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Último taller de Enero Autónomo. Presos políticos de ayer y de hoy: la carta

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La escena era bucólica y asombrosa. A la sombra de un sauce se armó una ronda. Tres ex presos políticos (dos ex integrantes del PRT, uno de Montoneros) detenidos en Entre Ríos durante la última dictadura militar, compartieron sus historias con humor y reflexión junto a familiares y amigos de los detenidos en la Legislatura el 16 de julio pasado. Entre todos, decidieron escribir una carta a los quince encarcelados por protestar contra el Código Contravencional y a los seis detenidos en Caleta Olivia por pedir trabajo en una petrolera. Otro paso, que continuará, buscando su liberación. La emoción de un abrazo.

No fue una ronda más. El último taller de Enero Autónomo, en la fábrica Tucuypaj, se hizo a la sombra de un sauce donde compartieron sus historias tres ex presos políticos detenidos en la cárcel de Coronda, Entre Ríos, durante la última dictadura militar junto a familiares y amigos de los detenidos por los incidentes ocurridos en la Legislatura el 16 de julio pasado. Entre todos, decidieron escribir una carta a los encarcelados en los penales de Ezeiza y Devoto por protestar contra el Código Contravencional y a los seis detenidos en Caleta Olivia por pedir trabajo en las instalaciones de Termap. «Nos comprometemos a acompañarlos y a luchar para que en el próximo encuentro podamos darles este abrazo personalmente», termina el escrito.

La ronda comenzó con los presos de Coronda presentando su libro, Detrás de la Mirilla, recientemente publicado. «Lo escribimos porque en la historia social argentina no se sabe qué pasó con los presos políticos de la dictadura. Por el peso lógico de los hechos se habla mucho de los desaparecidos, pero no de lo que ocurrió en las cárceles», explicó Daniel Mansilla, que por los 70 militaba en la organización Montoneros, hasta que en 1977 fue detenido y trasladado al penal de Coronda. El texto colectivo de los ex detenidos se imprimió en los talleres gráficos Chilavert, una imprenta recuperada, y todo lo que se recaude servirá para nuevas reimpresiones, y más trabajo para la imprenta.

La experiencia de los corondinos fue particular. En ese penal había detenidos de tres organizaciones distintas: el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Montoneros y la Organización Revolucionaria Poder Obrero. «Querían que nos matáramos entre nosotros, pero logramos una unidad inaudita. Habíamos formado una especie de mesa de organización que llamábamos ´la tripa´, por ser tripartita», recordó René «El Vasco» Irurzún, ex hombre del PRT y actual miembro del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Allen, Río Negro. «Para nosotros -completó- la cárcel era un paso transitorio, buscaban aislarnos de la lucha de nuestro pueblo. Por eso teníamos que mantener la moral muy alta y allí adentro debíamos prepararnos y formarnos para seguir con el proceso revolucionario».

Coronda estaba diseñada como una cárcel de máximo aislamiento. Según recordaron los ex detenidos, al principio sólo había dos detenidos por celda, después sólo uno y, por último, había uno por cada celda pero dejando vacíos los calabozos linderos. El aislamiento era parte de la destrucción de la persona. «Tuvimos que aprender a comunicarnos con los elementos que teníamos a mano. Nos volvimos duchos en morse, que lo hacíamos golpeando las manos o apenas pestañando. Escribíamos en papeles de cigarrillos con carbón de restos de pilas. Así nos comunicábamos con nuestros familiares o con los demás presos», explicó Irurzún.

«Nos aplicaron un sistema de aislamiento similar al que los franceses utilizaron en Argelia. No les importaba que quedáramos vivos, lo que buscaban era arruinarnos psíquicamente, por eso mantener la comunicación resultó fundamental. Tenemos el orgullo de decir que ninguno de los detenidos en Coronda se suicidó. Aunque lamentablemente hubo cuatro muertos, a un compañero lo mataron y otros tres murieron por falta de atención», señaló otro de los ex detenidos, Felipe González, autodefinido del siguiente modo: «Era un PRT cristiano». Contó que eso resultó siempre una rareza para los demás: «Yo participaba en grupos cristianos de base, la gran mayoría optó por integrarse a Montoneros, pero yo quedé como la excepción a la regla».

Para Irurzún la resistencia de los corondinos no fue solo política, sino también afectiva y ese fue uno de los secretos de la supervivencia. Algo de eso debe haber: en el primer encuentro de ex detenidos de la cárcel de Coronda participaron 120 personas. En ese penal había tres pabellones, uno de «recuperables», otro para «medianamente recuperables» y el tercero para «irrecuperables», donde estaban alojados los tres militantes que participaron del taller. «Nuestra solidaridad era tan grande que a veces nos hacíamos castigar para ir a los chanchos (así llamaban a las celdas de castigo) para ir a contener a un compañero que estaba allí», relató Mansilla. Y González rescató también las buenas relaciones que entablaron con los presos comunes, quienes ayudaban a mantener el sistema de comunicación para quebrar el aislamiento. «Adentro pensaba: ‘Qué difícil es conseguir la unidad en libertad y estando aquí dejamos de lado nuestras diferencias ideológicas ante el enemigo común'». El entrerriano fue bautizado Chirola por sus compañeros de detención. No hablaba mucho, y para colmo a su compañero de celda le decían Chasman, como a un ventrílocuo que se presentaba con el muñeco Chirolita para hacer su número por televisión. «Un día asomé la cabeza por la ventana de la celda y dijeron: ahí está Chirolita».

