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Planeta sub 20: Bruno Rodríguez y los Jóvenes por el Clima

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El argentino que habló en la ONU sobre el “comportamiento criminal” de las corporaciones contaminantes y reivindicó las acciones en la calle junto a trabajadores y comunidades marginadas. Jóvenes por el Clima nació en febrero enlazando justicia climática, derechos humanos y justicia social. Bruno y su charla con Greta Thunberg (ambos diagnosticados de Asperberg);  el encuentro bizarro, y los desafíos para una generación que se propone cambiarlo todo.    SERGIO CIANCAGLINI
Manuel tiene esa seriedad que se alcanza con el transcurso del tiempo y las experiencias de la vida, a los 17 años.
Explica con voz grave y sacudiendo el mechón de flequillo: “Somos un movimiento ambiental, latinoamericanista, popular y combativo. Buscamos detener el cambio climático a través de la movilización de dos sujetos que siempre fueron relegados por los ambientalistas: la juventud y los sectores populares”.
Mirando las 10 o 12.000 personas que nos rodean frente al Congreso, podría agregarse que los sectores populares en este caso están simbolizados por cooperativas de reciclado de basura y representantes de pueblos indígenas. Pero lo masivo del acto está compuesto por el sujeto juvenil básicamente sub-20, e integrado en su mayor parte por mujeres.
Ileana, 17, sentada en el piso, informa: “Esta generación trae otro paradigma que plantea preguntarse qué comemos, qué hacemos, cómo se produce. Venimos a cambiar todo”.
Iara, 18, pecas y rulos: “Cuando se habla de cambiar el sistema no es porque el planeta está mal. Los que estamos mal somos nosotros que tenemos que dejar de destruir y de provocar injusticias. Hay que cambiar de enfoque”.
Leyla, que empuña un termo para el mate y es vegana: “Tenés explotación de los recursos naturales, de las personas y de los géneros. El capitalismo no está funcionando”.
Pasa un grupo con convicciones, hormonas y una pancarta: “Si el Amazonas fuera un banco ya lo hubieran salvado”. Y detrás:  “El capitalismo nos está extinguiendo”.
El prejuicio según el cual aquí solo late un ambientalismo a la moda, europeizado y teñido se derrite mientras la gente canta sonriendo: “El pueblo consciente defiende el medio ambiente”.
Pero canta también, sin tantas sonrisas: “Fuera Monsanto, fuera Chevron, fuera el modelo de saqueo y extracción”.

Niña en huelga

La aventura que gestó en Argentina a este movimiento comenzó silenciosamente en Suecia hace poco más de un año, el 20 de agosto de 2018. Una niña de 15 años, trenzas rubias y gesto preocupado, en lugar de ir a clases se instaló frente al parlamento sueco en Estocolmo con un cartel escrito a mano en el que se leía “Skolstrejk för klimatet”: huelga escolar por el clima. En medio de una ola de calor e incendios forestales en su país, Greta Thunberg reclamaba que el gobierno redujera las emisiones de carbono según lo pactado en el Acuerdo de París y frenar la crisis climática que los negacionistas consideran inexistente, mientras la comunidad científica acerca cada vez más al diagnóstico de catástrofe.
Greta estaba sola, porque nadie quiso acompañarla. Repartió volantes y anunció su acción callejera por Twitter e Instagram. El hecho se viralizó. Empezaron a acercarse periodistas a relatar la rareza. Más viralización. La huelga continuó hasta las elecciones suecas de septiembre, sacudiendo mentes y cuerpos adolescentes, y no tanto, que desde distintas comarcas empezaron a plegarse a esa niña que dejaba de estar preocupada para estar ocupada. Luego Greta concentró su reclamo los viernes, y nació Fridays for future.
Su imagen y sus demandas se multiplicaron al infinito y más allá. Estuvo en la cumbre por el Cambio Climático de la ONU en Polonia, en el Foro de Davos con Christine Lagarde, fogonera de los incendios económicos argentinos. Estuvo con el Papa Francisco que la elogió públicamente.  Fue tapa de la revista Time con un largo vestido verde, y referente de dos huelgas globales contra la crisis climática. El mes pasado viajó a Nueva York a la Cumbre de la Juventud por el Clima de la ONU y así, cada minuto de su vida fue transformando a Greta en una mezcla de estrella mediática internacional, ícono para millones de adolescentes y jóvenes en todo el mundo, la voz más escuchada sobre la crisis climática, involuntaria candidata al Nobel de la Paz y otras cuestiones menos publicitadas.

