#NiUnaMás
#GritazoTrans: la primera ronda trava a la Pirámide de Plaza de Mayo
Hoy no fue un jueves como cualquier otro en Plaza de Mayo. Pocas horas después de la histórica ronda de las Madres de Plaza de Mayo, decenas de trans y travestis caminaron sobre sus pasos, abrazadas para gritar juntas «queremos vivir». Referentes de distintos colectivos trans se pararon detrás de una gran bandera que decía: “Justicia por Diana Sacayán. Basta de Travesticidios” y fueron rodeadas por un público repleto de jóvenes. Allí, formando una voz grupal conmovedora, leyeron un documento que unió todos sus reclamos en una misma posición política clara y fuerte. Luego, mientras sostenían juntas esa misma bandera, realizaron la primera ronda trava alrededor de la Pirámide de Mayo exigiendo memoria y justicia por sus compañeras muertas y por ellas mismas.
“Ya que no nos están escuchando, nos juntamos a gritarlo. Decidimos decretar el Estado de Emergencia de nuestro movimiento”, lee Violeta Alegre, académica e integrante de la Colectiva Lohana Berkins, impulsora de este primer Gritazo Trans Latinoamericano. Sintetiza con esa frase el motivo de la convocatoria frente a la Casa Rosada. La emergencia fue disparada por los últimos casos de travesticidios en el país que sembraron en sus compañeras la necesidad de exigir un freno. Desde esa rabia y ese dolor se lanzó rápidamente una convocatoria por redes sociales para convocar al potente “Gritazo Trava-Trans Lationamericano” que se realizó hoy.

El documento:
“Desde el movimiento travesti-trans argentino queremos denunciar cómo las políticas neoliberales del gobierno macrista impactan de manera arrolladora sobre los sectores más vulnerables de la sociedad civil, principalmente en la de travestis, trans y trans-migrantes de la patria grande. Una de esas consecuencias es el incremento de los crímenes de odio, transfemicidios y travesticidios, como el de la compañera Diana Sacayán -militante del campo popular y defensora de los derechos humanos- asesinada el 11 de octubre de 2015 de 27 puñaladas.
Este movimiento se compromete a agotar todas las instancias para que se haga justicia por Diana y por todas las hermanas asesinadas en diferentes puntos de Latinoamérica.
Hoy decidimos gritar y decretar el Estado de Emergencia de nuestro movimiento.
No queremos que nuestras muertes queden invisibilizadas.
Queremos hacer oir esta furia desde nuestras propias voces, sin ningún tipo de tutelajes. Necesitamos vomitar la ira que venimos acumulando,
Seguimos siendo las que ponemos cuerpo y no tenemos el respaldo que tiene el resto de los movimientos sociales y políticos.
Nuestras vidas, nuestras existencias han sido penalizadas y criminalizadas desde siempre. A pesar del reconocimiento legal a nuestra identidad, no se llega a reparar así el daño histórico que se nos causó. Seguimos siendo expulsadas institucionalmente.
Este gobierno viene haciendo un vaciamiento de las políticas públicas en relación al acceso a la salud, a la educación, al trabajo, coartando nuestro derecho a elegir quiénes y cómo queremos ser.
Somos el colectivo más vulnerado de nuestra sociedad civil.
Nuestros cuerpos tienen las cicatrices de la violencia institucional sistemática, la cual se ha sostenido y se sostiene por patrones capitalistas, patriarcales, heterosexistas binarios, xenófobos y racistas.
Pero unidas y organizadas también sabemos la potencialidad que podemos tener.
Nosotras y nosotros conocemos de violencia, sabemos de discriminación y cómo ésta termina en muerte. Pero a pesar de todo, nuestros cuerpos han venido resistiendo y sobreviviendo desde que decidimos romper con las imposiciones culturales. Son ellos quienes mantienen la memoria viva. Nosotres hemos devenido en sujetas políticas, transformadoras de cambios.
Luchamos por la libertad y por la emancipación de los pueblos y de los cuerpos.
Venimos de la terrible orfandad que significa las irrecuperables pérdidas de Lohana Berkins, también asesinada por este sistema que no le permitió sostener su vida como a cualquier otra persona; y de diana Sacayán, a quienes vengaremos gritando con furia cada vez que salgamos a la calle a reclamar nuestros derechos.
No pararemos hasta que se haga justicia.
A las travestis y trans nos matas y nuestras muertes no interpelan ni son motivo para reclamar justicia como otras. Para la sociedad y para el Estado, nuestra muerte así como nuestra vida, no vale nada, no es una vida digna de ser vivida en igualdad de condiciones como la vida de cualquier ciudadano común.
Necesitamos casa, trabajo, salud educación y reparación y para ello, claro, necesitamos estar vivas.
