con su movilización logró frenar la instalación del proyecto megaminero a cielo abierto Agua Rica. Sergio cuenta: “Hace poco cumplimos 500 marchas, cada sábado, reivindicando los derechos humanos, territoriales, a la salud y a la vida”.
Anticipa Norita el lanzamiento de una campaña para denunciar la deuda externa (y eterna) “porque hay gente que se queja en la verdulería, pero no entiende que lo que le pasa es consecuencia de que se están llevando los dólares y las riquezas, y cada dólar se paga con hambre en nuestro país”.

Memoria, verdad, justicia y Norita


Repudia por enésima vez la ilegal detención de Milagro Sala desde enero de 2016 (“no le encuentran nada y la someten a tortura psicológica las 24 horas del día”).
El tono de Nora es tan serio como lo sugieren los temas de los que está hablando; dice que el gobierno es “negacionista, inmoral y ladrón”, y oscila entre esas definiciones y el relato de lo que está sintiendo. “Hoy no hay buenas noticias para dar”, le dice a la gente que la escucha. “La buena noticia fueron esos chiquitos que vinieron de Lugano”.
Agrega: “No nos volvamos locos. Cada día me acuesto pensando ¿qué mal van a hacernos mañana? Es como que con cada acción, con cada decisión, quieren humillar. No lo logran, porque nos tienen que resbalar las cosas que dicen y hacen”.
La mujer y la gente se miran. “Siento que esta Plaza es mágica. Me siento feliz aquí. Me da pudor decirlo, con tantos desastres que pasan, pero es lo que siento viendo que tantas personas vienen, se encuentran, se abrazan, se reconocen”.
En ese momento repite tres veces: “30.000 detenidos desaparecidos y desaparecidas” y todos contestan “¡Presente!”. Y luego: “Ahora y siempre”. Nora, separando bien las sílabas, pronuncia tres veces la siguiente palabra: “Ven-ce-re-mos”.
Caminando hacia su bar favorito sobre Avenida de Mayo, para tomar un café que es parte del ritual de los jueves, quiere decirme algo sobre la magia, pero la detiene un grupo de chicas para saludarla y un joven, uniendo las palmas de las manos, pronuncia: “Gracias por existir”. Dice ella que jamás la cuestionaron ni la increparon por la calle. “Una sola vez, en una marcha por Cromañón, había un tipo muy borracho que me dijo de todo. Pero me había confundido con Estela de Carlotto. Que nos confundiera ya te muestra lo borracho que estaba”.
Otro grupo la reconoce, la saluda y le pide fotos. En los últimos tiempos cuando está en confianza Nora propone sonreír a la cámara diciendo “clítoris” en lugar de “whisky”.
Sigue la caminata y ella no pierde el hilo de lo que quería contar: “La magia no nace porque sí. La tenés que crear con tu espíritu. El espíritu de ver el lado bueno de la vida. Si no hacés magia con lo que te pasa, es imposible sentir que lo que hacés está bien, que te genera alegría. Sentir que no estás entre los mafiosos”.

