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Seis claves en la caída de Dilma

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La destitución de la presidenta Dilma Rousseff en el Senado por 61 votos contra 21 es el último capítulo de una larga y eficiente ofensiva de la derecha brasileña y de una poco entusiasta defensa de su gobierno por la izquierda. Aunque una parte mayoritaria de esa izquierda sostiene que hubo un golpe de Estado, el hecho de que el 76% de los senadores hayan votado en su contra muestra que las cosas son más complejas. Es cierto que seis de cada diez senadores están acusados de diversos delitos, pero entre ellos hay votos en contra y a favor de Dilma.
Por Raúl Zibechi
Las palabras son importantes. En América Latina tenemos una historia tremenda de golpes de Estado, que se caracterizaron por la interrupción del funcionamiento de las instituciones, que en muchas ocasiones desembocó en represiones violentas, muerte y desaparición de opositores. Dilma ya no podía gobernar. Durante más de un año tuvo apenas un 8% de apoyo popular, estaba en franca minoría en las dos cámaras y millones de personas en las calles pedían su renuncia. El nuevo presidente, Michel Temer, es un sinvergüenza, está acusado de corrupción y traicionó a la presidenta para escalar al cargo desde la vicepresidencia. Pero fueron Lula y Dilma quienes lo colocaron en ese lugar.
Quienes defienden la tesis del golpe y de que ya no hay democracia en Brasil, deberían explicar porqué el Partido de los Trabajadores (PT) acude a las elecciones municipales de octubre en alianza, en no pocas ciudades, con los partidos que habilitaron el “golpe” en el parlamento. Como propaganda, la tesis del golpe es débil. Pero si se cree realmente en ella, no cabe entrar en componendas con los golpistas porque se lleva la confusión –ya de por sí enorme- a niveles tremendos. Dilma aprobó una ley antiterrorista que criminaliza a los movimientos sociales, algo que convenientemente eluden los defensores de la tesis del golpe.
Mejor que enfrascarnos en un debate sobre golpe si o golpe no, parece más útil recapitular las seis claves que llevaron al desenlace del pasado miércoles 31 de agosto, un día triste para los latinoamericanos, porque se encamaran en el poder los sectores más reaccionarios de la sociedad brasileña.
1.- La crisis económica desatada como consecuencia de la caída de los precios de las exportaciones de soja, mineral de hierro y alimentos, frenó una década de expansión de la economía y del consumo de las familias que llegaron al fin del ciclo con un endeudamiento de la mitad de sus ingresos (48% en 2015 frente a 22% en 2006). Esto explica el mal humor en una sociedad que ya no puede pagar sus deudas.
Con la crisis se deshizo el milagro instalado por Lula, consistente en mejorar la situación de los pobres sin tocar a los ricos. Endeudamiento es sinónimo de fragilidad, algo que revierte la permanente mejoría económica de los sectores populares que por primera vez accedieron al consumo de masas. Entre 2001 y 2015, el salario creció un 80%, pero el crédito a las familias lo hizo un 140%. Se evaporó la magia y muchos culpan al mago.
2.- La izquierda brasileña fue incapaz de leer las movilizaciones de junio de 2013. Más de 20 millones de personas se lanzaron a las calles en 350 ciudades durante un mes, una parte de ellas eran votantes del PT cansados de la desigualdad en la vida cotidiana, en el transporte, la salud y la educación. Como señala la periodista Eliane Brum, “en la protesta en las calles quedó en evidencia que el imaginario de la conciliación no se podía seguir sosteniendo”.
Cuando la crisis de 2008, Lula dijo que era apenas una “olita” (marolinha) que no afectaría al país. En 2013 atribuyó las manifestaciones al activismo juvenil en las redes sociales. En ambos casos, frivolizó hechos que tiempo después se le volvieron en contra. La derecha, por el contrario, interpretó que había llegado su momento y se lanzó a las calles con vigor, torciendo la protesta contra la desigualdad en denuncia de la corrupción que, en un país tan corrupto como desigual, hizo recaer la responsabilidad sobre los gobiernos del PT, ayudada por los grandes medios de comunicación.
3.- Luego de doce años en el poder, buena parte de los cuadros y dirigentes petistas mostraron claros signos de corrupción, ya que no fueron capaces de modificar la financiación de los partidos por las grandes empresas. El PT no sólo no supo modificar la política brasileña; tampoco pudo comprender que el modelo extractivo no es sólo una cuestión económica, sino un tipo de sociedad que funciona en base al despojo y que la cultura que le es funcional gira en torno a la especulación y no la producción, el consumo ostentoso y no el trabajo digno.
La corrupción endémica se vio reforzada por un modelo extractivo que carcomió durante una larga década las bases sociales de la izquierda, desde los campesinos sin tierra y los indios, hasta los trabajadores y los habitantes de las periferias urbanas. No es casualidad que desde 2003, año en que Lula llega al gobierno, las muertes violentas de blancos cayeran un 25% y las de negros (la mitad de la población del país) crecieran un espantoso 40%.
4.- El PT estableció alianzas con la derecha conservadora y corrupta a cambio de cargos en el aparato estatal. Los corruptos no son confiables. Cuando les conviene, se dan vuelta. Así sucedió con los evangélicos, que tienen un 20% de los diputados y senadores y co-gobernaron durante diez años con Lula y Dilma. El Partido del Movimiento Democrático (PMDB) es la muestra más clara del clientelismo y gobernó junto al PT desde que Lula llegó a la presidencia.
5.- La debilidad de las instituciones y de la democracia brasileña se vieron agravadas por el modelo extractivo y especulativo-financiero que genera una sociedad sin más valores que el enriquecimiento y el consumo, que se agotan en muy corto plazo. Todos los análisis sobre el capital financiero coinciden en el carácter corruptor y disolvente que tiene sobre las personas y las instituciones. En lo fundamental, porque las finanzas son corruptas, están basadas en el robo del trabajo y del ahorro y, por lo tanto, no pueden sino multiplicar esos modos de hacer. No es casualidad que con el PT en el gobierno, la banca ganara 40% más que bajo los gobiernos neoliberales privatizadores de Fernando Henrique Cardoso.
6.- La izquierda y los movimientos sociales no fueron capaces de pelear a contracorriente, de enfrentar a la derecha cara a cara, porque durante más de diez años se acostumbraron a la comodidad de navegar con el viento a favor que, como sabemos, debilita el carácter y la voluntad. Hace más de medio siglo, cuando el fascismo llegaba a su pináculo, Walter Benjamin lo dijo sin matices: “No hay otra cosa que haya corrompido más a la clase trabajadora alemana, que la idea de que ella nada con la corriente” (XI Tesis sobre la Historia).
El PT, Lula y Dilma están siendo víctimas de verdugos a los que alimentaron, a la vez que desarmaron política y éticamente a sus bases sociales. La historia no se termina; recomienza en un punto mucho más dramático para la humanidad, cuando “ellos” están más decididos que nunca a acabar con “nosotros”, algo que conseguirán a no ser que, como también dijo Benjamin, seamos capaces de reaprender “lo mismo el odio que la voluntad de sacrificio”. Dos conceptos que tienen poca aceptación en épocas de posmodernidad y electoralismo.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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