Nota
#ParoNacionalDocente: postales de la crisis educativa argentina
Miles de docentes de todo el país encabezaron una multitudinaria movilización desde el Ministerio de Educación al Congreso para exigir el tratamiento urgente de un paquete de medidas que declaren la emergencia educativa. Sin embargo, Cambiemos no dio quórum en el Congreso. La marcha fue la culminación de un paro de 48 horas tras el recorte al presupuesto docente y al Fondo de Incentivo. También se exigió justicia por las muertes de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, y se pidió el esclarecimiento del secuestro y las torturas a Corina de Bonis, docente de Moreno. “Si nos tocan a uno nos tocan a todos: nos quieren arrodillados, pero no nos van a vencer”, afirmó la secretaria general de CTERA, Sonia Alesso. Fotos y testimonios que reflejan postales de la crítica situación del sistema educativo argentino.
1) Valeria Salvisovich, 35 años, docente de primaria en el Distrito 12 (Flores-Floresta): “Nací en democracia y nunca pensé que iba a vivir esto”
“Todo el ataque a la educación pública viene siendo brutal. En los últimos dos años y medio se acentuó el desfinanciamiento, el ataque permanente a los docentes, que solo buscamos defender nuestros medios y nuestras condiciones de trabajo. En la Ciudad, por ejemplo, no hay diálogo: mandan los aumentos por decreto y sin consultas. Pero lo que pasó en Moreno no se puede aceptar. No es casual: vienen amenazando a nuestros dirigentes, a nuestras familias, a nosotros. Es gravísimo. En Moreno no hay clases desde la explosión, y están tratando de sostener lo que hay dándole de comer a los chicos como pueden.
Yo nací en democracia y nunca pensé que iba a vivir esto. Fui a la Carpa Blanca. Vi represiones. Pero que secuestren y torturen a alguien como pasó con Corina, es inaudito.
Y tenemos que salir para no permitir que vuelva a pasar”.

Foto: Martina Perosa
2) Roxana Famá, 46 años, docente en la Escuela de Educación Especial 504 de Lanús: “Vemos techos que se caen”
“¿Por qué llevo un cartel que dice «no al regreso de las etapas más oscuras del país»? Porque ayer una docente de Moreno fue secuestrada y la torturaron con un punzón. ¿Qué significa eso si no una amenaza? Porque, en realidad, lo que hacemos los docentes todos los días es, literalmente, darle de comer a nuestros alumnos. Y que nos digan «no más ollas» es decirnos «no más comida». Ni que hablar que hubo una compañera que puso en juego su vida. Como la pusieron Sandra Calamano y Rubén Rodríguez.
En la provincia de Buenos Aires, como Frente de Unidad Docente, presentamos un informe a los funcionarios que describe la situación de los colegios: vemos techos que se caen, instituciones sin clases por falta de gas o agua. Una deficiencia estructural muy grande.
No hay dimensión de lo que significa en lo cotidiano el brutal recorte en la educación pública. Significa tener menos ingresos, menos poder adquisitivo. Desde 2017 estamos con el mismo ingreso. Además, sufrimos todos los descuentos de los días de paro, por lo que cobramos menos. ¿Sabés cuánto es el descuento? Son 600 pesos por cargo: es decir, te descuentan a la mañana y a la tarde. Imaginate un paro de 48 horas, fundamental para defender nuestros derechos: ya son 2400 pesos menos en un salario de 17 mil. Nos parte al medio.
Pero estamos acá. Porque la convicción y la fuerza nos empuja a seguir saliendo”.

Foto: Martina Perosa
3) María Ester Linco, secretaria general de SADOP Mendoza: “El objetivo es una educación para pocos”
“Primero, el Gobierno estigmatiza a los docentes: así provoca que la mirada de la sociedad cambie respecto de lo que hacemos. Luego, arremete contra la educación porque el objetivo mayor es que la educación sea para unos pocos y no para todos. Todo se destina a cerrar carreras, cursos, escuelas. En Mendoza, por ejemplo, las carreras van a ser prioritarias de acuerdo a lo que el Gobierno elija en ese momento.
No les estamos dando futuro a nuestros jóvenes. Nos han cerrado instituciones. El aporte estatal a los terciarios se está sacando. Tenemos desempleados. Los sueldos se achican, se devalúan. Se desmejoran nuestras condiciones laborales. ¿Cómo hacés para garantizar así una educación personalizada y que cumpla con los requisitos de acompañar a los estudiantes y terminen la secundaria? La educación es un derecho, como la salud, la vivienda y el trabajo.
Queremos diálogo. Queremos sentarnos y tener una paritaria, pero ellos la sacaron. Queremos que escuchen nuestros reclamos. Y que entiendan que la educación no es para unos pocos.
Por eso estamos acá. A la educación la defendemos en la calle».

