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Rap de las neuronas

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Hace de la música una crónica social, vende sus discos cargándolos en una mochila, rechazó contratos con multinacionales, pero MTV pasa su video, que produjo él mismo, a todo trapo y con el apoyo de su público. Creció en Moreno, creció en una habitación de 4 x 4 y hoy vive en Palermo, de prestado.

Rap de las neuronas

No es un rap, es una conclusión: “Antes me preocupaba más por hablar, por decir ‘soy el que mejor rapea’, pero era mi época adolescente, era parte de mi ego. Ahora, antes de decir eso, prefiero demostrarlo. No decir nada”. Para no decir nada, Mustafá suele decir mucho. Tiene 32 años, 18 en el mundo del hip hop, y ya es considerado un referente ineludible de ese volcán de imágenes y crónicas que es el rap, mientras construye su propio mito con imaginación y pocas pulgas.
Por eso, por teléfono, dice: “Si es para usarme de contrapunto de Dante, no”. Dante es Spinetta, pero Mustafá quiere ir más allá de los contrapuntos, y acepta hablar de lo que hace, que no es sólo música, sino una especie de código afinado con la época. Hay un hartazgo: “Estoy cansado de las entrevistas donde preguntan sobre las pandillas, o sobre lo que dicen otros, o sobre las críticas. Hace tiempo que me di cuenta de que lo mejor es hacer música y que hable por mi”. Que hable. En Casi Anarkista, uno de sus temas recientes, se refleja lo que siente sobre algunos de los medios masivos que se le acercan:

Oíste qué artista,
amor a primera vista,
triste periodista,
odio ciego, amarillista.

Pero al final Mustafá termina hablando de lo que no quería, sin que nadie le haya querido preguntar el tema: “El padre de Dante (Luis Alberto) fue más rapero que él. ¿Por qué? Porque en Almendra cantaba ideales en un momento donde hacían falta”.

Imaquinar en MTV
Cantar ideales cuando hace falta. Mustafá editó hace seis meses Imaquinar, que ya vendió 2.000 copias sin otra publicidad que la mejor de todas: el potente boca a boca. Recibió excelentes críticas y puede ser escuchado como un clásico del género en su versión más pura –sin mezcla– pero también leído como una serie de narraciones que pintan Moreno, el barrio del oeste del conurbano en donde creció Mustafá. “Es mi disco más oscuro –define– y además es un orgullo”.
El tema emblemático del disco es El Niño. Y ese niño es Mustafá. “El molde de lo que escribo está en mis ojos. Yo tuve una infancia muy dura. El Niño cuenta mi propia historia”, dice el músico. Tuvo su 4 x 4, aunque no exactamente la que puede suponerse. “Cuando tenía 10 años nos fuimos a vivir a Moreno, a la casa de una tía que nos prestó una piecita de 4 x 4 donde ella guardaba la bicicleta. Ahí vivíamos seis, teníamos techo de chapa, de ese que en invierno gotea porque se congela del lado de adentro, y en verano larga calor. No podíamos dormir. Adentro de un placard había una cocinita… ¿Qué ganas de estudiar íbamos a tener, y cómo voy a ser ajeno a eso, si es mi historia?”. Dice El Niño:

Los problemas del barrio
no tienen horario
noticia de lo diario
filtrando el escenario
políticos mercenarios
censuran a los pibes
las ideas mas gloriosas
salen de las plumas más humildes
 
