Nota
Naomi Klein: La batalla de Burkman
Naomi Klein fue testigo del desalojo de Brukman. Dos días después escribió este artículo donde analiza el significado no solo de la violencia con que el Estado ataca a esas obreras, sino de lo que significa el movimiento de fábricas recuperadas en la Argentina. También encontrara aquí las crónicas de lavaca sobre los momentos decisivos de esa batalla.
Por Naomi Klein
En 1812, una banda de obreros textiles británicos protagonizó una serie de incursiones en fábricas de tejidos para romper máquinas industriales con sus martillos. Según los luddites*, los nuevos telares mecanizados eran los culpables de haber eliminado miles de trabajos, roto comunidades y merecían ser destruidos. El gobierno británico discrepó y convocó a un batallón de 14.000 soldados para reprimir la revuelta obrera brutalmente y proteger las máquinas.
Dos siglos después, otra fábrica textil, esta vez en Buenos Aires. En la fábrica Brukman, que ha estado produciendo trajes de hombres durante cincuenta años, es la policía quien rompe las máquinas y son 58 los obreros los que arriesgan sus vidas para protegerlas.
El lunes 21 de abril, la fábrica de Brukman era el escenario de la peor represión que Buenos Aires ha visto en casi un año. La Policía Federal había desalojado a los obreros en el medio de la noche y había convertido el barrio entero en una zona militar custodiada por ametralladoras y perros de ataque. Incapaces de entrar en la fábrica y completar la excelente orden de compra que habían obtenido para producir 3.000 pares de pantalones, los obreros convocaron a una muchedumbre y anunciaron que era tiempo de ponerse a trabajar. A las 5 de la tarde, 5 costureras – señoras de mediana edad, con cortes de cabello fuera de moda, zapatos modestos y delantales de trabajo azules- caminaron hacia el cerco policial. Alguien empujó, el cerco cayó, y las mujeres de Brukman, desarmadas y del brazo, caminaron despacio a través de él.
Apenas habían dado sólo unos pasos cuando la policía comenzó a disparar: gas lacrimógeno, cañones hidrantes, primero y balas de goma después. La policía incluso cargó contra las Madres de la Plaza de Mayo, con sus pañuelos blancos bordados con los nombres de sus hijos desaparecidos. Se dañaron docenas de vidrieras y la policía disparó gas lacrimógeno en un hospital (NdeR: el hospital de niños más importante de la ciudad) donde algunos habían tomado refugio.
Ésta es un instantánea de la Argentina a menos de una semana de sus elecciones presidenciales. Cada uno de los cinco candidatos más importantes está prometiendo terminar con esta crisis que ha asolado al país y ponerlo a trabajar. Todavía los obreros de Brukman son tratados como si coser un traje gris fuera un crimen importante.
¿Por qué este Estado-Luddism, esta rabia a las máquinas?
Bien, Brukman no es cualquier fábrica. Es una fábrica recuperada, una de las casi 200 fábricas que existen en el país que han sido tomadas y puestas a funcionar por sus obreros en el último año y un medio. Para muchos, estas fábricas recuperadas, que emplean a más de 10.000 personas a nivel nacional y producen de todo -desde tractores hasta helado- no son vistas solo como una alternativa económica, sino también como una alternativa política. «Ellos nos tienen miedo porque nosotros hemos demostrado que si podemos manejar una fábrica también podemos manejar un país,» dijo ese lunes por la noche Celia Martínez, una de las obreras de Brukman. «Es por eso que este gobierno decidió reprimirnos.» .
A primera vista, Brukman se parece a cualquier otra fábrica textil en el mundo. Como en México y Toronto, Brukman mostraba mujeres con las cabezas gachas encima de sus máquinas de coser, sus ojos fatigados y sus manos volando encima del tejido y del hilado. Lo que hacía Brukman diferente eran los sonidos. Se escuchaba el rugido familiar de las máquinas de coser y el siseo del vapor, pero también esa tradicional música boliviana que provenía de una pequeña reproductora que estaba en la parte posterior del cuarto, y voces hablando suavemente, cuando los obreros más viejos se acercaban a los más jóvenes y les mostraban las nuevas puntadas. «Ellos no nos permitirían hacer esto antes,» dice Martínez. «Ellos no nos permitirían levantarnos de nuestros lugares de trabajo o escuchar música. ¿Pero por qué no escuchar música para levantar un poco el ánimo?» .
Aquí en Buenos Aires, todas las semanas llegan noticias de una nueva ocupación: un hotel de cuatro estrellas es ahora atendido por su personal de limpieza, un supermercado es tomado por sus empleados, una aerolínea regional se ha convertido en una cooperativa de pilotos y azafatas. En los pequeños periódicos del trotskismo de todo el mundo, las fábricas ocupadas de la Argentina, donde los obreros han tomado los medios de producción, se aclama agitadamente como el alba de una utopía socialista. En periódicos comerciales grandes como The Economits, se describen ominosamente como una amenaza al sagrado principio de propiedad privada. La verdad queda entre algunas de estas partes.
En Brukman, por ejemplo, no se tomaron los medios de producción, ellos simplemente se recogieron después de que habían sido abandonados por sus dueños legales. La fábrica había estado en declive por varios años, las deudas a las empresas de servicios público se estaban amontonando y durante cinco meses, las costureras habían visto sus sueldos acuchillados de 100 pesos por semana a solo dos pesos, que no alcanzaban ni para el pasaje.
El 18 de diciembre del 2001, los obreros decidieron que era tiempo para exigir el dinero para el viaje. Los dueños, alegando pobreza, les dijeron a los obreros que esperaran en la fábrica mientras ellos buscaban el dinero. «Nosotros los esperamos hasta tarde. Los esperamos hasta noche,» dice Martínez, «Nadie vino.» .
Después de recibir las llaves del portero, Martínez y los otros obreros durmieron en la fábrica. Desde entonces, la están haciendo funcionar. Han pagado las facturas, han atraído nuevos clientes, y sin rentabilidad ni sueldos gerenciales por los cuales preocuparse, han podido pagarse sueldos firmes. Todas estas decisiones se han tomado democráticamente, por voto en asambleas abiertas. «Yo no sé por qué los dueños tenían semejantes problemas,» dice Martínez. «Yo no sé mucho sobre contabilidad, pero para mí es fácil: suma y resta.» .
Brukman representa una nueva clase de movimiento de trabajadores, uno que no está basando su poder en parar de trabajar (la tradicional táctica de unión), pero sí en la determinación obstinada de seguir trabajando, no importa en qué. Es una demanda que no está manejada a través de dogmatismo, sino por realismo: en un país donde 58 por ciento de la población está viviendo en la pobreza, los obreros saben que están lejos de un cheque con la paga y cerca de tener que rogar y recoger la basura para sobrevivir. El fantasma que está recorriendo las fábricas ocupadas de Argentina no es comunismo, sino la indigencia.
¿Pero no es el robo simple? Después de todo, estos obreros no compraron las máquinas, los dueños lo hicieron. Si ellos quieren venderlas o trasladarlas a otro país, ciertamente ése es su derecho. Como el juez federal escribió en el orden de desalojo de Brukman, «la vida y la integridad física no tienen supremacía por encima de los intereses económicos.» .
Quizás involuntariamente, él ha resumido la lógica desnuda de globalización: el capital debe ser libre de buscar los sueldos más bajos y los incentivos más generosos, sin importar el peaje que el proceso cobra a personas y comunidades.
Los obreros en las fábricas ocupadas de Argentina tienen una visión diferente. Sus abogados los defienden alegando que los dueños de estas fábricas ya han violado principios del mercado básicos, no pagando ni a sus empleados y ni a sus acreedores, incluso mientras cobraban grandes subsidios del Estado. ¿Por qué no puede el Estado ahora lograr que los recursos restantes de esas compañías endeudadas continúen sirviendo a la comunidad con trabajos firmes? Docenas de cooperativas de obreros ya han obtenido la expropiación legal. Brukman todavía está luchando.
Podemos llegar a pensar que los Luddites utilizaron un argumento similar en 1812. Las nuevas fábricas textiles privilegiaron las ganancias de unos por encima de los intereses de una comunidad entera. Aquellos obreros textiles intentaron luchar contra esa lógica destructiva rompiendo las máquinas. Los obreros de Brukman tienen un plan mucho mejor: ellos quieren proteger las máquinas y romper la lógica.
*En el siglo XVIII en Inglaterra, un grupo de trabajadores conocidos como Luddites cuestionaron y atacaron la revolución industrial al recorrer el país, destruyendo maquinarias y quemando fábricas a lo largo del camino. Creían que la maquinaria amenazaba los empleos.
CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


