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La Colifata: radio libre

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La Colifata es un espacio de radio ignorado por el Estado (más allá de promesas esquizofrénicas), por las autoridades del hospital Borda (que no fueron internadas) y con apoyo del público, artistas y gente solidaria. Vida y obra de un proyecto que descubrió cómo de la política de represión y encierro, se ha pasado a la de expulsión para dejar a la gente en la calle. Mientras tanto, la radio les devuelve a los internos la posibilidad de voz, encuentro y reconocimiento, para combatir el sufrimiento y la impotencia. Alegres, pero no locos por el fútbol, ni por el Mundial, aunque lo tuvieron de invitado a Bilardo.
“Una mirada colifata y festiva de un evento que nos iguala en pasiones, donde todavía podemos coincidir en un espacio y momento para ser felices”.
Con esa alegría -que no tiene que ver con la «locura» que vociferan los medios- presentó La Colifata su espacio dedicado al Mundial de Alemania, esperando que Saviola, Riquelme y compañía hicieran lo suyo. El médico, técnico campeón del mundo y comentarista Carlos Bilardo y una gloria futbolera, el “loco” René Houseman, fueron los invitados a una derivación televisiva de la radio, el programa El living de Stellita. Stella Cross vive en la calle y conduce el programa desde una plaza de Belgrano, donde siempre hay un lugar para que se sienten los invitados. Bilardo participó desde «los estudios mayores» de radio La Colifata: el patio del neuropsiquiátrico José T. Borda.
Más que una FM, La Colifata es un gran espacio de comunicación para producir salud. O como lo define en charla con lavaca Laura Gobet, coordinadora del Proyecto, “un espacio de encuentro y empoderamiento que habilita la posibilidad de pensar los medios como canales de transformación”.
En 1986 desembarcó en el neuropsiquiátrico José T. Borda un grupo de personas dispuestas a trabajar para desdibujar las gruesas líneas que dividían el adentro del afuera. Se trataba del grupo Cooperanza, conocido en ese entonces como la Peña Carlos Gardel, donde trabajaba como voluntario Alfredo Olivera. Fue a él a quien se le ocurrió comenzar a grabar a los internos: “A partir de usar ese grabador –un Westinghouse enorme- se podía lograr que los internos del Hospital volvieran a tomar la palabra, que recuperaran la voz y que eso además quedase registrado”, explica Gobet.
Enterado de esa experiencia, una radio de San Andrés invitó a Olivera para hablar de la locura. Pero como no le cerraba del todo la idea, contraofertó: “¿Por qué no hacemos una columna en la cual hablen directamente los internos?”. Y se fundó así “La columna de los Internos del Borda”.
El nombre propio
Olivera pidió que le grabaran los mensajes de los oyentes que llamaban por teléfono. Ese casete permitía llevarle a los internos las opiniones de ‘los de afuera’. Pronto el nombre dejó de gustarles, tal vez porque sonaba demasiado solemne. Entonces, entre todos los que participaban de la experiencia, propusieron nombres alternativos: las opciones iban desde Westinghouse hasta Carlos Gardel. Pero finalmente votaron por la única propuesta -entre 40- que remitía a la locura: La Colifata. “Desde el inicio planteó una diferencia muy fuerte sobre lo que es el imaginario de la locura. Porque decir colifato es decir loco querible: qué loca que estás pero te quiero, esto obviamente sin negar el padecimiento”, opina Gobet.
En 1991 La Colifata empezó a convertirse en un proyecto autónomo, por fuera de Cooperanza, y a despertar el interés de una variada cantidad de personas, colectivos y personajes: un oyente obsequió la primera antena, el periodista Lalo Mir donó varios de los transmisores, hasta el Comando Sorpresa del ya extinguido programa de televisión Sorpresa y ½, irrumpió un día para renovar instalaciones.
Autoridades y autismo
Cualquier sábado del año, sin excepción, desde las 14.30 hasta las 19, se puede presenciar al aire libre la transmisión radial de La Colifata, que se realiza en el patio del Borda aunque haga frío o llueva. A la institución jamás le cayó muy simpático que se instalaran allí: “Somos como un granito de arena en el ojo”, subraya Gobet. Y agrega: “Por momentos ocurrió que La Colifata estaba tan legitimada afuera que entonces no podían funcionar de manera adversa a nuestro trabajo”.
Cuentan algunos enfermeros que a medida que el prestigio de la experiencia crecía, las autoridades comenzaban a intentar apropiarse de ella. Cuando venían periodistas para realizar notas por el entonces flamante proyecto, el director del hospital respondía como si fuese el coordinador de La Colifata. Además, en el cuarto piso del Borda, aún pueden verse las ruinas de lo que intentó ser una idea exclusiva, original de sus autoridades: un estudio de radio. “Ese intento de copiarnos no duró demasiado tiempo. Pero hay muchas más cosas absurdas… nos joden con los ingresos de las cámaras, con la posibilidad de trabajar libremente. Sin embargo, en ningún momento tomamos la política de enfrentarlos directamente, sino que tomamos la postura de hacer. Y el hacer fue tanto que terminó agotando cualquier posibilidad de jodernos”, relata Gobet.
