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Cabaret Trash: creación y arte desde los escombros del mundo

El dúo Las Chicas de Humo, conformado por les performes Dafne Rojas Mansilla y Maxy Beccia Krilich, gestaron esta varieté en plena pandemia y la presentaron en el espacio cultural Planta. Combinando tiempo, realidad y ficción con otro dúo, Iván Lee e Ignacio Castoldi, músicos de jazz, pensaron un ciclo que esta vez contó con la presencia de Naty Menstrual y Mika de Frankfurt. Una obra que cuenta cómo el arte es capaz de correr por las calles solitarias con glitter y en tacones, por el honor de encender una chispa en medio de la oscuridad.

Esto parece una secta, Socorro, vámonos de acá. No, parece un frigorífico, ¿están todos muertos, Lola? Pero ¿los muertos parpadean? ¿Te acordás cuando se tiraban alcohol? No importa que sea gente muerta, hagamos un show, como antes.
Así arranca “Cabaret Trash”, con las anfitrionas de la noche: Lola y SocorroSoyMaxy que –como las Chicas de Humo, fanáticas del cantante mexicano Emmanuel y su famosa canción en los 90- recorren la sala un tanto desconcertadas al ver personas sentadas en sillas, con tapabocas y hasta comiendo y bebiendo. Sobrevivientes. Estamos en la era del Covid-50 y ambas llegaron a los tumbos recorriendo las calles desiertas de Parque Patricios, sin perder los tacos y el glamour. Hay gente, hay un espacio que les alberga, hay artistas. Entonces, aún en tiempos apocalípticos, hay show.
El acontecimiento –que agotó reservas a las pocas horas de subido el flyer a las redes- sucede en Planta, espacio cultural ubicado en Inclán y Jujuy, la casa artística del bailarín y coreógrafo Juan Onofri Barbato y la actriz y dramaturga Elisa Carricajo. Unos minutos antes del inicio, Juan abre la puerta, indica los lugares a lxs asistentxs, toma el micrófono, da la bienvenida, hace un repaso del protocolo y más tarde se ubica detrás del mostrador para preparar los vasos de cerveza, vino y fernet. Asomada y sonriente desde la cocina, Elisa colabora con el despacho de la rica comida que ofrece Planta esa noche: falafel y pan de queso. “Estamos muy agradecides y emocionades de estar en Planta”, enfatiza Dafne Rojas Mansilla, la actriz y performer que junto a Maxy Beccia Krilich conforman el dúo las Chicas de Humo – Lola y SocorroSoyMaxy- y gestaron la varieté en plena pandemia. Combinaron tiempo, realidad y ficción con otro dúo: Iván Lee e Ignacio Castoldi, músicos de jazz y convivientes, primero Iván y luego Nacho, de Dafne en Casa Chile, una casona de artistas en el barrio de Balvanera, por donde han pasado pintoras, tarotistas y acróbatas. Es hogar, lugar de inspiración y, durante la cuarentena, fue también sala de ensayo y de experimentación.

