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Mac sano: El Bar Saludable en Medicina

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En 2017 los estudiantes de la carrera de Nutrición abrieron un bar saludable en un patio abandonado de la Facultad de Medicina (UBA), donde actualmente preparan 500 raciones diarias de comida de verdad a un precio solidario. Una experiencia autogestiva que abre el debate sobre la cultura de los ultraprocesados y la industria alimentaria. AGOSTINA PARISÍ
en una cultura gastronómica industrial como la de hoy, en la que los alimentos ultraprocesados inundan las góndolas de despensas y supermercados y se propagan con fuerza en la publicidad -sumado a un aumento del 56,7% del valor de los productos de la Canasta Básica Alimentaria en los últimos doce meses en la Ciudad de Buenos Aires- la nutrición saludable parece un norte imposible. Según la Secretaría de Salud, ex Ministerio, el 58% de la población argentina tiene una alimentación deficitaria respecto al modelo de nutrición recomendado: más de la mitad del país come mal.
En medio de esta problemática alimentaria que tiene aspectos económicos, sociales, culturales, e implica repensar las carreras universitarias relacionadas a la salud pública, hace dos años estudiantes de la carrera de Nutrición de la Facultad de Medicina (UBA), desmalezaron un patio abandonado de la facultad, y abrieron un bar saludable con una huerta agroecológica, donde hoy preparan 500 raciones diarias de comida sana y nutritiva a un valor de 60 pesos.

Patio recuperado

esta experiencia autogestiva -craneada desde la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria que se dicta en Medicina desde el 2013- comparte un objetivo claro: romper con la hegemonía del sistema alimentario industrial, democratizar el conocimiento sobre la nutrición y volver a acercar a las personas con la comida real, casera, sana, nutritiva y económica.
“Sentíamos que, como futuros nutricionistas, no estábamos haciendo nada que nos represente”, dice Sofía Zajic, estudiante y secretaria general del centro de estudiantes VENI (Verdaderos Estudiantes de Nutrición Independientes). “Apenas entré a la facu no tenía idea de la alimentación soberana o de cómo se trabaja en una huerta. Fui conociendo y me di cuenta de que había otra manera de pensar la nutrición. Aunque tengas lo mínimo, se puede preparar una alimentación sana y para nosotros es importante decirlo”.
Recuperar el patio abandonado, cuenta Sofía, fue un trabajo colectivo. Primero tuvieron que luchar para obtener el permiso de las autoridades de la Facultad. Y cuando el reclamo sumó adhesiones también de docentes, los estudiantes no esperaron más: lograron ingresar por una vieja puerta al patio abandonado e inmediatamente empezaron las tareas de limpieza. El lugar funcionaba hasta entonces como un depósito de basura, bancos y mesas rotas que los jóvenes se encargaron de mover. A la recuperación de este espacio, que hoy recibe a cientos de estudiantes para almorzar, estudiar o pasar un rato bajo el sol, le siguió la creación de la huerta agroecológica y luego la instalación del Bar Saludable, inaugurado en octubre de 2017 con una sola cocinera y veinte platos diarios de comida casera y nutritiva. A los pocos meses la iniciativa ya había crecido exponencialmente. Sofía: “Nos dimos cuenta de que si limpiábamos el patio podíamos hacer algo distinto y aprovechar los espacios de la Facultad. Hoy vienen a comer estudiantes, docentes e incluso personas que no son de la universidad porque el menú es muy barato”.
Actualmente el bar cuenta con once estudiantes y licenciados en Nutrición que se encargan de la administración y cocina de las viandas, además de un equipo que sostiene el “Kiosco saludable”: una pequeña estantería repleta de snacks agroecológicos para la tarde: frutas, galletas y porciones de budín y torta casera. En el bar no solo no existen ultraprocesados; tampoco hay bebidas azucaradas embotelladas. Para tomar, se puede elegir entre agua o jugos naturales preparados en el momento que no superan los 25 pesos el vaso.
Mac sano: El Bar Saludable en Medicina

El combo del día

«La gestión y organización del espacio es solidaria, dice Noelia Sabinio, nutricionista a cargo de la cocina: “Aquí todos lavamos, cocinamos, limpiamos y atendemos”. Estrategia: “Cuando armo el menú semanal trato que los platos no se repitan y que haya variedad. Nuestro objetivo como nutricionistas es ayudar a que la gente coma sano. Por eso incorporamos frutas y verduras de estación, porque además de ser económicas aportan mejores nutrientes y son más ricas”. Algunas de las verduras llegan a la cocina directamente desde la huerta, donde los estudiantes producen lechuga, acelga, tomate, espinaca y morrones, entre otros vegetales.
Los menús del bar se basan en las Guías Alimentarias para la Población Argentina, que indican que la mayor parte del plato debe incluir vegetales o frutas, una porción con cereales, carnes y lácteos magros, huevos y, en una menor proporción, grasas o aceites. El bar también ofrece opciones veganas y vegetarianas que pueden pedirse con reserva previa. Además, los viernes se venden bolsones de cinco kilos de verdura agroecológica de la Cooperativa de Trabajo Iriarte Verde, para impulsar la economía de los pequeños productores y para que los estudiantes cocinen en sus propios hogares.
“Creo que esta experiencia cambió la mirada de todos”, asegura Sabinio. “Apenas me recibí trabajaba vendiendo suplementos alimentarios. Hoy en día ya no elegiría ese trabajo. Mi objetivo es ayudar a la gente a que pueda comer mejor. En un consultorio, no logro que 400 ó 500 personas coman bien todos los días, como aquí. Los chicos vienen y cuentan: ‘No sabés cómo cambié mi forma de alimentarme, bajé de peso, estoy comiendo verduras que antes no me gustaban’”.
Todos los días el menú del bar está disponible en la cuenta de Instagram “Bar Saludable VENI”, donde también se publican las recetas hechas en la semana, para que los comensales puedan replicar los platos en sus hogares. “Tratamos de generar un entorno saludable. Un espacio para compartir, para estudiar, donde no haya ultraprocesados, donde el precio sea accesible, con articulación con cooperativas y una huerta. Son pautas fundamentales. Es todo a pulmón y como no tenemos grandes proveedores salimos a buscar promociones por el barrio”, cuenta Pablo Rubino, nutricionista, docente y subsecretario académico de la Facultad de Medicina. “Un bar y kiosco saludable es una militancia de todos los días en alimentación, agroecología y soberanía alimentaria al mismo tiempo”, agrega.
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La ilusión óptica

