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El mono liso

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El científico Miguel Benasayag brindó una charla en MU en la que, a partir del cruce de múltiples disciplinas, analizó un fenómeno complejo e inquietante: la modificación del cerebro humano a partir de la técnica colonizada por las corporaciones. ¿Cómo escapar a nuestro achatamiento? Este miércoles habrá otro encuentro en lavaca.
Si alguien llega, se sienta frente a un nutrido grupo de personas, toma un micrófono y cuenta que un estudio de Google, a partir de un año de análisis de la tarjeta de crédito de un individuo, determinó con un 85 por ciento de certeza que ese individuo se va a separar de su pareja en el plazo de los próximos tres años, ¿que hacés?
Opción A: salís corriendo asustado.
Opción B: salís corriendo asustado a tirar tu tarjeta de crédito.
Opción C: salís corriendo asustado a tirar tu tarjeta de crédito y a tratar de explicarle a tu pareja que ese hombre, Google está loco y que vos la amás.
Opción D: te quedás a escuchar.
Si aún dudás, el hombre agrega algo más. “Las matemáticas que utilizaron para hacer eso son matemáticas básicas, de primero inferior. No es que tengan algo genial”, tranquiliza. “Pasa que el ser humano está mecanizándose y transformándose en algo previsible. Previsible para el mercado, para la gobernabilidad. Ese es el ejemplo que hemos tomado de Google”.
Si todavía no saliste corriendo, bienvenido y bienvenida. El hombre es Miguel Benasayag.

Ya no somos originales

Miguel Benasayag, científico y exmilitante del PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo, una de las organizaciones políticas guerrilleras de la década del setenta en Argentina), cruza una multiplicidad de disciplinas (medicina, psiquiatría, antropología, epistemología, filosofía y neurofisio-patología) para analizar un tema inquietante: cómo el cerebro de la especie humana está siendo modificado por la técnica colonizada por las corporaciones. En una charla en lavaca, y siguiendo con el ejemplo del estudio Google, señaló: “Había un matemático que ya había abordado esto para comprender el cambio cultural, social y científico que está pasando en el mundo. Decía que lo que está pasando es que estamos pasando de un mundo de la comprensión (como un proceso interno y complejo) a lo predecible”.
¿Cómo es que esto está ocurriendo?

Que Perico no se muera

Para tomar familiaridad con el individuo que, según Google a partir del análisis de su tarjeta de crédito, tiene un 85 por ciento de probabilidad de separarse de su pareja, Benasayag lo bautizó Perico. “Me ocupé de eso porque quería saber qué es lo que estaba pasando”, apuntó. “Resulta que Perico, en principio, funcionaba de acuerdo a una estructura orgánica; esto quiere decir que tenía una base de imprevisibilidad intrínseca”. O sea, no podría establecerse , de ninguna manera, cómo Perico iba a obrar en su vida.
¿Qué es lo que ocurrió para que Perico, un ser complejo y tan vivo, haya sido dislocado, como una pieza de relojería, para determinar cuál podría llegar a ser su funcionamiento social? Benasayag sostuvo que, esa estructura orgánica que otorgaba imprevisibilidad al sujeto, se dislocó. Un ejemplo: es como pasar algo líquido por un colador. En ese sentido, entonces, las estructuras sólidas podrán ser separadas.
“Yo no puedo prever lo que Perico va a hacer, pero si lo disocio en módulos, como yo los recorté, pasan a ser previsibles”, explicó. “Y no es porque la matemática sea compleja, sino que hay una práctica, que es social, que me permite frente a una unidad orgánica dislocada, prever. ¿Qué es lo que no puedo prever? Justamente lo que no pasa por el colador”. Por eso, en el estudio de Google, hay un margen del 15 por ciento.
¿Qué debe ocurrir para que una persona sea 100 por ciento predecible? Benasayag sintetizó: “La persona tendría que tener la amabilidad de morirse”.

Perico y la raíz cuadrada

“Lo que era fantástico de este estudio era que no había una genial utilización de la matemática, sino que lo que estaba pasando era que había que comprender cuáles eran las prácticas sociales cotidianas que, en la praxis, estaban dislocando a los hombres y mujeres a tal punto que, efectivamente, estuvieran fisicalizando lo orgánico”, se sorprendió el científico. “Entonces, si ahora puedo aplicar modelos de análisis a lo vivo, es porque lo vivo se comporta cada vez menos como un ser vivo y cada vez más de manera mecánica”.
Stop. Despacio. Lo que Benasayag explicó es una cuestión que, en neuropsicología, se llama “delegación de funciones”. ¿Un ejemplo? “Si yo enseño a alguien hacer una raíz cuadrada, hay una estructura neural que se está formando en la cabeza de ese alguien que está aprendiendo a hacer la raíz cuadrada”, describió. “Hay una estructura cerebral que esculpe el cerebro de una manera. Después, si esa persona se olvida cómo hacer una raíz cuadrada, esa estructura queda para otro tipo de situaciones complejas”.
El científico subrayó dónde es que aparece el problema. “Si yo, en vez de enseñarle a alguien la raíz cuadrada, le enseño qué botón hay que apretar para hacerla, esa estructura no solamente no se hace, sino que hay una colonización: yo delego esa función en el aparato. Poco a poco, mi cerebro va perdiendo niveles de complejidad, y se forma una especie de plasticidad que hace que, efectivamente, en ningún caso vaya a desarrollar la misma estructura de cerebro. Y, segundamente, hay una incorporación cada vez mayor de un funcionamiento on/off”.