En una charla con lavaca, Maxy argumenta: “Dicen que hay gente que es esencial y gente que no. Lxs artistxs no lo somos. Entonces estamos resistiendo. Pero todes somos esenciales en la vida. Nos dijeron: a casa sin chistar, y nos tuvimos que quedar en casa hasta que nos dijeron: bueno, ahora pueden salir. Nosotres nos preguntamos ¿por qué nos tenemos que quedar en casa? Si hay misas. En el under estamos acostumbrades a que sean 10, 4, 1, no actuamos para 60, 100, o mil personas. Parecía que en la cultura se había apagado el cuestionamiento y la duda. Casi nadie lo hacía y es nuestro trabajo cuestionar y dudar. No puede ser que nadie diga nada. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que podamos trabajar? ¿Qué otros planes hay?”.
Maxy se autodefine en su instagram como actuante, mostra, neurodiversa, cofundadora y actriz en Las Burdas (tributo a Urdapilleta, Tortonese y Batato) y, por supuesto, Chica de Humo. También es host en la fiesta Jolie en el espacio cultural Feliza y en la Tropikinky. Junto a Dafne y para transmutar el enojo que les provocaba la obligatoriedad del encierro, decidieron hacer algunas manifestaciones artísticas en un contexto adverso, apelando a los recursos que tenían a mano. Hicieron streaming desde el baño del taller de chapa y pintura del padre de Maxy en Almagro y en el patio de Casa Chile. En cuarentena estricta, “estábamos corriendo mostreadas por la calle y siempre nos paraba la policía, pero no nos alcanzaba porque corríamos más rápido”.
Agrega Dafne: “Fue difícil. Nos preguntábamos de dónde íbamos a sacar plata, qué iba a pasar con los espacios. Yo salí a hacer mensajería en bicicleta, a vender juguetes sexuales. Viví un mes de eso. Después surgió la posibilidad de actuar en la vidriera de un espacio cultural en La Paternal. El primer show de Cabaret Trash lo hicimos en el taller del papá de Maxy en noviembre”. La segunda presentación fue en la vereda de Pista Urbana, en San Telmo, la tercera en Planta y con invitades de lujo: la actriz, performer, artista plástica y escritora Naty Menstrual y el actor Manuel Fanego con su personaje Mika de Frankfurt.

En Pista Urbana, dos hombres se levantaron y se fueron molestos por escuchar a Maxy hablando en lenguaje inclusivo. Dafne reflexiona: “Vengo pensando en la endogamia artística en la que vivimos, la cultura marica se mueve entre la cultura marica, los jazzeros en sus antros de jazz, la gente del circo con gente del circo. Está bueno poder mezclarnos. En Pista Urbana hubo eso, público que se encontró con otra cosa. Sin duda vamos a seguir haciendo ciclos y yendo a nuestros lugares de pertenencia, pero ese fluir me interesa para trabajar”.
Iván, Nacho y Athos García componen la Jazz Band, acompañan la velada con exquisitas melodías y son presentados como “los pakis, igual los perdonamos”. Rodrigo Peiretti, con su maquillaje y sus brillos, canta temas cabareteros y enciende las palmas. Antes de irse del escenario, presenta a la doctora Rafaela Santa Fe encarnada por Maxy, quien se dirige a “los cuidadanos”, nos acusa de romantizar la pandemia y le dedica un bolero “a este bichito que vino a eliminarnos a todes”.
Llega el turno de una invitada estelar: Naty Menstrual. De gala, con vestuario resplandeciente y distinguida capelina negra, provoca carcajadas con su lírica erótica y descarada. El cortejo musical de la Jazz Band y la poesía de la artista, hicieron estallar hasta el cristal de un vaso de fernet en el fragor de los aplausos.
Después del intervalo, Lola baila, reversiona un tema de Madonna, “Vogue” y emprende un poema: “Siempre quise ser Madonna”. La segunda invitada ingresa a escena. Es Mika de Frankfurt. “Parece que el teatro ha vuelto”, se alegra Mika. Risueña y tierna, toca “un cumbia” con su acordeón y propone mover las caderas, pero cada une en su lugar, para no romper el protocolo. También entona su clásico: “Estamos tan acostumbrades a ser infelices, que ya no nos sentimos capacitades para ser felices, estamos más segures en nuestra angustia emocional, porque sabemos cómo tapar esa angustia emocional”. Con modalidad al sombrero (“porque a la gorra la mandamos a estudiar”), el Cabaret Trash va llegando a su fin.

Si lo trash remite a diseñar arte desde lo residual y descartable, este Cabaret propone celebrar la creación a partir de los escombros de un mundo asolado por pestes de diversa procedencia. Lxs protagonistas de la noche han dado muestras de que el arte todo lo resiste y es capaz de correr por las calles solitarias con glitter y en tacones, por el honor de encender una chispa en medio de la oscuridad.
Las chicas de humo emergen de las cenizas porque, donde hubo show, fuego queda.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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