CABA
Qué hace la gente con el arte: La profe que ama al teatro
Esta es la historia de una profesora de secundario que todos hubiéramos querido tener: Graciela Dos Santos convirtió su pasión personal por el teatro – o por algunas obras en particular- en una actividad extracurricular y en una extensión cultural que le cambió los paradigmas e intereses a muchos de sus alumnos y completó en ella sus aspiraciones de enseñar aprendiendo. Por Carlos Ulanovsky para lavaca.org
Docente desde hace más de veinte años, Graciela de los Santos dicta la materia literatura en dos colegios de nivel medio de la zona sur: el Instituto Sáenz, de Lomas de Zamora, y el San Juan de la Cruz, de Banfield. La mayor parte de sus alumnos tiene entre 15 y 17 años y proviene de familias de clase media heterogéneas: padres unidos, separados, jóvenes a veces contenidos, a veces solos. Desde hace doce años, y como si fuera una aventura que no se encuentra en las aulas, decidió compartir sus hallazgos teatrales con los alumnos. A veces de un modo formal, como parte de la actividad escolar, con frecuencia por iniciativa propia, en algunos casos por invitaciones y en muchos otros poniendo dinero de su bolsillo, la excursión de Graciela y sus muchachos se inicia en la estación de tren de Banfield y culmina en distintas salas de Buenos Aires. No solo se acercaron de su mano a ver teatro por primera vez, sino que estos “hijos del auto de sus padres o de los colectivos” tampoco habían salido de sus barrios.
Rompe cabezas
Con ella completaron otras travesías iniciáticas: viajaron en subte, conocieron librerías y se admiraron con el Obelisco. A partir de esas útiles experiencias de despegue muchos de los discípulos dejaron de ser cachorros de esquina de conurbano, crecieron, superaron cuestiones personales complejas y hasta eligieron rumbos vocacionales inesperados. Como estudiar teatro.
Ahora mismo, cuenta, varios de los que ya vieron Mi hijo solo camina un poco más lento fueron a ver Parias, otra obra del mismo autor y director. ”Es una obra larga, difícil, pero te aseguro que es emocionante escucharlos hacer sus apreciaciones con una pureza increíble. No son críticos (tampoco yo lo soy) pero tienen el discernimiento suficiente como para decir ‘me gusta, no me gusta, me emocionó o no me pasó nada’. La frase más común que dicen cuando salen es: ‘Esta obra me rompió la cabeza’ “.
Lo primero que la profe Dos Santos les dice es que “ir a ver teatro es como leer, pero mejor. Porque es ver y escuchar las palabras pero con movimiento, color y sonido”. Gestora de gratificaciones juveniles inolvidables, Graciela le cuenta a lavaca que para ella “no hay alegría más grande que ver a un pibe agradecido y emocionado por lo que vio”. Y de esas experiencias, una de las devoluciones que hace de inmediato es contarle las sensaciones y modificaciones de sus alumnos a actores y directores «para que a ellos les quede claro todo el bien que provocan con sus trabajos”.
Nada de esto podría suceder de no haber sido por la temprana atracción que Graciela tuvo por la representación: ”Actuaba en el colegio, me fascinaba leer en voz alta, conducía algunos actos escolares”, cuenta.Sin embargo, asegura que por timidez nunca estuvo en sus planes ser actriz. Cuenta que en su casa no había fondos para consumos culturales extras, de modo que, con sus padres, nunca fue al teatro. Pero en el suplemento de espectáculos del diario del domingo se fijaba en la cartelera registrando títulos y direcciones de las salas. «Sin tener idea de argumentos o protagonistas jugaba a que veía tal o cuál obra”, relata, y añade que ya en la universidad (la Nacional de Lomas de Zamora), en donde estudió Letras, fue con unos compañeros a ver la obra -ópera Los miserables. La visión de ese clásico musical se constituyó para ella en una experiencia profunda y reveladora. «Vi las últimas cinco funciones y eso me generó un acto de comunión enorme entre lo que veía y lo que sentía”, afirma. En esos primeros tiempos otra obra que le resultó “catártica” fue Super Crisol, interpretada por Los Macocos. «Salía de dar clases, de allí el viaje, largo, en tren, en subte, caminata hasta el teatro Presidente Alvear y entraba a verla todos los días, de miércoles a domingo. Necesitaba, una y otra vez, escuchar dos frases que me representaban: ’Bienvenidos a este rincón del paraíso’ y ‘Usted me ha desilusionado, padre’».
