Nota
#LavacaEnEsquel: Qué hay y qué falta en el expediente que investiga la desaparición forzada de Santiago Maldonado
El juez Guillermo Gustavo Lleral asumió la investigación de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Su primera declaración a la prensa: “No tengo ningún conocimiento de la causa”. Aún está estudiando el expediente. Desde Esquel, lavaca dialogó en exclusiva con la abogada de la familia Maldonado, Verónica Heredia. Cuáles son ejes que debe tener en cuenta el nuevo magistrado, las pruebas que faltan, qué implica una investigación por desaparición forzada y el rol del Ministerio de Seguridad. Los antecedentes del magistrado en causas por delitos de lesa humanidad y de espionaje estatal a organizaciones sociales, periodistas y militantes. Qué pasos deberá seguir la investigación judicial ahora: “Faltan los cruzamientos telefónicos no sólo de los gendarmes, sino de Pablo Noceti (jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad) y el propio juez Otranto en los días previos, sobre todo del 31. Eso es fundamental. Luego, nuestro objetivo es analizar y verificar la información retaceada, tergiversada y manipulada desde el Ministerio de Seguridad”, señala Heredia. Y explica por qué ya en la causa “hay elementos para dejar de buscar a Santiago en la Pu Lof y buscarlo en Gendarmería”.
El titular del Juzgado Federal de Rawson N°2, Guillermo Gustavo Lleral, abrió la puerta del Juzgado Federal de Esquel a las 11:50 entre un mar de fotografías, cámaras y micrófonos. La expectativa era grande ya que por primera vez estaba por hablar el nuevo magistrado que asumió la instrucción de los expedientes que investigan la desaparición forzada de Santiago Maldonado, tras la decisión de la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia de desplazar al juez Guido Otranto. Desde temprano, Lleral estuvo reunido con Otranto para recorrer las instalaciones en las que se asentará por 60 días para tratar la causa de forma exclusiva. “Estamos abocados a tomar conocimiento del expediente. Tienen que comprender que esto lleva su tiempo. No tengo ningún conocimiento de la causa. Lo cierto es que es un caso muy sensible y se trata de encontrar a un ser humano, una persona que está desaparecida, y exige el compromiso de todos como sociedad. Hay una familia que está sufriendo y todos tenemos que estar concentrados en eso. Todo aquel que pueda presentar un dato certero, será bienvenido”.
¿Qué otras cosas dijo el nuevo juez?
- Sobre el rol de la fiscal federal Silvina Ávila: “No conozco la causa. Tienen que dar tiempo”.
- Sobre qué medidas va a tomar: “No le puedo anticipar”.
- Sobre la actuación del juez Otranto: “No vengo a analizar lo que hizo el doctor Otranto, y todo lo que se haya hecho seguramente será de utilidad para la investigación”.
- Sobre cuánto le va a demandar leer la causa: “Sería imprudente decir. Yo estaba en mi juzgado con una gran cantidad de casos entre manos. Somos seres humanos”.
- Sobre las declaraciones de los gendarmes: “No sé quiénes declararon y quiénes no lo hicieron”.
- Sobre si siente presión de la familia: “Ninguna presión. Cualquier persona que hace más de 50 días no tiene noticias de un familiar, sentiría dolor. El punto es canalizar ese dolor y aportar los datos que sean pertinentes”.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación comunicó la creación de nuevos cargos para acompañar al juez Lleral: un secretario de juzgado y un prosecretario administrativo, personal administrativo y técnico (un jefe de despacho, un oficial mayor, un oficial, un escribiente y un escribiente auxiliar) y personal de servicio (un medio oficial). Por su parte, “ante la premura que el caso impone”, el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, solicitó a la presidenta del Consejo de la Magistratura, Adriana Donato, que arbitre “los medios necesarios a fin de dar respuesta a los pedidos efectuados” por el juez Lleral.
En tanto, hace 59 días que Santiago Maldonado está desaparecido.
Gendarmería, en foco
“Nosotros pedimos que el juez reasuma la delegación de la investigación”, dice a lavaca Verónica Heredia, abogada de la familia Maldonado, en Esquel. “Esto confunde: no estamos pidiendo que se unifiquen las causas, porque tienen dos objetos diferentes. El habeas corpus tiene por objeto encontrar a Santiago, mientras que el expediente por desaparición forzada persigue una sola hipótesis: funcionarios del Estado privando de la libertad a Santiago, que luego niegan y ocultan información”.
¿Una cuestión es la búsqueda de Santiago y otra la delimitación de las posibles responsabilidades penales e intelectuales?
-Exacto. Cada delito tiene una lógica determinada: hay que saber cuáles son las conductas que forman parte del tipo penal y, luego, saber con qué medios de prueba voy a obtener esa información relevante. Lo que nosotros sí pedimos es la unificación del expediente por desaparición forzada con la causa del despeje de ruta que ordena el juez Otranto el 31 de julio: en ese marco se adoptaron medidas en la convocatoria de los Escuadrones 35 (El Bolsón) y 36 (Esquel). Eso tiene que estar unificado para investigar el marco en el que sucedieron todos esos hechos.