Foto: Martina Perosa
4) Florencia Nieto, estudiante del Profesorado de Lengua y Literatura en la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS): “Son momentos para armar lazos”
“En nuestra universidad somos conscientes de nuestro rol como primera generación de estudiantes en nuestras familias. Yo soy de Moreno, por ejemplo, y sé la desidia que hay sobre las escuelas del distrito. Es un municipio vaciado desde hace años, pero nunca como ahora. Lo que pasó ayer es un símbolo. Y el ajuste impacta de muchas formas: vemos que muchos compañeros se quedaron sin trabajo, que no pueden pagar una fotocopia, un café. Hacemos recolecciones para darles plata para la SUBE. Compañeros que no pueden cursar porque en la casa sus padres se quedaron sin trabajo y tienen que quedarse a cuidar a los hermanitos.
Trato de no hablar desde la individualidad, porque son momentos para armar lazos de acción y pensamiento colectivo. Por eso estamos hoy en la calle”.

Foto: Martina Perosa
5) Giorgina Arabusi, 44 años, profesora de Historia en la Técnica 1 de Merlo: “Hay docentes que después de clase hacen UBER”
“El hostigamiento del Estado se incrementa cada vez más. Lo vimos cuando fue la represión a la Escuela Itinerante frente al Congreso. Lo vimos el 2 de agosto cuando murieron Sandra y Rubén. Lo vimos ayer con el secuestro de Corina. La agresión es constante.
En docencia, la mayoría somos mujeres. Somos cabezas de familia con hijos a cargo. Muchas se están quedando sin trabajo. Hay docentes que después de clase se conectan con UBER y hacen
changas, porque mes a mes le llegan 5000 o 6000 pesos de luz y gas. Y los sueldos son de 12 mil. En el conurbano, podés tener la suerte de tener doble cargo, pero en el interior no pasa.
En las escuelas técnicas tenemos un planteo de modificar el plan de estudios y sacar 1400 horas, lo cual hace que no homologuen los títulos de Técnico. A los profesores de educación física los quieren pasar a monotributistas. Donde mires, quieren meter mano.
Esa es la realidad hoy.
Sólo se sale así, en la calle.
Y organizándonos”.

Foto: Martina Perosa
6) Mariana Cancián, docente de Física y Química en escuelas secundarias de Chaco: “No nos van a arrodillar”
“Pedimos de forma urgente la apertura de paritarias. En Chaco tuvimos un aumento del 4% en abril, un 3% en junio y vamos a tener un 3% en octubre: en total sería un 10% cuando tenemos una inflación del 40%. Aparte, es una de las provincias más pobres. Por un lado, es una las zonas que más afecciones tiene por uso de agrotóxicos. Y, por otro, recibimos seis pesos por cada alumns que está llegando a los comedores. Es una vergüenza. Hay mucha deserción escolar. Vemos chicos pidiendo en la calle. Los vemos limpiando vidrios cuando tendrían que estar con un lápiz: ya no pedimos netbooks, pedimos que estén adentro de la escuela.
Además, esta semana nos desayunamos con el recorte del presupuesto y del Fondo de Incentivo Docente (FONID) para aumentar los de la fuerzas de seguridad. Más la tortura de Corina en Moreno. Ya no hay metáfora de nada. Perdimos todo tipo de comparación.
No hay límites.
Pero no saben que tenemos pecho chaqueño, fuerte, caliente. No nos van a tirar abajo. No nos van a arrodillar. La vamos a seguir peleando.
Y no vamos a parar hasta recuperar todos los derechos que teníamos.



















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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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