Nota
Traigan flores: la despedida a Marta Taboada
Marta Dillon es periodista, pero en este texto es la hija que nos convoca a despedir a su madre, Marta, desaparecida hace 35 años. Sus restos fueron recuperados por el Equipo de Antropología Forense y este 27 de agosto, a las 11.30, serán sepultados en Moreno. Así nos invita Marta a esa ceremonia, con este texto «tan personal como político» que nos envió por mail y compartimos con la esperanza de que muchos más puedan acompañarla.
«Compañeros y compañeras:
Hay momentos en la vida en que los abrazos se hacen necesarios. En que estas dos palabras, compañeros y compañeras, se convierten en imprescindibles. El 27 de agosto, después de 35 años de la última vez en que pudimos abrazarla, finalmente vamos a enterrar a mi mamá, Marta Taboada, secuestrada y desaparecida desde el 28 de octubre de 1976 junto a Juan Carlos Arroyo y Gladys Porcel; los tres identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en el último año. Este es un momento en que el abrazo y la presencia de los compañeros y compañeras es imprescindible. Y no sólo para consolar un duelo largamente postergado si no porque sin el trabajo, la constancia, la militancia y el compromiso de todos este momento no hubiera llegado. Cada ronda de la plaza, cada hermano y cada hermana recuperados, cada cuerpo restituido a sus familiares, cada escrache, cada marcha, cada juicio, cada testimonio brindado aun en las épocas más oscuras fueron el camino necesario para que ahora mi mamá, mamá de cuatro hijos, pueda por fin descansar en su última morada. Es por eso que queremos convocarlos a todos y a todas, que queremos que nos acompañen y nos abracen con su presencia, sus voces, su ejemplo.
Marta Taboada tenía 35 años cuando la secuestraron. Había militado en el Partido Revolucionario de los Obreros Argentinos (PROA) y en el último tiempo estaba ligada al Frente Revolucionario 17 de Octubre. Era maestra y abogada, mamá de cuatro hijos y de dos mellizas que murieron en el parto. Era una mujer hermosa y solidaria, coqueta, creativa, siempre estaba inventando algo para vivir y sobrevivir con dignidad. Marta era una militante como tantas entre nuestros 30 mil desaparecidos, seguramente su rastro más importante se puede leer en la huella que dejó en quienes la conocieron, en su familia, en nosotros, sus hijos. Marta creyó hasta el final que valía la pena dar la vida por los amigos, que valía la pena dar la vida para que la injusticia del hambre y la desigualdad no tuviera lugar en nuestro país. Y la dio. O se la arrancaron. Esta breve biografía que seguramente se puede replicar por miles porque es nuestra historia común, merece, como merece cada uno y cada una de nuestros desaparecidos una despedida con honores militantes, un acompañamiento cálido y visible hasta su última morada porque esta despedida es parte de nuestra memoria como pueblo.
Marta Taboada será enterrada en Moreno, la localidad donde fue secuestrada, donde estuvo clandestina los últimos meses y también el lugar donde fue feliz, donde se enamoró, donde nos sirvió a sus hijos sus polentas y bifes hechos entre volantes y discusiones políticas. La cita a la que queremos convocar es el 27 de agosto, a las 11.30 de la mañana, en la plaza de Moreno. Desde allí caminaremos cinco cuadras hasta la casa donde fue secuestrada para poner una baldosa con su nombre en la vereda y luego partir hacia el cementerio donde finalmente descansará en paz, junto a sus padres ya fallecidos, allí donde se pueda leer su epitafio.
Esta es una invitación y una convocatoria a decir presente por todos y todas los desaparecidos, para que se sepa que eran nuestras madres o padres, vecinos o vecinas, maestras o maestros, profesionales, obreros y obreras, estudiantes, parte de una sociedad que fue desangrada pero no se dejó vencer y camina desde entonces el largo camino de su recuperación. Espero de corazón que puedan acompañarnos.
Memoria, verdad y Justicia
Juicio y castigo a todos los responsables y cómplices
No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos
Marta Dillon, Albertina Carri y nuestros hijos, Naná y Furio.
Andres Dillon, Laura Sánchez y sus hijos, Tomás y Julia.
Juan Dillon y su hija Renata.
Santiago Dillon y Graciela Casai.
Comisión de Familiares y Amigos
[email protected].
Colectivo de Hijos
Adhesiones a Comisión de Familiares y Amigos: [email protected], [email protected]
Nota
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Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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