Nota
Del No a la humillación: Grecia analizada por Raúl Zibechi
Luego de ganar un referéndum de forma abrumadora, el primer ministro Alexis Tsipras firmó un acuerdo humillante. Treinta y ocho de sus diputados no lo votaron, entre ellos el ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, así como la presidenta del parlamento. Varios altos cargos renunciaron. Tsipras dice que no cree en el acuerdo que firmó, en el que tampoco creen Francia y el FMI, porque no va a sacar a Grecia de la crisis y va a profundizar la pobreza.
Luego de ganar un referéndum de forma abrumadora, el primer ministro Alexis Tsipras firmó un acuerdo humillante. Treinta y ocho de sus diputados no lo votaron, entre ellos el ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, así como la presidenta del parlamento. Varios altos cargos renunciaron. Tsipras dice que no cree en el acuerdo que firmó, en el que tampoco creen Francia y el FMI, porque no va a sacar a Grecia de la crisis y va a profundizar la pobreza.
Las preguntas se apilan. El corresponsal de Publico.es en Atenas Alberto Sicilia asegura (martes 14) que “Tsipras jugó fuerte en la negociación”, pero que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, “vio el órdago y les abrió a los griegos la puerta para irse del euro”. Ante el jaque alemán, “Tsipras no llevaba cartas”, porque, según dijo, “una Grexit (salida del euro) no planificada habría sido terrible para las clases medias y bajas. Y no teníamos plan B porque siempre hemos querido el euro”. Es posible que sea la explicación más aproximada de los motivos que llevaron al gobierno griego a firmar un acuerdo que el semanario alemán Der Spiegel (domingo 12), difícilmente calificable de izquierdista, definió como “un catálogo de atrocidades” que Tsipras “se vio obligado a firmar con una pistola en la sien”. Lo mismo sostuvo incluso la biblia de las finanzas, el Financial Times, uno de cuyos editorialistas habló de “acuerdo versallesco” para graficar el grado de sumisión al que fue sometida Grecia, similar al armisticio firmado por Alemania al fin de la Primera Guerra Mundial.
Si fuera así, hay dos preguntas que necesitan ser respondidas. ¿No previó Tsipras que firmar significaba la división de su partido y la pérdida de legitimidad de su gobierno? ¿Cómo es posible que el Ejecutivo, luego de cinco meses de negociaciones en las cuales quedó clara la intransigencia alemana, no tuviera un plan B al de la troika?
Culpar a Alemania de lo sucedido, algo que toda la izquierda y parte del resto del espectro político está vociferando, aunque libera de frustraciones tiene escasa utilidad y, sobre todo, permite esconder durante un tiempo las propias inconsistencias. Porque de eso se trató en esta historia: de una fuerza política que llegó a dirimir instancias de gran trascendencia (geo)política sin la suficiente capacidad. O se pecó de ingenuidad o se fue completamente irresponsable. Quizá una combinación de ambas.
Lo firmado
El domingo 12 el gobierno griego aceptó un documento de siete páginas que contiene tres partes. La primera son medidas para “restaurar la confianza” del Eurogrupo (ministros de Finanzas de la UE) en Grecia, que se tenían que aprobar el miércoles 15. Incluyen el aumento del IVA, garantizar la sostenibilidad a largo plazo del sistema de las pensiones mediante una reducción drástica de su monto, independencia de la oficina de estadística y controles a la evasión tributaria.
La segunda parte contiene propuestas que se deben implementar antes del 22 de julio. Se trata de reformar el Código Civil y adoptar las normas de la Unión Europea para rescatar bancos. Además, Grecia se compromete a establecer un calendario para el recorte de las pensiones con cláusula de déficit cero, la reforma del mercado interior para que sea “más competitivo” (liberalizando sectores como medicamentos, lácteos y panaderías, aperturas de tiendas en domingos, entre otros), privatizaciones (energía, puertos, aeropuertos, empresa de telecomunicaciones), reforma del mercado laboral mediante la “revisión y modernización de la negociación colectiva y la acción sindical” facilitando los despidos, y finalmente una fuerte reforma del sistema financiero y bancario.
Pero es la tercera parte del acuerdo la que resulta más irritante. Para asegurar que se llevará a cabo el agresivo programa de privatizaciones, el gobierno griego transferirá activos de su propiedad a un fondo independiente que garantizará el pago del nuevo préstamo. Con esas privatizaciones los líderes europeos esperan recaudar 50.000 millones de euros, de los cuales 25 mil millones se utilizarán para pagar la recapitalización bancaria, otros 12.500 millones para pagar la deuda y los 12.500 millones restantes serán utilizados para inversión en el país. En ese fondo estarán incluidos el sector energético, transportes y telecomunicaciones, cuyas empresas serán muy probablemente adquiridas, y a muy buen precio para los compradores, por trasnacionales provenientes de los países acreedores.