Pese al frío, al calor y a la piecita, Mustafá terminó la secundaria y trabajó siempre para ayudar a su madre. “La primera vez que fui a bailar tenía 18, fue cuando pude tener un par de zapatillas. Antes me habían invitado mis compañeros de la escuela pero me daba vergüenza no tener qué ponerme. Todos en el barrio eran pobres como yo, sólo que como digo en la letra, lo disimulaban con un par de zapatillas”.
El Niño fue la canción elegida por Mustafá para grabar un video que tiene su propia historia. Buscando dónde hacerlo terminó, como siempre, en Moreno. “Busqué y busqué hasta que di con un orfanato que dejó de funcionar hace 50 años. Era un lugar para 800 chicos atendido por 200 monjas. Lo ves y es una cárcel. No te puedo explicar la energía pesada que hay en ese lugar y meter chicos ahí fue un desafío”.
Los padres escucharon la canción y estuvieron de acuerdo en dejar participar a sus hijos en el video. Esos mismos adultos, muchas veces, le decían con sorpresa durante la filmación: “Esto que dice la letra es verdad”. Varios familiares hicieron de extras: una prima embarazada y un sobrinito y también su madre, que preparó el catering para los dos días de grabación: “Igual me salió caro. Está grabado en hd (significa High Definition, una calidad de imagen superior a la normal) y fue dirigido por un grupo de directores de cine que se acercó al rapero y se interesó en la canción. La estética es impecable, y estremecedora. En esa oscuridad de cárcel los chicos juegan a la pelota y las chicas saltan la soga.
“La plata la junté peso por peso con los shows. Me privé de muchas cosas. O me compraba un auto o hacia un videoclip. Cuando presenté el video le dije a la gente: los productores de este video son ustedes, este video es de todos, porque sin la gente que va a los shows no sería posible. Fui de a poquito, no les dije directamente ‘poné para el video’, pero hice unos shows y todos pagaron su entrada. Y la plata no la salí a quemar y a tomar, ¿entendés? Saqué un videoclip del que voy a estar orgulloso aunque pasen veinte años”.
Ese oscuro videoclip del orfanato empieza con la frase de Antoine de Saint-Exupéry en El Principito: “Quiero dedicar este libro al niño que fue cierta vez esta persona. Todas las personas mayores, antes que nada, fueron niños, aun cuando muy pocas se acuerden de ello”.
El Niño se puede ver en la web, pero además lo pasan en mtv al menos una vez por día. En general hay que pagar para que ese canal ponga en circulación un video: “Yo sabía que los medios no le iban a dar bola a algo hecho con pocos recursos y por eso me jugué todo. Sé que lo que hice es mucho mejor que otras cosas que muestran ahí…”.
Allí puede escucharse a Mustafá, rapeando esta oración:

Bebés nacen borrachos
el vino es más barato que la leche
quieren que no piense, sospeche
aparatos de la mente
arrebatan tu futuro
en tu presente
el niño llora
el niño siente

Luego, cambia la última frase: “El niño llora, el niño miente”.

Competitivo x 2
La idea de lo colectivo fue una decisión mustafaseana desde siempre. El primer grupo que formó en 1998 se llamó La Organización, y ya tenía ínfulas de resistencia cuando se negó a grabar con Nación Hip Hop, la agrupación de Zeta Bossio, el bajista de Soda Stéreo. Además, Mustafá sentía que tenía una misión: organizar la movida, hacerla crecer, y no era sólo una responsabilidad que asumía con respecto al grupo sino a todo el movimiento hip hopero.
Un año después, Mustafá empezó a hacer freestyle (estilo libre o improvisación) y cosechaba miradas de desconfianza por parte del público: no le creían. “Está preparado de antes”, le decían. Muy pronto, creció la cantidad de músicos puestos a improvisar. Nacieron el contrapunto, los “duelos” y la competencia de mcs (masters of ceremony): en términos locales, verdaderas payadas entre raperos.
Mustafá –ya disuelta La Organización– fundó en 2001 Sudamétrica, formada por chicos que solamente se dedicaban a improvisar: “Si nosotros nos organizábamos en colectivos o crews (equipo o tripulación), los que nos quisieran competir iban a tener que armar sus propias crews. Y esa competencia iba a generar calidad”, resume. La competencia tenía así un sentido especial y diferente: más que el triunfo de unos sobre otros, el crecimiento de todos.
Sudamétrica se disolvió con la ida de Sergio Sandoval que era la juventud del colectivo. Las razones parecen tener que ver con el ego, aunque no quedan del todo claras: “Yo no me peleé con los que ahora hicieron Iluminate, ellos decidieron hacer su música, y yo seguir con la mía. Los conozco y ellos aman el rap”. Mustafá es un tipo ya maduro, se le nota la concentración en lo que dice y en lo que hace, y es lo más parecido a la idea de artista que a uno se le viene a la cabeza. ¿Cómo decirlo?

Al borde del abismo
hice del vértigo mi trono
sujeto real, mi público es leal.
Me siento único
en cada centímetro cúbico
de esas neuronas.

