CABA
Leer la época: la fiesta de las editoriales independientes
La Fiesta del Libro y la Revista en la Universidad de Quilmes fue el escenario de encuentro de más de 15 Editoriales Independientes con sus respectivos lectores. Lavaca aprovechó la jornada para conversar con algunas experiencias editoriales sobre su trabajo y el panorama actual de la autogestión de los libros. Una verdadera lectura de época.
La mayoría de los y las editores independientes tiene entre 25 y 35 años. En la época del e-book y Google, estudiantes y vecinos de la Universidad se acercaron y compraron títulos impresos en papel y algunos hasta encuadernados en forma artesanal. Las charlas con las mesas llenas de libros coloridos de por medio fueron sobre qué autores desconocidos recomendaban en narrativa, cuáles son los nuevos poetas en escena y de qué tratan ensayos políticos de autores como Bifo o Foucault.
Los editoriales independientes crecen de manera orgánica y al costado de la lógica comercial. Los editores son jóvenes, son muchos y funcionan en la práctica como equipos de trabajo que se encargan no sólo de la producción del libro sino de su distribución y, en muchos casos, prensa de los nuevos escritores. Los editores reconocen que costó pero que lograron vivir de hacer libros y cuenta las prácticas que se los permiten hoy.
Hernán es parte de Ediciones Godot y cuenta que la fundó en 2008 junto a un amigo porque entendían a la cultura como una apuesta ideológica: “Y los libros son una herramienta clave en esa apuesta”. Hoy la editorial cuenta con 60 títulos, la mayoría ensayos de gran nivel.
“Nos gustaba leer, escribir y hacer libros y tomamos la decisión de que queríamos vivir de eso. Cuando empezamos no teníamos noción de todo lo que significaba pero nos sostuvo el objetivo de difundir textos que el mercado había olvidado”, nos cuenta Hernán sobre el origen de Godot. Hoy es su única fuente de trabajo.
Hernán nos habla sobre qué significa para él tener una editorial: “Significa tener presente todo el circuito. Tenés que pensar en: papelera, imprenta, librerías, distribución y clientes. Es un trabajo que excede por mucho del imaginario del editor como alguien sentado en un sillón leyendo. Sobre todo, si tenés el proyecto de vivir de la editorial.”
Santiago Kahn es director de la revista Maten al Mensajero que sale desde 2010 y que hace énfasis en las distintas formas que toma la narrativa. Santiago cuenta que recién el año pasado dieron el salto La Parte Maldita y la define como una editorial pequeña y autónoma en la que cada libro lleva mucho trabajo. En la editorial son tres miembros fijos que funcionan como comité editorial, pero suman muchos colaboradores. Además de los libros y la revista la revista dan talleres de escritura de todo tipo de géneros como emprendimiento.
“Surge la idea porque somos apasionados de todo tipo de narrativa, sobre todo de la historieta. También nos encantan los debates que se generan con la escritura y reivindicamos al libro como espacio donde continuar esas discusiones. En materia de editorial independiente nos interesaba por el gesto irreverente de publicar lo que nos gusta y luego vino lo de encontrar la forma de que eso se convierta en un laburo”, dice Santiago.
Santiago señala a la distribución como lo más dificultoso del circuito editorial. “La distribución es un problema, sobre todo, por la escala de nuestros proyectos. Es muy difícil por las reglas del mercado. Es decir, porque lograr tiradas grandes que te permiten trabajar la distribución de una manera distinta y más cómoda u holgada implica, a su vez, una inversión muy grande que muchas veces no podemos lograr. E imprimir pocos ejemplares no permite que tengas mucha llegada ni margen de ganancia”, dice y agrega sobre las formas de producción editorial actuales: “El año pasado se publicaron 20 mil nuevos títulos en la Argentina. Uno piensa que el libro de papel no existe más pero sucede todo lo contrario. La pregunta que hay que hacerse es cuántos de esos títulos tienen una tirada de más de 1500 ejemplares. Muy pocas. Entonces lo que hay en muchos casos es avidez por la producción pero no hay mercado para tanto y tan diverso. Son tan cortas las tiradas que muchas veces se vuelve narrativa de gueto y se venden en dos presentaciones que ni siquiera circulan. Si querés tener una editorial y que sea rentable esa lógica de producir sin pensar en el público no es para nada recomendable”.
Lautaro forma parte de Editorial Tierras del Sur. El proyecto surgió como una cooperativa de trabajo que se basa en los siguientes pilares: la ganancia equitativa, la horizontalidad y el aprendizaje constante de nuevas tarea. Tierras del Sur tiene la particularidad de que imprimen y producen sus propios libros en forma completa en un taller con serigrafía incluida para hacer las tapas. Tienen tres sedes: Capital Federal, Córdoba y Neuquén. Los contenidos que editan son en su mayoría ensayos políticos que en algún momento se dejaron de publicar por decisiones comerciales del mercado editorial y su gran fuerte son los textos sobre pedagogía.