Planeta sub 20: Bruno Rodríguez y los Jóvenes por el Clima

Bruno Rodríguez, el representante de Jóvenes por el Clima que estuvo en la ONU junto a Greta.
Foto: Nacho Yuchark

Cómo llegar a la ONU

El siglo tiene apenas 19 años, pero ya parece rancio y decrépito. La sociología de mercado llama a los nacidos en esta etapa Generación Z, definición de por sí inquietante por lo terminal. La ventaja es que lxs jóvenxs no se resignan a ser zombis como el tiempo que les toca vivir. Un indicio local del tema fue la llamada Marea Verde que rompió las burocracias e inundó las calles en 2018 frente a la discusión de la Ley de Aborto. Greta sería una Generación Z, cuyo Big Bang cultural y mediático llegó a la Argentina en febrero de 2019.
Cuenta Bruno Rodríguez, con palabras inclusivas: “Sabía lo que Greta estaba haciendo pero este verano exploté definitivamente. Había terminado el secundario. Con compañeres del colegio (ORT de la calle Yatay, en Buenos Aires) y de otras escuelas pensamos que era importante hacer algo pronto, sobre todo por el año electoral. Mi compañero Eyal Weintraub tuvo la lectura del momento. Fue el que dijo: ‘bueno, hagámoslo’, y me sumé a su iniciativa. Ahora está viviendo en Nueva Zelanda pero sigue de cerca todo el movimiento”.
Mercedes Pombo tiene 19 años, como Bruno y como el siglo: “Conocía a Bruno de actividades organizadas por la ONU en las escuelas, me enteré por las redes, me sumé, y empezamos a usar todas las herramientas incluyendo a Instagram para comunicarnos, No Facebook, que es de otras generaciones”.
El 21 de febrero nació Jóvenes por el Clima de Argentina llamando a una movilización al Congreso para el 15 marzo, simultáneamente a la convocatoria que se hizo en unas mil ciudades del mundo a una huelga de estudiantes por el cambio climático.
“En Buenos Aires vinieron 5.000 personas” calcula Bruno. Jóvenes por el Clima se convirtió en la expresión argentina de Fridays for future. Ese 15 de marzo, además, entregaron al presidente de la Cámara de Diputados un petitorio exigiendo que se aplique  Ley de presupuestos mínimos ambientales, que la Argentina cumpla con las condiciones del Acuerdo de París sobre emisiones de gases de efecto invernadero (que recalientan el planeta), y que se condene a las empresas que violen las leyes ambientales. ¿Por ejemplo? “En el caso de la Ley de Bosques las topadoras siguen talando la selva. Entre 1990 y 2017 arrasaron 7 millones de hectáreas de bosques, el 80% en el Chaco” informa Bruno.
El 24 de mayo hubo nuevas movilizaciones globales convocadas por Fridays for future. En Buenos Aires hubo 7.000 personas (números reales). Se propuso agitar en cada país la declaración de la emergencia ambiental. En el caso argentino el objetivo se logró casi mágicamente el 17 de julio, cuando el Senado por unanimidad declaró la Emergencia Climática y Ecológica a partir de la movilización juvenil. Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano y cuarto del mundo en hacerlo. Bruno había redactado el proyecto “con asesoría de abogados ambientales de otras organizaciones”. En esa misma sesión se dio media sanción a la Ley de Presupuestos Mínimos para la adaptación y mitigación del cambio climático, presentada por Pino Solanas.
¿Cómo lograron esa llegada al poder legislativo? “Presentás cartas, recorrés pasillos, abrís puertas y te movilizás en la calle. Hablamos con todos los bloques y los diputados terminaron queriendo ser parte. Que los pibes ambientalistas me voten. Obvio que al ser chicos de clase media, algunos de colegios privados, les bajan las defensas. Te reciben, aunque nuestras críticas seguían siendo muy fuertes. Pero te ven, te diría, como un compañero de clase”, dice Bruno, y no se refiere a las aulas.
“Supe que la Secretaría General de la ONU emitió una aplicación para activistas que quisieran asistir a la primera Cumbre Mundial de Jóvenes por el Clima. Había que relatar logros concretos en tu comunidad para combatir la crisis climática y ecológica”, explica Bruno. “Yo describí la experiencia de organización que tuvimos con Jóvenes por el Clima en esos meses, con dos movilizaciones muy importantes y la presentación del proyecto que aprobó el Senado. No somos una ONG aunque en algún momento tendremos que formalizarnos, así que el proyecto lo presenté como autor. Creo que por todo eso me seleccionaron”. El viaje a Nueva York era con tickets “verdes”: “Un monto equivalente a lo que se gasta en huella de carbono por el viaje en avión, se reinvierte en proyectos sustentables” explica no muy convencido.
De 7.000 postulantes se eligieron 100, y en septiembre Bruno llegó como único latinoamericano al escenario de la Cumbre sentado junto al Secretario General, el portugués António Guterres, y a Greta Thunberg.
Saco azul, camisa celeste, pelo negro revuelto. Algunas frases de su intervención leídas en inglés:
“Nuestro movimiento entiende que el poder no hará nada si no se lucha. Y es por eso que decidimos pelear en la calle junto a los trabajadores de todo el país y las comunidades marginadas organizando manifestaciones masivas frente al Congreso Nacional para decir basta al comportamiento criminal de las grandes corporaciones contaminantes, y poner fin a la indiferencia de los políticos”.
“La historia de nuestra región es la historia de cinco siglos de saqueo. Para nosotros el concepto de clima y justicia ambiental es una cuestión de derechos humanos, justicia social y soberanía nacional en relación con nuestros recursos naturales”.
“Jóvenes activistas por el clima en el mundo entero están construyendo una nueva conciencia colectiva. No hay fronteras para luchar por cambios estructurales”.
Si se repasan los conceptos se entiende por qué Jóvenes por el Clima se considera un movimiento disruptivo frente a lo que llaman “ecologismo de brillantina”.
 