Además, el gobierno griego deberá consultar con la troika cualquier borrador de nueva legislación antes de enviarla al parlamento y se compromete a retirar o enmendar toda la legislación introducida a partir del 20 de febrero que fuera contraria al anterior acuerdo, como la reapertura de la tevé estatal y la recontratación de funcionarios públicos despedidos por gobiernos anteriores.
Si se aprueban todas estas reformas, consideradas como “requisitos mínimos”, recién ahí la troika comenzaría a discutir el tercer “rescate” de 82.000 millones de euros durante tres años.
En el último párrafo del documento figura la propuesta del ministro alemán de sacar a Grecia del euro. “Si no se llega a ningún acuerdo se ofrecerá a Grecia negociaciones rápidas para una salida de la zona euro, con una posible reestructuración de la deuda” (Der Spiegel, 12-VII-15).
El ministro griego de Defensa, Panos Kamenos, aseguró que se produjo un intento de derrocar a Tsipras. “Fue amenazado con el colapso de los bancos y el recorte completo de los depósitos” (Russia Today, 14-VII-15).
El después
En los hechos, se trata de una completa cesión de soberanía que permite que los acreedores aprueben leyes clave antes de llevarlas a consulta pública o al parlamento. Tsipras debía saber que este acuerdo tendría graves consecuencias.
La primera es la fractura de su partido y, en menor medida, de su gobierno. La mayoría absoluta del comité central de Syriza (109 en 201) rechazó el acuerdo y difundió un texto muy duro: “El 12 de julio se produjo en Bruselas un golpe de Estado que demostró que el objetivo del liderazgo europeo es la aniquilación para dar ejemplo de un pueblo que buscaba otro camino a seguir más allá del modelo neoliberal de austeridad extrema”. Algunos altos cargos del gobierno presentaron renuncia.
En el parlamento las cosas tampoco marcharon bien. Ganó el acuerdo con 219 votos a favor, 64 en contra y seis abstenciones. El Ejecutivo recibió el apoyo de la oposición de derecha, en particular de Nueva Democracia, del ex primer ministro Antonis Samarás, y de los socialistas. Un número para nada despreciable de 38 diputados de Syriza se desmarcaron del gobierno. Por lo tanto, en adelante Tsipras puede tener que gobernar con el apoyo de sus adversarios en un eventual gobierno de coalición, sobre todo para aprobar el resto del paquete impuesto por Bruselas.
Una parte importante de la sociedad, incluyendo destacadas voces de su partido, le mostraron a Tsipras que sí había alternativas. Por un lado, las varias que elaboraron sus ministros y que el primer ministro desechó. Varoufakis, por ejemplo, propuso un plan ante la eventualidad del cierre de los bancos griegos por la troika: “Deberíamos haber puesto en circulación nuestros propios pagarés, anunciar que íbamos a crear nuestra propia liquidez denominada en euros; deberíamos haber tomado el control del Banco de Grecia” (Eldiario.es, 13-VII-15).
Por otro lado, Tsipras ni siquiera se prestó a debatir seriamente la alternativa de salir del euro. No alcanzaba con decir que sería peor, tenía que abrir un debate real sobre las consecuencias y los modos posibles para enfrentarla, le reclamó la mayoría de la dirección de su partido.
No hubiera sido fácil, claro, una Grexit. Según la economista estadounidense Carmen Reinhart, ex funcionaria del FMI y especialista en las “crisis de deuda”, la salida de una unión monetaria no es tan común como la salida de políticas monetarias de cambio fijo. Desde 1982 hubo cinco casos: Argentina en 2002 y en 1989, Perú en 1985, Bolivia en 1982 y México en 1982, en los que las economías estaban dolarizadas y convirtieron de forma forzosa los depósitos en dólares a la moneda local.
Si Grecia saliera del euro, asegura Reinhart, el resultado sería similar. Los depósitos se convertirían en dracmas (u otra moneda) sufriendo una drástica devaluación. “Se colapsaría la confianza en el sistema y habría un dramático aumento de las deudas privadas y públicas. El sector privado haría un impago de su deuda y la mitad de los créditos del país no serían pagados, y si se incluyen las tarjetas de crédito sería incluso mayor. Los ciudadanos dejarían de pagar impuestos y habría una acumulación de euros u otras monedas” (Bloomberg, 9-VII-15). Las consecuencias serían muy duras. “Si se produce la salida del euro, y sigue la conversión forzada de los depósitos, el retroceso de la economía de Grecia es probable que sea de larga duración.”
