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Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

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Tres personas vieron a Santiago Maldonado en dos eventos distintos el 27 y el 29 de julio en El Bolsón. Otra cuenta en exclusiva que llevó al joven en auto a la Pu Lof en Resistencia en la mañana del 31, un día antes de ser visto por última vez. lavaca reconstruyó estos testimonios que desmontan la operación del Estado respecto a las hipótesis que difunden los medios comerciales sobre que Santiago no estuvo en la comunidad o que fue herido días antes, para desviar el eje: la desaparición forzada en manos de Gendarmería. En tanto, la CIDH otorgó una medida cautelar para que el Estado adopte “las medidas necesarias para determinar la situación y el paradero” del joven y estableció un plazo de 10 días para que informe periódicamente qué está haciendo para buscar a Santiago. La familia exigió a través de un comunicado su participación activa y el control en la investigación.
Luego de negar que Santiago Maldonado fuera víctima de una desaparición forzada, difundir los datos personales de un testigo protegido y defender el accionar de Gendarmería del 1 de agosto diciendo que “no iba a tirar ningún gendarme por la ventana”, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, sugirió la posibilidad de que el joven de 28 años haya sido herido el 21 de julio en un ataque atribuido a la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) a un puestero de Benetton de la localidad chubutense de Epuyén. La versión tomó impulso en los medios comerciales que, lejos de apoyarse en los testimonios de la comunidad, la familia, la Defensoría Federal y los organismos de derechos humanos, propagaron que Maldonado podría haber sido herido – hasta de muerte- a cuchillazos. Incluso, el periodista de La Nación, Francisco Olivera, llegó a preguntarse al aire en el programa Odisea Política del 21 de agosto “qué pasa si a Santiago Maldonado no lo mató la Gendarmería, sino un mapuche”.
Sergio Maldonado y Andrea Antico -hermano y cuñada de Santiago- dijeron a lavaca que esa hipótesis busca desviar el eje de la participación de Gendarmería en la desaparición forzada: “¿Qué van a hacer? ¿Decir que estuvo ahí y que la sangre es de él? Si van a hacer eso, ya está: ya sabemos cómo es. Que inventen otra cosa”.
El director ejecutivo del CELS, Gastón Chillier, dijo en otra entrevista que la desaparición forzada funciona, en general, para encubrir otro delito. “Si vos no manejás esa hipótesis y la rechazás de plano, estás favoreciendo la impunidad. Eso es grave y más grave aún que esté sucediendo cuando los hechos están siendo investigados. Nos parece gravísimo cómo se está manejando el caso de Santiago Maldonado desde el Gobierno. A esta altura podríamos decir que desplegó una campaña de desinformación para desviar la investigación”.
lavaca habló con tres personas que confirmaron haber visto y estado con Santiago en dos fiestas distintas el 27 y el 29 de julio en El Bolsón. Una cuarta revela que fue quien llevó a Santiago hasta la Pu Lof el 31 de julio por la mañana.

“Estaba impecable”

Una de las personas que vio a Santiago es María Eva Babarini, del Colectivo FM Alas.
“A Santiago lo conocí en un folklombe, una noche de folklore y candombe que hicimos en la Estación de Cerveza de El Bolsón. Fue el 27 de julio. Es una estación que se hizo en el predio de la Feria Franca donde todos los jueves de la no temporada se hacen eventos para compartir música regional y que se extienden viernes y sábado. Son espacios muy lindos, donde va gente grande, chiquitos, adolescentes, de mediana edad. Ese jueves nos juntamos a las 9 de la noche y estuvimos hasta las 2 de la mañana. Es un lugarcito reducido y Santiago estaba sentado en uno de los banquitos sobre el piso, tratando de ver de qué se trataba la chacarera. De hecho, se sumó con una de las chicas para tratar de aprender a bailar unos pasos. Una persona muy agradable, muy dulce, muy amorosa. Y cuando empezaron las marchas por la aparición de Santiago, que ahí nos enteramos que era el mismo chico que habíamos visto, me entero que el 13 de julio él le había hecho un tatuaje a uno de mis hijos y a otros amigos. Él tatuaba a domicilio en El Bolsón. Pasaron un día hermoso, diez horas juntos. Ese es Santiago”.
-¿Vos lo viste el 27 de julio?
-Sí. Estaba impecable, perfecto, caminaba muy bien, se relacionaba con la gente maravillosamente, no tenía ningún tipo de rasgo de haber tenido algún encuentro desagradable con nadie y, mucho menos, que lo hayan lastimado en el cuerpo.
-¿Y vos te enteraste en la marcha que era el joven que estaba desaparecido?
-Cuando sale la primera foto de Santiago, que se hace viral y pública, se lo ve con muchas rastas, la barba larga. No era el Santiago que vimos ese jueves. Estaba con el pelo recogido, bastante menos barba, otra mirada. Yo me di cuenta en la primera marcha. Estábamos en la calle, todos mal, angustiados. Se acerca una amiga y me dice: “¿Viste quién es Santiago? Estuvimos con él, el 27”. Ahí me cae la ficha. A la tarde me llama mi hijo, llorando: “Ma, ¿viste el chico que te conté? Es Santiago”.