Dignidad versus impotencia
Según cuentan, La Colifata nace como un espacio para rescatar la dignidad dentro de las llamadas instituciones totales, en donde se generan situaciones de olvido. Más allá de la alegría que trae el trabajo autónomo, el contexto es abrumador: un edificio alejado y solitario, semidestruido, con internos que viven hacinados, familias que los han depositado allí, especialistas que medican sin ofrecer tratamientos psicológicos o que conceden altas a pacientes que quedan en la calle. Una de los dilemas de los que coordinan la radio tiene que ver con lidiar con la tristeza y la impotencia que todo eso genera: “Siempre me acuerdo de la frase de uno de los chicos. Una de las primeras veces que fuimos al Borda, nos dijo: ‘La pasaron bien con los loquitos. Ahora se van y no vuelven’. Eso para mí fue muy fuerte, solo pensaba que tenía que volver. Hay situaciones donde uno realmente siente que tiene que ser Superman para poder transformar algo, cuando no hay familia o cuando la institución ofrece maltrato o directamente destrato. Es terrible cuando la persona tiene algo para dar pero no es escuchada y a nadie le importa”, relata Gobet.
En La Colifata creen que todos tienen algo para aportar. La salud -dicen- tiene que ver con potenciar lo más saludable de cada uno. Por eso trabajan con técnicas de inclusión de la locura o de lo que a simple vista parece delirante. En la radio tiene espacio todo aquel tenga algo para decir: “A veces en medio de un debate, se te acerca alguien al pasar y te dice: “No, porque yo sabía domar caballos”. A partir de ese saber de alguien que suele no hablar ni participar, uno le propone contar eso al aire. Y por ahí eso hace que esa persona, al próximo sábado, tenga un programa para enseñar a domar caballos. A esto nosotros lo llamamos rescate de subjetividad”, revela Gobet para demostrar cómo se va formando la programación.
Contra el sufrimiento
Unas 25 personas integran el colectivo La Colifata, tres de ellas se encargan de retransmitir microprogramas: graban lo que ocurre los sábados, lo editan con criterios políticos, éticos y estéticos, y lo envían a todos los pacientes internos y externos que participan del proyecto. El mismo material se transmite también vía internet. “Trabajamos en dos campos: hacia la comunidad en una función antiestigma y hacia los colifatos como colectivo, para que puedan empoderarse y generar algo distinto en relación a su sufrimiento”, aclara Gobet.
Una persona del grupo se encarga de las relaciones con los periodistas y de generar contactos para conseguir financiación. Otras dos ofrecen apoyo a los colifatos el día de la transmisión de manera voluntaria y una estudiante de psicología se encarga de las estadísticas: recoge la información sobre quiénes participan del programa para luego establecer un seguimiento de cada participante. Por último, Olivera y Gobet coordinan varias cosas, pero sobre todo las cuestiones más terapéuticas: realizan interconsultas con los profesionales del Borda y abrieron un espacio, cada viernes, para conversar con todos los internos que lo necesiten.
Manu Chao colifato
Si bien La Colifata lleva más de 15 años de trabajo, todavía no le encontró la vuelta a su financiación. La mayoría del dinero que ingresó durante estos años vino de donaciones de oyentes, amigos, periodistas o colectivos autogestivos. Todo eso apenas sirvió para los insumos y el mantenimiento. El Estado le otorgó premios y muchas promesas. “Pero nunca un mango”, dice Gobet con resignación y describe una de las consecuencias: “El equipo de trabajo cambió mucho a lo largo de estos años. Eso a veces es un dolor y es una imposibilidad como colectivo para organizarse y armar estrategias”.
Corría 1996, cuando un documentalista llegó a La Colifata para realizar un video. Luego de un tiempo se fue a vivir, como muchos otros jóvenes en aquella época, a España. Terminó haciéndose amigo del célebre Manu Chao, con quien una tarde de aburrimiento compartió aquel documental. El músico nacido en París quedó gratamente sorprendido y decidió mezclar sus canciones con audios de los colifatos para realizar un nuevo disco, que después pusieron a la venta los músicos que vivían de manera ilegal en España. “Apenas nos enteramos, nos pusimos en contacto con Manu Chao y con FM La Tribu para editar el mismo disco acá”, cuenta Gobet. En la Argentina, los vendedores fueron los propios internos que salían del hospital. El disco se llama “Siempre fui loco”.
