CABA
Vallas, a donde vayas
En menos de cinco años, el paisaje porteño mutó drásticamente. De aquellas asambleas a cielo abierto a éstas plazas cerradas, donde el diseño ordena qué se puede hacer y qué no. Esta nueva postal le permitió al arquitecto Rodolfo Livingston inventar un índice para medir la calidad democrática de las ciudades: el rejómetro.Rodolfo Livingston celebra su ocurrencia sentado en un café de San Telmo. Acaba de enunciar un nuevo índice para medir la calidad democrática de las ciudades: la cantidad de vallas desplegadas en el espacio público. “Una ciudad democrática debería caracterizarse por la escasez de muros”, sentencia. Y enseguida comienza a aplicar su nuevo invento: el rejómetro.
“La Plaza de Mayo hoy tiene tres niveles de vallas. Antes, se las llevaban y las traían cuando había una manifestación. Después las dejaron en la vereda y, por ultimo, las fijaron con hormigón frente a la puerta principal de la Casa de Gobierno”. Desde 1810, cuando se conformó el Primer Gobierno Patrio, las autoridades nacionales se asentaron en el solar de lo que hoy se corresponde con Balcarce 50. Pero fue recién en 1884 cuando se terminó de construir el edificio que a lo largo de más de 120 años fue receptor de las mayores broncas argentinas. Sin embargo, desde entonces y hasta ahora, ningún gobierno había sentido la necesidad de aislarla con rejas. Livingston aplica su novedoso instrumento de medición y diagnostica: “Como todos los edificios la Casa Rosada es un símbolo: ahí está el poder político. Cuando hay una reja entre los representantes y los representados quiere decir que los representantes no representan bien a los representados. Todo muro refleja una fractura”.
Ahora Livingston dirige su rejómetro hacia la Pirámide Mayo que, como la mayoría de los monumentos públicos, está encerrado. El argumento oficial subraya que no hay otra manera de protegerlos contra el vandalismo. El arquitecto mira la situación desde otro punto de vista: “Los monumentos están todos presos. Lo que pasa es que la gente no los siente como propios, no saben a quiénes homenajean, qué hicieron. Y eso tiene que ver con mostrar al pasado momificado y a los héroes, de bronce. Nadie destroza lo que le es propio. Es inimaginable ver a un chico rompiendo su propio cuarto. Y cuando rompe el colegio el último día de clase está demostrando que nunca lo vivió como propio porque no se conformó la comunidad educativa. Con las sociedades ocurre lo mismo”.
El rejómetro indica que en los últimos años aumentó de manera notoria la cantidad de vallas en Buenos Aires. En poco más de dos años fueron cercadas 65 plazas y ya fue aprobada una partida de 900.000 pesos para encerrar a otras seis. Aquella experiencia asamblearia de diciembre de 2001, donde los vecinos se autoconvocaban en esas ágoras verdes durante noches de verano, hoy sería impensable: los parques cierran sus puertas tras la caída del sol para volverlas a abrir recién a las 7 de la mañana. “A veces algunas decisiones urbanísticas conllevan detrás un interés político”, advierte Livingston. Y recuerda la obra del barón Georges Haussman, diseñador de los boulevares parisinos a mediados del siglo xix. Por aquellos tiempos, el emperador Napoleón iii se propuso atravesar rápidamente la ciudad para acceder a las barriadas pobres y controlarlas. Con el nuevo diseño, los caminos facilitaban el accionar de la caballería y la artillería, a la vez que dificultaban el levantamiento de barricadas como las que habían hecho triunfar a la Revolución del 48.
En otro tiempo y lugar bien diferentes, los vecinos de Chacarita se levantaron un día y se toparon con un cerco que rodeaba el perímetro del Parque Los Andes. Nadie les preguntó si lo querían, tampoco qué uso le daban a ese predio. Pero una vez terminadas las obras, ya no pudieron andar en bicicleta, ni jugar al fútbol ni pasear sus perros. Así, la remodelación de ese espacio verde no sirvió para potenciar los usos que le daban los vecinos sino, más bien, para fijarles nuevas rutinas. “Lo que debería hacer un gobierno es crear una sala de operaciones –propone Livingston–. Cuando yo proyecto una casa, convoco a todos los actores involucrados y les pregunto cuáles son sus necesidades: vienen los padres, los hijos, los abuelos y me cuentan qué usos quiere darle cada uno, qué problemas tienen que resolver. Y con toda esa información realizo el proyecto. Pero lo que pasa es que en este sistema no hay una participación real, sino una falsa representación”.
La pregunta entonces es: ¿de quién es el espacio público?