¿Qué elementos tiene el juez para avanzar en la investigación?
-Nosotros pedimos que reasuma la delegación de la investigación. No es unificar, pero sí que ambas causas (habeas corpus y desaparición forzada) estén a cargo del mismo juez. Si bien el Ministerio Público Fiscal es el titular de la acción pública y el que tiene que llevar adelante las investigaciones -que va a seguir realizando-, entendemos que a cargo de esta fiscalía subrogante no tenemos una especialista en delitos de lesa humanidad, que sería lo que más se acerca a esta desaparición forzada. En cambio, este juez ya estuvo como secretario en la causa por la Masacre de Trelew y en la causa por espionaje de la Base Almirante Zar (espionaje de la Armada a políticos, periodistas y militantes sociales). Tiene una lógica de trabajar con varios imputados, en causas complejas, y esa experiencia va a ser beneficiosa, aunque no estamos hablando de la complejidad que tiene la desaparición de Santiago, con hechos sucedidos en democracia y que llevan ya casi dos meses.
¿Y sobre Gendarmería?
-Faltan los cruzamientos telefónicos no sólo de los gendarmes, sino de Pablo Noceti (jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad) y el propio juez Otranto en los días previos, sobre todo del 31. Eso es fundamental. Luego, tener bien clara toda la información que se manejó desde el Ministerio de Seguridad. Nuestro objetivo es analizar y verificar la información retaceada, tergiversada y manipulada desde el Ministerio. Con esto no solamente se va a ampliar la mirada sobre los gendarmes que estuvieron al principio, sino también la complejidad del tipo penal de la desaparición forzada. Esto es focalizar no sólo en la privación de la libertad, sino también en la negativa a reconocer la desaparición y su posterior ocultamiento. Estamos hablando de que hubo ocultamiento de información desde el propio Ministerio de Seguridad. Por eso es preciso señalar que hay conductas que no forman parte de delitos autónomos como sería un “encubrimiento”, sino que forman parte del tipo penal de desaparición forzada. Y esa complejidad es la que en Argentina se está construyendo, pero no porque no exista: el delito está tipificado y debe leerse bajo la raigambre de los derechos humanos, pero lo que se está construyendo es jurisprudencia, en el hacer concreto de la causa.
¿Cuáles son las medidas aún pendientes?
-Faltan los análisis de las computadoras, faltan fotografías, filmaciones y entrecruzamiento de llamadas telefónicas. Hay que hacer pericias de los libros de Gendarmería, que dicen que hicieron una, pero dio que no había adulteración: es el mismo libro que nosotros denunciamos que tenía pegada una hoja con cinta scotch. Estamos pidiendo el crudo de los 63 celulares secuestrados, porque las transcripciones que tenemos no son todas.
¿Y qué es lo que hay hasta ahora?
-Lo que podemos decir, en base a lo que surge en el expediente hasta ahora, son algunas cuestiones.
- Que se ordenó, a partir de los hechos, que se denominara a la comunidad como RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) y no como mapuche: de ocho personas tirando piedras se pasó a una construcción sobre la RAM.
- Que los gendarmes se sintieron respaldados por los dichos de la ministra de Seguridad, con lo cual el muro de impunidad que se podría haber mantenido abajo entre los propios efectivos subió hasta la ministra.
- También es evidente la discriminación que surge de los efectivos: si bien ya está instalada en la sociedad, la fuerza de seguridad la lleva delante de la peor forma. Es lo que evidencian dichos como “indios de mierda” o “maten a todos los indios”. Por eso la responsabilidad es totalmente del Estado: nunca ha trabajado en relación a los parámetros de discriminación que tienen las fuerzas de seguridad. Y ellos la utilizan de forma deliberada.
- Ninguno de los vehículos de Gendarmería tienen GPS. Eso es garantía de impunidad y no surge de este Gobierno, sino del sistema: pueden hacer lo que quieran y cuando quieran.
Con los elementos que hay ¿es posible determinar cómo fue el operativo que culminó con la desaparición de Santiago?
-Totalmente. Hubo 19 gendarmes que declararon entre el martes 12 y el sábado 16, y si bien mintieron y se contradijeron unos a otros, quedó en claro que al menos 10 llegaron hasta la vera del río, que dispararon, que tenían armas 9 mm, que ingresaron más de cuatro móviles. Todo eso queda claro en los dichos de los gendarmes.
Con estos elementos, ¿cuál es el eje a partir de ahora?
-No queda otro camino que focalizarse en las responsabilidades materiales de Gendarmería y en las responsabilidades intelectuales. Hay elementos para dejar de buscar a Santiago en la Pu Lof y buscarlo en Gendarmería. Armamos un equipo para leer la causa, escuchar los crudos y así empezar a determinar las responsabilidades para realizar imputaciones. Se pidieron muchas medidas de prueba y estamos esperando qué valoraciones hace el nuevo juez de lo que ya está y lo que falta por llevar adelante.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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