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Comerse un pasaje

La primera vez de las Madres en Plaza de Mayo fue el sábado 30 de abril de 1977. El 15 había desaparecido Gustavo Cortiñas, el hijo mayor de Nora, secuestrado en la estación Castelar cuando iba a tomar el tren a las 8.45 rumbo a su trabajo en la Comisión de Valores. Militaba en la Juventud Peronista. Flaco, sonriente, bigote setentista, pelo largo.
En la casa de Nora hay una foto en la que se lo ve mirando a los chicos de la Villa 31, en la que militó con el padre Carlos Mugica. “Tiene un gesto que me parece dolorido y comprometido con lo que está viendo. Pero fijate los chiquitos, son iguales a los que ves hoy en las villas”. Se queda pensando: “Nuestros hijos luchaban por la justicia social. Pero hoy la brecha entre ricos y pobres es todavía mayor que cuando se tomó esta foto”.
Para esa mujer que había tenido que amoldarse al rol de ama de casa y profesora de alta costura, la desaparición del hijo representó el fin de muchas cosas. “Fue dejar la casa y salir a buscarlo. Y fue para todas igual. Mujeres comunes que no éramos de la academia, ni de los grupos de pensamiento. Pero hoy entiendo que ahí ya fuimos feministas. Ahí empezamos a romper”.
Aquel sábado inicial había pocos paseantes en Plaza de Mayo. Y 14 mujeres. Azucena propuso entonces ir los viernes. Nora, mientras tanto, buscaba en comisarías, en juzgados, hasta que empezó a ver a otras mujeres haciendo lo mismo, marcadas por la misma desesperación, que le contaron de las reuniones en la Plaza. Nora se sumó a la tercera. “Una madre muy católica y muy supersticiosa dijo que el viernes era mala suerte, día de brujas. Otra dijo que los lunes era día de lavar y limpiar. Quedó el jueves”. Acordaron las 15.30, salida de los bancos, el mayor tránsito de público en la zona. Las Madres nacieron para no ser parte de otros organismos ni partidos políticos. No tenían oficina: la crearon en la Plaza, sin techo ni puertas ni ventanas, para verse, intercambiar información, y hacerse ver. La policía dijo “circulen”, y jamás dejaron de hacerlo. En octubre de ese 1977 nacerían los pañuelos blancos, como modo de reconocerse entre la multitud durante una marcha a Luján: en realidad eran los pañales de tela (no existían los descartables) que guardaban para sus nietos, convertidos en un símbolo histórico de los derechos humanos.
Relata Nora que los varones y esposos no intervenían porque el horario era de trabajo. “Pasaba otra cosa. Al ver a los milicos algunos padres decían ‘yo le dije a mi hijo que no se metiera’ y cosas así. Entonces eso no servía. Las madres no hacíamos esas cosas”. Confrontaban. El lugar común indica que el dolor enceguece, pero Nora es de las que piensan distinto: “El dolor nos hizo ver. Nos fortaleció, y nos ayudó a ser claras”.
Empezó a entender algunas charlas que había tenido con su hijo: “Una vez me dijo: ‘¿Sabés que te pasa, mamá? Te falta calle’. Aprendí, ahora me pasé de calle” reconoce. “Más que en los libros, la concientización está en la calle. Esto significa moverse siempre. Y no pensar dos veces”.
Recuerda que fue varias veces presa con las Madres. “Una vez, los policías pararon un micro, bajaron a toda la gente y nos llevaron. En la comisaría teníamos dos variantes: pagar 30 centavos, o pasar 5 días de cárcel por escándalo en la vía pública. Había madres que decían “métanme presa, así me llevan con mi hijo”. Pero los tipos querían que pagásemos. Cuando me tocó, le di 60 centavos. ‘No señora, le dije 30’ me dijo, y le contesté: cóbrese lo de la semana que viene”.
Otra de esas detenciones ocurrió un día antes de un viaje que Nora debía hacer a Brasil con la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chicha Mariani. “Esa vez nos llevaban en patrulleros. Abrí la puerta y me quise tirar, pero el policía me agarró. Si no, me mataba; era la desesperación por escaparme. De golpe me di cuenta de que tenía el pasaje a Brasil. Yo creía que era algo clandestino, que si descubrían eso no sé qué iba a pasar y entonces lo agarré, lo fui rompiendo en pedacitos, y me lo comí”. El viaje finalmente se hizo, en plena digestión del pasaje, con Nora y Chicha intentando denunciar lo que se vivía y se moría en el país.
Moverse, salir, romper, confrontar, escandalizar, chocaba con la noción de familia tradicional y hogareña, y con su marido Carlos. “Los viajes, las marchas, las búsquedas. Y él tenía una cosa de celos. Hubo algunas veces que pensamos separarnos. Murió en 1994. Creo que no hubiera soportado todo lo que hago ahora. Pero bueno: la desaparición de Gustavo había sido un cambio total. Me largué a hacer lo que tenía que hacer. Y eso fue no volver atrás nunca más”.