El pibe de los tatuajes

La amiga de Eva que le avisa en la marcha es Yanina Aleuy, docente. Había visto a Santiago en una feria en junio: “Es muy sociable. Me habló de sus tatuajes. Hay mucha información que por ahí sale y es grave: dicen que Santiago había ido a apoyar a la RAM. Y no es cierto: es una más de las mentiras que están armando”.
¿Qué recordás del 27?
-Estábamos escuchando música. Alguien me toca el hombro, me doy vuelta y lo saludo: era Santiago. Charlamos un ratito, de cómo andábamos, qué estábamos haciendo, de la vida, de los viajes, que había llegado hacía poco. Lo vi un rato largo en el lugar. Él estaba con un grupo de chicos. Estaba ahí: entero. Yo no sabía que él era Santiago Maldonado: me doy cuenta cuando llega su foto. Él era El Brujo acá. Ese día (el 1 de agosto) llega un mensaje diciendo que en la Lof estaban reprimiendo, que había un desaparecido, pero nos llegaba un mensaje con un dato, después con otro, porque al principio lo buscaban con el apellido de la madre: Peloso. Hasta que llegó la foto. Y ahí dije: “Ese es el pibe que yo vi, el pibe que hace los tatuajes”.

Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

Los conocidos reconocieron a Santiago gracias a las fotos. Recuerdan sus últimos días con un aspecto similar a esta imagen, más que a la foto con el pañuelo.

“Estuvimos tomando unas cervezas”

Facundo Herrera Aquino conoció a Santiago en junio en la casa de unas amigas. “Nos juntamos una noche y ellas se iban a tatuar. Él viajaba de esa manera: tatuando y compartiendo con la gente. Ahí nos vimos por primera vez. Entre charla y charla quedamos buena onda y me pasó su número porque me quería tatuar. Cuando le dije que no tenía plata, me dijo que él no siempre aceptaba: hacía trueque. Me dijo: ´Si tenés algo para darme yo te lo acepto y hablamos´. Le pregunté qué necesitaba y me dijo que una campera. Yo tenía, así que se la pasé y empezamos”.
-¿Cómo siguió la relación?
-Nos empezamos a cruzar bastante seguido, en FM Alas, en la plaza del centro. Nos quedábamos charlando. Me contó que tenía ganas de irse de El Bolsón, que estaba juntado plata. Siempre decía: “En un mes ya me voy”. Fines de julio, principios de agosto. Su idea era irse a su casa en Buenos Aires para visitar a su mamá y a su abuela que andaban diciendo que lo extrañaban mucho. La última vez que lo vi fue el finde antes que desaparezca.  Lo vi el sábado y todo esto salió el martes.
-El sábado era 29 de julio. ¿Dónde lo viste?
-En un evento en Alas de rap femenino. Estuvimos charlando un rato, tomando unas cervezas. Siempre muy sonriente, de hacer chistes. Muy buena onda. Sabía mucho de geometrías sagradas y, cuando hablaba de tatuajes, decía que a unos amigos les tatuaba cosas que no tenían que ver con la otra, pero todas unidas armaban sistemas de protección. Para las malas energías y la vida en general.
-¿Sabías que iba a ir a la comunidad?
-No. Me enteré el martes con la primera imagen que vi que compartían todos: Santiago Maldonado, su DNI, la historia de represión, Gendarmería, última vez que se lo vio, difundir. Me quedé: “Esto es mentira”, pensé. Lo compartí. Veía comentarios y todos ponían lo mismo: “¿Apareció? ¿Apareció?”. De repente, se empezó a correr más la bola. Empezó a ser más serio. Me dejó medio shockeado: lo había visto dos días atrás.
-¿Cómo lo viste?
-Te juro que lo vi saltando, agitando. Estaba disfrutando, cantando, bailando. Como siempre. Es súper energético: el chabón no se quedaba quieto ni un segundo. Si lo hubieran apuñalado no habría podido hacer las cosas de esa manera.

“Vamos para la Lof”