Al parecer, incluso los griegos opuestos al acuerdo firmado por Tsipras eluden la salida del euro. Varoufakis señala que el caso argentino es bien diferente al griego en tres aspectos. Tras el default, el PBI argentino creció desde 2003 a 2008 a un promedio del 8 por ciento anual, impulsado por las exportaciones de soja. Pero “los griegos no disponen ni de soja ni de ningún producto agrícola que se pudiera exportar en semejante escala”. Además, si Grecia saliera del euro “tardaría meses en introducir una nueva moneda y un régimen cambiario”. Por último, “el impacto que les generó Argentina a sus socios comerciales al salir de la convertibilidad no fue significativo mientras que Grecia, al salir del euro, perdería subsidios a la agricultura, fondos para el desarrollo y en general la cooperación económica con otros países europeos empeoraría” (Russia Today, 14-VII-15).
Llegados a este punto, sólo cabía resignar la soberanía o apostar por la dignidad nacional, ya que el retroceso económico está garantizado en cualquier caso. Es cierto que la presión de casi tres semanas de corralito debe sentirse con fuerza en una sociedad ya empobrecida. Conviene recordar, no obstante, que no es fácil echar a un país del euro y que aun estando fuera de la eurozona se puede utilizar el euro, según lo recuerda el belga Eric Toussaint, presidente del comité de auditoría de la deuda griega.
Legalmente Grecia no puede ser expulsada de la zona euro ni por las instituciones europeas ni por un grupo de países. Puede incluso salir de la UE y seguir utilizando la moneda, aunque ya no emitirla. Sería un caso similar a los de Panamá y Ecuador, que usan el dólar, o de Montenegro y Kosovo, que usan el euro.
Sin embargo, ahora Grecia tampoco tiene soberanía completa sobre el euro, como sí la tienen los demás países de la Unión. Los bancos centrales de cada país sólo pueden emitir la cantidad de euros que les permite el Banco Central Europeo (BCE). El Banco Central griego tiene congelada la cantidad de euros que puede emitir, y el BCE no está dando liquidez a los bancos griegos porque está en desacuerdo con la política fiscal del gobierno (Forbes, 3-VII-15).
Fin de época
Buena cantidad de analistas, incluido el gobierno alemán, o en todo caso su ministro de Finanzas, estiman que la salida de Grecia del euro es sólo cuestión de tiempo. Es una decisión política, no económica, dicen. Y ya fue tomada tiempo atrás. El 4 de febrero, apenas nueve días después de que Tsipras asumiera como primer ministro y se plantara firme ante sus acreedores, el BCE le cortó los grifos, “ante las serias dificultades para cerrar con éxito el rescate” (El País, 4-II-15).
Antes de llegar a esa situación, que motivó titulares como “El BCE pone a Grecia contra las cuerdas”, el entonces flamante primer ministro emprendió una gira europea para cosechar apoyos. Luego de reunirse con los presidentes de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, del Consejo Europeo, Donald Tusk, y del Parlamento, Martin Schulz, “se llevó de las tres instituciones un sabor amargo, y sobre todo un tono duro acerca de sus posibilidades en la negociación que ya ha empezado sobre el futuro de Grecia”. Varoufakis llegó a contar en estos días que desde su primera reunión con “las instituciones”, en particular con su par alemán, tuvo claro que los “socios” querían a la díscola Grecia fuera.
Eso sucedió hace cinco meses. Durante 150 días se estuvo negociando el rescate, sin el menor resultado. ¿Pensaba Tsipras que el 62 por ciento de apoyo al No en el referendo podía ablandar al sistema financiero? Todas las propuestas que hizo a la troika el primer ministro fueron recibidas con absoluta indiferencia. Peor: a cada concesión de Atenas llovían nuevas exigencias. Pero Tsipras no cambió de línea. Incluso Varoufakis participaba de la ilusión de convencer a sus interlocutores. Hasta que se convenció de lo contrario. “Desafortunadamente las instituciones y nuestros socios europeos han perdido la oportunidad que brindamos: mirar las negociaciones como una deliberación entre socios. Lo convirtieron en una guerra contra nosotros” (Der Tagesspiegel, 9-VI-15).
Todo indica que Grecia y también Europa ingresan en un nuevo período de su historia. El relato sobre la “Europa de los pueblos” fue demolido por Bruselas y Berlín. Se está ante el fin del Estado del bienestar, pero también ante una crisis de la democracia representativa, ya que las mayorías se quedan sin voz. Las izquierdas –incluso las nuevas, como Syriza y probablemente sea el caso del Podemos español– han mostrado una carencia poco creíble de estrategias alternativas. De ahora en adelante les costará mucho volver a convencer de que representan el cambio.
Portada
Hasta siempre, Mirta
Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.
Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.
Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.
Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.
Gracias, Mirta.
