CABA
Las de abajo: la historia de las mujeres del subte
Parieron derechos y conquistaron reivindicaciones históricas del gremio. Resistieron patotas y ahora enfrentan al gobierno y la Justicia. Semblanza de una historia a tono con esta época verde. Por Lucas Pedulla
Cuando Adriana Sarlenga entró en 1999 como boletera en la estación 9 de Julio de la línea D, se encontró con que la respuesta al mundo machista en el que vivía estaba abajo de la tierra. Conoció a otras compañeras en la lucha para bajar la jornada laboral de ocho a seis horas, un derecho que habían perdido con la privatización durante el menemismo. Empezó a leer folletería y a juntarse con las trabajadoras más activas. Hoy recuerda: “La empresa me castigó enviándome a una boletería inhóspita, para que pare”.
¿Y qué hiciste?
Aproveché el castigo para armar una red entre las mujeres de todas las líneas.
Por el reclamo de las horas, un día se enteraron de que las querían echar a todas. Solo a ellas. Metrovías apeló a una ley de 1924 que prohibía el trabajo de las mujeres en ámbitos insalubres. En caso de aprobarse la reducción, debía echar a 300. “Yo era sostén único de familia con cuatro hijos”, dice Adriana. “Me puse de los pelos. Propuse hacer una asamblea. Y fui a todas las líneas entregando fotocopias a las compañeras”.
La asamblea explotó en la estación Callao. “Vinieron por primera vez 86 compañeras. Fue algo histórico. Nos conocimos. y al tiempo formamos la Comisión de Mujeres”.
Corría el 2002. Adriana lo cuenta hoy, 16 años después, a sus 60 años, sentada con un pañuelo verde atado al cuello en la sede de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP), más conocido como Metrodelegados, el gremio que parieron hace diez años como parte de una escición de la Unión Tranviaria Automor (UTA) por su complicidad con el desguace neoliberal.
Y lo cuenta desde una sonrisa y una experiencia personal cuyo desenlace permite trazar una línea no solamente con la historia de un gremio que resiste las embestidas del gobierno y de la justicia, sino con la de un país que vive su revolución verde: “Prohibirme fue lo peor que lo pudieron haber hecho. Porque explotamos”.
La UTA que las parió
Otra explosión llegó en marzo de este año cuando la Corte Suprema ratificó un fallo de la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones que planteaba la nulidad de la personería gremial del sindicato Metrodelegados luego de un recurso presentado por el gremio UTA. ¿Qué pasó? En 2009, el cuerpo de delegados del subte convocó a un plebiscito para definir si estaban dispuestos a armar un nuevo gremio luego de que la UTA propusiera echarlos a todas y todos. Ganó el sí. La personería se aprobó en los últimos días del kirchnerismo. La UTA apeló. El fallo de la Sala II llegó mientras en sede administrativa se discutía cuál de los dos gremios era el más representativo en un acto que se denomina compulsa: cada gremio se presenta a una audiencia donde se cotejan los padrones de uno y otro.
La UTA no se presentó. “Porque saben que si se presentan, pierden”, describe Magalí Aguirre, 36 años, conductora en la línea E. De esta forma, gracias a la decisión judicial de retirarles la personería, el gobierno comenzó a desconocerlos: no sólo firmó un acuerdo paritario con la UTA de un aumento del 15 por ciento en tres cuotas (rechazado por Metrodelegados), sino que el Ministerio prohibió a los bancos los descuentos automáticos de sus afiliados. El aporte compulsivo del 1 por ciento pasó a la UTA.
La búsqueda de la desfinanciación del gremio llegó con suspensiones, descuentos, trabajadores con pedido de desafuero y una brutal represión de la Policía de la Ciudad en Las Heras de la línea H por un paro en protesta de esta embestida en mayo de este año. Hubo 18 trabajadores detenidos y compañeras golpeadas. Adriana suspira: “Me recuerda a todo lo que vivimos y que ya habíamos conquistado”.