L.T no se llama L.T. Prefiere mantener su nombre bajo reserva. Su testimonio permite unir las voces que ubicaban a Santiago en El Bolsón con los hechos que sucedieron el 1 de agosto: es la persona que llevó en auto al joven hasta la recuperación el 31 de julio. Dentro de la desinformación del Estado y las operaciones de prensa, su relato es uno más que se ajusta a lo que desde el minuto uno ha denunciado la familia, la comunidad, los abogados, los organismos de derechos humanos y la Defensoría Federal.
Esto es: a Santiago lo vieron por última vez el 1 de agosto en medio de una violenta irrupción de Gendarmería sin orden judicial a la comunidad de Vuelta del Río. La principal hipótesis sigue siendo la misma: desaparición forzada.
Dice en exclusiva a lavaca:
“Al Brujo lo conocí en el verano. En marzo. Justamente lo conocí cuando por la zona había problemas de tierras y se hizo una movilización a Viedma de comunidades mapuche. Recién estaba llegando de viaje de Chile. Era amigo de uno de mis hijos. Estaba parando en la Bilio (la Bilioteca del Río, el espacio que allanó el juez Otranto en El Bolsón). Nos vimos un par de veces más porque iba para allá, le dejaba algo, nos quedábamos charlando y entonces empecé a conocerlo un poco más. Que contara las vivencias que había tenido. Te contaba historias que te hacían morir de risa. Él siempre me decía: ´Cuando tengas un pedacito vamos para la Lof´. Yo sabía que era vegetariano, entonces bromeaba: ´Estás loco, te vas a espantar: son todos carnívoros´. Siempre que él quería ir estábamos muy llenos por una cosa o por la otra. Unos días antes de todo el despiole, fuimos para Esquel y vio el campo de pasada. En Esquel conoció a algunos de los que iban y quedó mucho más enganchado de conocer el lugar. A la vuelta, lo dejamos en la Biblioteca. Quedamos en que el lunes iba a haber una movida y que yo iba a salir temprano para el campo. Entonces pasé a buscarlo a él y a un amigo”.
-¿La primera vez que ingresó a la comunidad fue el 31?
-Sí.
-¿Cómo fue ese día?
-Lo paso a buscar a la mañana. En el camino levantamos a más gente. Alguna gente que tenía ganas de ir porque se estaba pidiendo la liberación de Facundo (Jones Huala, en ese momento hacía poco más de un mes que estaba preso). Llegamos al campo.
-¿A qué hora?
-Entre 9:30 y 10 habrá sido. Él estaba con su amigo. Se lo presenta.
A partir de aquí el relato de L.T coincide con lo que la comunidad describió a lavaca en su visita a la Pu Lof: comenzaron los cortes de ruta parciales, mientras desde Bariloche llegaba la información de nueve personas detenidas en la represión a la protesta que exigía la liberación del lonko frente al Juzgado Federal de esa ciudad. “A la tarde llegó Gendarmería: leyeron por megáfono que teníamos que despejar la ruta”.
L.T cuenta que Santiago pasó la noche en la guardia de la comunidad. Es una casita de madera. Al no ser mapuche, no podía adentrarse en el territorio. No estaba solo.
A la mañana, comenzó la represión.
“Vimos que la Gendarmería avanzaba por toda la ruta. Todos los lamienes (hermanos y hermanas) estaban del lado de adentro”. La comunidad relató a lavaca que los gendarmes siguieron disparando a pesar de que ya estaban dentro del campo
-¿Qué pasó después?
-Empezaron a hacer autodefensa con hondas de revoleo. Busco a mis hijos, al Brujo, a otro chico más, y cuando quiero ver si están bien por si necesitan algo, baja una balacera. Me cubrí con una capucha para que no me diera en la cabeza. No sé cómo no me dio, pero al lado mío cayeron dos piedras que tiraron desde la ruta. De pronto escucho que gritan “la tranquera”. Fueron segundos. Los veo a todos los gendarmes en fila. Veo el Unimog y escucho un ruido como que chocan algo. Veo que entra y no vi nada más porque lo único que hice fue correr para la guardia porque estaban mis nenes afuera. Cuando voy me cruzo al Brujo que agarró su mochila y salió corriendo para abajo. Nos metimos con mi hija a la guardia. Llegó un gendarme re sacado, empezó a revolear todo preguntando dónde los teníamos escondido. No había nadie. Salió afuera y empezó a dar directivas para todos lados. Alcanzo a ver que sale un Unimog y veo que se estaciona con la culata para el lado del río. Llega una camioneta después, hacen un cordón de gendarmes. Todo esto mirando de lejos. Veo que suben algo y la camioneta arranca. No supe que faltaba el Brujo hasta las 6 de la tarde.

Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

Una de las últimas fotos de Santiago, antes de ser visto por última vez el 1 de agosto en Chusamen.

El derecho a saber la verdad

La familia de Santiago emitió un comunicado junto a su abogada Verónica Heredia.

  • “Santiago es víctima de desaparición forzada desde el 1 de agosto de 2017 en la Provincia del Chubut, Argentina;
  • La desaparición forzada es un delito que comienza con la privación de la libertad de Santiago por personas del Estado –Gendarmería- seguida de la falta de información de su paradero y la negativa a reconocer su privación de la libertad por parte de las autoridades;
  • La desaparición forzada es un delito que solo lo comete el Estado;
  • Es un delito continuado: todos los días se comete desaparición forzada hasta que aparezca Santiago;
  • Por eso la causa penal no puede archivarse hasta que se encuentre a Santiago, se esclarezcan las circunstancias de su desaparición, se identifiquen a los responsables materiales y a los autores intelectuales, y se determinen las responsabilidades penales, administrativas y políticas;
  • Tenemos el derecho a que no se presuma el fallecimiento de Santiago y exigimos que las autoridades respeten nuestro derecho;
  • Hasta la fecha la única hipótesis sustentada en elementos objetivos es la desaparición forzada. Por ser un delito de Estado la carga de la prueba se invierte y debe el Estado corroborar que tal hipótesis es falsa para recién luego avanzar en otras hipótesis;
  • Al despejar todas las dudas sobre la hipótesis mayor se llegará a cualquiera menor. Por el contrario el paso del tiempo garantiza la impunidad;
  • La impunidad garantiza la repetición de los hechos, como los de Iván Eladio Torres Millacura, Sergio Avalos, Julio López, Luciano Arruga, Facundo Rivera, Daniel Solano, César Monsalvez, entre otros;
  • La familia y la sociedad tenemos el derecho absoluto a conocer la verdad”.

En ese sentido, exigen a las autoridades judiciales y políticas que se tomen todas las medidas necesarias para garantizar:

  • “La inmediata aparición con vida de Santiago;
  • Se inicie una investigación imparcial, seria, eficaz y pronta que establezcan las circunstancias de la desaparición de Santiago y a los responsables materiales e intelectuales y determinen las responsabilidades penales, administrativas y políticas;
  • Se requiera la colaboración del Dr. Mario Coriolano a fin que se conforme un equipo de investigación a cargo del Dr. Alejandro Mejías Fonrouge;
  • Se garantice a la familia la participación activa en la investigación y su control;
  • Garantice seguridad física y psicológica a los familiares, amigos y a todas las personas que colaboran con la investigación en calidad de testigos”.

Diez días

Horas después que la ministra Bullrich, el ministro de Justicia, Germán Garavano, y el secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, Claudio Avruj, se levantaran de una reunión con organismos de derechos humanos que exigían una respuesta clara ante la desaparición forzada de Santiago, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó una medida cautelar para la protección de los derechos del joven. Fue en respuesta a la solicitud que la organización Naturaleza de Derechos presentó ante el organismo el 7 de agosto. La CIDH “tomó en cuenta las denuncias de los solicitantes”, que sostienen que el joven “fue objeto de una desaparición forzada”.
La CIDH solicitó al Estado que:

  • “Adopte las medidas necesarias para determinar la situación y paradero de Santiago Maldonado, con el fin de proteger sus derechos a la vida e integridad personal”.
  • “Informe sobre las acciones adoptadas a fin de investigar los presuntos hechos que dieron lugar a la adopción de la presente medida cautelar”.

