CABA
La situación en el Mariano Acosta: vigilar y castigar (y no arreglar nada)

Julio Pasquarelli (foto) es el vicerrector de la escuela Mariano Acosta, puesto en la mira de la ministra Soledad Acuña a partir de falsas acusaciones de haber propiciado la toma de la escuela, cuando las cosas fueron muy distintas: se había pronunciado explícitamente contra la toma, aunque de acuerdo con el contenido del reclamo estudiantil. El docente viene recibiendo amenazas y amedrentamientos de distinto tipo, y también apoyos. Este miércoles a las 12.30 en la puerta del establecimiento (Urquiza 277 de Buenos Aires) habrá una conferencia de prensa de otras escuelas y organizaciones para brindar respaldo a este profesor que trabaja en el Mariano Acosta hace 28 años. El centro real del problema que originó los reclamos sigue siendo la falta de mantenimiento, el peligroso deterioro de un edificio considerado Monumento Histórico, viandas que aplican a las categorías de alimento vacío, o comida chatarra, según los gustos. Sobre esas y otras cuestiones de fondo no hay pronunciamientos oficiales ni tweets que digan por qué sigue sin hacerse durante años lo que la comunidad educativa y la lógica más elemental reclaman. Por Francisco Pandolfi.
En la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Número 2 “Mariano Acosta”, del barrio porteño de Once, la mayoría de los reclamos hechos este año al gobierno de la Ciudad, siguen sin solucionarse. Esto generó que en el invierno las y los alumnos hayan realizado un “frazadazo”, para denunciar que no está tan bueno Buenos Aires cuando se estudia con frío; y lo que motivó, también, que el viernes 23 de septiembre la asamblea del Centro de Estudiantes votara tomar el colegio secundario. La toma sucedió desde ese día a la noche hasta el lunes 26 al mediodía, para no perder horas de clase.
El miércoles 28, en un abrazo que la propia comunidad llevó a cabo en puerta de la institución, para solidarizarse con las familias y estudiantes amenazados por las autoridades porteñas, el vicerrector del Mariano Acosta, Julio Pasquarelli, tomó el micrófono: “Yo les he dicho que no estoy de acuerdo con la toma, pero a la toma la sostiene la falta de mantenimiento, los bajos salarios, el maltrato a los docentes, el disciplinamiento a las familias”. El martes 8 de noviembre, la ministra de Educación Soledad Acuña publicó un hilo de tweets en el que afirma que “durante la toma ilegal del Mariano Acosta, su vicerrector se paró frente a los alumnos a alentar la toma con micrófono en mano y una actitud prepotente que está muy lejos de la ejemplaridad que requiere su rol”.
Todo falso. No sólo porque la toma había terminado dos días antes, sino también porque su vicerrector se había pronunciado en contra de la decisión estudiantil. Acuña comunicó que se le iniciará un “procedimiento para ejercer las sanciones correspondientes”.
Julio Pasquarelli tiene 50 años y es profesor de psicología y sociología. Se lo nota calmo, pese a este nuevo amedrentamiento en forma de sumario administrativo, del que él aún no sabe nada. Dice a lavaca: “Hasta el día de hoy no estoy notificado de ningún inicio de sumario. Me enteré por los medios de comunicación, nada por vías formales, lo cual representa una falla ética y legal, y refleja que esto más que nada es una operación de prensa, que probablemente decante en un sumario. Una sanción por supuestas conductas inapropiadas o desaforadas en el marco de la toma, lo cual es un error porque yo no hablé en la toma. Al principio me preocupé, sobre todo por mi hijo. Lo llamé y le expliqué que no se asustara, que indudablemente me querían asustar. Hace un mes y medio, las amenazas fueron de muerte y ahora son mediante procesos legales. Acuña dice que yo incentivé la toma cuando fue todo lo contrario. De hecho, en la entrevista anterior con ustedes lo volví a aclarar (https://lavaca.org/notas/entrevista-a-julio-pasquarelli-vicerrector-del-mariano-acosta-trabajamos-en-condiciones-pauperrimas-y-degradantes/)”.
–Acuña te cuestiona haber “bajado línea” y “adoctrinado”.
–Decir eso es menospreciar a los adolescentes, subestimarlos. Los estudiantes tienen una militancia que muchas veces no coincide con la idea de la escuela, de hecho en este ejemplo se puede ver bien: no estábamos a favor de la toma y los estudiantes la tomaron igual, así que esto del adoctrinamiento no aplica. Lo que sí hay en la institución son libertades que permiten tener ideología propia, un centro de estudiantes con listas que se votan. Entonces, pienso que ellos creen que el adoctrinamiento es permitir la militancia en la escuela y la militancia es imposible prohibirla en cualquier establecimiento, porque cada cosa que uno haga siempre representa una postura, una posición en la vida. Es imposible no comunicar, es imposible no tener una práctica política… somos seres políticos. Lo que buscan es que la gente se asuste y deje de reclamar por sus derechos.
–¿Recibiste alguna otra amenaza?
