CABA
Una toma al Ministerio para no lavar los platos
Investigadores y becarios ocuparon pacíficamente el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación en protesta al recorte del 60% en los ingresos a la carrera de investigación. Exigen la renuncia del ministro Lino Barañao y del directorio del CONICET, encabezado por Alejandro Cecatto: ambos justificaron el ajuste. Testimonios que ponen rostro y palabras al peligro que significa desfinanciar la ciencia argentina.
Patricia Bustos está sentada sobre uno de los paredones que da a la calle Godoy Cruz, mirando de frente una bandera de unos 20 metros que cubre gran parte de la bella entrada del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación (Mincyt) que dice: “Ministerio tomado”. Desde adentro se escuchan bombos y aplausos que surgen de la asamblea que acaba de votar una nueva reunión para decidir la continuidad de la medida de fuerza que ya lleva más de 24 horas.
La toma pacífica del Ministerio comenzó el lunes al mediodía cuando distintas organizaciones de becarios e investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicos y Técnicos (CONICET) ocuparon la sede tras el recorte del 60% en los ingresos a la carrera de investigador. En números concretos, esto significa:
- Durante 2015 ingresaron 943 investigadores.
- De los 874 investigadores e investigadoras evaluados positivamente por las Comisiones Asesoras y la Junta de Calificación y Promoción, este año se sumarán sólo 385.
- Quedan afuera así 489 científicos que ya habían aprobado el concurso y habían sido recomendados.
Esa es la imagen que Patricia Bustos ve sentada desde el paredón. Trabaja en el Instituto Fatala Chaben del Mabrán en la investigación de la Enfermedad del Chagas, que estudia la respuesta inmune de las madres afectadas y cómo es la transmisión a sus bebés. “Soy becaria posdoctoral del CONICET, tengo beca hasta marzo y soy una de las que no ingresó en este llamado”, dice a lavaca. “Directamente quedé afuera. Somos un instituto pequeño, pero si me guío por colegas, el recorte fue brutal: de 15 compañeros no entró ninguno. Tampoco queda claro el por qué: uno creía que tenía muchos antecedentes. Además, dentro del llamado está lo que se llaman ´temas estratégicos´, que están señalados aparte porque son prioritarios para el desarrollo del país. Este año entraron 40 personas nomás. Eso te da una idea de dónde quedaron los temas estratégicos. Uno de ellos era el Chagas”.
De golpes y contradicciones
La toma pacífica del Mincyt, en el Polo Científico de Palermo, llegó cinco días después de la ocupación de la sede central del CONICET. A principio de mes, tanto el ministro Lino Barañao como el director del CONICET, Alejandro Cecatto, justificaron el recorte de presupuesto. Barañao subrayó que “no hay ningún país que, con un 30 por ciento de pobres, esté aumentando el número de investigadores”. Por su parte, Cecatto manifestó que durante la gestión anterior se habían incorporado una cantidad de vacantes “sin ningún criterio” y que no había presupuesto para “soportar” el número de ingresos.
Sin embargo, en la sede del Polo Científico las organizaciones piden la renuncia de los funcionarios. Walter Kofman, becario doctoral del área de Humanísticas, lleva la pechera amarilla de Jóvenes de Científicos Precarizados y es uno de los que se quedó a dormir en la toma. “Estamos defendiendo el derecho a trabajar y a que compañeros que han sido formados durante 6 o 7 años por el propio Estado no sean hoy expulsados”, dice a lavaca. “El lunes nos reunimos con Barañao y nos dijo que lo que aquí se está comenzado a procesar es una política de racionalización en el sentido de que era insostenible el número de ingresos de los años anteriores. Es contradictorio, ya que estamos hablando de una persona que proviene de la gestión anterior y que se desdijo a él mismo de su propia política científica”.
Kofman traduce el recorte en números concretos: “De los 300 investigadores y becarios del instituto Gino Germani ingresaron solamente 6. En el área de Historia, habrán ingresado unos 10 de todo el país. De Sociología, unos 15. Las consecuencias son difíciles de medir, pero estamos hablando de equipos que van a perder gran parte de su masa crítica, como investigadores en formación o investigaciones que directamente van a quedar trabadas. Así comenzaría un proceso de desarmar todos esos proyectos, equipos, laboratorios y sería un golpe durísimo como pocas veces se ha visto en la historia de la ciencia argentina”.
