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Sobre la maldad y otros pecados
Crónicas del más acá
“Te gustará o no, pero te aseguro que aquí hay mucha vida” dice Claudio, florista, en la vereda de entrada al Cementerio de la Chacarita, visitado por deudos, creyentes, turistas y personas como Carlos Bilardo, médico y DT, que cuando se deprime recorre el lugar para recordar algo: “Están peor que yo”. En realidad los que están ya no están, pero los que van a Chacarita consideran que sí. Por ejemplo Maruja (77), visita la tumba de Carlos Gardel, la más concurrida: “Hablamos, le pido cosas para mi hijo o mi nieto” dice junto a la estatua tamaño natural que mira para otro lado. ¿Hubo éxito? “Por Carlitos mi hijo se salvó por número bajo del servicio militar”. Así zafó de la Guerra de Malvinas, lo que confirmaría que Carlitos es Gardel. “Hablo con él, como hablo con vos. Me pide, le traigo cigarrillos y le dejo uno encendido en la mano”. Al aire libre, Gardel no sufre restricciones antitabaco. El bronce sonríe. Más allá está el panteón de la Hermana Irma en el que su hijo, el Hermano Miguel, produce uno de los ritos más célebres de la actualidad. Una multitud pobre, empobrecida y esperanzada forma cola entre las tumbas hasta llegar al hombre que los despeina y sacude mientras les dice: “Cruz diablo, atrás satanás, ¡fuera!” y les pega con la palma abierta -fuerte- en el pecho y la espalda. La gente se persigna, sale sonriendo, y peinándose. (Miguel parecería querer zamarrear ciertas parálisis del alma. Cada vez tiene más seguidores).
Una revelación: el cementerio no es la última morada. A los 25 años el cuerpo se traslada a un cementerio privado, o se crema. Todo cambió cuando en los ‘70 Paulo vi autorizó la cremación para los católicos, sistema que pasó de 2 casos diarios a los 80 actuales. Chacarita es un laberinto de 96 hectáreas, y posee una combi para trasladar visitantes. Hay 110 baños, sólo 30 habilitados, 300 empleados, 600 cuidadores, 150 ayudantes y 35 agentes de seguridad (para evitar robos de placas, rejas, floreros, e intentos de encuentros sexuales, que los ha habido). Cada cuidador se encarga de 400 tumbas, o hasta 1.200 nichos, y vive de lo que le pagan los familiares. El 40% de las bóvedas está abandonado. Y unos 8 indigentes son enterrados cada día. El recinto de las personalidades reúne a Luis Sandrini (bronce de su personaje Felipe) siempre con flores en la mano. Las de Osvaldo Pugliese sobre el piano, son rojas. Los acompañan Quinquela, los Gálvez, Alfonsina, Adolfo Pedernera, Ángel Magaldi cantando con la guitarra. Más lejos se ve la inquietante estatua del bigotudo inspector José Gregorio Rossi quien lee –ensimismado– el libro “Prontuario”. Los entierros más masivos fueron el de Claudio Levrino (1980, galán de la telenovela “Un mundo de 20 asientos”), y el de Pappo (2005). Varias placas son de trabajadores dirigidas a sus patrones y jefes (“a tu espíritu noble y generoso”) casi siempre de los años 40 y 50.
eyendas del lugar: un hombre intimó con una mujer, que luego, al pasar por el cementerio, se despidió, atravesó la pared, y se esfumó para siempre. Realidades: hubo suicidios en algunos panteones.
El florista Claudio, 33, vende crisantemos, gladiolos, sanvicentes, y asegura que “viene gente grande que encuentra acá lo que no encuentra afuera” ¿Por ejemplo? “Afecto, cariño. Me cuentan que los hijos no les dan bola, y lo único que tienen es lo de acá adentro. Gente sola. Muchas mujeres. Ellas creen, yo no. Soy ateo” ¿Qué significa ser ateo? “Con tanta maldad en la calle, ¿cómo vas a creer? Si hay un dios, yo no lo veo”. ¿En qué se nota la maldad? “En todo. La competencia, no pensar en el otro. Mirala (señala una señora de otro puesto), se puso ahí para no dejarme vender. Todos tenemos que vivir, pero respetando al otro”. ¿Será un caso de maldad? “Pensándolo bien, la maldad es esto: a la gente buena le pasan cosas malas, y a la gente mala le pasan cosas buenas” dice Claudio, alcanzándole a una anciana un ramo de sanvicentes (dos pesos). Ella sonríe, y le da los caramelos que le trajo de regalo.
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Explotación sexual en primera persona: Eva, la cruel verdad
La historia de la mujer que aquí llamamos Eva simboliza la situación de prostitución y humillación que forma parte del paisaje urbano, pero que muchos omiten mirar. Eva tenía 64 años, se inició como prostituta a los 20 en el Chaco, luego en Flores y Once, y murió la semana pasada, en completa soledad. lavaca la entrevistó cuando estaba internada en el Hospital Álvarez y su testimonio cobra ahora para nosotros el sentido de un homenaje. Una forma de recuperar su voz, que nos habla de la vida cotidiana de la prostitución.
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Ghelco y La Mocita: Noticias sin patrón
Expropiaciones, desalojos, negociaciones, tomas y resistencia. Las fábricas sin patrón siguen dando batalla por la autogestión, desafiando todos los pronósticos.
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Esquel escucha a Meridian Gold
El pasado 24 de noviembre se cumplieron cuatro años desde que la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No al a Mina, de Esquel, salió por primera vez a la calle. Ese día de 2002, cerca de mil vecinos comenzaron una movilización que desembocó en el plebiscito que ganaron por el 81% de los votos, en marzo de 2003. La empresa canadiense Meridian Gold debió dar un paso al costado, aunque nunca se resignó. “La minera sigue instalada en sus oficinas del centro de la ciudad y al parecer tiene la determinación de seguir adelante con el proyecto, aunque todo Esquel le haya dicho que no”, explica Pablo Quintana, miembro de la Asamblea, periodista de una FM local y uno de los protagonistas del último round de este conflicto.
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