En 2013 y tras un histórico reclamo de los estudiantes y profesores de la Escuela de Nutrición para debatir nuevas formas de pensar la alimentación por fuera del modelo hegemónico industrial, nació la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria, que este año cuenta con más de 380 inscriptos. El hecho de ser “libre” significa que cualquier persona puede inscribirse y participar de las clases, sin necesidad de ser estudiante universitario. El plantel docente está conformado por nutricionistas, médicos, antropólogos, abogados, técnicos, entre otras disciplinas. “Tenemos un amplio espectro, porque al tema alimentario hay que verlo de esa manera”, dice Miryam Gorban, docente, coordinadora del espacio y una de las grandes promotoras del debate sobre la alimentación argentina en los últimos años.
La Cátedra de Soberanía Alimentaria fue un gran impulso para que en 2017 se abriera el Bar Saludable. En el patio a cielo abierto donde funcionan el comedor, el kiosco y la huerta agroecológica, conviven alumnos, docentes y no docentes que pasaron por esa Cátedra. “Espacio recuperado por los estudiantes”, reza un cartel de colores pintado en una de las paredes.
“Hace poco les planteamos a los jóvenes un ejercicio: preguntarle a sus padres, madres o abuelos qué comían antes. ¿Alguien se acuerda del puchero o de la carne con papa o batata al horno?”, pregunta Miryam. Para ella, en los últimos años se deterioró la conducta alimentaria de las personas, con abandono de ciertos hábitos culturales que además implicaban variedad de alimentos.
“Los estudios nos demuestran que el 60 ó 70% de los productos de la publicidad son alimentos no saludables, que plantean una ilusión óptica especialmente dirigida a los niños, quienes serán los futuros consumidores”, explica Gorban. “A esto hay que sumarle la producción de frutas y verduras con veneno. La alimentación está impactando en nuestras vidas negativamente y esos son costos en salud que hay que contabilizar, más que el precio del glifosato”, cuestiona.
Gorban plantea que la Cátedra de Soberanía Alimentaria produce tensiones en el ámbito de Nutrición, cuyo plan de estudios en algunos casos está desactualizado sobre estas discusiones: “Nosotros defendemos una alimentación basada en alimentos frescos, con un comercio de cercanía, desechando los productos altamente industrializados. Sin embargo, dentro de nuestro colectivo profesional hay personas que plantean lo contrario”. Este tipo de cátedras-dice la docente- surgen justamente para democratizar la enseñanza: “No hay un pensamiento hegemónico y estático. Tenemos que construir el conocimiento en conjunto, además de que necesitamos políticas públicas”.
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Modo huerta

Es mediodía en la Facultad y un grupo de estudiantes de Nutrición se sienta en unos banquitos del patio para aprender sobre huerta agroecológica. El profesor es Raúl Bottesi, Lalo, quien explica que con un poco de ajo y alcohol se puede fertilizar una planta y curarla de bichos o plagas estacionarias. “La comida sana, segura, soberana y sabrosa se puede lograr a través de la huerta”, plantea Bottesi, ingeniero agrónomo y presidente de la Cooperativa de Trabajo Iriarte Verde. “La huerta no solo es barata, sino que provee todos los nutrientes que el ser humano necesita, además de respetar el medioambiente y promover la biodiversidad”.
Para Bottesi, el sistema alimentario actual propone una estructura hegemónica que no permite decidir y pensar cuál es la mejor alimentación para la sociedad. Y para romper esa versión, advierte, hay que conocer la otra cara. “Y ojo, no es que la agroecología o la huerta quieran permanecer en la edad de piedra, sino que precisamente las enseñanzas empíricas de los pequeños productores son verdaderas. Así se alimentó el mundo antes de que pasara todo esto. No queremos tecnologías exógenas, que vengan de otro lugar, sino plantear nuestras propias herramientas que aplicamos tanto en la pequeña como en la macro producción. La gran mentira de las multinacionales es que no se puede producir sin veneno”, cuestiona el docente.
Sentado en el Bar Saludable, Bottesi habla sobre la importancia de replicar este tipo de prácticas colectivas en todas las facultades y espacios posibles. “Estamos destruyendo el suelo, el agua y el aire a raíz de la forma de producción que tenemos, enviando todos los nutrientes de nuestro suelo para el consumo de otras personas, mientras que en Argentina el acceso a la alimentación está estancado”, plantea.
Frente a este panorama, Bottesi promueve “una producción en la que no exista la intermediación usurera que deja al productor preso del intermediario. Planteamos un precio justo para el productor, donde gastos de intermediación existirán siempre, pero que sea una intermediación solidaria. Esto permite que el productor gane y que el producto llegue al consumidor más barato”, explica Bottesi. “La soberanía alimentaria que proponemos desde la Cátedra, el Bar, la huerta y todos estos espacios es un concepto eminentemente político y sobre todo práctico: lo estamos haciendo”.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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