González rescató el humor que lograron conservar a pesar del sufrimiento en el cautiverio. «Teníamos una visita de 15 minutos cada 45 días. Una vez, a un compañero le habían dicho que nos iban a empezar a largar en tandas, vino y lo contó. Al rato otro, vio por su ventana como cargaban un camión lleno de ataúdes, que fabricaban en la carpintería de la cárcel, y le gritó socarronamente: ché, ahí largan a la primera tanda».

De la sonrisa dulce de González la ronda pasó a la emoción de Sonia Sánchez, la representante de AMMAR-Capital que relató las condiciones de detención de sus compañeras Marcela Sanagua y Carmen Insfran, presas en Ezeiza por manifestarse contra el Código Contravencional que esta semana comenzó a regir en Buenos Aires. Contó que dos micros de mujeres en estado de prostitución habían ido a protestar para no volver a ser rehenes de la policía y que las dos integrantes de su organización fueron apresadas mientras iban a comprar a un quiosco, cuando ya se retiraban de la manifestación. «No legislen sobre prostitución, legislen sobre trabajo. Ninguna de nosotras quiere ser puta», exigió a los legisladores.

«Ahora entiendo al capitalismo -agregó- Cuando estamos en la esquina nos llaman putas o fiesteras y cuando protestamos por nuestra realidad nos dicen revolucionarias».

Sonia, pese al llanto, dijo: «Este país es muy hipócrita, me duele como argentina. Me duele porque yo muchas veces voté a estos dirigentes. Kirchner es un hipócrita, él tiene mucho por hacer. ¿Quién le paga al hijo de Marcela el daño que le hicieron? Tiene 9 años y tuvo una regresión al analfabetismo.»

Miguel Ángel, el marido de Margarita Meira, explicó por qué los vendedores ambulantes fueron también apresados en la Legislatura. «Margarita -dijo- se opuso sistemáticamente a la legislación que quería dejar la venta ambulante para los grandes empresas. Era una virtual privatización de la vía pública. Y el día de la protesta, ella fue con su abogado a denunciar que había apremios ilegales contra la gente que estaban deteniendo. Cuando volvió, después de presentar esa denuncia en la Oficina Anticorrupción, la apresaron a ella. Este código que se aprobó solo sirve para aumentar la caja policial».

La voz de Liliana, del Rancho Popular de La Matanza comenzó a escucharse en la ronda. Recordó el caso de la travesti Diana Sacayán, detenida entre el 9 de julio y el 22 de diciembre pasados. «Cuerpo-casa-comida-hijo por esas reivindicaciones los pobres van a la cárcel -dijo llorando-. La ciencia muchas veces juzga al travesti y dice que es anormal, ¿pero acaso es normal que los chicos se mueran de hambre. Hoy hay nuevas formas de desaparición, los chicos de la calle, son los desaparecidos de hoy». Liliana recordó que Sacayán llevaba 14 denuncias presentadas contra los policías que la detuvieron. «Diana es una activista travesti. Su cuerpo transita en la ilegalidad. Pero es una decisión de vida, de subjetividad y de acción política», aseguró y después recordó: «Estar en la calle es peligroso, si protestas es peligroso, si sos una mujer en estado de prostitución es peligroso, es peligroso también para los vendedores ambulantes, para los chicos…»

El cierre de la ronda estuvo a cargo de Sebastián, del Colectivo Situaciones, que intentó enlazar las experiencias de los presos de ayer con los de hoy: «El lugar del desaparecido de hace varios años hoy lo ocupan estas personas que son arrojadas a un agujero negro, donde la sociedad tira todo lo que les resulta intolerable».

El argumento figura en el texto Agujero Negro, publicado en Presas, trabajo editado por Situaciones y lavaca. En el agujero negro, que no es solo un lugar sino también una dinámica, caen los trabajadores echados de empresas públicas, industrias y talleres destruidos por el neoliberalismo de la dictadura, y el de la democracia, caen las víctimas del gatillo fácil, caen los jóvenes asesinados, y también los que quedan en la parte oscura de ese juego permanente de luces y sombras, dijo Sebastián. En el caso de las cárceles, ya no cabe hablar estrictamente de «delincuentes» sino muchas veces de «perdedores». Se trata de un modo político y penal de tratar a los habitantes del agujero negro.

Sebastián enfocó el tema en las mujeres presas: «Las mujeres fueron cuerpos que enfrentaron la desocupación cuando el hombre cayó en la depresión o el alcoholismo. No es una casualidad. Lo femenino aparece como productor de lazos sociales». Las mujeres representan, al estar en la calle, en las luchas, la noción de cuidado y tejido de redes, lo cual es en sí mismo una resistencia al agujero negro y a la inexistencia. Las mujeresgeneran existencia humana. Eso ya no es una cuestión doméstica o íntima, sino política. La batalla, entonces, es entre una política del cuidado y la existencia, contra la política dominante de la guerra y el exterminio.

Sebastián aclaró que «Kirchner, con su retórica setentista vuelve a hacer luces y sombras, desafecta a todo un sector, que cae en el agujero negro».

La reunión culminó con la propuesta de Claudia, de escribir juntos una carta para enviar a los detenidos (ver aparte). Antes de hacerlo, propuso abrazar a los familiares de las personas detenidas, para que transmitan ese mensaje. La ronda culminó entonces con múltiples abrazos y aplausos.

Ocurrió bajo un sauce, en un enero autónomo, el agujero negro perdió la batalla contra los que apuestan por la luz.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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