Presente, ¡ahora y siempre!
Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca
24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Nota
S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo
Un guardapolvo blanco, pintado de letras rojas en el dorso: “Salud en lucha”. Una pancarta naranja, con letras negras, que grita: “El Garrahan es insalubre”. Lo que adorna a las instalaciones del centro pediátrico de referencia en salud pública, gratuito, de altísima calidad y de máxima complejidad donde se atiende a infancias de todo el país, refleja el contexto de lucha: seis paros en diez semanas. Una movilización el martes pasado a Plaza de Mayo. Otros paros por venir. Y un festival que se está organizando para el 8 de noviembre. Seis mil laburantes que dijeron basta, que ya no se puede, que así no se sigue. Los reclamos son tan centrales como diversos: salario, condiciones laborales y presupuesto. Todos, repercuten en un problema tan primordial como poco tenido en cuenta: la salud mental de sus trabajadoras y trabajadores.
Por Francisco Pandolfi
Lo que pasa puertas adentro de esta entidad emplazada al sur de la Ciudad de Buenos Aires llevó a que en 2019 se creara la Comisión de Condiciones de Trabajo Insalubres y Agotamiento Prematuro del Hospital Garrahan.
Ivone Malla tiene 55 años y es, desde hace 12, médica hepatóloga del hospital e integra la comisión desde su nacimiento. Le cuenta a lavaca por qué surgió la necesidad imperiosa de organizarse y de ponerle ese nombre: “En 2019 empezamos a notar la situación compleja en la que estábamos. El grado de sufrimiento que padecíamos por estar expuestos durante tanto tiempo, todos los días, muchas horas por día, bajo una presión insoportable un tercio de nuestra vida. Armamos un grupo de whatsapp, primero entre cinco, seis personas, y en menos de una semana éramos 200. Hicimos reuniones y armamos la comisión con integrantes de distintas áreas del hospital. Y decidimos armar un informe que es contundente por los datos que denuncia. El documento de 40 páginas tiene cifras como estas: “En el Garrahan muere casi un paciente por día. La mayor parte es menor de un año y un cuarto menor a un mes”.
La salud de quienes cuidan la salud
Ivone actualiza algunos datos del informe presentado en marzo de 2020:
–El 26 por ciento de las licencias que se piden en el hospital se deben a trastornos de depresión y problemas de salud mental.
–Hicimos una encuesta y uno de cada 2 trabajadores del hospital toma psicofármacos.
–Otro dato alarmante tiene que ver con la tasa de suicidios. El hospital duplica a la tasa del país, que es de uno cada 12 mil personas por año. En el Garrahan somos 6 mil laburantes y tenemos un trabajador por año que se suicidó. De hecho, cuando empezó este reclamo se mató un compañero. Obviamente este no es un número oficial, porque pedimos el registro a las autoridades y no brindan la información, pero nosotros sabemos bien lo que pasá acá.
Frente a este escenario, desde la Comisión proponen medidas concretas: “Demostramos con datos fehacientes que el trabajo que realizamos afecta nuestra salud física y mental y amerita la aplicación de un régimen especial que contemple las condiciones de trabajo insalubres y/o agotamiento prematuro a los que estamos expuestos, y limite la exposición con reducción horaria sin afectar nuestros salarios (de ocho a seis horas el área médica y de siete a seis la enfermería), licencias por estrés (de cinco a quince días anuales) y reducción de nuestros requisitos jubilatorios (25 años de servicio, mínimo 50 años de edad y 82% móvil).
Ivone sentencia: “Se habla mucho del modelo Garrahan, que la manera de sostenerlo es que pasemos más horas en el hospital y debe suceder todo lo contrario. Un motivo por el que se están yendo muchos profesionales es por los bajos salarios, porque aunque siempre cobramos poco el ajuste de los últimos meses es feroz, pero otro factor es por ese mismo modelo Garrahan que te obliga a quemarte, a dejar la salud, porque te exprime a tal punto de ser expulsivo. No podemos continuar un sistema que no cuida la salud de quienes cuidamos la salud pediátrica de mayor complejidad del país”.
La situación de insalubridad de las y los trabajadores del Garrahan es gravísima.
El sueldo más bajo de la historia
Norma Lezana es la Secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos. Tiene 62 años y hace 36 que trabaja en el hospital, cuando ingresó meses después de la inauguración del Garrahan, el 25 de agosto de 1987. “Estudié en la universidad pública y recuerdo cómo mi sueño era trabajar en ese lugar que se estaba construyendo. Yo armé mi vida en paralelo a este hospital de tanto prestigio, que sigue solucionando las enfermedades más graves y raras de los niños y niñas de Argentina, que no son números. Cada historia es un pacientito, un nombre, una familia. Cada caso requiere una reunión, un equipo interdisciplinario detrás, esa siempre fue la intención acá, así nos formamos y así creció el Garrahan”, dice Norma, ya con los ojos vidriosos.
