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Rap de las neuronas

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Hace de la música una crónica social, vende sus discos cargándolos en una mochila, rechazó contratos con multinacionales, pero MTV pasa su video, que produjo él mismo, a todo trapo y con el apoyo de su público. Creció en Moreno, creció en una habitación de 4 x 4 y hoy vive en Palermo, de prestado.

Rap de las neuronas

No es un rap, es una conclusión: “Antes me preocupaba más por hablar, por decir ‘soy el que mejor rapea’, pero era mi época adolescente, era parte de mi ego. Ahora, antes de decir eso, prefiero demostrarlo. No decir nada”. Para no decir nada, Mustafá suele decir mucho. Tiene 32 años, 18 en el mundo del hip hop, y ya es considerado un referente ineludible de ese volcán de imágenes y crónicas que es el rap, mientras construye su propio mito con imaginación y pocas pulgas.
Por eso, por teléfono, dice: “Si es para usarme de contrapunto de Dante, no”. Dante es Spinetta, pero Mustafá quiere ir más allá de los contrapuntos, y acepta hablar de lo que hace, que no es sólo música, sino una especie de código afinado con la época. Hay un hartazgo: “Estoy cansado de las entrevistas donde preguntan sobre las pandillas, o sobre lo que dicen otros, o sobre las críticas. Hace tiempo que me di cuenta de que lo mejor es hacer música y que hable por mi”. Que hable. En Casi Anarkista, uno de sus temas recientes, se refleja lo que siente sobre algunos de los medios masivos que se le acercan:

Oíste qué artista,
amor a primera vista,
triste periodista,
odio ciego, amarillista.

Pero al final Mustafá termina hablando de lo que no quería, sin que nadie le haya querido preguntar el tema: “El padre de Dante (Luis Alberto) fue más rapero que él. ¿Por qué? Porque en Almendra cantaba ideales en un momento donde hacían falta”.

Imaquinar en MTV
Cantar ideales cuando hace falta. Mustafá editó hace seis meses Imaquinar, que ya vendió 2.000 copias sin otra publicidad que la mejor de todas: el potente boca a boca. Recibió excelentes críticas y puede ser escuchado como un clásico del género en su versión más pura –sin mezcla– pero también leído como una serie de narraciones que pintan Moreno, el barrio del oeste del conurbano en donde creció Mustafá. “Es mi disco más oscuro –define– y además es un orgullo”.
El tema emblemático del disco es El Niño. Y ese niño es Mustafá. “El molde de lo que escribo está en mis ojos. Yo tuve una infancia muy dura. El Niño cuenta mi propia historia”, dice el músico. Tuvo su 4 x 4, aunque no exactamente la que puede suponerse. “Cuando tenía 10 años nos fuimos a vivir a Moreno, a la casa de una tía que nos prestó una piecita de 4 x 4 donde ella guardaba la bicicleta. Ahí vivíamos seis, teníamos techo de chapa, de ese que en invierno gotea porque se congela del lado de adentro, y en verano larga calor. No podíamos dormir. Adentro de un placard había una cocinita… ¿Qué ganas de estudiar íbamos a tener, y cómo voy a ser ajeno a eso, si es mi historia?”. Dice El Niño:

Los problemas del barrio
no tienen horario
noticia de lo diario
filtrando el escenario
políticos mercenarios
censuran a los pibes
las ideas mas gloriosas
salen de las plumas más humildes
 