Planeta sub 20: Bruno Rodríguez y los Jóvenes por el Clima

Foto: Vero Ape

Hola, Mauricio

Su encuentro a solas con Greta en septiembre. “Le dije: sos una de las figuras que hace que el movimiento exista. Estás dando un ejemplo de lucha, pero al ser latinoamericanos, reivindicamos nuestras raíces de los pueblos originarios, que son atacados y desplazados, aunque eso no lo ve el ambientalismo oenegeísta. Ella me frenó agarrándome el brazo y dijo: ‘yo tengo que estar en un tercer plano, porque los movimientos del sur global tienen que estar al frente de la lucha’. Entré mucho más en confianza al entender que esa es su lectura. Con Guterres fue distinto, se había leído lo que íbamos a plantear y hacía comentarios a modo de quedar bien”.
El des encuentro: “Vi al presidente de Suecia, a Michelle Bachelet, al francés Macron y también estuve con Mauricio. Entré con su equipo diplomático a la Asamblea y hay un gif muy gracioso donde se ve que todos lo están aplaudiendo menos yo: se notaba que había un infiltrado. Después crucé unas palabras con él, pero me cortaron como para que no circulara el diálogo. Yo decía ‘Mauricio, cumplí con la Ley de Bosques’ pero lo sacaron. Me pareció que estaba muy perdido ahí, no sabía dónde ubicarse, era una imagen muy bizarra”.
Bruno se enojó con las coberturas mediáticas a su discurso en la ONU: “Da bronca la atención que se le da a un pibe de clase media, porteño, que dio un discurso con acento británico, pero cuando tenés a los pueblos originarios reprimidos y desplazados durante años, ahí las cámaras están ausentes. O con los pibes de las villas que tienen plomo en sangre. O cuando hablamos de los efectos de los pesticidas, o cuando tenés a un presidente que promueve que no dejen de fumigar a las escuelas Por eso ver en vivo a Greta fue muy emocionante, porque tiene una crítica sistémica de lo que pasa en el mundo, es consciente de que su discurso puede sonar neocolonial, pero es consciente también de haber gestado un movimiento que tiende a criticar de raíz al sistema. Rompemos la lógica discursiva del ecologismo liberal”.