Naturaleza de Derechos calificó de “paupérrimo y vergonzoso” el informe presentado por el Estado argentino en respuesta al requerimiento elevado por la CIDH.

  • “En primer término, con el ardid de eludir responsabilidades y la obligación de responder ante el organismo interamericano -demostrando un desconocimiento del derecho internacional publico y del reglamento de la CIDH-, el Estado Argentino planteó burdamente la existencia de una litispendencia internacional (es decir, un “juicio pendiente”), pretendiéndola basar en la coexistencia de una petición de acción urgente del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, como si esta última con el sistema interamericano de derechos humanos fueran procesos ordinarios de contiendas judiciales”.
  • “En segundo término, el Estado Argentino argumentó que la medida cautelar de la CIDH no era necesaria porque las autoridades locales ya habían adoptado diligencias para determinar la situación de Santiago. Sin embargo pesó mas, para la CIDH, las pruebas y las alegaciones de los peticionantes, en cuanto a que las diligencias a las que refiere el Estado Argentino, fueron durante las dos primeras semanas, no investigar a la fuerza (Gendarmería Nacional) que había intervenido en los hechos represivos del 1 de Agosto de 2017 y que está involucrada directamente con la desaparición de Santiago”.

Por esa razón -subraya la organización-, para la CIDH “el Estado argentino no cumplió con la carga de demostrar que la persona afectada -Santiago Maldonado- no se encuentra en una situación de gravedad, urgencia e irreparabilidad”. Los hechos del 1 de agosto se sumaron a un expediente en curso que la CIDH abrió luego de la violenta represión de Gendarmería a la Pu Lof el 10 de enero.
Ahora, el organismo le otorgó al Estado un plazo de 10 días al Estado para que informe de forma periódica qué acciones está tomando para buscar a Santiago Maldonado.

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El estado de la salud: Hospitales marcharon contra el recorte, con el Bonaparte como símbolo de la insensibilidad

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Médicos y médicas de distintos hospitales públicos e instituciones de salud marcharon hoy a Plaza de Mayo. El Hospital Garrahan -donde el gobierno nacional echó al Consejo Directivo- fue el punto de partida y el símbolo, el Hospital Bonaparte cuyos trabajadores y trabajadoras resisten al cierre. Lo común: el ahogo presupuestario y el recorte salarial. El contexto: mayor demanda, menos dinero, menos insumos y más precariedad. Un combo insalubre para quienes trabajan y para quienes se atienden. El llamado a un paro general, y la unión sin distinciones de todo el personal de las instituciones. El jueves, Día de la Salud Mental, habrá una nueva marcha a las 10 de la mañana, desde el Hospital Rawson al Bonaparte.

Por Lucas Pedulla

Karen tiene 35 años y este martes cumplió su primera semana de residencia en el Hospital Nacional Laura Bonaparte. Lamenta no estar en su área de trabajo, después de estudiar durante años en la Universidad Nacional de Luján, sino en Plaza de Mayo, fruto de una necesidad que la empujó a salir a la calle, con miles de trabajadores y trabajadoras de la salud.

Pero rescata lo bueno, ante la pregunta de cómo está, que ella elige responder en plural: “Estamos bien, es muy energética esta situación: permanecimos en nuestros puestos de trabajo, con el hospital abierto, garantizando la continuidad de la atención, y reconforta que haya tenido toda esta respuesta. Todo eso implica que es una pelea que vamos a poder ganar”.

Karen ingresó al Bonaparte en medio de un plan de lucha que trabajadores y trabajadoras de la salud llevan adelante hace meses, con pedidos de recomposición salarial y la denuncia del desabastecimiento de las instituciones. Hasta ahí, todo a-normal. Hasta que el viernes llegó el “baldazo de agua fría”, según describe: “Cuando volvimos a nuestros puestos y a realizar las tareas diarias, a las dos y media de la tarde, sin que tengamos la mínima sospecha empezaron a circular mensajes de que habían anunciado el inminente cierre del hospital -dice Karen a lavaca– Para nosotros fue impactante. No sabíamos cómo reaccionar hasta que bajamos al hall de entrada y nos encontramos con las puertas cerradas y los pacientes en la vereda: los habían sacado de la guardia”.

Así fue que una compañera propuso quedarse hasta revertir la decisión de cierre. El apoyo fue unánime, con festivales y vigilias que acompañaron a lxs trabajadorxs todo el fin de semana. El lunes realizaron un abrazo simbólico, donde cantaron: “El Bona no se cierra”. Y hoy se movilizaron a Plaza de Mayo.

A Karen, en su primera semana, ya algo le quedó claro: “Nos quieren destruir como clase trabajadora. No quieren que tengamos salud. No quieren que tengamos educación. Nos quieren destruir para poder explotarnos más. Quieren que ganemos salarios miserables. No sé cómo pretenden que sostengamos la productividad del país si no tenemos salud, vivienda, educación y alimento”.

Foto: Tadeo Bourbon para lavaca

Del Hospital a la Plaza

La movilización partió del Hospital Garrahan, donde la junta interna de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) lleva adelante un paro de 48 horas en reclamo de recomposiciones salariales, pero que es tan solo la punta de un iceberg: así se plegaron trabajadorxs del Bonaparte y, también, de otras instituciones como el Piñero, el Penna o el Posadas. 

La Plaza de Mayo combina hoy dos escenarios, Casa Rosada y el Ministerio de Economía, a donde el presidente Javier Milei cruzó al mediodía para almorzar con el ministro Luis Caputo, protagonista de uno de los estribillos de este mediodía: 

“Che caputo, che Caputo / no te lo decimos más / si tocás los hospitales / qué quilombo se va a armar”. 