Esa labor en equipo, hoy la replican para otro tipo de lucha: “Ahora nos toca defender la importante misión que tiene esta institución, en un momento en el que quienes trabajamos estamos cobrando el sueldo más bajo de la historia. En menos de un año, la inflación fue de 236% y nuestro salario apenas subió el 100. Este cambio fue de golpe, entonces no hubo manera de acomodarnos, porque no podés de un día para el otro dejar de pagar internet, de mandar a tu hijo al colegio, ya no pagar los impuestos. Es angustiante lo que estamos viviendo. Una compañera el otro día me dijo que empezó a pagar el alquiler con el crédito que te da Mercado Pago, que te cobra mucho interés y en poco tiempo ya no va a tener sueldo. Otra me dijo que no tenía de dónde sacar para el campamento escolar de su hijo. Yo gastaba 5 mil pesos de luz y me vinieron 100 mil. Es muy estresante, esto antes no pasaba”.
Desde las distintas organizaciones que forman la vida política del hospital dan números concretos: los operarios y técnicos no llegan a 500 mil pesos. De enfermería a 750 mil. 900 mil del área médica con aproximadamente 15 años de experiencia. Ivone expresa: “Necesitamos una recomposición salarial del 100% y un sueldo inicial igual a la canasta familiar, que hoy está en 1.500.000 mil pesos”. Completa Norma: “Los sueldos más bajos están bajo la línea de la pobreza y los de la mayoría, salvo los de los médicos más antiguos y los cargos de conducción, tampoco llegan a cubrir la canasta básica. Frente a esto, nuestro sueldo subió un 1 y un 2% en las últimas paritarias, que es lo que firmó UPCN con el gobierno nacional. Por eso denunciamos al sindicato, a la CGT y a la CTA, porque firmaron esto calladitos, como si no se dieran cuenta la situación que vivimos”.
Norma es licenciada en nutrición y pone el foco en lo que compra (o no) la gente y en lo que mira (o no) el Gobierno nacional: “Veo changuitos vacíos, poca fruta, verdura y lácteos. El salario no es algo que nos puedan recortar, porque no es un gasto. Pero este gobierno es insensible, cruel, lleno de mercenarios. Pueden hablar de déficit cero, de que Caputo es el mejor ministro, pero la realidad es que varios enfermeros después de trabajar diez horas, cuando salen a las 7 de la mañana de acá se van a otro trabajo y no a descansar. Puede ser libertario o no libertario, pero si esta es la realidad sólo queda claro que es un gobierno pésimo”.
Mientras tanto, la perspectiva del Ejecutivo: “El Ministro de Salud Mario Lugones acaba de presentar un plan estratégico de recorte del 20% en la salud. Es criminal esta decisión. Y sólo se explica con el lobby que está haciendo la gestión privada. Los funcionarios son sus gerentes y nos están llevando a un retroceso tremendo”.
Hay salarios iniciales que no llegan a los 500 mil pesos.
El éxodo de trabajadores
Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 36 años y hace 15 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. “Desde hace varias semanas luchamos por una recomposición salarial y por mejores condiciones de trabajo. Este año convivimos con un presupuesto congelado que duró los primeros seis meses. El Ministerio de Salud mandó una ampliación de ese presupuesto, pero es insuficiente. Por eso exigimos la apertura de paritarias y un porcentaje acorde que por lo menos nos empate con la inflación. Las categorías más bajas no pueden cubrir ni lo básico, como vestirse, comer, educarse”.
Josmar es delegado de la junta interna de ATE y comparte un dato que refleja la situación extrema: “No nos quisieron decir el número concreto, pero desde la propia Dirección confesaron que en los últimos 9 meses renunció la misma cantidad de profesionales que en los últimos 9 años. Si bien esta situación no empezó con este gobierno, sí la profundizó muchísimo y potenció el éxodo de profesionales. Esa pérdida no se recupera”.
Guido Gromadzyn es neurocirujano y parte de Trabajadores Autoconvocados del Garrahan. Tiene 40 años y desde 2009 recorre estos pasillos. Su cumpleaños de 15 no está siendo el más feliz: “Nunca estuve tan preocupado, porque la salud pública está peor que nunca. El hospital hasta ahora, había sido un oasis al realizarse las técnicas más avanzadas y nunca nos faltó nada. Si bien muchas veces tuvimos conflictos de sueldo, es muy preocupante sentir cómo el hospital de a poco se va debilitando y desmantelando desde el recurso humano, y desgranando todo el trabajo interdisciplinario tan característico del Garrahan. Siempre tuvimos los mejores profesionales y ahora están renunciando porque no llegan a fin de mes, profesionales que tienen alquilar y les es imposible, hipermegaespecialistas que ya no les conviene hacer las jornadas extendidas de 8 horas cobrando un sueldo miserable y entonces se van a trabajar a otro lugar o directamente fuera del país”.