Agarrar el volante
Karina Nicoletta entró como boletera a la línea B en 1994. Era su primer trabajo: “Por esa época ingresamos un grupo de personas sin experiencia sindical”, cuenta. Una de ellas era Virginia Bouvet, que se incorporó como boletera a la línea C a fines del ‘93: “Llegué con la privatización”. Tres años después, con 21 años, ya era una de las delegadas más jóvenes del gremio; hoy es la secretaria de Organización de AGTSyP. “Era difícil no tanto por la edad o el género, sino porque esto recién se privatizaba: veníamos de una derrota donde más de la mitad de la gente había volado con retiros voluntarios y lo que quedó fueron las peores condiciones de trabajo”.
Esas condiciones las discutieron también desde la situación concreta de las trabajadoras. Karina: “Las mujeres sólo estábamos en el sector comercial o en boletería. Significaba la menor remuneración con cero posibilidad de una mejor calidad de vida. No podíamos ser guardas ni conductoras. Había concursos y te decían: ‘Sos mujer, no podés acceder’”.
La primera batalla fue entonces contra sus propios compañeros. Virginia: “La discusión la ganamos ahí, porque a todos les parecía normal que estuviéramos en la boletería”. Armaron un petitorio que hicieron circular entre los delegados varones: juntaron más de 1.000 firmas. “Lo hacíamos con ellos porque tenían fueros. Ser activista sindical traía muchos problemas”. En el ‘97 comenzaron los primeros paros para evitar los despidos arbitrarios. “Los ganamos, y entonces la empresa nos empezó a medir. Allí resurgieron las ganas de participar y de organizarse. Ese resultado hizo que empezaran a surgir demandas importantísimas que teníamos las mujeres. Hoy somos el 20 por ciento del gremio, pero antes no podías crecer: te decían que te ibas a jubilar en la boletería”.
El petitorio nunca se entregó. Virginia: “La empresa no quiso recibirlo, pero fue la excusa para hablar del tema. Al año llamaron a las primeras siete compañeras, y en diciembre del ‘97 subió la primera guarda”. Hoy Karina es conductora y secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades. Y Virginia escribió el libro Un fantasma recorre el subte: crónica de la lucha de los trabajadores de Metrovías, con parte de esta historia.
Derechos bajo tierra
Luego llegaron reclamos básicos. No tenían agua potable: lo revirtieron. La empresa quiso eliminar el puesto de guarda: lo evitaron. Siguió la pelea por las seis horas para los sectores que no eran considerados insalubres. Como no había diálogo posible, la respuesta fue dejar los puestos de trabajo cumplido ese tiempo. Lo lograron: la empresa los efectivizó. En 2003, y después de varios paros, pelearon la primera recomposición salarial del sueldo de 435 pesos congelado desde 1994: fue del 44 por ciento.
Seguían las tercerizaciones. Virginia cuenta la estafa: “La gerencia se ponía una empresa de vigilancia y de limpieza, contrataban trabajadores y le cobraban al Estado 2.500 pesos por cada uno pero a ellos les pagaban 360. Cuando ganamos las 6 horas, ellos trabajaban hasta 10. Nosotros aumentamos los salarios, ellos seguían con los mismos”. Karina apunta cuál era el sentido: “La precarización de compañeros en el mismo ámbito atenta contra nuestras propias condiciones: es un modelo para ver luego cómo te precarizan a vos. Si somos todos del mismo lugar, entonces peleemos las mismas condiciones”.
Lo consiguieron: sumaron 800 trabajadores a un plantel que ya era de 2.500. Claudia Duré, 49 años, fue una de las que ingresó: hoy es boletera en la línea D y subsecretaria de Deportes del gremio. Deja una imagen de esas jornadas de protesta: “Una vez hicimos diez días de paro en los que no volví a casa. Dormíamos en un telo 3 ó 4 horas. No había otra. Pasé mi cumpleaños ahí adentro”. Milagros aporta contexto: “Todo esto sin el apoyo de la UTA”.
Todavía faltaba la batalla definitiva.
Terroristas & mercenarios
Virginia aporta otro dato: el jefe de seguridad de Metrovías era Miguel Ángel Rovira, uno de los últimos jefes de la Triple A, que en 1975 se exilió del país junto a José López Rega. “Tenía tres modos de clasificarnos: terroristas, mercenarios y apóstoles. Los terroristas éramos el grupo activo y los apóstoles, quienes respondían a ellos. Los mercenarios eran los trabajadores que podían ir de un lado u otro. Somos 2.500, hay muchas corrientes, pero para la empresa somos todos zurdos”.