Pese al frío, al calor y a la piecita, Mustafá terminó la secundaria y trabajó siempre para ayudar a su madre. “La primera vez que fui a bailar tenía 18, fue cuando pude tener un par de zapatillas. Antes me habían invitado mis compañeros de la escuela pero me daba vergüenza no tener qué ponerme. Todos en el barrio eran pobres como yo, sólo que como digo en la letra, lo disimulaban con un par de zapatillas”.
El Niño fue la canción elegida por Mustafá para grabar un video que tiene su propia historia. Buscando dónde hacerlo terminó, como siempre, en Moreno. “Busqué y busqué hasta que di con un orfanato que dejó de funcionar hace 50 años. Era un lugar para 800 chicos atendido por 200 monjas. Lo ves y es una cárcel. No te puedo explicar la energía pesada que hay en ese lugar y meter chicos ahí fue un desafío”.
Los padres escucharon la canción y estuvieron de acuerdo en dejar participar a sus hijos en el video. Esos mismos adultos, muchas veces, le decían con sorpresa durante la filmación: “Esto que dice la letra es verdad”. Varios familiares hicieron de extras: una prima embarazada y un sobrinito y también su madre, que preparó el catering para los dos días de grabación: “Igual me salió caro. Está grabado en hd (significa High Definition, una calidad de imagen superior a la normal) y fue dirigido por un grupo de directores de cine que se acercó al rapero y se interesó en la canción. La estética es impecable, y estremecedora. En esa oscuridad de cárcel los chicos juegan a la pelota y las chicas saltan la soga.
“La plata la junté peso por peso con los shows. Me privé de muchas cosas. O me compraba un auto o hacia un videoclip. Cuando presenté el video le dije a la gente: los productores de este video son ustedes, este video es de todos, porque sin la gente que va a los shows no sería posible. Fui de a poquito, no les dije directamente ‘poné para el video’, pero hice unos shows y todos pagaron su entrada. Y la plata no la salí a quemar y a tomar, ¿entendés? Saqué un videoclip del que voy a estar orgulloso aunque pasen veinte años”.
Ese oscuro videoclip del orfanato empieza con la frase de Antoine de Saint-Exupéry en El Principito: “Quiero dedicar este libro al niño que fue cierta vez esta persona. Todas las personas mayores, antes que nada, fueron niños, aun cuando muy pocas se acuerden de ello”.
El Niño se puede ver en la web, pero además lo pasan en mtv al menos una vez por día. En general hay que pagar para que ese canal ponga en circulación un video: “Yo sabía que los medios no le iban a dar bola a algo hecho con pocos recursos y por eso me jugué todo. Sé que lo que hice es mucho mejor que otras cosas que muestran ahí…”.
Allí puede escucharse a Mustafá, rapeando esta oración:

Bebés nacen borrachos
el vino es más barato que la leche
quieren que no piense, sospeche
aparatos de la mente
arrebatan tu futuro
en tu presente
el niño llora
el niño siente

Luego, cambia la última frase: “El niño llora, el niño miente”.

Competitivo x 2
La idea de lo colectivo fue una decisión mustafaseana desde siempre. El primer grupo que formó en 1998 se llamó La Organización, y ya tenía ínfulas de resistencia cuando se negó a grabar con Nación Hip Hop, la agrupación de Zeta Bossio, el bajista de Soda Stéreo. Además, Mustafá sentía que tenía una misión: organizar la movida, hacerla crecer, y no era sólo una responsabilidad que asumía con respecto al grupo sino a todo el movimiento hip hopero.
Un año después, Mustafá empezó a hacer freestyle (estilo libre o improvisación) y cosechaba miradas de desconfianza por parte del público: no le creían. “Está preparado de antes”, le decían. Muy pronto, creció la cantidad de músicos puestos a improvisar. Nacieron el contrapunto, los “duelos” y la competencia de mcs (masters of ceremony): en términos locales, verdaderas payadas entre raperos.
Mustafá –ya disuelta La Organización– fundó en 2001 Sudamétrica, formada por chicos que solamente se dedicaban a improvisar: “Si nosotros nos organizábamos en colectivos o crews (equipo o tripulación), los que nos quisieran competir iban a tener que armar sus propias crews. Y esa competencia iba a generar calidad”, resume. La competencia tenía así un sentido especial y diferente: más que el triunfo de unos sobre otros, el crecimiento de todos.
Sudamétrica se disolvió con la ida de Sergio Sandoval que era la juventud del colectivo. Las razones parecen tener que ver con el ego, aunque no quedan del todo claras: “Yo no me peleé con los que ahora hicieron Iluminate, ellos decidieron hacer su música, y yo seguir con la mía. Los conozco y ellos aman el rap”. Mustafá es un tipo ya maduro, se le nota la concentración en lo que dice y en lo que hace, y es lo más parecido a la idea de artista que a uno se le viene a la cabeza. ¿Cómo decirlo?

Al borde del abismo
hice del vértigo mi trono
sujeto real, mi público es leal.
Me siento único
en cada centímetro cúbico
de esas neuronas.