Cómo organizar la bronca
“CONICET de los trabajadores y al que no le gusta, se jode”, canta el centenar de investigadores, científicos y becarios en el hall del Minicyt entre micrófonos, cables, bidones de agua, galletitas y carteles por doquier. Uno de ellos reza: “CONICET, Comisiones: no sean verdugos de este gobierno”. Otro contextualiza el reclamo:
- “Luego de la movilización y toma del CONICET vemos necesario seguir organizando la bronca y generar instancias reales de discusión que puedan hacer frente al brutal ataque al sistema universitario y de CyT”.
- “La continuidad de la misma cúpula en los organismos estatales de CyT, garante del ajuste del gobierno macrista, evidencia la acentuación de un modelo ya vigente: la producción de conocimiento mercantilizada, tecnocrática y al servicio de los grandes concentrados de poder”.
A unos metros, buscando sombra bajo un caliente sol de mediodía, camina Alejandro Roscobar, becario posdoctoral del Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (Imhicihu). “Llegamos a esta situación por las políticas del gobierno de recortar y querer ´equilibrar´ el presupuesto. En paralelo teníamos el Plan 2020, que proponía seguir aumentando los ingresos 10 por ciento cada año hasta llegar a los 15 mil científicos. Más allá de si te gustaba más o menos el gobierno anterior, era una política de Estado, construida por consenso, que este gobierno está destrozando en pos del equilibrio fiscal. Por ejemplo, dos de nuestras becarias posdoctorales, con probados antecedentes en junta y en carrera, han quedado afuera. Cualquier medida es importante para hacerle torcer la muñeca al gobierno”.
Encontrar la vacuna
Vanesa Sánchez (33 años) y Lucas Guz (31) caminan por el Polo Científico tomados de la mano. Ella es becaria posdoctoral en el Centro de Estudios en Salud y Medio Ambiente (CESyMA) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Él es becario posdoctoral en el departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA: trabaja plástico biodegradable.
Dice Vanesa: “Estamos viendo que el recorte impacta fundamentalmente en la línea de investigación. Más allá de los sueldos y de los trabajadores y de la gente que se queda sin trabajo, esto es también un recorte en la capacidad de dar subsidios para que las investigaciones se realicen, porque tenemos que comprar insumos carísimos, muchos en dólares e importados, porque todavía no llegó a organizarse en algunos sectores una industria nacional. En ese sentido, si escuchás a los ministros o cabezas del CONICET diciendo las cosas terribles que dicen, ¿cómo vas a estimular a tus alumnos a que crean en la ciencia argentina?”.
Dice Lucas: “Tirás para atrás a los chicos que están haciendo una carrera. Estamos en una situación medio de limbo. Nosotros somos docentes, hay otra generación que viene y que trataremos de guiar, pero sin presupuesto es imposible desarrollar nada”.
¿Algunos ejemplos?
Lucas: “Nosotros trabajamos con plástico y ya estamos para producir unas bolsas que reemplazarían a las bolsas de polietileno común, pero no conseguimos plata para tener la máquina que nos falta”.
Vanesa: “Nosotros estamos desarrollando vacunas para tratamientos, y eso no lo hace nadie. Si no invertís en tu país para cuidar la gente, no lo va a desarrollar la empresa privada, y menos acá, que sólo cortan y venden. Las empresas no hacen desarrollo”.
La toma del Mincyt, el estado de asamblea y las próximas acciones de las organizaciones de becarios y científicos seguirán sumando capítulos a medida que corran las horas. Otros sectores que no participan de la toma, como Científicos y Universitarios Autoconvocados, Conadu y Becarios Empoderados, llaman a una reunión abierta el miércoles a las 17:30 en la Facultad de Medicina de la UBA para discutir qué acciones tomar.
Aún sentada en el paredón, la investigadora Patricia Bustos reflexiona: “Veo todo con mucha tristeza porque esto va más allá de cada puesto de trabajo. Detrás de los 500 investigadores hay gente que se queda sin salario, familias, proyectos que se truncan y divisiones más profundas porque esto provoca que nuevamente haya una generación que no puede acceder al sistema científico. Eso nos atraviesa a todos y afecta radicalmente el desarrollo nuestro como sociedad. Lo vimos en los 90, y eso se arrastra durante años”.
Patricia concluye: “Al decirnos científicos a veces parece que tenemos una visión alejada de la realidad, como que somos personas especiales o distintas, pero esa mirada va cambiando y nos estamos formando más para estar al servicio de la sociedad en la que vivimos. Por eso nos afecta estar acá, porque esto es a largo plazo: este recorte se va a sentir en el futuro”.




Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.