Lautaro dice sobre el origen de la editorial: “Nosotros organizamos la editorial en un principio como una forma más de militancia porque creemos que hay textos y autores que tienen que estar publicados y circular para que sean leídos por lo que dicen. Publicamos contenidos que las grandes editoriales no publican y sino no podríamos leer”.
El intercambio entre editores reflejó que buscan una medida propia que les permita, más que hacer un negocio que de mucha ganancia, volverse sustentables. Con esa mirada, analizan la situación editorial en el contexto actual.
Hernán nos habla de cómo la situación económica actual influye en los libros: “No está fácil la venta al público ni los costos. Es fácil verlo. Cuando hablás con los libreros te dicen que bajaron las ventas. Por ejemplo, últimamente cerraron muchas librerías. Cerró el Vitral que era histórica. Eso plantea todo un nuevo panorama y te obliga a redoblar esfuerzos para estar en ferias, por ejemplo. También está bueno tener una red en países limítrofes. Tener una red de venta en el interior y para afuera en momentos de crisis te mantiene a flote”.
Lautaro suma: “Es un desafío hoy y siempre decidir tener una editorial porque los medios comerciales hacen que la gente se acostumbre a los best seller y las grandes librerías. Y nosotros producimos otra cosa. Es importante si uno quiere tener otros contenidos también focalizarse en tener otros circuitos de distribución y no depender de la lógica económica convencional. Ser tu propio administrador es muy bueno por la autonomía pero al mismo tiempo te lleva tiempo y exige dedicación. Por ahí te querés concentrar en una tipografía o texto y tenés que pensar en números. Hay una gran cuota de militancia en eso si uno quiere que hoy un proyecto editorial funcione”.
Ante la pregunta cuál es el eslabón de la cadena más débil los tres señalan un punto: la distribución. Y plantean estrategias y claves para afrontarla.
Hernán: Tener un vínculo muy personalizado con los libreros. Eso es más fácil en librerías chicas, independientes o de barrio que en grandes cadenas. Hay que comunicarse en forma constante, contarle las novedades y hacer todo un trabajo más social y de buen vínculo. Por otro lado, nosotros estamos todo el tiempo pensando a qué otros puntos de venta se puede llegar a parte de las librerías. Tenemos una persona dedicada especialmente a ir a ferias. Vamos a todas las que se pueda. La verdad es que es un punto de venta clave y muy intenso. Una feria en un pueblo, por ejemplo, es un lugar donde no tienen acceso a tus libros durante el año y suele haber mucho interés genuino ahí.
Santiago: Lo que más rinde para nosotros es ir físicamente a los territorios. Es importante disputar territorios donde hay gente con ganas de leer, escribir y producir cultura y lo único que llega son libros de cocina. Eso pasa mucho en el interior. Por eso, disfrutamos ir aunque cuesta. Hay que salir a buscar alianzas en otros espacios. A nosotros nos sirvió también no poner todos los huevos en la misma canasta. Hacer una revista, una editorial y un taller nos permite, por un lado, llegar a más lugares y más público que si hiciéramos una sola cosa.
Lautaro: Nosotros nos manejamos casi siempre en ferias, en venta directa sin intermediarios. Para mí es la clave de la editorial independiente. La feria que es lo que antes se conocía como mercado es un espacio que tiene mucho poder. Está bueno que ocupemos ese poder. No sólo vamos a ferias de libros a veces es de productores en general y esas son muy buenas. La gente compra huevos y un libro. En esos lugares te encontrás productos y productores que no están en hiper mercados o librería como Yenny. Además te relacionás con el lector y después sabés que les interesa. A veces de las ferias surgen hasta nuevas colecciones.
En relación los apoyos, recursos, fomentos y programas que puede favorecer el Estado y una política pública en relación a las editoriales independientes. Las posiciones son distintas.
Hernán cree que debería haber mayores proyectos que tengan en cuenta las traducciones. “Creo que debería haber más posibilidades de traducir ensayos en inglés u otros idiomas y que ese costo no vuelva al libro algo inaccesible para todo público”.
Santiago plantea que todos los fomentos ayudan pero que, sobre todo, el papel: “La idea de un banco de papel que permita organizarnos a las revistas y editoriales independientes para bajar costos sería de mucha utilidad”.
Lautaro en cambio sostiene que Tierras del Sur no acepta ni aceptaría por su lógica, forma de organización y su militancia por el libro ningún tipo de subsidio ni ayuda que provenga del ámbito estatal: “Tenemos una visión de centrarnos en la autonomía y nuestra forma de producción es más chica y a veces es mucho trabajo y poco rentable pero preferimos seguir así sin subsidios”.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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