Además, la radio ha realizado una convocatoria a todas las bandas independientes, grupos o solistas, que quieran participar en un nuevo disco. Para hacerlo hay que enviar un demo con hasta tres canciones originales, a las que se agregarán canciones y máximas colifatas grabadas en el espacio de la radio. Hay tiempo hasta el 14 de julio y las bases están en https://lacolifata.openware.biz/index.cgi.
El Estado de la nada
En 2005, el cantante llegó a la Argentina con una nueva propuesta: realizar un recital a beneficio del proyecto. Así fue como en noviembre ese año, uno de los shows de Manu Chao contó con la participación en el escenario de algunos internos que compartieron micrófono con él.
Gracias a lo recaudado en aquella ocasión Gobet -que trabaja en el proyecto desde 1991- pudo empezar a cobrar por su trabajo.
“Basta de que nos ayude siempre la gente. El Estado tiene que hacerse cargo aunque sea una vez. Venimos con muchísimas promesas, papeles firmados, presupuestos aprobados para terminar el estudio, construirnos un lugar… Pero nada. Si hoy nos regalan 15 sillas no tenemos donde guardarlas, estamos guardando los equipos debajo de la cocina del Borda, donde hay una humedad terrible”, reclama Gobet.
La casita en donde guardaban inicialmente los equipos fue incendiada el año pasado en circunstancias más que dudosas. Hay varias versiones sobre los responsables pero de eso mucho no se habla. “Se quemó todo pero todo: parlantes, equipos, etc, etc. Ahora todo nos anda muy mal. Por eso terminamos 2005 en una situación de mucho trabajo, muchas ideas, muchas ganas de seguir adelante y a la vez desmoronados”, recuerda. Como si fuera poco, les robaron una notebook de adentro mismo del hospital. Pero como el prestigio de La Colifata es tan grande, siempre hay una ola solidaria que la reanima: “Cuando fue el robo de la computadora, estábamos muy mal. Alfredo Olivera escribió un comunicado preguntándole a la gente cómo seguíamos y empezaron a llegar una infinidad de mails de ayuda: desde alguien que donaba su compu hasta alguien que decía que tenía autos antiguos, y podía hacer una exposición a beneficio. El grupo de teatro de San Telmo ofreció la recaudación de sus funciones, Jorge Guinzburg donó una máquina como la que nos sacaron… A nosotros nos alienta muchísimo todo eso”.
El desconocido y los astros
En 2004 La Colifata aterrizó en Telefé, para concretar La Colifata TV, que consistía simplemente en seguir haciendo radio pero esta vez para salir por televisión. La propuesta se llevó adelante gracias a Pedro Saborido, que se acercó a la radio con la intención de encarar un proyecto en conjunto y guió al colectivo para concluir en ese ciclo por el cual recibieron cerca de 2.000 correos del público.
En 2006 se renovó la posibilidad de emitir por televisión. Esta vez en el canal del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Ciudad Abierta, donde comenzó a transmitirse El living de Stellita. La conductora es una mujer de unos sesenta y largos, madre de un ex interno del hospital, y también conductora del programa radial Visitas en La Colifata, con un estilo rebelde y contestatario. Stellita vive hace 15 años en la calle y desde la Plaza Belgrano, donde suele dormir, realiza su emisión televisiva, rodeada de un par de sillones, algunos invitados y otros colifatos que tienen sus propias columas. Allí se hizo la presentación del programa previo al Mundial, con René Houseman (el “loco” campeón del mundo en el triste 1978) y Carlos Bilardo (técnico de Argentina campeona en México, 1986), además de Fabián Ferraro, creador del club de fútbol callejero Defensores del Chaco, con el que busca convocar a los chicos de la calle e incorporarlos en un proyecto social y comunitario. La Colifata anuncia El living de Stellita con estos agregados: “El columnista (ex Hombre Desconocido) Alejandro “De la Sagrada Elión” Strassener nos brindará una visión global de la problemática y nuestra Astróloga Juliana Zuc de Batistuta nos aclarará cómo los astros zodiacales están siempre presentes”.
Entre la tierra y los astros, Gobet, como coordinadora y psicóloga, ocupa muchas veces el lugar abandonado por los profesionales y se ocupa de realizar interconsultas. “Llevamos al espacio de tratamiento lo que los internos traen al programa de radio. A veces, no hay tratamiento psicológico, sino farmacológico y lo mejor que puede pasar es que a partir de que uno se acerca, decidan ponerle psicólogo”.
Del encierro a la expulsión
La Colifata resulta así un espacio de identidad y pertenencia para los pacientes. Tal es así que varios de los que están en situación de transferencia –aquellos que se están reinsertando en la vida social- vuelven cada sábado para participar de los programas y continúan definiéndose como colifatos.
El eslogan de La Colifata, “rompiendo muros”, ha sido superado. Antes prevalecía la política del encierro, la represión y el aislamiento. Los neuropsiquiátricos eran un depósito de personas posiblemente enfermas, o diferentes, y de pobres.