Acné, Clarín y Walsh

runo estudia Ciencias Políticas y Derecho, tiene algo de acné, vive en La Paternal, jugó al rugby en San Martín y Hebraica, y acompañó la toma de AGR-Clarín contra los despidos en 2017: “Me voló la cabeza. Me hizo pensar en el privilegio propio: que haya problemas tan fuertes de los que uno, de un contexto diferente, se siente ajeno. Yo vengo de clase media, pero creo que se puede construir conciencia a partir de empatizar con realidades distintas. Me volvió loco entender eso, y me llevó al tema de los derechos humanos. Porque el salario, la vivienda, la salud, la distribución de alimentos, también son parte de esos derechos. Es lo que plantea Rodolfo Walsh en la Carta Abierta al describir las medidas económicas de la dictadura y hablar de miseria planificada. Que es lo que se repite hoy. Y el tema de los derechos humanos para mí está totalmente enlazado con el de la justicia climática”.
¿De qué modo? “La aparición de Greta me hizo ver cómo se vulnera el derecho a un ambiente sano y a nuestros derechos en general. Tenemos una legislación tremenda, el Artículo 41 de la Constitución, que establece el derecho al ambiente sano como un derecho humano, que es un deber defender. Y es muy taxativo en cuanto a que las actividades productivas no tienen que afectar a las generaciones presentes y venideras. Esa idea de futuro me terminó de convencer de la necesidad de un movimiento como Jóvenes por el Clima.
Integró Bruno la organización La Poderosa en Villa Soldati: “Si no vas a estar el 100% en el territorio, no milités. Para mí fue una experiencia buenísima, pero no podía estar al mango y la militancia es dar la vida por poder estar en el territorio”. Participó también en actividades de Amnistía Internacional: “Que te da formación más que nada en cuestiones técnicas”
No le interesa el fútbol y se le diagnosticó, como a Greta, el síndrome de Asperberg: “En mi caso es bastante asintomático en comparación, pero lo tengo. A ella le complica entablar relaciones, pero me parece que también puede vérselo como un instrumento político porque implica la utilización del sentido común, la lógica de la racionalidad y decir las cosas como son al hablar de la tremenda irracionalidad de lo que está pasando”.
Tanto la familia paterna como la materna de Bruno son de Salta. La madre es empleada administrativa en Telefónica y el padre es ingeniero de sistemas de Tenaris, empresa de la multinacional Techint, proveedora de las petroleras: “Las discusiones con él a veces son acaloradas, pero positivas. Apoya todo lo que venimos haciendo por el clima. Cuando hay un movimiento disruptivo a nivel cultural como el nuestro, hay que deconstruir lo que generaciones previas creen sobre el progreso y el ambiente, cuando hay un ambientalismo que no está asociado a la problemática social”.
Su crítica: “El establishment plantea la lógica de ‘reciclá tu casa’, ‘separá los residuos’, ‘hacete vegano’, y la suma de pequeñas acciones que a nivel mundial van a solucionar la temática. No es cierto. Reivindicamos las acciones individuales, la toma de conciencia, pero si no hay una crítica que apunte a la responsabilidad del Estado, vamos a seguir en una situación catastrófica. En Naciones Unidas di la cifra de que el 71% de todas las emisiones a nivel global las producen 100 corporaciones. Entones no hay tiempo para el cambio individual, que es válido como batalla cultural. Pero el cambio tiene que ser sistémico y colectivo”.
Por eso mismo, reivindica a Greta: “El corazón de lo que dice como militante política es un cuestionamiento dirigido a las clases dominantes. Ella es una expresión física de cómo se tiene que motorizar la denuncia porque es completamente directa, nombra a los sujetos, a enemigos que son los grandes bancos, las petroleras, y lo dice explícitamente, sin dobles discursos”.
Un párrafo del documento de Jóvenes por el Clima leído en la marcha del 27 de septiembre dice: “Exigimos realizar un cambio profundo del sistema de producción de alimentos. Basta de industrialización animal. El modelo de producción agroindustrial está devastando ecosistemas y comunidades. Necesitamos una transición agroecológica inmediata, soberanía alimentaria y una reforma agraria integral y popular”. Agrega Bruno: “Compartimos esas reivindicaciones de los movimientos campesinos, que te muestran que se puede hacer una producción sana a gran escala. Además habría que criminalizar a los empresarios que contaminan y destruyen, enjuiciarlos y encarcelarlos por violar las leyes vigentes. Que son hermosas, pero no se aplican”.