Exigimos dejar de ser las cajas chicas, las «fáciles de justificar» de las fuerzas policiales que ahora, con el aval de este gobierno de derecha, del Poder Judicial, mediático y religioso, implementan políticas de mano dura a través de discursos y prácticas discriminatorias que nos criminalizan y que alimentan el odio hacia nuestras identidades.
Nuestro colectivo ha presentado por primera vez ante el Comité CEDAW un informe sobre la situación actual de los derechos humanos de personas trans y travestis. Allí denunciamos cómo en estos últimos 10 meses recrudeció la persecución, hostigamiento, armado de causas y vejaciones hacia integrantes de nuestro colectivo y cómo esto se agudización nuestras hermanas trans-migrantes. También denunciamos la falta de políticas públicas integrales a nivel nacional, provincial y local para revertir la exclusión a las que nos confina el Estado. La CEDAW acaba de emitir sus recomendaciones en las cuales manifiesta con preocupación la realidad que vivimos e insta al Estado argentino a revertir esta problemática.
En su reciente visita a nuestro país de la Relatora de las ONU Dubravka Simonovic, desde nuestras organizaciones le entregamos un informe sobre la criminalización a defensoras y defensores travestis y trans de derechos humanos, quienes están sufriendo ataques particulares y focalizados, así como la inacción del Estado para prevenirla y combatirla. Necesitamos erradicar la violencia judicial e institucional.
Basta represión y persecución.
Exigimos revisar la figura legal, los tiempos e imputabilidades, ya que no son concordantes con las particularidades con los que estos crímenes de odio son ejercidos sobre nuestros cuerpos.
Queremos soñar un futuro con nuevas generaciones sin violencias, con infancias trans que tengan instituciones con responsabilidades y compromisos paterno-maternales amorosas.
Queremos recordarles, también, que todo esto lo exigimos para que Nunca Más nos roben la niñez.
Nunca Más.
Ya que no nos están escuchando, nos juntamos a gritarlo:
- Justicia por Diana Sacayán.
- Basta de Travesticidios.
- Basta de Transfemicidios.
- Vivas Nos Queremos.
- Ni Una Menos.
- Cupo Laboral Trans YA.
- Reconocer es reparar.
- Infancias trans sin violencia ni discriminación.
- Basta de violencia hacia los varones trans”.
Voz propia
Al finalizar la lectura del documento, la poeta y activista trans Susy Shock dice con la claridad que la caracteriza: “Estamos desde las muertes de Lohana y Diana en estado de orfandad. Como colectivo trans estamos aprendiendo, casi gateando. Por eso, queremos decir que aunque agradecemos las adhesiones, todo este acto es nuestro. Es nuestra voz. Es nuestra lucha. Agradecemos que acompañen, pero no se olviden de que este grito es absolutamente independiente.”
“El gritazo comenzó movilizadas por todas aquellas que fueron presas, violentadas y asesinadas en el último tiempo”, dice la actriz trans Carla Morales Ríos y agrega: “Yo estoy muy contenta pero también espero que podamos ser más. Como fue durante el matrimonio igualitario que yo asistí aunque por ahí no quisiera casarme. Espero que nos hermanemos aún más y que cada movilización trans haya más compañeras y compañeros de otros movimientos feministas y LGTBI apoyando. Igual estoy esperanzada porque acá hay gente que se compromete en serio y tiene ganas de cambiar nuestra realidad. Para mí es un logro grupal muy grande estar hoy acá todas juntas”.
Ana Carolina: “Vinimos al gritazo para amplificar las voces del reclamo frente a las agresiones que reciben las travestis porque creemos que cuantas más seamos más se va a escuchar.”
Charo Lopez: “Vinimos a gritar por y con las travestis: basta”.
Maitena: “Me parace importante que los que estamos por fuera de este grupo también lo apoyemos. Tenemos que apoyar que se frene con los travesticidios. Tenemos que lograr que no se mate a alguien porque no se soporta que un hombre o una mujer elijan tener otro sexo .”
“Yo he ido a las primeras marchas a favor del divorcio. Hoy lo ves en perspectiva y parece imposible que no existiera ese derecho. Por eso hay que adherir a estas causas. Yo ya n o estoy dibujando solo dibujo para causas que realmente me den ganas. En este caso me dieron ganas de dibujar ese grito furioso en contra de la violencia, el grito de basta.”
“Exigimos Cupo Laboral Trans Diana Sacayán en el Consejo Nacional de las Mujeres”, dice Alma desde el megáfono y cierra: “Además, escribimos y defendimos el informe frente a la CEDAW sobre la violencia que recibimos las trans y travestis. El día lunes hemos recibido las recomendaciones. La CEDAW le dice al Estado Argentino que es urgente que las compañeras trans puedan ingresar a un trabajo formal y digno. Esta presentación es el resultado del trabajo de muchas compañeras que va más allá de las organizaciones donde cada una milita porque entendemos que la lucha es una y el horizonte es uno. Tenemos que estar más unidas que nunca”.



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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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