Ahora todo cambió, y no precisamente para bien, según Gobet: “Está pasando algo en estas instituciones. Antes eran muy represivas, entonces había que trabajar para tomar la palabra y recobrar la identidad de la persona internada. Por eso la idea de romper muros. Pero hoy estos lugares son expulsivos y a muchos le proponen como único destino la calle. La Colifata dentro de esa lógica funciona como un espacio de intersección, que no está adentro del hospital pero tampoco afuera. Se volvió un medio muy fuerte para los internos pero a la vez un espacio de contención y encuentro para los que viven en la calle”.
El 100.1 de La Colifata pronto será 100.3 y seguirá escuchándose en un radio de 30 cuadras, pero mejor. También próximamente La Colifata se podrá escuchar por internet.
Para romper los muros, sin por eso quedar a la intemperie.
 

publicada 21/06/2006
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

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Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.

Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.

La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.

El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.

Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.

Pero falta para eso.

Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.

En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.

Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.

Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.

Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.

Fin.

Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.

Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.

Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.

Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.

Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.

Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.

Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.

Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.

Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.

Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.

Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.

¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.

¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.  

Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.

¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.

¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Fotos: Sebastian Smok

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.

Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.

Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.

De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.

Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.

Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.

Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Vera, candidato a presidente por la lista Ruge el cambio del centro de estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.

Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.

¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Lila Lemoine apareció vestida de playera de YPF.

Otras celebridades que se llevan las miradas:

El Zorro con la bandera de Argentina.

Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.

Lila Lemoine vestida como playera de YPF.

Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:

  • Castrá
  • Adoptá callejeritos
  • Educá
  • No compres
  • No + piroctenia

Son tatuajes.

En la cara.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?

Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.

La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Carcedo y su libro.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.

¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.

¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.

Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.

Fin.

Equivalencias y bebidas.

Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.

Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.

Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.

Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.

Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.

Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.

La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.

Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.

Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.

Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.

Le han robado el celular.

Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.

El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.

Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:

-Es que está lleno de negros.

Fin.

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