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1 año de Tiempo Argentino: desafíos de la edición sin patrón

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El diario recuperado por sus trabajadores se convirtió en otro ejemplo de que se puede hacer periodismo sin patrón y a gran escala. Son más de 100 familias que vivieron el abandono empresarial, los sueldos impagos y la estigmatización; se compusieron con festivales multitudinarios y el apoyo de los lectores; y debieron enfrentar el destrozo de su redacción por una patota. Hoy festejan su primer año trabajando de manera autogestiva con un acto en el sindicato FOETRA y un panel para debatir el rol del periodismo independiente. Voces y testimonios que demuestran cómo es posible otra forma de crear comunicación.
Guido Molinari tiene 25 años, estudió en TEA, trabajaba en la sección Deportes siguiendo la campaña de River y hoy es uno de los responsables del área comercial de un diario que hace historia. “Antes podíamos ir y hacerle una entrevista de dos páginas a Diego Milito pero puteábamos cuando había que recortar la nota porque entraba una publicidad: hoy nos abrazamos”, dice en medio de la redacción que recuperó junto a 105 compañeros y compañeras. “Me emociono: antes estaba contento por redactar noticias de deportes, pero ahora sé que además puedo animarme a hacer cosas beneficiosas para un colectivo de trabajo”.
La trayectoria de Guido se ubica en un contexto mayor: el 19 de abril se cumplió un año de la recuperación de Tiempo Argentino, el periódico vaciado por los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, viejos dueños de Grupo 23. Luego de sueldos atrasados, un festival multitudinario en Parque Centenario, una tirada autogestiva que agotó 30 mil ejemplares el 24 de marzo del 2016 y la violenta irrupción de una patota a la vieja redacción coordinada por el empresario Mariano Martínez Rojas bajo la supervisión de la Policía Federal, los 105 trabajadores lograron poner en funcionamiento el medio en forma cooperativa. Este miércoles realizarán un festejo en el auditorio de Foetra (Hipólito Yrigoyen 3171) con un panel  que contará con la participación de Claudia Acuña (Revista MU), Ingrid Beck (Revista Barcelona), el periodista Carlos Ulanovsky y el investigador Martín Becerra. Habrá música y brindis.
Y muchos abrazos de gol.
Guido hace la crónica deportiva: “El cambio fundamental en nuestras cabezas se da en el día a día de ver el diario impreso los domingos, ese momento en que llegamos a estar en la calle de nuevo. Ahí te das cuenta que hay que ponerse para que esto siga creciendo. Lo fundamental es que acá estamos: todos pensamos en algún momento que esto no daba más, pero fortalecimos el laburo. Si bien la cooperativa surgió porque no tuvimos otra opción, después nos fuimos enamorando. Y no teníamos la cabeza para entenderlo hasta que nos lo dijeron: ahí nos dimos cuenta que era posible”.

Clases de autogestión

Malena Winer era jefa de corrección y entraba a trabajar todos los días a las 18 hasta el cierre del diario.  A veces la jornada se extendía hasta que terminara un partido de Copa Libertadores o Sudamericana. Hoy es la tesorera de la cooperativa votada en asamblea: “Me cambiaron los horarios. Ahora tenemos que ir al banco bien tempranito”. A su lado está Laura Palumbo. “Yo soy diseñadora, pero ahora estoy en la administración: hago cheques, pago a proveedores”.
No pueden creer que ya pasó un año de la recuperación. Malena señala los cuadros que decoran la oficina: son los que rescataron después del ataque de la patota a la vieja redacción. Laura: “Todo parece que hubiera pasado hace cinco años. Estoy orgullosa del equipo que formamos. Sacamos el diario, conseguimos nuevo edificio y nos mudamos: lo más lindo es que todo lo hicimos nosotros”.
¿Qué significa pasar del trabajo cotidiano a la administración de una cooperativa? Malena responde: “Me postulé sin saber mucho, pero con la certeza de que había que hacerlo. En todo este tiempo nos fuimos cruzando con muchas recuperadas que nos decían que siempre hubo que sortearlo: estos lugares eran de un patrón y ahora lo tenés que hacer vos. Ahora te hablo suelta de cuerpo, pero hemos llorado, hemos pasado fines de semana llenas de nervios, con dudas para endosar un cheque, depositar algo y ver si se acredita o no. No es fácil, pero está bueno que todos lo aprendan”.
Malena piensa: “Si hubiera un estatuto general para todas las recuperadas yo propondría que cada socio, al menos una vez, debiera pasar por esto o saber una parte: hace al hecho. Nosotros tratamos que en cada retiro que se entrega a los compañeros haya una explicación acerca de dónde viene la plata, cómo, por qué, por qué hay un peso más o un peso menos, explicar que el sistema de Papel Prensa está concentrado y que a los medios independientes nos acosan”.
¿Qué más aprendieron? “Que otra de las deudas de las recuperadas es la formación. Cuando se toma un puesto, por la vorágine de las situaciones cuesta mucho delegar y traspasarlo de a poco. En cada asamblea contamos qué se debatió en el consejo de administración para, de alguna manera, ir dando una capacitación interna. Tenemos que poder desmitificar eso, hacerlo libre y a la luz, para permitir que otro se pueda postular y que esto se renueve. No se pueden pensar las recuperadas mediante una persona, sino a través de un equipo. Desde su nacimiento hasta su supervivencia. Los puestos después van rotando, habrá algunos que se den más maña, pero eso también hay que entrenarlo, para que cada compañero sepa no sólo de dónde vino el dinero sino qué se hizo”.