Cantando está Magalí, 34 años, bioquímica, quien hizo toda su carrera dentro del Garrahan, donde trabaja hace ocho años. Hoy es personal de planta, en el sector de Laboratorio. Precisa el reclamo: “Pedimos 100% de aumento en una sola cuota. Recomposición salarial de todos los trabajadores de todos los hospitales. Desde diciembre nuestro salario perdió mucho, quedamos atrasados, y eso genera una situación de mucho pluriempleo, con mucho cansancio, que redunda en una mala calidad de atención y en que muchos profesionales formados se están yendo. El hospital se está vaciando con estas políticas de recorte. Y eso afecta a la salud”. 

Luego, otro trabajador del Garrahan toma el micrófono: “Esta marcha agrupa sin distinción de tareas y sin distinción de agrupación. Nos tenemos que unir en una sola lucha y hacer una huelga general para derrotar a este gobierno”. 

Un residente del Hospital Posadas, en el oeste del conurbano bonaerense suma: “Tenemos que estar todos juntos para enfrentar un gobierno de insensibles que quieren llevarnos a la pobreza extrema”.

Un residente del Penna: “Si hay algo que quiere el Gobierno es dividirnos: los residentes por un lado, los de planta por otro, los del Bonaparte por otro, los enfermeros por allá. Tenemos que unirnos y que todas las centrales llamen a un paro”.

Una trabajadora de hospitales de Lanús y Alejandro Korn, al sur del conurbano profundo: “Este es un gobierno despiadado y oscurantista que quiere cerrar baluartes para la sociedad, como las universidades que brindan la posibilidad de ascenso social para la clase trabajadora. Paro general ya”.

Magalí, del Garrahan, escucha y dice a lavaca: “Hemos movilizado en todos los gobiernos pero este recorte no lo vi hasta ahora. Aumentó la demanda, porque se caen de las obras sociales y vienen al hospital público, y los insumos y reactivos tardan mucho llegar”.

Foto: Tadeo Bourbon para lavaca

Desde la Plaza anuncian que el jueves es el día de la Salud Mental y habrá una nueva marcha, a las 10 de la mañana, desde el Hospital Rawson al Bonaparte. “No queremos resignarnos a los salarios de miseria que atentan contra la salud de los pacientes -dice, desde el camión otra trabajadora del Bonaparte-. Acumulamos casi un 50% de pérdida de poder adquisitivo. Sostenemos, con profunda vocación, que vamos a seguir luchando”.

El vocero presidencial Manuel Adorni dijo el lunes que “el Hospital Bonaparte no va a cerrar”, aunque habló de una “reestructuración” en base a un supuesto “desfasaje” entre la cantidad de empleados y los usuarios. En Plaza de Mayo, desde un camión, responde una de esas trabajadoras: “Atendemos de 8 a 20 (horas). Recibimos a mamás y papás que tienen a sus hijos en tratamiento. Contamos con una guardia las 24 horas y un 0800 que atiende llamados. Hoy el hospital está funcionando porque lo estamos defendiendo. No se cierra. Están diciendo que sobran los trabajadores, pero es mentira: estamos desbordados de demanda. En el Bonaparte no sobra nadie. La mayoría hacen tratamientos ambulatorios. Es el primer hospital que quieren cerrar en democracia, y no lo vamos a permitir”.

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Hospital Bonaparte: agumentos versus fake news para evitar el cierre de una institución modelo

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De un día para otro, el gobierno anunció que cerraría el único hospital de salud mental de AMBA, amparándose en la fake news de la supuesta baja tasa de pacientes. Esta medida sería publicada en el Boletín Oficial el día lunes. Mientras tanto, las y los trabajadores de la institución ubicada en Combate de los Pozos 2133 permanecen adentro del edificio, en estado de alerta y asamblea, convocando a distintas actividades de apoyo hoy y mañana, y se preparan para dar una conferencia el lunes.

En diálogo con lavaca desmienten una por una las mentiras del gobierno, y cuentan lo que implica el eventual cierre: dejar sin trabajo a 612 trabajadores y trabajadoras, y también y sobre todo a la deriva a miles de pacientes por casos de salud mental, adicciones y en situación de calle que son atendidas regularmente en el Hospital o en uno de sus tantos dispositivos. Por qué el Bonaparte es un hospital modelo, y el sentido de pertenencia de quienes allí trabajan como un plus en una lucha que recién comienza.

El Hospital Laura Bonaparte -fundado en 1974- se encuentra hoy en peligro tras la decisión administrativa de parar el ingreso de pacientes a la institución, y el trascendido de que el lunes que viene se publicaría un Decreto anunciando su cierre definitivo. Esto fue comunicado por el ¿ex? director del hospital, Christian Baldino, a las y los 612 trabajadores, y no fue desmentido por el Ministerio de Salud que, al contrario, emitió un comunicado plagado de errores.

Gabriel Hagman, psiquiatra con 11 años en la institución, cuenta el estado de situación actual: “Estamos sin novedades desde ayer al mediodía hasta ahora. Estimo que va a ser así de acá al lunes, al menos que haya un problema con la permanencia que estamos sosteniendo en el Hospital. No nos vamos a mover hasta el lunes y hasta que sepamos algo más”, dice mientras preparan una convocatoria a las puertas del edificio, Combate de los Pozos 2133, con diferentes actividades de apoyo:

Hospital Bonaparte: agumentos versus fake news para evitar el cierre de una institución modelo

La última novedad data de ayer: “Lo de ayer es una indicación de cierre de las internaciones: no ingresa ningún paciente más por indicación del Ministerio de Salud, y en consecuencia de eso se cierran los ingresos de pacientes. Eso implica que ni la guardia ni la demanda espontánea cumplan funciones. En esa misma comunicación, pero de manera verbal, no por vía oficial, nos dijeron que se cerrará el hospital”.

