Nota
El grito cada vez más fuerte: marcha y abrazo contra los travesticidios y transfemicidios
En distintos puntos del país y en Plaza de Mayo, cientos de personas se manifestaron ayer contra los travesticidios y transfemicidios en la Argentina. Con colores, banderas y pañuelos verdes gritaron «basta» y cantaron: «Señor, señora, no sea indiferente, se matan las travestis en la cara de la gente». Nuestra crónica y reportaje fotográfico.
Ayer tuvo lugar una nueva marcha contra los travesticidios y transfemicidios. Fue nacional, tuvo su versión en distintos puntos del país y la de Capital no fue porteña: gran parte de lxs que asistieron a Plaza de Mayo eran jóvenes de 15 a 18 años del conurbano bonaerense. Lo que comenzó siendo un abrazo terminó con una plaza llena de gente y una marcha que grita «basta».

Foto: Martina Perosa
La jornada comienza emotiva, en el lugar simbólico en que hicieron su primer Gritazo. Florencia Guimaraes, escritora de la Colectiva Lohana Barkins, recuerda en el micrófono que la primer marcha se hizo con el calor del dolor que había provocado el asesinato de la gran activista travesti Diana Sacayán. La causa de Diana hoy es histórica gracias a ese agite trava: lo que comenzó siendo una bandera y un grito se convirtió hace una semana en caratula judicial. “Tuvimos justicia por Diana pero se siguen sumando muertes. Este año fueron 42 casos y tenemos que obtener justicia por todxs”, dice Florencia mientras recibe aplausos y aullidos.

Foto: Martina Perosa
Mar Morales, actriz trans, dice que está muy contenta por el acompañamiento «cada vez más multitudinario», pero al mismo tiempo desea cada año no tener que marchar por travesticidios nunca más. Mar cumplió sus 35 años y está impresionada por “la expectativa de vida en esta comunidad, que es tan baja que para el resto es ser joven”.
Daniel y Tomás tienen 17 años son de Gonzalez Catán y San Martín. Aplauden cada intervención. Es la primera vez que asisten a la Plaza para pedir que frenen los travesticidios pero dicen que no es la primera vez que marchan por un motivo feminista. “Nos enteramos por Facebook y cuando es así y nos parece importante, elegimos venir ”.

Foto: Martina Perosa
Terminan de decir eso y una chica con purpurina verde y pañuelo de aborto les entrega un volante mientras los invita a participar de charlas y talleres antipatriarcales: “1 er Encuentro Feminista Disidente de Secundaries de la Matanza”, dice el volante.
Marlene Wayar también está: “Son semanas muy movilizantes por lo de Diana pero falta justicia para muchas y eso no deja de doler. Por eso esto sigue siendo un abrazo. Veo como muy bueno que la posta la tome la juventud. Veo que nos acompañan porque realmente no quieren más muertes».

Foto: Martina Perosa
En una ronda están Sharo, Lucy, Ayelén y Magalí con pelo azul, piercings y pintándose banderitas multicolor en los cachetes. Tienen 15 años. ¿Son de la misma escuela? “No, nos conocimos en la marcha del año pasado. Vimos el evento de Facebook y vinimos. Nos importa la causa porque cada une debería ser como es, no te pueden matar por eso”. ¿De dónde vinieron? Monte Grande y Ezeiza.
El nombre de Diana hoy también es Ley. La Ley de cupo laboral trans lleva su nombre. Por ello, además de abrazarse y pedir claramente por la integridad física y la vida, también uno de los gritos más escuchado fue un grito de justicia social por su derecho a trabajar en trabajos dignos.

Marlene Wayar y Susy Shock.
Foto: Martina Perosa
La movilización fue pasado, presente y futuro diverso y enlazado. La cabeza pedía por las infancias mientras las históricas se emocionaban recordando momentos importantes de la historia travesti y trans. Todo acompañado por una muchedumbre joven. Sale la columna de varias cuadras con carteles que dicen “Con las travas no” y “Señor, señora no sea indiferente se mata a las travestis en la cara de la gente” se canta a grito pelado.
No están solxs.
































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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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