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El grito de Kevin: ni un tiro más, ni un pibe menos
Este jueves se estrena en el cine Gaumont el documental que reconstruye la muerte de Kevin, el niño de 9 años asesinado por una bala perdida en un tiroteo entre bandas en una zona de Villa Zavaleta liberada por la Gendarmería. Atragantada la garganta, La Poderosa grita: «El grito de Kevin es nuestro más profundo dolor, pero también nuestra fuerza para visibilizar todas las causas que se llevaron su vida».
El 7 de septiembre de 2013, de madrugada y con lluvia, Kevin, un nene de 9 años fue asesinado. La bala que lo mató fue una de los 105 disparos que durante más de tres horas detonaron dos bandas que se enfrentaban a 100 metros de dos destacamentos policiales en la Villa Zavaleta.
Su casa estaba a 20 metros de la Plaza Kevin, llamada así por otro Kevin que cuatros años antes había perdido la vida por otra bala perdida. Era uno de sus mejores amigos. Kevin había ayudado a construirla.
El documental “Ni un pibe menos”, dirigido por el cineasta italiano Antonio Manco, reconstruye el asesinato de Kevin. Se estrenará este jueves 4 de mayo en el Cine Gaumont con dos funciones: 14.15hs y 20hs en la sala central donde se hará la presentación formal luego de la cual tanto el director como Roxana, mamá de Kevin, y Nacho Levy, referente de La Poderosa y padrino de Kevin, dirán unas palabras.
“La película es una satisfacción de mierda -dice Nacho a lavaca- Nosotros al Gaumont o a cualquier cine hubiéramos querido ir con Kevin de la mano, no a verlo en una pantalla. Cada vez que nos sentamos frente a la película o frente a cualquier ronda de mates en las que vuelven las imágenes del enano afuera de la bandera, afuera del prendedor, afuera de la pantalla, el enano como lo conocimos nosotros: mi ahijado, el hijo de Roxana, el sobrino de Paola, el amiguito de Javi… Cuando nos conectamos con eso nos parte al medio y nos vincula con lo que en realidad es: un niño de 9 años que estaba temblando debajo de la mesa, adentro de su casa”.
Los datos duelen: 4664 personas fueron asesinadas por gatillo fácil entre 1983 y 2015. Sólo entre 2003 y 2015, 3070 personas perdieron la vida por causa de la violencia institucional.
Durante la película se escuchan varias voces, como la de Norita Cortiñas de Madres de Plaza de Mayo – Linea Fundadora, de Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, de la mamá de Kiki Lezcano. La violencia institucional une todos los relatos.
“Cuando fue un patrullero, Kevin todavía estaba vivo, dijo: que se maten entre ellos. El tiroteo siguió más de tres horas, 105 disparos, a 50 metros de dos casillas de Gendarmería. Roxana debió agarrarlo a Kevin en brazos y llevarlo al hospital sabiendo que la ambulancia nunca había entrado a buscarlo y mientras lo llevaban al hospital los que hacían las pericias le robaban los teléfonos y la plata que habían dejado en la casa. Todas esas violencias institucionales se visibilizan en la película porque se visibilizan en la vida y en la muerte de Kevin, que no expresa lo que le pasa a los chicos de nuestro barrio, expresa lo que nos pasa a todos los que vivimos en nuestros barrios”.
Villa Zavaleta existe desde hace 45 años, pero en los mapas es solo un cuadrado: gris en la guía T, rojo en los GPS, blanco en el mapa interactivo de la Ciudad de Buenos Aires. “Acá donde están las consecuencias de un Estado ausente también están las consecuencias de una humanidad presente”, delinea la geografía del territorio la película.
Nacho suma: “Cuando nosotros reivindicamos la cultura villera no reivindicamos la precariedad, no reivindicamos que haya un barrio donde no entran las ambulancias, que haya un barrio donde cada vez que llueve las casas se transformen en inodoros gigantes donde cae agua de arriba y sale mierda de abajo. Nadie reivindica eso. Lo que reivindicamos son las costumbres de compartir que no se han perdido”.
La película nace de la misma injusticia que hizo nacer La Garganta Poderosa. “El grito de Kevin es uno de todos esos gritos atragantados en un barrio que tiene más de 45 años de historia resistiendo y esperando las respuestas que debiera dar el Estado”.
Kevin se vuelve grito y bandera. “Es el dolor más profundo de nuestras entrañas pero también es nuestra fuerza, nuestro motor y nuestra bandera para visibilizar todas las causas que se llevaron su vida y la de un montón de otros chicos de nuestros barrios que ni siquiera pudimos gritar”.
Ni un tiro más. Ni un pibe menos.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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