La comunicación del cierre de las internaciones llegó primero vía el director Baldino, y luego formalmente mediante el sistema de tramitación digital del Estado, el famoso GDE, sin previo aviso: otro acto de inhumanidad. Luego llegó el trascendido del cierre definitivo: “Eso empezó a cobrar más dimensión en la medida en que todos los medios que dieron cobertura consultaron a fuentes de Ministerio y empezaron a decir que iban a derivar pacientes – cuenta Gabriel–, que el Ministerio se iba a hacer cargo de la cobertura y alguna otra explicación de por qué hacen lo que hacen”.

¿Qué explicaciones dieron? Fake news. Para intentar justificar la decisión de avanzar con el cierre, en el comunicado el Ministerio aduce una “baja tasa” de internaciones –supuestamente, 19– cuando en verdad el Bonaparte se encuentra a tope de internaciones con 37 internados en tratamiento de alta complejidad.

Los números de la verdad: “Respecto a los números, el comunicado de Ministerio es una doble falacia. Una respecto al presupuesto asignado, y otra sobre los pacientes atendidos. Es una tasa rara, no se entiende a qué refiere: las estadísticas son abiertas y son continuamente revisadas por el Ministerio. Los números reales los tienen. Por Ley de Transparencia se sabe cuál es el presupuesto aprobado por este mismo Ministerio”, analiza sobre la jugada. Los supuestos 17 millones destinados al Hospital no serían tales.

¿Cuáles son los verdaderos números? Gabriel: “El número de pacientes en el cálculo que estamos manejando es de 25 mil consultas por año. Esto incluye a los 37 pacientes internados actualmente y una asistencia a la guardia que puede llegar a 7 estaciones diarias, ingresos que pueden llegar hasta 3.000 consultas al mes y 140 personas que retiran medicamentos por día. Y la asistencia en consultorios externos es enorme: hay alrededor de 30 profesionales y de agenda completa hay 300 pacientes diarios. Los números son infinitamente mayores a hablar de 19 personas”.

Hacé clic acá para seguir las redes que crearon las y los trabajadores para difundir el plan de lucha.

El desmantelamiento como política

La única política del Ministerio de Salud es el desmantelamiento. Al nulo manejo del brote histórico de dengue (así como su inacción ante el brote que viene) y por las denuncias a los recortes de medicamentos para pacientes oncológicos, ahora se suma esta decisión que deja a la deriva a los pacientes más vulnerables: aquellos con padecimientos de salud mental.

El Ministro de Salud, Mario Lugones, lleva apenas una semana en su puesto, tras la salida de Mario Russo (quien se fue aduciendo “razones personales”, aunque se supo que su eyección tuvo que ver con internas con Santiago Caputo, además de las inacciones expuestas arriba). Lugones debutó con la idea de cerrar el Bonaparte y también con la de pedirle la renuncia al Consejo de Administración del Hospital Garrahan, cuyos trabajadores se encuentran también en pie de lucha.

El Bonaparte ya venía siendo objeto de distintos tipos de recorte, al igual que otras instituciones de salud y del Estado en general. Entre otras cosas, las contrataciones pasaron a renovarse de manera anual a trimestralmente, lo cual provocó que hubiese la misma cantidad de renuncias que de cesanteos. En la última tanda de renovación se dieron de baja 32 contratos, es decir: el gobierno despidió a 32 personas.

Con menos profesionales en este nuevo trimestre, las paritarias del sector cerraron al 1% en el último mes: las más bajas de la historia. Así y todo, se mantenían las tareas y los puestos de trabajo, y por eso la decisión intempestiva de cerrarlo igualmente sorprende. Aunque la única política del Ministerio de Salud sea el desmantelamiento.

Otra alarma se encendió dos semanas atrás, cuando el vocero presidencial Manuel Adorni anunció el traspaso de hospitales nacionales a las jurisdicciones locales. Al único Hospital que nombró fue al Bonaparte. Hortencia Cáceres, jefa de guardia, ex jefatura de consultorios externos, desde el 2016 en el Hospital, cuenta:“Dentro de los organismos descentralizados somos el más chico, pensamos que nos iban a traspasar a la Ciudad. No había ningún tipo de confirmación ni tampoco desde el Gobierno de la Ciudad sabían nada. Entonces lo que nosotros creemos es que la intención del cierre va en línea del desguace que se está haciendo desde el Estado y el Ministerio de Salud sea solo un rector y esté por fuera del presupuesto los descentralizados. El Bonaparte es el que menos presupuesto tiene, y empezar por acá es uno de los puntos más débiles: se está metiendo con la salud mental”.

Cómo trabaja el Bonaparte

Cuenta Hortencia sobre lo que está en juego: “Nosotros tenemos muchísima población que está en situación de calle y nosotros le brindamos la atención, es un grueso muy importante en nuestra población. Pero últimamente también estamos recibiendo también personas que no están pudiendo pagar la prepaga: a esas personas también las estamos absorbiendo nosotros”.

El cierre del Bonaparte no contempla un plan B: no es una reestructuración ni se plantearon instancias intermedias. “Es dejar a la deriva no solo a los 620 trabajadores que somos hoy en día sino también a los miles de pacientes que hacen tratamientos”, remata Hortencia.