Del Mundial al cannabis

Nora recuerda que usaban la parte del Café Tortoni que da a Rivadavia, durante el Mundial 78, para encontrarse con jugadores (“creo que eran holandeses, no recuerdo los nombres”) y periodistas extranjeros. O lo que vivió su querida Mirta Baravalle: “El marido estaba muy mal con la desaparición de la hija (Ana) y no podía creer que parecía que no pasaba nada mientras en el país había desaparecidos. El día de la final que ganó Argentina, después del partido se puso peor y se murió de un infarto mientras todo el mundo seguía festejando”.
Las Madres son un símbolo de muchas cosas, empezando por la valentía. Resulta casi de ficción imaginarlas plantadas en la Plaza frente a la Casa Rosada tomada por Videla & afines, infiltradas por Astiz y la ESMA, ignoradas y silenciadas, o en el mejor de los casos tratadas como “madres locas” por los diarios que se atrevían a mencionarlas. Nora agregó algo a su currículum disruptivo: en 1978 fue hasta la Mansión Seré, centro clandestino de detención y torturas, simulando ser una interesada en comprar el lugar para instalar un hogar de ancianos.
“No era que buscaba a mi hijo ahí, pero sabía que había gente. Entré al predio y hablaba en voz alta. No sé qué quería: hacer ruido. Que si había alguien supiera que había gente afuera. Un milico dijo ‘despachen a la señora’ pero yo seguía diciendo que me mandaban de la Municipalidad o cualquier cosa, y vi una canilla con manguera al lado de una ventanita que se ve que daba a un sótano, donde estaban los desaparecidos. Cuando se recuperó como Centro de Memoria, contaron que me habían escuchado, sin saber quién era”.
El alegre caos que es cada conversación con Nora, ahora en su casa, cambia de rumbo porque va a preparar café. Desde que cumplió 82 años le divierte decir que es mínima, vital y móvil.
Mínima: nunca escondió la edad, pero se niega a revelar cuánto mide. “Ni a mis nietos se los digo”. En el jardín hay una pequeña piscina de dos metros de largo y uno de profundidad. Nora guiña un ojo: “Me meto con salvavidas”.
Vital: parece inagotable, aunque no lo es. Sufrió hace dos años un ínfimo ACV. “Hablé dos horas después de eso en un acto, y parada. Ni yo lo puedo creer. Pero es un compromiso con nuestros hijos y nuestras hijas. No es un sacrificio para nada. Cada día es estar donde hay una injusticia”.
Móvil: sus idas y vueltas a Castelar en micros, trenes y subtes son una especie de gesta cotidiana en la cual la casi nonagenaria dama va a veces arrastrada por la multitud. “El otro día bajaba del tren. En el medio del gentío un chico que iba a subir me vio, tenía un chocolate, me dijo ‘gracias por todo lo que hacés’, me lo dio y subió. Me quedé en el andén con el chocolate llorando de emoción. Ni sé el nombre. Solo sé que era un chico del oeste”.
Hace dos años un golpe en el empeine le repercutió en un fuerte dolor de rodilla, y los médicos le dijeron algo fantasmal: tenía que dejar de marchar. Problema de meniscos. “Te imaginás, yo lo que tengo son menisquitos”. Por eso fue al debate en el Senado sobre el aborto seguro legal y gratuito en silla de ruedas. La actual vicepresidenta Gabriela Michetti la saludó educadamente al verla, y más tarde ordenó que le prohibieran el ingreso al recinto, por lo que Nora vio el debate por televisión en el despacho de Pino Solanas.
“El año pasado me regalaron la crema de cannabis y me la empecé a poner en la pierna. De a poquito, te diría que en un mes o dos, dejó de dolerme totalmente, y pude volver a caminar con bastón primero, y cada vez mejor”. Del pronóstico de inmovilidad Nora pasó a abandonar la silla de ruedas, el bastón parece cada vez más un adorno, y no deja de estar en todas partes. “Ahora en vez de bombones me regalan cannabis”. En el jardín, además de la santa rita, las azaleas y los potus, crecen dos robustas plantas de marihuana.