Guido mira el futuro: “Es lo que más me preocupa. Somos un hospital escuela y va a llevar años y décadas formar este tipo de profesionales. Esto va a repercutir directamente en la salud de los chicos y si sigue así va a empeorar, porque muchos compañeros nos dicen: ‘Yo estoy hace 15 años, siempre me puse la camiseta, pero más allá de marzo no aguanto’. Es desesperante saber que en poco tiempo el gobierno está rompiendo todo y que nos va a llevar muchísimo reconstruirlo”.
Sobre el financiamiento freezado, Norma Lezana pone números: “Al presupuesto que teníamos de 60 mil millones del año pasado, que estuvo congelado todo el año y que en junio se acabó, llegó un refuerzo de 90 mil millones de pesos, o sea, un tercio más. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Solo por poner un caso: el medicamento gammaglobulina aumentó 10 veces, y lo mismo sucede con el resto de los remedios, insumos y obras. Por eso en salud no se puede ajustar, pero el ministro Lugones es el hombre manos de tijera, solo piensa en recorte, recorte y recorte”.
Hay motosierra, licuadora y también organización como defensa de la salud pública.
El ministro que nunca pisó el hospital
El Juan Pedro Garrahan lleva ese nombre por un reconocido pediatra. En cuanto a su sostenimiento, depende un 80% del Ejecutivo nacional y un 20% del gobierno porteño. Cuando a principios de octubre asumió el ministro Lugones, una de sus primeras decisiones fue echar a todos los integrantes del Consejo de Administración, al otorgar un bono por única vez de $500 mil pesos a las y los trabajadores. Contextualiza Ivone: “El bono no fue una dádiva, sino el producto de varios meses de reclamo y además se obtuvo con recursos genuinos que producimos con nuestro trabajo, ya que ese dinero salió de una caja donde va la plata que se recauda de las obras sociales de los pacientes. Esa caja sigue existiendo, pero el mensaje de la patronal fue que ya no se repartirá entre las y los trabajadores”.
Josmar agrega: “Cuando Lugones se reunió hace 15 días con el nuevo Consejo de Administración (presidido por Soraya Anis El Kik) dijo públicamente que el presupuesto del hospital garantizaba su total funcionamiento, pero nosotros sabemos que no es así”. Da un ejemplo: “En una de las terapias especializadas en pacientes inmunosuprimidos donde sí o sí debe haber una determinada ventilación, en estos últimos días de calor los aires acondicionados no funcionaron. Y no funcionan desde hace varios meses porque dicen que no hay plata para arreglarlos. Da otro: “No solamente se nota en las habitaciones de los pacientes, también en los entrepisos técnicos donde está toda la maquinaria, hay mucha precariedad en el ambiente, con paredes, techos y pisos rotos”. Otro más: “En los vestuarios del personal hay humedad, hay ratas, hay baños clausurados”. Y explica el por qué de las palabras del ministro Lugones: “Nunca pisó el hospital”.
A 37 años de su inauguración, sus trabajadores denuncian cómo lo están desmantelando.
La resistencia
Por año, el Garrahan atiende 660 mil consultas. Realiza 12 mil cirugías. Trata el 40% del cáncer infantil del país. Hace más de 100 trasplantes pediátricos de órganos, lo que representa al 50% de toda la Argentina.
Eso, y muchísimo más, es lo que está en juego.
Tras la marcha blanca del martes pasado, donde confluyeron con las clases públicas universitarias, ayer se consensuó en la asamblea del Garrahan continuar el plan de lucha. Se votaron dos paros: el jueves 31 de octubre, con permanencia y distintas actividades. Y el viernes 8 de noviembre, con un abrazo cultural y social en defensa del hospital, y con el cierre de un festival musical.
Guido Gromadzyn: “Hace meses que reclamamos y, aunque esto nos está llevando un montón de desgaste mental y emocional, vamos a seguir organizándonos para que esto le llegue a toda la comunidad y así evitar que esto se desbande aún más. Vamos a seguir, porque aunque este gobierno parezca que nunca escucha, siempre sirve hacer ruido”.
Cierra Norma Lezana: “Hay mucho en riesgo y no sé si la población es consciente de lo que se puede llegar a perder si no hay un cambio de rumbo en un gobierno que no dialoga, que no entiende lo evidente. Acá estamos preparados para resistir, porque si no resistimos nosotros, no lo va a hacer nadie. Estamos fortalecidas y convencidos de que vale la pena defender todo lo que significa nuestro hospital Garrahan”.