Servidores públicos

Para Jóvenes por el Clima el Estado es un terreno de disputa: “Hablamos con todos los políticos y funcionarios porque si no generás una interpelación directa y privada, nunca vas a saber qué criterios usan.  O sea: vamos como militantes políticos pero la lógica más importante a establecer es que los funcionarios son servidores públicos. Tenés el derecho y la obligación de interpelarlo. No están arriba nuestro en absoluto. Y hay que hablar más allá de la doctrina que cada uno tiene. La frase es: no podés postergar las necesidades del pueblo en función de tu manual ideológico, de tu libretito”.
Cree que el ambientalismo debe discutir la reforma a la ley electoral reciente para que las empresas no puedan aportar a las campañas electorales: “La democracia se ve degradada porque tenés a tus servidores públicos que son títeres de los grupos corporativos que los financian. Para atacar a Greta dicen que alguien la financia, pero no se habla de quién financia a los servidores públicos”.
O sea: estxs jóvenes no parecen aceptar ser representadxs, ni virtualizadxs, sino que se movilizan personal y grupalmente para que la política sea un servicio. Tienen actitud crítica y directa. No rosquean, exigen. Reivindican la militancia, pero no necesariamente lo partidario. Muestran una cultura antipatriarcal, no machista, no subordinada a mandatos de supuestos “dirigentes”. Ejercen lo colectivo para discutir el sistema. Buscan lo creativo, eficiente y concreto para transformar en vida lo que avizoran como desastre.  Hacen suya otra frase de Greta ante los líderes mundiales: “El poder real pertenece al pueblo”. El tiempo, si alcanza, narrará en que deriva esta saga.
¿Cómo se plantan frente a la hipótesis según la cual el progreso y la salida económica están en la minería, el fracking y el agronegocio? Sostiene Bruno: “Lo que hacemos es incidir en el marco institucional y también en los frentes políticos, que tienen sus sectores juveniles.  Es esperanzador que se invierta la pirámide de poder en los partidos. Yo creo que no se le va a permitir al próximo gobierno que avance en la explotación de recursos en beneficio de las multinacionales, porque eso implica depredación y no progreso. Desarrollarnos es progresar ambientalmente. Y si quieren ahorrar y ganar plata, que inviertan en una industria nacional de energías renovables. Pero el fracking, la minería, la soja, van a traer más miseria, más hambre y más agravamiento de las desigualdades sociales. Nuestros recursos naturales tendrían que ser administrados por los pueblos originarios. Eso sí sería un progreso”.
Así habla Bruno Rodríguez, quien cree que muchas veces estos reclamos, movilizaciones y proyectos son infantilizados: “Nos subestiman. Tenemos una juventud disruptiva con el deseo y la voluntad política de ser protagonista y no turista de nuestras propias luchas, aparece la cultura adultocéntrica. Desde los medios nos asignan un comportamiento infantil, adolescente, de pibes incapaces de entender o de cuestionar. Creo que es al revés, como dice Greta: los dirigentes, los adultos, son los que no están maduros para entender y reconocer las cosas como son. Ya no hay tiempo para eso. Hay que actuar. Y uno de nuestros desafíos para el futuro es no ser como ellos”.

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El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

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A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.

Por María del Carmen Varela

El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.

La propuesta reza:

El Teatro está Abierto: ENTRÁ.

La historia no se repite igual, pero rima.

El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.

La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.

Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».

El texto poético que acompaña el mitín:

Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada

Ayer fue incendio, hoy es apagón

Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito

Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva

Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital

En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.

Entrá porque es urgente

Entrá porque es ahora.

El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.

Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)

[email protected]

Instagram: @festivalentra

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Actualidad

Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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