–Recibo por parte del gobierno de la Ciudad muchísima violencia. Yo pensaba que trabajaba en el Acosta hace 25 años y haciendo memoria son 28. Es la primera vez en tanto tiempo que a la escuela le están llegando con bastante asiduidad pedidos de informes sobre mi situación, las horas que cumplo, los cargos que tengo. Da la impresión que se trata de un mensaje de vigilancia que se está volviendo constante.
El hombre que no estaba de acuerdo

“Yo no estaba de acuerdo con la toma, pero sí con los requerimientos”, dice Julio, que también es profesor de Educación Sexual Integral y de talleres de masculinidades.
Los “requerimientos” son el eje principal de la cuestión, que no deben salirse de la centralidad. “Lo único que logramos en este último mes es que empezaran a blindar los vidrios y te diría que casi nada más. La ley 25.171 del año 1999 declaró al Mariano Acosta como Monumento Histórico, por lo cual menos todavía tendríamos que hacer muchos reclamos para su resguardo. Sin embargo, seguimos sin tener mantenimiento, seguimos con las celosías que se caen a la calle o a los patios internos. Seguimos sin tener informes de infraestructura”.
–¿Hay más?
–Seguimos con todo lo que es de madera en mal funcionamiento. Los postigos y las persianas tienen muchos años y están deteriorados, por eso el peligro de que se caigan. Este es un reclamo que hicimos hace mucho para que reparen los marcos de la puerta, porque si se cambian los vidrios pero no se hace un tratamiento a la madera, al ser tan antigua y seca, se vuelve a mover y vuelve a fracturar al vidrio. Por otro lado, está todo lo que tiene que ver con la reparación de las paredes, la pintura de la escuela, la revisión de los baños. Sólo arreglaron dos aulas del nivel inicial, pero hay otras dos que no fueron reparadas. En relación a las aulas, ninguna de las puertas tiene cerradura, no se pueden cerrar; en las puertas de la planta baja se caen las varillas que sostienen los vidrios. En relación a las viandas, el nivel nutricional no se modificó, sigue siendo exactamente el mismo.
Redes y espaldas
Mañana miércoles a las 12.30 se llevará a cabo en la puerta de la escuela (Urquiza 277, CABA) una conferencia de prensa en la defensa de Julio Pasquarelli. “La convocó la comunidad educativa para exponer esta situación. Hay una solidaridad muy grande de organismos de derechos humanos y de otras escuelas. La propia comunidad lo ha tomado como propio al ataque; no a mí, sino al Mariano Acosta en general”. En las redes sociales, una campaña de estudiantes dignifica su labor: “Acá hay espalda”, se lee sobre decenas de alumnas y alumnos que lo aguantan. El lema que se hizo viral hace referencia a su discurso en la puerta de la escuela, que originó la persecución: «Este equipo directivo tiene la espalda suficientemente grande para que cuando toquen a un solo padre, a un solo estudiante, a un solo docente, vamos a salir a luchar y no lo vamos a permitir». La comunidad educativa no olvida a quien salió a defenderla. Expresa Julio: “No me hubiera imaginado nunca este apoyo; la campaña en las redes; la unidad entre hijos, madres y padres solidarizándose conmigo; los directivos de cada nivel de la escuela repudiando los dichos de la ministra. Hay una situación de persecución y de amedrentamiento muy clara, que todo el mundo está pudiendo leer y ha generado una unidad por la que estoy muy agradecido”.
–Hablamos mucho del asedio, de lo doloroso. ¿Qué sentimientos genera este acompañamiento?
–Mucha emoción. Cuando vi al primer chico de espaldas con esa leyenda que decía “Pascuarelli, acá hay espalda”, me puse a llorar. Después fue creciendo y se tomó como frase ya no solo en el Mariano Acosta sino en otras escuelas, para referenciarse directamente a la escuela pública. Dentro de todo lo malo, lo más valioso que tengo es que los chicos me preguntan cómo estoy y si preciso algo.
–En este último mes tomaste una repercusión pública que no tenías anteriormente, ¿qué reflexión hacés?
–Me parece importante aclarar que toda la primera mitad del año 2022 estuvimos con el rector Marcelo Carpintero reunidos en infinitos encuentros con mantenimiento e infraestructura para buscar soluciones a una escuela que se venía abajo. Y las respuestas fueron tan pocas que el reclamo tuvo que salir afuera, porque realmente nadie escuchaba. Yo no sé cuánto tiempo más me va a quedar en el cargo; si me van a echar, si me van a poner a disponibilidad. Lo que sí sé es que mientras sea vicerrector voy a seguir peleando por lo que considero justo. Si la escuela tiene los arreglos que necesita, si estudiantes y docentes tienen la comodidad para trabajar, yo no voy a seguir peleándome con nadie ni exponiéndome. No tengo una ambición de militancia política, nunca la tuve; ni estoy usando a la escuela como excusa de visibilización personal porque hace 28 años que trabajo acá y no salí nunca en los diarios. Lo que ocurre es que en esta función necesito ser fiel a lo que prometí a mis compañeros que me votaron: defender sus causas hasta mi último día y que el Mariano Acosta esté en las condiciones que nos merecemos.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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