Feminismo, grieta y hambre

Tiene docenas de muñecas que le han regalado, varias son Noritas con pañuelo blanco y hay una con pañuelo verde. Muestra una remera con una frase que ha hecho célebre: “Ser feminista es una cosa bárbara”. El lema forma parte del Norita Fútbol Club (Las Noritas) equipo femenino que participa en la Liga Nosotras Jugamos. En la delantera de Las Noritas juega su nieta Lucía. “Y yo pedí que me den la 10”, explica la abuela, que además está asombrada porque ha sido llamada a dar una charla por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
¿Qué es lo peor que vivió, además de la desaparición de Gustavo? “La desaparición de las tres madres. Veías que los militares no se saciaban ni con los miles que se habían llevado”.
¿Lo mejor? “La resistencia de la gente, de los pueblos. Si no fuera por la resistencia pacífica y prudente que tiene este pueblo ya estaríamos con las patas de los norteamericanos acá adentro. Hay espacios que parecen pequeños pero que van frenando, sin saberlo, los avances de la derecha”.
Reconoce que fue un dolor también la separación de Madres, en 1986. “Algunas nunca dejamos de sentir que no tendría que haber ocurrido. Pero había mucha diferencia sobre las metodologías y nosotras, en Línea Fundadora, queríamos ser horizontales e independientes”. No quiere hablar demasiado sobre las diferencias en la propia Línea Fundadora. “Lo que reivindico es esa independencia, la mirada crítica. En el anterior gobierno creían que la crítica era mala leche, y eso no es cierto. Yo reconozco que lo que se hizo con el tema de derechos humanos fue histórico. No pensábamos que íbamos a ver a los genocidas juzgados. Pero eso no quiere decir que una se calle cuando hay cosas como el apoyo al modelo extractivo, o poner a (César) Milani al frente del Ejército”, explica, críticas que hizo extensivas a la Ley Antiterrorista, el pago de deuda externa, la tragedia de Once, el INDEC, el Proyecto X, y toda área atacada por políticas oficiales, el modelo científico con Lino Barañao al frente, el modelo sojero, la minería a cielo abierto, la violencia institucional, la discriminación a los pueblos originarios, entre muchos etcéteras que hicieron que no fuera ella de las participantes en los actos emitidos por cadena nacional. “Nuestra función es otra desde siempre: es ser independientes de los partidos y del Estado”.
Cuenta que su nieto Damián, el hijo de Gustavo, fue siempre partidario de la gestión kirchnerista. “Pero yo decidí que no voy a perder amigos, familiares ni ideales por la política partidista. Entonces hablábamos de cualquier otra cosa. Pero desde que está este gobierno sí que volvimos a hablar de política”, dice riéndose.
Sobre lo electoral: “Estoy mirando. No decidí qué hacer”. Una pista: en una de las últimas elecciones Nora fue con un marcador. Tomó una boleta y escribió: 30.000 detenidos desaparecidos. No al extractivismo. No a la persecución a las comunidades indígenas. No a la deuda externa impagable, inmoral y odiosa. “Lo puse en el sobre y voté. Me lo habrán anulado. No importa, saben que estuve ahí”, cuenta. “Y digo sí a la justicia, a la verdad, a la memoria, a la resistencia, a los juicios hasta que se condene al último genocida y a la recuperación de la identidad de todos los jóvenes que fueron niños apropiados por el terrorismo de Estado”.
En el área de derechos humanos cree que la gran cuenta pendiente es que se conozcan los archivos militares. “Es una burla que no los entreguen. Registraban todo, hay pruebas, y eso permitiría saber qué ocurrió con cada persona desaparecida. Pero es una decisión política que ningún gobierno quiso tomar”.
¿Cuál es su principal preocupación hoy? “El hambre. Estamos cada vez peor. Más hambre, pobreza, desocupación. Es una época de destrucción. Pero no tenemos que dejar que nos llegue el odio. Hay que resistir, pero no tenemos que perder la sonrisa, que nos hace fuertes: es lo mejor que podemos tener”.
Está perpleja Norita porque su biznieta Camila, 9 años, le dijo que los besos y los abrazos contagian gérmenes. “Pero el abrazo y las caricias estimulan las endorfinas que son lo que dan ganas de vivir. Cuando alguien está enfermo, lo acariciás, le das la mano y eso es terapéutico por las endorfinas. Así que en eso sí que tengo partido: soy partidaria de los besos y los abrazos”.

La ley

Las Madres son cada vez menos. “El año pasado murieron cuatro. Las sentimos mucho”. ¿Cómo imaginar las cosas cuando ya no queden Madres? “Yo no me imagino nada. Nunca digo que esto va a ser así o asá Lo que creo es que siempre hubo etapas con determinadas personas que vivieron y luego murieron. Es la ley de la historia, y de la vida. Ojalá nunca más tenga que haber Madres porque hay genocidios y represiones. Pero en nuestro caso, de algún modo estaremos en la Plaza. Y entonces habrá que ver qué es lo que nace” dice sin miedo y sin nostalgia, haciendo bailar esa sonrisa alimentada en la calle con abrazos y resistencia, besos y valentía, magia y endorfinas.

Memoria, verdad, justicia y Norita
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La Ronda, en la mirada de Nora Lezano

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Esta cobertura, realizada por Nora Lezano, corresponde al ritual del jueves 14 de marzo.

La Ronda es una iniciativa autogestiva coordinada por la editora Claudia Acuña y la fotógrafa Alejandra López. Todas las semanas, unx fotografx registra el ritual que se sostiene hace más de 40 años.

Todo el material colaborativo será entregado a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos.

“Nunca había estado en una Ronda.

Le pedí a una amiga que me acompañara. Sentí que se jugaba por un lado algo emotivo inmenso y por el otro el miedo a lo incontrolable. Jamás hago fotos en la calle justamente porque adentro de un estudio puedo controlar todo. Antes de salir para la Plaza dejé en mi casa un llanto espeso. El día estaba nublado. Ese llanto tenía la exigencia de haberme comprometido a resolver algo desde un lugar del que no estoy acostumbrada pero también el nerviosismo de saber que iba a vivir una experiencia de la que iba a salir profundamente atravesada”.