De Morón a Babylon
“Ahora estoy solo –dice Mustafá– porque esta mierda del rap es muy competitivo. Pasa en todo el mundo, en Francia, Estados Unidos, todos los íconos del hip hop tuvieron celos. Nos estamos peleando por el micrófono todo el tiempo, para ver quién se acerca más a la verdad. Quién asombra más. Yo opté por cortar con toda esa hipocresía y todo lo que era malo en mi vida me lo saqué de encima”. Reconoce que el tiempo lo ha ido poniendo frente a otra encrucijada: “Quizá por mi edad tendría la necesidad de hacer algo más comercial y sin embargo no puedo, mi disco es social”.
La charla transcurre en el nuevo hogar temporario de Mustafá, un moderno departamento de Palermo, propiedad de un misterioso escritor que se lo prestó por un tiempo. ¿Cómo es la mutación del conurbano caliente a este supuesto mundo fashion? “Mis amigos tienen miedo de que yo cambie por vivir acá. A veces vienen y se quedan diez a dormir… Igual fue raro el cambio, porque creo que para hablar de Babylon está bueno vivir en el corazón de Babylon, ya conozco la otra parte”. ¿Qué decir de lo que Mustafá menciona como Babylon?

Acá no basta ni la bosta de tu rostro.
Tu envidia es la lepra de tu letra,
eureka un tetra al costo
mirá con qué poco me conformo
quiero seguir escapándole al Opus Dei
que por hacer subversivo mi rap
me siguen sotanas negras atrás
que hablan de Satanás
y escuchan a Vox Dei.

Las referencias a Jorge Videla, Augusto Pinochet y Margaret Thatcher pueden encontrarse en Internet: “Yo soy mucho de cuestionar, de preguntar: vos decís tal cosa, pero ¿qué hacés? Y realmente cuando contás lo que pasa ya estás haciendo algo. Y soy de preguntarme y responderme cuando escribo. La gente está siempre expectante a que equivoques. Hoy en día yo llego a una fiesta y ya no la disfruto como antes, sé que me están mirando a ver qué hago”.
¿Y qué hace Mustafá? Además de escribir crónicas de temas poco habituales en los repertorios de moda –como la niñez, la pobreza– y de tomarse en serio lo que hace –otro ejercicio poco común– tiene como sponsor a una marca argentina de ropa de hip hop, pero todo lo que recibe por ese rubro lo dona a un comedor infantil de Moreno. Además tiene un sello propio que retomó el nombre Sudamétrica a través del cual edita sus discos: ya va por Cuentos de Chicos para Grandes e Imaquinar, más un vinilo.
Distribuye con una mochila sus propios discos, y lo llaman cuando hay que reponer, cobrar o llevar la producción de un lado al otro. Luz Ariana es su novia. Mustafá no puede disimular su orgullo: “Es la mina más pila de toda la escena. Cuando teníamos que hacer una página web dijo ‘no paguemos’, se hizo un curso de diseño, y ahora hace todo ella. También creó el arte del disco y ahora se compró los equipos porque quiere ser dj. Y lo que sabe de rap, ¡es una nerd!”.

Escuchá bien, Dumbo
Las preocupaciones económicas de Mustafá, ¿podrían aliviarse con algún contrato con una multinacional? Responde que varias lo llamaron, pero no aceptó: “Si estuviera en un sello no sonaría como sueno. Te ponen un montón de condiciones. Si bien me sacaría mucha presión… que distribuir el material, que responder los pedidos, que no hay más discos, que andá de acá, que andá para allá, que hablar de plata, que cobrar los discos… no me gusta. Pero no tengo manager porque nadie se hace cargo de lo propio como uno mismo. Y una multinacional no se va a poner la camiseta como yo. Yo lucho por lo que hago. Si a mí me va mal, soy el único culpable”.
Sin contratos, entonces, puede cantar:

¿O el escudo de la moda
te dejó sordo y mudo
en el episodio de lo absurdo?
Escuchá bien Dumbo
abrí bien tus orejas
que los herejes que ayer
saquearon mi tierra
hoy no quieren
las cuentas parejas
y así cierran estas moralejas, gil
en el planeta
nuestros chicos crecen más rápido para evitar el abuso infantil.

Hoy Mustafá siente que encontró una identidad para su música, un modo de escribir y de cantar que es profundo y a la vez provocador. Dice: “El medio que elegí para dar un mensaje es el rap. Ya estamos en 2008. Soy tercermundista y acá hay gente que de verdad necesita del artista. Por ahí hay música para bailar y música para escuchar, pero yo soy un convencido de que se puede bailar música que diga algo. Bailan tus pies y bailan tus neuronas”.

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