#NiUnaMás
#LibertadParaHigui: atacada por lesbiana, presa por defenderse
Distintas organizaciones territoriales y asambleas de mujeres, trans y lesbianas organizaron juntas una Jornada Nacional para pedir por la libertad y absolución de Eva Analía de Jesús, alias Higui, quien está presa por defenderse de un grupo de hombres que quiso abusar de ella. Sin juicio, con la jueza de licencia y una abogada que no defiende, una vez más, son las mujeres juntas y en la calle que se plantan frente a la injusticia y reclaman: #LibertadParaHigui.
El día comenzó frente a la fiscalía Nro 6 de San Martín con un escrache al fiscal Raúl Luchelli Ramos por su inacción ante la causa en la que ya se le negó la excarcelación. Y terminó al atardecer en una acción que organizó la familia de Higui frente al Congreso Nacional. El objetivo fue denunciar en un lugar de mayor visibilidad la responsabilidad política del Estado por los meses que lleva Higui presa. A lo largo del día hubo música, teatro, poesía y serigrafía. Sin embargo, el toque distintivo de la acción fueron torneos de fútbol en la calle porque, como dijo una amiga de ella en la radio abierta frente al Congreso: “Lo que Higui haría si estuviese libre hoy sería jugar a la pelota”.
El dibujo de una futbolista que patea una pelota hacia el Congreso de la Nación es la imagen que convocaba a la Jornada por redes sociales. En la espalda del dibujo se ve el “01” porque a Eva Analía de Jesús le dicen Higui por el arquero colombiano Rene Higuita. “Le decimos así porque juega y ataja de la misma forma. Una forma pícara y siempre con una sonrisa”, dice Yanina Costas, una amiga de Bella Vista, desde el micrófono mientras el resto de las mujeres se abraza en ronda y la aplaude. Así se van escuchando las voces de las distintas vecinas, amigas y familiares que definen a Higui como buena amiga, compañera, excelente persona y laburadora. También se va escuchando la misma denuncia de sus seres queridos una y otra vez: a Higui la quisieron violar por ser lesbiana.
#Ahora: Empieza el festival pidiendo #LibertadParaHigui frente al Congreso. pic.twitter.com/IzQQG0dRIQ
— lavaca tuitera (@Lavacatuitera) May 17, 2017
Higui fue atacada el 16 de octubre de 2016 por una patota de hombres, que ya la había hostigado con anterioridad, en Mariló, Bella vista. Frente al intento de violación ella se defendió. Uno de abusadores hizo la denuncia y la que está presa es ella por defenderse. La causa judicial lleva, una vez más, a las agrupaciones de mujeres a tener que concentrarse frente a los tribunales de San Martín.
“Las compañeras de San Martín están haciendo escraches por todos los casos que están llevando: Araceli, Melina Romero, Melody. Entonces también nos pareció importante estar e intervenir ese territorio”, dice Gala Abramovich de la Asamblea Lésbica Permanente y agrega: “Aunque no sólo pasa en San Martín. En gran parte del conurbano hay femicidios y abusos de todo tipo a lesbianas pero nadie se entera porque son casos no salen en los medios. No están en los registros. Y las chicas de las organizaciones territoriales son las que ponen el pecho todos los días ayudando chicas golpeadas, acompañando a la familia o sacando chicas de la comisaría. La única forma de llevar estos casos adelante que encontramos con la Asamblea y otras organizaciones es hacer redes entre nosotras”.
Sigue: “Estamos esperando que vuelva la Jueza de licencia para que nos dé fecha de audiencia. Vamos a pedir su libertad pero también, mientras tanto, queremos la prisión domiciliaria”, dice su hermana Azucena Diaz a lavaca. Y agrega: “Todo lo que le toca vivir a mi hermana es muy injusto. Ella se defendió pero como uno de los abusadores fue el que denunció, se quedaron con eso. Nunca le tomaron fotos de los golpes, por ejemplo. Esas fotos las entregué yo recién cuando unas chicas que se acercaron a ayudar y conocían otros casos me informaron que podía hacerlo. La abogada que teníamos de oficio nunca nos atendió y el secretario de la fiscalía nos decía que nosotros teníamos que ir a buscar testigos al lugar del hecho. Nos decía que ellos no podían hacer nada más que tenían esperar a que nosotras le llevemos los testigos”.
Frente a toda esa injusticia, Azucena rescata el movimiento que están haciendo otras chicas por la libertad de Higui: “Es muy bueno el acompañamiento y el apoyo que recibimos por parte de mujeres que ni nos conocían. Cómo las chicas visibilizaron lo que le estaba pasando a mi hermana. También tengo la esperanza de que esto mueva un poco todo en la justicia. Higui también está enterada de todas estas acciones y la pone mejor: la calma en un momento tan difícil. Si no fuera por los grupos de mujeres que nos acompañan en esto, mi hermana sería una más. Se iba a quedar ahí presa y sin juicio”.
Frente al Congreso cuelga una bandera verde brillante que dice Libertad para Higui. A un lado, se ve un mural con fotos y cartas de ella que hizo a familia. Al otro, se hacen serigrafías con el lema “A Higui la sacamos entre todas”. Cuando no hablan las conocidas, se escuchan los cantos que con bombos y platillos piden su libertad. Sobre, el color, las canciones y las acciones artísticas, Gala dice: “Es nuestra forma de visibilizar la lucha. Siempre con alegría más allá de todo lo que vivimos alrededor. La Asamblea Lésbica es un espacio de manifestación que demuestra que estamos acá y no vamos a bajar los brazos ante nada. No vamos a parar hasta que la saquemos de la cárcel porque que se haga justicia e Higui salga libre: eso nos va a hacer vivir más libres a todas nosotras”.
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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