Los dioses modernos

Las prácticas sociales dislocadas y el cerebro humano como un proceso histórico en el que deviene cada vez más liso, son consecuencias de la conexión del ser humano con las nuevas tecnologías y la forma de relacionarse con ellas. “Nuestra sociedad pasa a producir órganos sin cuerpo. Es una cosificación total”, expresó Benasayag. “Y todo eso pasa en nombre de dos principios fundamentales: divertimiento y facilidad. Son dos pilares en nuestra época: hay que divertirse y hay que facilitarse la vida”.
El científico destacó que la juventud sub 20 ya nació en ese proceso de hibridación. “Claro que no es como los films de ciencia ficción, en los que te sale un cuerno de la frente, sino que estás conectado”, explicó. “Hay una dependencia de esa comunicación, que no es de transmisión, sino que es estructurada y performativa. Por eso, hay que estudiar eso y estar atentos a cómo emergen formar de reorganización de lo orgánico a partir de la hibridación.”
Es decir, lo importante en esta nueva era es cómo se construyen, dentro de este proceso, espacios de resistencia con una fuerte raigambre en lo colectivo, y no en lo individual. “Hay que descubrir para qué nacimos”, señaló. “La potencia de actuar tiene que ver con el coraje de ver lo que está pasando. Nosotros tenemos que tener la pasión alegre de actuar aceptando el estado de caos del mundo. Hay que aceptar un nivel de conflictividad, no resoluble, porque cada vez que pensamos nuestra sociedad en términos de solución –de acuerdo a nuestras cabezas hegelianas, marxistas-, estamos pensando una cartografía que no se corresponde con el mundo actual”.
Y agregó: “La potencia de actuar tiene que ser con un buen diagnóstico de lo que está pasando. Pero hay que ponerse en amistad con la negatividad. Cuando uno acepta que hay niveles de caos, empiezan a aparecer niveles de autoregulación. No se trata de atacar la tecnociencia, sino de recolonizarla para la vida”.

Estética y creación

A lo largo de la charla, Benasayag mencionó una y otra vez la importancia de la noción de la estética y la forma como una estrategia de vehiculizar los contenidos que rompan con la lógica de colonización de subjetividades que, como describió el científico, está llevando al ser humano a un estado cada vez más mecánico y previsible. “Hay mucho pensamiento crítico, mucha denuncia del horror neoliberal, pero ese pensamiento solo no logra subvertir nada”, criticó. “Tengo un amigo campesino francés, muy radical, un líder, que en cuanto se hizo conocido, las grandes editoriales lo publicaron porque vende. No solamente no tuvo que hacer libro con mimeógrafo, sino que lo publicaban porque hay un gran público que le interesa saber cómo somos una mierda”.
A lo que Benasayag se refirió fue a su preocupación de que, en esta época, no exploten ni emerjan estéticas alternativas. “La cuestión de las formas es fundamental, en el sentido de formas estructurantes que posibilitan otro modo de relación de vida”, definió, y puso como ejemplo el trabajo que está realizando junto a un grupo de teatro. “El arte es muy importante porque tiene otra inmediatez. Lo que el arte muestra, yo lo comprendo sin la necesidad de ser mediatizado por un estudio conceptual”, manifestó. “Cuando yo trato de explicarle a alguien lo que me apasiona, me cuesta. ¿Cuál es el desafío? Pensando las formas, el acceso sería inmediato”.

Núcleos de vida

Por esa razón, y través de estos mecanismos bajo los cuales puede pensarse la creación de espacios de resistencia, Benasayag intima a disputarle la racionalidad al poder. “Hay que crear lugares donde se producen saberes profundos, complejos, intensivos. Eso es lo que, desde el punto de vista social, defendemos”, indicó. “Hay que encontrar en nuestra vida algo más potente y deseable que lo que es fácil y placentero. Eso es un punto de resistencia y de oscuridad total para el sistema. Estamos tratando de reconstruir núcleos de vida”.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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