Choripanes & periodismo

La edición sin patrón de Tiempo Argentino posee una tirada de 30 mil ejemplares y la página web genera más de 400 mil visitas por mes. Además, cuentan con 400 mil seguidores en Twitter y otros 300 mil en Facebook. Tambíen elaboraron un sistema para invitar a sus lectorxs a asociarse: a través de un monto que va de 132 a 228 pesos al mes, la cooperativa garantiza el acceso a ciertos beneficios, como el envío de la edición dominical del periódico, una edición de la Revista T cada tres meses, acceso al contenido periodístico antes de que esté disponible para el resto de las visitas a la web, entradas gratis y 2×1 para teatros, cines, recitales y eventos, la participación en sorteos.
“La permanencia en el diario nos fortaleció, nos formó: estuvimos vendiendo choripanes con el que antes era el jefe de redacción”, dice Nicolás, 28 años, otro de los socios de la cooperativa. “Siempre hubo buena onda, pero lo que produjo fue que los jefes y los pibes estábamos a la par defendiendo el laburo. Se vieron las dos generaciones, y se combinó la experiencia de quienes hace mucho venían trabajando en redacciones y los que teníamos más ganas y voluntad de seguirla”.
Guido Molinari: “Nos quisieron destruir, pero acá seguimos. Hasta lo de la patota nosotros veníamos muy bien, el diario se vendía, pero el ataque quizá forjó un poco más nuestra identidad. Ese día todos fuimos a defender el diario, y eso nos dio un orgullo tremendo. Si ya es difícil hacer un periódico en este contexto político y económico, nosotros demostramos que lo podemos hacer y que, además, hay otras formas de poder pensar la comunicación”.

Autogestión o dependencia

Javier Borelli, periodista y presidente de la cooperativa, ubica un momento entre los innumerables flashbacks que se suceden a 365 días de la recuperación: el 24 de marzo de 2016. Ese día los periodistas de Tiempo salieron a la calle y agotaron 30 mil ejemplares. Cada uno tenía un precio de 20 pesos, pero muchos les pagaban con billetes de 100: no aceptaban el vuelto. “Queremos que sigan”, alentaban. Borelli: “Fue un respaldo muy fuerte. Nos ilusionaba pensar que había mucha gente deseando que estuviéramos ahí. Y nos dimos cuenta que había un espacio para ocupar, que no estaba siendo tomado por muchos medios masivos alineados políticamente con los intereses de los sectores de poder en Argentina. En la asamblea siguiente repartimos algo de esa plata pero decidimos reservar un monto para editar las primeras 3 impresiones. Y salió. Por eso decimos que sin ese 24 de marzo Tiempo no hubiera sido nada de lo que después”.
Con la cooperativa en marcha, el 4 de julio sufrieron la violenta irrupción de una patota a cargo del empresario Mariano Martínez Rojas que quería retomar las riendas de un periódico que ya había decidido trabajar sin patrón. La patota destrozó la redacción. En ese entonces el cerrajero Guillermo José María Carrasco reveló a lavaca que la Policía Federal había franqueado el acceso. Luego lo confirmó en sede judicial. ¿Cómo sigue esa causa? La Justicia porteña probó que era un ataque a la libertad de expresión y elevó el expediente a la Justicia federal, que cayó en el juzgado de Marcelo Martínez de Giorgi. El magistrado giró el conflicto al juez Daniel Rafecas porque era el funcionario judicial que entendía en la causa por al ataque de Martínez Rojas a la antena de Radio América. Sin embargo, Rafecas la rechazó. Hoy la causa espera la resolución de la Corte Suprema.
La cooperativa festejará este miércoles su primer año autogestivo en un acto en el Auditorio de Foetra. Borelli: “La idea es volver a encontrarnos con los lectores. Esa devolución nos carga de energía. Y también, a partir del panel que convocamos, queremos poner el eje en pensar qué es lo que estamos haciendo. Tenemos un planteo como disparados y provocación que es pensar al periodismo en términos de autogestión o dependencia. Hoy en día las grandes empresas periodísticas se sostienen por la publicidad o por aportantes políticos que también condicionan la producción. Ante eso la respuesta de la autogestión es una respuesta de la independencia entendida desde un lugar en el que no queremos tener ningún condicionamiento político ni económico”.
¿Cómo impactó la autogestión en la comunicación que practican?
-Lo que pasó con Tiempo es que generó una identificación muy importante en los lectores y en quienes acompañan este proceso. Vos lo ves: somos los mismos los que estamos acá y los que estamos en administración y vendemos la publicidad. Hay una identificación muy fuerte con nosotros y el producto, y eso esta vinculado con la autogestión, porque nuestro único compromiso es con los lectores y la información. Y en ese sentido hay una libertad muy grande para desarrollar temas como nosotros nos gusta: la diferencia entre lector y productor es solamente en qué momento de la cadena está. Nosotros nos pensamos como parte de ese mismo colectivo que sostiene este proyecto.
Nosotros también.
Felicidades, Tiempo.
Por muchos años más.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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