Nota
Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial
La comunidad originaria kolla de Guerrero, al sur de la provincia, fue desalojada este martes en medio de una violenta y desproporcionada represión policial: “Casi 200 policías para un puñado de mujeres, niños y ancianos”. Hubo detenciones y vejaciones: “Les hicieron sacar toda la ropa; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas”. La complicidad entre la Justicia y el poder político. La figura del empresario de medios y ex vicegobernador peronista Guillermo Jenefes, cuya familia reclama esas tierras. La voz de la comunidad desterrada, que hace siglos vive en ese territorio: “Pasaron las topadoras por nuestras casas, por nuestra chacra. Arrasaron con todo, no quedó nada”.
Por Francisco Pandolfi
En Jujuy, a la gente originaria la destierran de su tierra, por ejecución de la policía, por orden de la Justicia y por decisión de la política.
Los desalojos de las comunidades indígenas no son una excepción, sino una regla a piaccere de quienes manejan la provincia del norte del país. Fueron moneda corriente en la última parte de la gestión de Gerardo Morales. Y lo son desde que el pasado 10 de diciembre lo reemplazó Carlos Sadir, quien fuera su Ministro de Hacienda y Finanzas. Este martes, cinco familias campesinas fueron arrancadas de su tierra ancestral en la localidad de Guerrero, al sur de la provincia de Jujuy, a 20 kilómetros de la capital, San Salvador. Una comunidad que contaba con personería jurídica desde 2008, otorgada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y con el plano catastral que marcaba los límites de su territorio, publicado incluso en el Boletín Oficial de la Nación (resolución 62/2018). Ni ese marco legal impidió un operativo violento y descomunal conformado por más de 150 policías, luego que la jueza Lis Valdecantos Bernal, a cargo del Juzgado 7° de Primera Nominación en lo Civil y Comercial, ordenara el desalojo.
No se trata de un terreno más. Detrás de este desalojo se encuentra la todopoderosa familia Jenefes, que reclama las tierras como propias. Guillermo Jenefes fue vicegobernador de Jujuy entre 2011 y 2015, en la administración peronista de Eduardo Fellner. En ese lapso, nombraron a la Valdecantos Bernal como jueza. Guillermo Jenefes también fue uno de los constituyentes que votó a favor de la Reforma (in)Constitucional que el radical Gerardo Morales impuso el año pasado a espaldas del pueblo. Guillermo Jenefes además es un robusto empresario de medios de comunicación de Jujuy. Juan, su hijo, denunciante de la comunidad indígena, es diputado provincial por el PJ.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Arrasa-miento
Lorena Durand integra la comunidad kolla de Guerrero recientemente despojada. Cuando la contactamos desde lavaca, pidió si la podíamos llamar “en quince minutos” porque estaba entrando al colegio de sus hijos a justificar por qué no fueron a clase esta semana. Se la nota agitada. Con un dejo de agotamiento en el habla y en la respiración, que persiste en el aire cuando termina cada oración. Minutos después, lo primero que dirá son dos palabras, con múltiples significados: “Acá estamos”.
El acá estamos literal es en el portón de ingreso de su comunidad. “Nos acercamos a pedir por nuestros animales. Y a darles agua y comida, pero no nos dejaron. Además de animales grandes, como vacas, caballos y ovejas, quedaron gallinas, gatos y un corderito al que estábamos dándole mamadera. Una abogada proteccionista nos está ayudando y logró que nos los entreguen, aunque por tandas. Ayer nos devolvieron algunas perras, en un estado deplorable, golpeadas, asustadas. De 30 gallinas nos dieron 11, todas muy lastimadas. La Policía demolió nuestras casas, pasaron las topadoras cuando la orden judicial decía solamente desalojar. No deberían haber tocado las viviendas y creemos que en esa demolición aplastaron a muchos animales”.
El acá estamos, Lorena también lo dice suspirando injusticia y una lucha que seguirá, ahora sin un techo donde vivir, y en una abismal desigualdad de condiciones. Habla de corrido, como quien necesita diseminar lo que está pasando lo más rápido y contundente posible. “Los animales grandes no los vamos a sacar, porque sacarlos sería perder nuestra posesión y no lo vamos a hacer”. Y repite, porque cree que hay oraciones que necesitan subrayarse: “Y no lo vamos a hacer. Nosotros acá estábamos en uso y posesión de nuestra tierra, vivíamos, teníamos árboles frutales, nuestra chacra y los animales, que son nuestra principal fuente de ingreso. Todo fue arrasado. Todo. No quedó nada”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Jenefes, el patrón
De fondo, se escuchan los bocinazos de gente autoconvocada que se acercó a apoyar a las familias. Hay mucho ruido en este desalojo: “Somos una comunidad aborigen con reconocimiento nacional, pero en Jujuy Guillermo Jenefes maneja absolutamente todo: el poder político, la policía, todo, todo, todo. Él quiere sacarnos del terreno para fraccionarlo y venderlo; al resistir estamos yendo contra el gran patrón de la provincia”.