CABA
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.
Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.
La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

¿Quién dijo que hace frío?
Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?
Las luces apagadas, las pizzerías vacías
Los artistas callejeros sin público
¡Esta peatonal es orgullo nacional!
Y eso es gracias a nuestro teatro
Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color
en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro
que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?
Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país
Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto
con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación
¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,
produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!
¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!
¡Defendámoslo!

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.
El teatro que habla y Pluto en marcha
Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.
¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Los besos vuelan.
Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:
- Ay, ay, ay, me duele todo
- Teatro, ¿qué pasa?
- ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
- ¿Por qué?
- ¡Quieren desmembrarme!
- ¿Quién?

- El teatro explicándo por megáfono la situación.
- El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
- ¿Al instituto que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
- Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
- ¡Cuidado el teatro se desmaya!

- Al teatro le da un soponcio.
- Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
- ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
- ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
- ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
- Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.

Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.
La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.
Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

CABA
Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

Más allá de tu vereda.
Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse.
No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.
El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.
El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto.
En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.
Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.
Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”.
Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.
Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”.
Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.
Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.
Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.
Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.



Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.
«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».
Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración.
Hay orgullo.
Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera.
Jorgelina: “Hagamos más radios”.
Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.
Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:
“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.
Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental:
“Más allá de tu vereda,
hay otra realidad,
atrás de tu puerta”.
Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva:
“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle,
allí seguiremos estando”.
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