Gabriel Hagman relata desde adentro: “Hay que entender que es muy difícil para la población a la que nosotros apuntamos acceder al sistema de salud. La problemáticas de salud mental es una problemática de lazos; son personas que están solas, con niveles altos de vulnerabilidad. Una gran parte son personas con consumo problemático. Lo que se ha construido en todo este tiempo es un hospital abierto, que rompe esas trabas de acceso, y acompaña: hay muchísimas personas y familias para las que el cierre significaría un impacto muy grande”.

El Bonaparte es un hospital modelo en el abordaje de la salud mental. Su universo implica el seguimiento de tratamientos de internación y ambulatorios, de consultorios externos, de hospital de día; los 365 días del año una guardia de lunes de 8 a 20 que atiende con demanda espontánea; y de 20 a 9 una guardia interdisciplinaria que sostiene la posibilidad que cualquier persona que llegue sea atendida o sea derivada.

Además: tiene equipos territoriales que hacen operativos; tiene una casa en el barrio Zavaleta con asistencia a familias; y hasta hace 3 meses también tenía una presencia diaria en Isla Maciel, cerrada tras la decisión de la gestión actual de eliminar el dispositivo y trasladar a los profesionales al Hospital. Esa población difícilmente viaje hoy de la Isla a la sede central.

¿Qué hay detrás de esta jugada perversa? Gabriel lo piensa en relación a otros momentos históricos con decisiones parecidas e intenta avizorar, en medio del shock, qué tipo de modelo insalubre se está planteando desde el gobierno nacional: “Hay un antecedente trunco respecto a la instauración de la cobertura universal de salud que fue muy resistida y que tiene que ver con pensar distinto cómo se financia la salud. Quieren correr al Estado como el prestador, el que genera equilibrio y equidad de que la salud sea pública, igualitaria y de calidad. Seguramente viene más por ahí: por el lado de las tercerizaciones y las privatizaciones encubiertas”.

La fortaleza de la lucha

Hortencia relata que las y los trabajadores se encuentran en “vigilia permanente”, haciendo actividades culturales en la puerta del Hospital, con permanencia adentro en turnos rotativos (el Bonaparte sigue atendiendo) hasta el día lunes en el que, en teoría, saldría el decreto. Ese día se convoca a una conferencia de prensa a las 11 horas en la puerta del edificio.

Hoy la calle de Combate de los Pozos sigue llena. De médicos, psiquiatras, psicólogos, licenciadas en educación, residentes, ex residentes, ex trabajadores de Hospital que sienten que el Bonaparte, por ser un hospital modelo, es un lugar de pertenencia. Eso, dice Hortencia, es una fortaleza en este proceso de lucha que parece recién comenzar: “Es un hospital modelo a nivel de cómo se aplica la Ley Nacional de Salud Mental. Por eso para nosotros es un orgullo enorme el Bonaparte y vamos a demostrar eso: lo mejor que tenemos es seguir organizados para evitar el cierre”.

Gabriel coincide: “Es difícil, es shockeante. Nos cuesta mucho asimilarlo y pensar cómo se puede seguir. Hay algo muy notorio que es el altísimo compromiso de los laburantes del Hospital con el proyecto de salud que representa. Eso se nota mucho y ha posibilitado sostener en instancias muy difíciles que el hospital siga existiendo. Tenemos muy claro por qué estamos acá y qué estamos haciendo. Está claro que se trata para todas y todos de nuestro trabajo, pero a la vez es el hecho de que uno tenga la convicción de que mucho de cada uno está puesto en ese trabajo. Tiene que ver con lo que uno cree, con el tipo de práctica, de garantizar el derecho, que hace que no sólo están tocando un hospital: nos están tocando a todos y a todas. Y eso me parece que es un poco lo que se reflejó ayer y hoy: no tardamos ni un minuto en generar una convocatoria que a la media hora teníamos miles de personas en la puerta de Hospital, con compañeros de otros hospitales, de otros sectores. Hay apoyo. La salud mental es algo importante, serio; nos damos cuenta que se están metiendo con algo muy sensible. El involucramiento personal que cada uno tiene con esto que hacemos es una fuerza que va a hacer que el costo que tengan que pagar será mucho más alto del que imaginaban”.

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Volvió Julian Assange: “Me declaré culpable de haber hecho periodismo”

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El fundador de Wikileaks dio hoy su primer discurso público desde que fue liberado tras 14 años de encierro. “Puede que mis palabras fallen o mi presentación carezca de brillo, el aislamiento me ha pasado factura, estoy tratando de aliviarlo y expresarme en este entorno es un desafío”, comenzó disculpándose ante la audiencia. Acompañado de su esposa y abogada, trazó un detallado racconto de lo que representa su caso hoy, haciendo eje en los peligros de la persecución al periodismo y los límites a la libertad de prensa; señaló a la justicia, a la inteligencia y a los poderes “transnacionales” como parte del esquema de amedrentamiento, a favor del ocultamiento de la verdad: “Veo más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”, sintetizó. Resumimos aquí sus palabras incómodas, que volvieron a ver y echar luz.

Por Bernardina Rosini

Estrasburgo, Francia. En el Consejo de Europa y bajo la mirada atenta de los parlamentarios de 46 estados de la organización de derechos humanos de Europa, habló Julian Assange. Es el primer discurso público que realiza desde su liberación el pasado mes de junio, tras 14 años de encierro —primero en la embajada de Ecuador en Londres, y luego en la prisión de Belmarsh, en el Reino Unido—, enfrentándose a la extradición a Suecia y a Estados Unidos.

El escenario elegido por Assange para su regreso a la vida pública no pudo ser más simbólico. El fundador de WikiLeaks es una figura emblema de la libertad de expresión, y lo expresado esta mañana no fue tanto una declaración personal como una advertencia sobre los peligros que enfrentan el periodismo y las democracias hoy.