De Morón a Babylon
«Ahora estoy solo –dice Mustafá– porque esta mierda del rap es muy competitivo. Pasa en todo el mundo, en Francia, Estados Unidos, todos los íconos del hip hop tuvieron celos. Nos estamos peleando por el micrófono todo el tiempo, para ver quién se acerca más a la verdad. Quién asombra más. Yo opté por cortar con toda esa hipocresía y todo lo que era malo en mi vida me lo saqué de encima”. Reconoce que el tiempo lo ha ido poniendo frente a otra encrucijada: “Quizá por mi edad tendría la necesidad de hacer algo más comercial y sin embargo no puedo, mi disco es social”.
La charla transcurre en el nuevo hogar temporario de Mustafá, un moderno departamento de Palermo, propiedad de un misterioso escritor que se lo prestó por un tiempo. ¿Cómo es la mutación del conurbano caliente a este supuesto mundo fashion? “Mis amigos tienen miedo de que yo cambie por vivir acá. A veces vienen y se quedan diez a dormir… Igual fue raro el cambio, porque creo que para hablar de Babylon está bueno vivir en el corazón de Babylon, ya conozco la otra parte”. ¿Qué decir de lo que Mustafá menciona como Babylon?

Acá no basta ni la bosta de tu rostro.
Tu envidia es la lepra de tu letra,
eureka un tetra al costo
mirá con qué poco me conformo
quiero seguir escapándole al Opus Dei
que por hacer subversivo mi rap
me siguen sotanas negras atrás
que hablan de Satanás
y escuchan a Vox Dei.

Las referencias a Jorge Videla, Augusto Pinochet y Margaret Thatcher pueden encontrarse en Internet: “Yo soy mucho de cuestionar, de preguntar: vos decís tal cosa, pero ¿qué hacés? Y realmente cuando contás lo que pasa ya estás haciendo algo. Y soy de preguntarme y responderme cuando escribo. La gente está siempre expectante a que equivoques. Hoy en día yo llego a una fiesta y ya no la disfruto como antes, sé que me están mirando a ver qué hago”.
¿Y qué hace Mustafá? Además de escribir crónicas de temas poco habituales en los repertorios de moda –como la niñez, la pobreza– y de tomarse en serio lo que hace –otro ejercicio poco común– tiene como sponsor a una marca argentina de ropa de hip hop, pero todo lo que recibe por ese rubro lo dona a un comedor infantil de Moreno. Además tiene un sello propio que retomó el nombre Sudamétrica a través del cual edita sus discos: ya va por Cuentos de Chicos para Grandes e Imaquinar, más un vinilo.
Distribuye con una mochila sus propios discos, y lo llaman cuando hay que reponer, cobrar o llevar la producción de un lado al otro. Luz Ariana es su novia. Mustafá no puede disimular su orgullo: “Es la mina más pila de toda la escena. Cuando teníamos que hacer una página web dijo ‘no paguemos’, se hizo un curso de diseño, y ahora hace todo ella. También creó el arte del disco y ahora se compró los equipos porque quiere ser dj. Y lo que sabe de rap, ¡es una nerd!”.

Escuchá bien, Dumbo
Las preocupaciones económicas de Mustafá, ¿podrían aliviarse con algún contrato con una multinacional? Responde que varias lo llamaron, pero no aceptó: “Si estuviera en un sello no sonaría como sueno. Te ponen un montón de condiciones. Si bien me sacaría mucha presión… que distribuir el material, que responder los pedidos, que no hay más discos, que andá de acá, que andá para allá, que hablar de plata, que cobrar los discos… no me gusta. Pero no tengo manager porque nadie se hace cargo de lo propio como uno mismo. Y una multinacional no se va a poner la camiseta como yo. Yo lucho por lo que hago. Si a mí me va mal, soy el único culpable”.
Sin contratos, entonces, puede cantar:

¿O el escudo de la moda
te dejó sordo y mudo
en el episodio de lo absurdo?
Escuchá bien Dumbo
abrí bien tus orejas
que los herejes que ayer
saquearon mi tierra
hoy no quieren
las cuentas parejas
y así cierran estas moralejas, gil
en el planeta
nuestros chicos crecen más rápido para evitar el abuso infantil.

Hoy Mustafá siente que encontró una identidad para su música, un modo de escribir y de cantar que es profundo y a la vez provocador. Dice: “El medio que elegí para dar un mensaje es el rap. Ya estamos en 2008. Soy tercermundista y acá hay gente que de verdad necesita del artista. Por ahí hay música para bailar y música para escuchar, pero yo soy un convencido de que se puede bailar música que diga algo. Bailan tus pies y bailan tus neuronas”.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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