Las privatizaciones entregaron los subtes a las empresas privadas y dejaron sin vigencia el convenio colectivo por decreto. Virginia: “Era muy bueno, se había firmado en el ‘75 y nadie lo había tocado. Con el menemismo cayó. Y con las privatizaciones también llegaron las ocho horas. Cuando entré convivía con trabajadores que hasta una semana antes habían trabajado seis. Todo eso lo permitió la UTA”.
En diciembre de 2007, el cuerpo de delegados convocó a una conferencia de prensa en el Hotel Bauen. El sindicato mandó una patota que irrumpió en el lugar y los amenazó. Siguieron. En enero de 2008, el Comité de Ética de la UTA (un oxímoron, según las trabajadoras) quiso expulsar a todo el cuerpo de delegados. Virginia: “Todo el 2008 lo pasamos sabiendo que podía terminarse: como gremio de transporte la UTA tiene congresales en todo el país pero el subte está sólo en CABA. Ahí dijimos basta: armemos un nuevo sindicato porque, si nos echan, tenemos que estar juntos”.
Llegó 2009. Llevaron la discusión a un plebiscito en las cinco líneas. Virginia: “Teníamos dos boletas: una por el sí y otra por el no”. Ganó el sí con una participación de 1.900 trabajadores y trabajadoras de un total de 3.200. Karina destaca: “Fue una decisión colectiva. Y ganamos. Sabíamos que teníamos que construir una organización distinta a la estructura verticalista de la UTA. Y la creamos desde la pluralidad. La decisión fue un gremio que democratizara sus estructuras”.
La explosión verde
Estas mujeres fueron parte activa en las acciones por la legalización del aborto. La más impactante fue una realizada días antes de la votación en el Senado llamada Operación Araña, en la que tiñeron de verde las cinco líneas, con música en vivo de Miss Bolivia y Mimi Maura. “La tierra vibró desde abajo”, dice Milagros García, 35 años, conductora en la línea A. “Era obvio que nos íbamos a subir a este pony verde”.
Adriana apunta que sus miradas se fueron transformando mientras participaban de las asambleas de mujeres: “Sentíamos vibrar adentro nuestro ese cambio cultural que necesitábamos”. ¿Cuál es? Karina: “Haber conformado una organización gremial más democrática implicaba tener una perspectiva así. Hoy estamos viviendo en términos históricos una larga lucha feminista que hace mella en nuestras organizaciones. Permite poner voz y disputar las desigualdades que veníamos transitando”. Un ejemplo: construyeron un pliego de condiciones de trabajo que plantea licencias por violencia machista y de cuidado extendidas para los compañeros. Karina: “Es repensar otra forma de construir poder hacia adentro. Lo que veo es que, más allá de la votación, la discusión por el aborto profundizó ese proceso en nuestros espacios aún más”.
Virgnia hace un análisis: “Hay una parte importante que tiene que ver con un empuje social, con la ola feminista, pero todavía a veces hay que plantarse con una posición individual. La ola puede servir para reclamar algo todas juntas, pero después sos vos en tu casa la que no tenés que elegirte un novio machista y poner límites, porque ahí vas a estar vos sola. Es decir que puede servir de marco para que te fortalezcas en las decisiones individuales. Y lo digo porque lo veo en lo gremial: este momento tiene que traducirse en más activismo y en más participación. Porque si bien reconozco que de 850 mujeres hay muchas que se mueven y activan, eso no se refleja en el cuerpo de delegados: son 82 varones y 5 mujeres. Es en parte porque los varones son de acaparar y se eligen entre ellos y, también, porque la mujer no va a fondo. Si la ola nos atravesó profundamente, eso tendrá que verse el año que viene en una mayor representación de mujeres en el cuerpo de delegados”.
Las embestidas siguen.
Las persecuciones, también.
Pero la vibración que provocaron estas mujeres ya es temblor.
Y viene de abajo de la tierra.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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