Sentado junto a Stella, su esposa, madre de sus hijos y su representante legal, Assange expuso con voz pausada pero firme. Esta aparición fue una excepción dentro de su esquema de recuperación: “La experiencia del aislamiento durante años en una celda pequeña es difícil de transmitir. Te quita el sentido de identidad”, dijo Assange. “Tampoco puedo hablar todavía de las muertes por ahorcamiento, asesinato y negligencia médica de mis compañeros de prisión. Puede que mis palabras fallen o mi presentación carezca de brillo, el aislamiento me ha pasado factura, estoy tratando de aliviarlo y expresarme en este entorno es un desafío”, se disculpó ante la audiencia.

Periodismo en el banquillo

Julian Assange no brindó más detalles que aquella mención sobre su encierro. Su mensaje, claro y directo, apuntó más bien al papel del periodismo en las democracias contemporáneas y al ataque sistemático que éste sufrió en las últimas décadas.

“Finalmente elegí la libertad por sobre una justicia irrealizable”, afirmó Assange al explicar por qué aceptó el acuerdo que lo liberó: “Quiero ser totalmente claro: no soy libre porque haya funcionado el sistema. Soy libre porque me declaré culpable de haber hecho periodismo” y detalló: “Me declaré culpable de buscar información de una fuente. Me declaré culpable de obtener información de una fuente y me declaré culpable de informar al público cuál era esa información. No me he declarado culpable de nada más”.

En sus palabras Assange no solo reflejó su lucha personal, sino que también expuso una verdad más amplia: el sistema judicial, que debiera proteger la verdad y la libertad de prensa, se convirtió en un instrumento para silenciar o inmovilizar oponentes. ¿Nos suena?

“Después de años de encierro y enfrentar una pena de 175 años de prisión sin ninguna solución efectiva, no podré buscar justicia por lo que me hicieron debido a que el gobierno de los Estados Unidos insistió por escrito en su acuerdo de culpabilidad en que no puedo presentar una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o incluso en virtud de la Ley de Libertad de Información”.

La intervención de Assange resaltó las fallas fundamentales del sistema legal internacional, que fue utilizado como arma en su contra. “La persecución transnacional es una amenaza real”, subrayó. Los poderosos, según él, han aprovechado los vacíos y contradicciones en las normativas internacionales para perseguir y reprimir a quienes exponen sus crímenes: “Molestamos a uno de los poderes constitutivos de los EE.UU.: el sector de la inteligencia, quienes tuvieron el suficiente poder para forzar una reinterpretación de la Constitución americana. Mi ingenuidad fue creer en la ley; después de todo, las leyes son solo trozos de papel y pueden reinterpretarse por conveniencia política”.

“La criminalización de las actividades periodísticas es una amenaza para el periodismo de investigación en todas partes”, alertó Assange, llamando la atención sobre el peligro que representa este tipo de persecución para la democracia y esperando que su testimonio sirva para visibilizar las debilidades del sistema de garantías existente. Además de señalar los desafíos por delante, Assange compartió su análisis sobre el periodismo y las noticias desde que está en libertad: “La verdad parece ahora menos discernible y lamento todo el terreno que se ha perdido durante ese período de tiempo. Cómo se ha socavado, atacado, debilitado y disminuido la expresión de la verdad. Veo más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”.

La persecución transnacional y el impacto en la libertad de expresión

Julian Assange es más que una figura en el ojo del huracán. Su caso sienta precedentes peligrosos para la libertad de expresión y para la justicia a nivel global. En su discurso ante el Consejo de Europa, Assange denunció la persecución feroz que ha enfrentado, no solo como individuo, sino como un periodista que expuso verdades incómodas. “Ningún individuo tiene la menor esperanza de defenderse de los vastos recursos que puede desplegar un Estado agresor”, afirmó con dureza, señalando cómo su lucha contra el aparato judicial estadounidense revela la fragilidad de las garantías jurídicas cuando un poder decide imponer su voluntad extraterritorialmente.

Assange también reflexionó sobre la naturaleza del periodismo y el rol de quienes buscan la verdad: “Entiendo el debate que hay a la hora de diferenciar a un activista de un periodista. Para mí, la clave es ser siempre preciso. Todos los periodistas deben ser activistas de la verdad”. Este comentario enfatiza la importancia de no solo informar, sino también de actuar con responsabilidad, profesionalismo y precisión en un mundo donde la información se ha convertido en un campo de batalla.

Lo que comenzó como una acusación de espionaje se transformó en una guerra jurídica que desafía los límites del derecho internacional. Assange dejó en claro que la criminalización del periodismo de investigación, especialmente cuando involucra a potencias mundiales, es una amenaza latente. A través de su caso, se desvelaron las inconsistencias y abusos de los sistemas legales, los cuales se tornan herramientas para reprimir voces disidentes en nombre de la seguridad nacional.

La situación que Assange tiene resonancias directas con los procesos de lawfare que afectaron a figuras políticas América Latina, y la violencia creciente contra periodistas críticos del gobierno de nuestro país. El uso de herramientas legales como mecanismo de persecución política y judicial para silenciar voces críticas interpela nuestra actualidad. En su intervención, Assange también subrayó la necesidad de una respuesta colectiva: “Es vital estar juntos para hacer frente a las amenazas a la libertad de prensa”, en un llamado a la unidad frente a la creciente represión a nivel global.

La advertencia de Assange no debiera diluirse: los derechos de quienes exponen la verdad están bajo ataque, y las democracias que no los protegen se arriesgan a morderse la cola. La criminalización del periodismo no solo pone en peligro la libertad de expresión, sino que erosiona los pilares de sociedades abiertas e informadas.

Lo que está en juego es el futuro del periodismo y su capacidad para desafiar el poder: eso es lo que, una vez más, nos dejó claro Assange hoy.

Gracias.

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