“Y así fue que me hice parte de esa ceremonia, fluyendo en círculos con mi cámara, acompañando esa fuerza indestructible del sostener. Donde nada importaba más que SER esa RONDA”.

Sobre Nora Lezano

Fotógrafa y artista visual.

Comienza a desarrollar su trabajo en la década de los 90. Sus retratos de músicos constituyen una parte representativa de su obra.

De 1992 a 2008 trabajó como fotógrafa institucional del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En los años 2000 y 2001 la Secretaría de Cultura y Comunicación de la Nación le encargó las coberturas de los ciclos “Argentina en vivo 1 y 2”, el “Festival Internacional de Jazz”,  la “1era. Semana Argentina en Madrid”, “La historia en su lugar” y “Música clásica en los caminos del vino”.

Trabajó como fotógrafa, directora, iluminadora y videasta para proyectos performáticos, de artes visuales y cinematográficos.

Publicó en forma independiente el libro Sin sueño se duerme también y Communitas (Planeta) -en coautoría con E. García Wehbi-.

FAN, la retrospectiva de sus años en el rock, se presentó desde el 2015 a la actualidad, en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata, el Museo Boggio de Chivilcoy, la Biblioteca del Congreso Nacional, la Casa de la Cultura de Entre Ríos; el Centro Cultural San José, de Olavarría,  el Museo de Bellas Artes de La Plata, el Espacio Contemporáneo de Arte Eliana Molinelli de Mendoza, la Planta Alta de la Estación Belgrano, en Santa Fe y en la Universidad Nacional de Quilmes.

Junto a las fotógrafas Andy Cherniavsky e Hilda Lizarazu, en el Palais de Glace, presentó la muestra LOS ÁNGELES DE CHARLY, una celebración a la obra de Charly García.

INVENTARIO, que incluyó una serie de objetos, fotografías y material fílmico y sonoro del archivo personal de la artista, además de una performance, se presentó en la Bienal de Performance 2019.

Desde 1996 sus fotos ilustran el suplemento RADAR del diario Página/12 y desde el año 2015 realiza las fotos de los calendarios de la Fundación Viva la Vida por el Bienestar Animal.

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Nota

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

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Quinta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, que se propone transmitir el valor de la constancia, de los pies en el espacio público, de la gota a gota que horada la piedra, la no violencia contra la violencia, su valor social, su peso histórico, sus 40 años de coreográfico diseño: media hora, todos los jueves. Esta cobertura realizada fue por la fotógrafa y artista visual Martina Perosa.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

“Desde hace tiempo me interesa la relación entre fotografía y movimiento. Hay un trabajo que me parece muy interesante, que me inspiró en esta búsqueda, que es la serie fotográfica de Muybridge en el que logra documentar el rápido trote de un caballo en el aire. Mediante esta serie intentaba demostrar, frente a la teoría opuesta de algunos periodistas deportivos, en el que hay un momento de la carrera en el que los cuatro cascos del equino están en el aire. Esas series en movimiento abrieron una nueva discusión en la historia de la fotografía, que incluso dieron comienzo al cine”.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

“Siempre me interesaron estos cruces interdisciplinarios entre las diferentes ramas artísticas como el cine, la fotografía y la danza. Pensando la ronda de plaza de mayo, me punzaba mucho la idea de coreografía. Una repetición constante todos los jueves, durante cuarenta años, por media hora. Una serialidad. Una duración y tiempo concreta. En un espacio determinado. Unos cuerpos, y una relación entre ellos, con una calidad de movimiento que a lo largo de los años fue mutando según el contexto: explosivo, suave, sutil. Y una música que hilvana el movimiento, los sonidos de la calle y el grito popular”.

La Ronda, en la mirada de Martina Perosa

Sobre Martina Perosa

Artista visual, nacida en la ciudad de Buenos aires. Su formación se centró en distintas disciplinas artísticas, que hoy confluyen en su obra. Estudió cine, indagó en el teatro, la performance y danza contemporánea y luego se especializó en talleres de fotografía y  clínicas de obra. Esta multiplicidad de intereses le permitió construir una mirada interdisciplinaria sobre la fotografía con un principal interés en el movimiento, y en la potencia de la imagen para construir ficción y contar historias. En 2019 editó su primer fotolibro “Shinsekai”, finalista del Premio Publicación Latinoamericano en el FELIFA 2021 y en diciembre 2023 editó su segundo fotolibro Proyecto Dallas.

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