Exactamente. Y la respuesta se puede encontrar en las acciones concretas de los gobiernos. La primera ley que impusieron los militares de la dictadura fue la del estado de sitio: más de dos personas no podían conversar en la calle. Buscaba que la gente no se encontrara. Por entonces, el urbanismo estaba al servicio del desencuentro. Una ciudad democrática, por el contrario, debería propiciar los espacios de encuentro, no necesariamente sólo los políticos, si no también los festivos. Debería haber, por ejemplo, muchos lugares peatonales. Mientras que Europa está llena de plazas secas, aquí tenemos dos fideítos –en Lavalle y Florida–, inundados de kioscos.
La última reforma del Código Contravencional porteño, realizada en 2004, intentó reglar el uso del espacio público. Entre otras cosas propuso penar la realización de manifestaciones de protesta. “Hay que respetar cierto orden, pero a los problemas hay que hacerlos evidentes en las calles, si no la gente no los ve. La ciudad global está segregada por clase social y no hay ninguna búsqueda de igualdad. El que pueda pagar se salva y el que no, a la jungla.” La afirmación corresponde a Zaida Muxí, una arquitecta argentina que en 1990 se radicó en Barcelona y se doctoró en la Universidad de Sevilla con un trabajo que resultó la base de su libro La arquitectura en la ciudad global.
En su último viaje a Argentina, Muxí advirtió sobre los riesgos de lo que ella llama “museificación de Buenos Aires”, y para explicar de qué se trata tomó prestado el término “dysnelandificación” de John Hanningan, sociólogo de la Universidad de Toronto: “La disneylandificación es transportar los conceptos que manejó Walt Disney en la creación de sus escenografías urbanas a la ciudad real. Los valores transportados a la ciudad son: máxima limpieza, control de personas –todo diferente es sospechoso–, ciudadanos embotados con tanto color, sonidos, mensajes (altavoces que te van comunicando hacia dónde tienes que ir, cómo tienes que mirar…) y previsión absoluta de todas las variantes de actividad. También refiere a la diferenciación entre el ciudadano consumidor y el trabajador, que se disfrazará con los uniformes de turno más o menos necesarios, pero siempre de colores, llamativos e hiperlimpios. Trabajadores como autómatas, que sólo saben contestar y hacer lo previsto en un guión. Se produce una museificación de la ciudad en tanto espacio sin vida, congelado”, explicó Muxí en una entrevista concedida al portal Café de las Ciudades. Muxí complementa este concepto con otro, también bautizado con un neologismo, esta vez aportado por el economista norteamericano Jeremy Rifkin: la macdonaldización. “Implica convertir todo en entretenimiento, incluida la comida; dar la apariencia de máxima elección y decisión por parte del usuario, cuando en realidad toda esa ‘diversidad’, junto a la atención personalizada y la ‘diversión’ dada por los colores, sólo esconden un sistema hipermecanizado, pautado y seriado del proceso de fabricación, venta y consumo. Una realidad donde todo está controlado, y se mueve en los límites de la previsión de variedad del productor, una variedad basada en maneras diferentes de envolver lo mismo”.
Después de más de una década de vivir en el exterior, Muxí se sorprendió por la cantidad de áreas de la ciudad que se controlan y tienen el acceso restringido. “Si no se puede cerrar con puertas aparece el exceso del control policial para garantizar la seguridad y marcar el acceso a la zona protegida: sería el ejemplo de Caminito. Puerto Madero no tiene puertas reales, pero las tiene virtuales y conceptuales: la distancia y la tierra de nadie entre la ciudad real y el puerto, el exceso de cuidado del espacio público en relación al resto de la ciudad, los guardias privados. Son muchas las maneras de poner puertas y límites”, se explayó. También señaló que el paroxismo de esta cuestión lo constituyen los barrios cerrados, donde la escenografía montada para la «igualdad y la paz» deja fuera cualquier molestia. Sin embargo, Livingston cree que se trata de una utopía. “En los countries, las clases sociales que sus muros intentan separar se vuelven a juntar inevitablemente. Las casas de los ricos son limpiadas por los pobres, a los chicos también los cuidan los pobres y los que brindan seguridad también son los pobres. A lo largo de la historia de la humanidad los muros nunca lograron su objetivo. Ni la Muralla China, ni la línea Maginot, ni el Muro de Berlín”.
El arquitecto califica la política de levantar vallas urbanas con una palabra: diatrogenia. Es la palabra que se utiliza para definir el perjuicio causado por una acción médica. Aquello que en lugar de curar lo que se propone, lo daña. “Una vez levantada la valla, las diferencias se agudizan, crecen los resentimientos y aumentan los prejuicios. Las diferencias tienden a desaparecer cuando la gente se encuentra, se cruza, trabaja en común en pos de conseguir lo mismo”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
- Revista MuHace 3 semanas
Mu 207: Crear lo que viene
- NotaHace 4 semanas
Julio López, 19 años desaparecido en democracia: sus testimonios contra la Bonaerense
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Triple narcofemicidio: la respuesta al horror
- #NiUnaMásHace 2 semanas
Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio
- NotaHace 1 semana
Entrevista a Celeste Fierro, tras ser detenida en la flotilla de ayuda humanitaria a Gaza