A paso lento
Después vinieron otras obras. Musicales como Sweeney Todd, Forever Young, El cabaret de los hombres perdidos y especialmente El fantasma de la ópera o piezas de texto como La muerte de un viajante, El loco de la camisa, Rey Lear y fundamentalmente dos de las que fue espectadora cantidad de veces sin cansarse: Terrenal, de Mauricio Kartun, y Mi hijo solo camina un poco más lento, dirigida por Guillermo Cacace.
Con esta última le pasó algo especial:la vio dos veces el mismo día (se exhibe en horarios no tradicionales: sábados y domingos a la mañana y a primera hora de la tarde) y en una tercera ocasión al poco tiempo. Desde entonces,calcula, habrá estado en más de cuarenta funciones, con resultados distintos y sorprendentes porque, afirma, “me ayudó a sanar algo pendiente con mi padre”. Desde aquella primera vez sigue yendo cada semana, en general a la segunda función del domingo. ”Es como si la viera por primera vez. En cada función descubro una frase que me resuena nueva, particular. Sigo celebrando ese momento de comunión intensa. Lo que más me impresionó de la obra es cómo está contada, la estética, lo auténtico del elenco”, reseña Graciela que no se permite llegar a una función con las manos vacías. Siempre lleva una rosca de almendras, manjar al que alude un momento de la trama: ”Es una humilde devolución.El teatro acercó personas hermosas a mi vida”.
Amiga de los intérpretes que hacen la obra en la Sala Apacheta, en el barrio de Balvanera, también cercana del director Gullemo Cacace y a través de las redes sociales del autor, Ivo Martinic, esos vínculos indujeron a Graciela a poder cumplir con otro proyecto soñado: una versión de Mi hijo solo camina un poco más lento interpretada por sus alumnos. Y aunque siga sosteniendo que jamás quiso ser actriz, es sincera cuando asegura que con ensayos suficientes podría hacer cualquiera de los papeles femeninos porque los sabe de memoria. “Creo que sería una digna Mía; el de Sara es otro papel hermoso, aunque estoy grande para hacerlo».
Luego de la entrevista, Graciela envió un texto con pedido de publicación.Es éste: «Cuando era chica, soñaba con que mi realidad fuera muy diferente de la que tengo hoy. Pensaba estar casada, con hijos, vivir en una casita con jardín, pasar vacaciones en el mar de vez en cuando. No tengo nada de lo que soñaba: ni el marido, ni los hijos, ni la casa con jardín. A cambio siento que el amor por el teatro y todo lo que este amor trajo aparejado hizo que la vida me sorprendiera infinitamente porque puedo comunicar a mis alumnos una vida que va más allá y que, incluso, me supera. Cuando ellos terminan el secundario, o la universidad, o empiezan a trabajar las posibilidades se reducen, pero así y todo, muchos siguen viniendo.Y me hacen saber lo importante que resultó para ellos convertirse en espectadores, desde chicos. Me enamora esa idea: la de pensar que la rueda seguirá girando y que la vida frente a algún escenario seguirá creciendo. Hay algo más grande y profundo que no vemos pero sentimos fuerte: el amor.Tan simple y verdadero como eso.Y los vínculos humanos que nacen, se sostienen y crecen gracias al amor”.
A vuelta de mail, este cronista se permitió la siguiente afirmación: ‘Tenés, y de sobra, lo que muchas otras mujeres no tienen. Tal vez les sobren maridos de los que están aburridas; hijos que preguntan mamá cuando llegamos; casas con jardín que terminan ignorando. A cambio, tenés unos sentimientos extraordinarios y fraternos; le abriste la cabeza a más de cuatro chiquilines y lo seguirás haciendo. Sos solidaria, creés en cosas como en la función sanadora del teatro y bajás esto a la realidad para que otros aprendan y se beneficien. Ese es tu mundo de amor, el que elegiste para vos y para compartir’.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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