Lorena argumenta: “Nosotros no somos una comunidad improvisada como él nos quiere hacer ver, no estamos fuera de regla. Hasta tenemos personería jurídica otorgada a nivel nacional. Figuramos en el ReNaCI (Registro Nacional de Comunidades Indígenas) y en el ReTeCI (Programa de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas), además de tener nuestra carpeta técnica aprobada por el Estado Nacional. Desde Buenos Aires mandaron un equipo técnico y corroboraron nuestra existencia y preexistencia en este lugar, donde estuvieron nuestros antepasados mucho antes que cualquiera. Pero hoy, con el poder y el dinero que tiene, Jenefes hace lo que se le antoja”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Una peli de terror
El martes a la mañana arremetió un operativo encabezado por efectivos del CEOP (policía provincial), con más de diez patrulleros, caballos y armas de fuego. Detuvieron a seis integrantes de la comunidad “por resistencia a la autoridad” y los liberaron algunas horas después. Cuenta Lorena: “Nos pasaron por encima. Vinieron casi 200 agentes para desalojar a un puñado de mujeres, niños y ancianos. A mi nene de 10 años le doblaron los brazos hacia atrás. Fuimos violentados y vulnerados, la situación fue totalmente caótica y traumática. Se llevaron a dos personas mayores de 70 años, sin comida, ni bebida, incomunicados. A mi esposo y a mi primo los golpearon, los vejaron, les hicieron sacar toda la ropa “para buscarles los celulares”; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas. De terror la violencia que generaron, no hay palabras para describir lo que pasamos”.
Hay más. Clemencia Farfán tiene 99 años y vivió allí toda su vida. Es la abuela de Lorena: “La sacaron de la cama donde estaba, la empujaron a su silla de ruedas y la llevaron afuera, le cerraron las puertas de su propia casa y la pusieron de espaldas a su tierra. Fue terrible lo que hicieron y con muchísima brutalidad”. Su abuelo Carlos falleció hace tres años y está enterrado en su territorio. “El mayor miedo que tenemos es que saquen el cadáver de nuestro abuelo. Nos dieron 72 horas para que lo saquemos. ¿Cómo vamos a sacarlo de su tierra? Ellos están tratando de borrar todas nuestras huellas, causando el mayor daño posible antes de que regresemos a nuestro hogar, porque saben bien que hicieron las cosas mal, que la orden de la jueza está totalmente fuera del orden constitucional”.
Un puñado de kollas
La vocera de la comunidad asegura que la jueza Lis Valdecantos Bernal firmó el desalojo porque Jenefes, cuando era vicegobernador, la nombró en ese cargo. “Le pagó el favor y puso una firma donde no había argumento, pero Guillermo Jenefes mueve los hilos de todas las marionetas: el Poder Judicial, la Policía y el resto de los políticos. Él hace ostentación de su poder, a diestra y siniestra, sin importarle nada”.
La disputa la tierra lleva 17 años sin ninguna resolución: Explican desde la comunidad: “Si Jenefes tuviese algún papel que demostrase que es suya o de su familia, ¿alguien podría creer que el conflicto jurídico seguiría? No, nos hubieran sacado desde un principio. No hay ni un papel que corrobore que el terreno es de él, pero la jueza debió pagar el favor. Este hombre es dueño del canal 7 –la única señal que llega a todo Jujuy– y tiene mucha injerencia en el canal 4, por eso en la provincia no se nos abren los micrófonos”.
Además de un posible negocio inmobiliario, en zona de majestuosas yungas, pura vegetación verde y cerros, Lorena apunta a otro foco de la persecución: “Jenefes es una persona cuyo orgullo no le permite mirarnos como iguales. Odia que un puñado de kollas ose pararse delante de él, mirarlo a los ojos y decirle: ‘Vos no sos mi patrón’. El país tiene que saber que los desalojos a las comunidades originarias están siendo cada vez más frecuentes. Los terratenientes están tomando un impulso que debemos frenar. Lo que nos hicieron debe ser la gota que rebalsó el vaso”. Concluye, desde la puerta de su comunidad, aunque del lado de afuera del portón: “Somos la comunidad aborigen de Guerrero, pertenecientes al pueblo kolla, de piel oscura y estamos orgullosos de serlo. Acá estamos, y acá estaremos”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
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