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Represión en la República de Cromagnon: Matanza de jóvenes a manos del Estado y el mercado

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Reaparecieron cuatro palabras: Que se vayan todos. Un local llamado República de Cromangnon se convirtió el 30 de diciembre en la tumba de 182 jóvenes y niños, sin contar 800 heridos, miles de chicos psicológicamente schockeados por lo que les tocó vivir, y una sociedad herida en el alma. Los empresarios del local habían vendido el triple de entradas autorizadas para maximizar sus ganancias. Maximizaron la muerte. Además, clausuraron las puertas para evitar que alguien entrara sin pagar, convirtiendo al lugar en una trampa de fuego y gases venenosos. El gobierno de la Ciudad fue cómplice de todo esto, pero su peor cara es la de deslindar responsabilidades. Los familiares y amigos de los muertos marcharon cantando: “¿Dónde está/ Kirchner dónde está?” e insultando profusamente al empresario Omar Chabán y -fundamentalmente- al jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra.

“Se va a acabar, esa costumbre de matar” cantaban saltando unos chicos con remeras de Callejeros y La Renga.

“Andate Ibarra, la puta que te parió” precisaba el resto de la movilización.

Era una marcha rara, a contramano por Rivadavia, supuestamente la avenida más larga del mundo. Adelante iba el trueno de una docena de motoqueros que agitaban sus cascos cantando: “se siente, se siente, los pibes están presentes”.

Cuando la marcha comenzaba, en Once, la gente detectó la presencia de Juan Carlos Blumberg, a quien el diario Clarín califica como “referente social en materia de seguridad” (no consta si el autor de tal hallazgo es el rosarino Roberto Fontanarrosa). Blumberg fue insultado y algunos jóvenes se trenzaron a golpes con sus guardaespaldas. Todos se escondieron en el hotel Star, que tuvo que a su vez ser custodiado por la policía. Blumberg adujo que lo habían invitado padres de las víctimas, cosa que no pudo confirmarse.

Los motoqueros llevaban en una de las motos a Aurora Cividino, sobreviviente de la cacería en Puente Pueyrredón que el 26 de junio de 2002 terminó con las vidas de otros jóvenes: Maximiliano Kostecki y Darío Santillán. Al acercarse a Congreso los motoqueros, Aurora y el resto entonaron, como en 2001:


– “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.

Todos somos callejeros

Mirando al Congreso los manifestantes (eran unas seis cuadras colmadas) gritaron además: “Asesinos” e “Hijos de puta”, lo que demostraría que en este grupo, al menos, la opinión sobre la clase política es idéntica a la de siempre. Una letra del conjunto Callejeros, justamente, hubiera venido al caso:

Y siempre las mismas caras
y siempre el mismo dolor.
El hombre llora con ganas
y solo, le grita a Dios:
“Ojalá se los lleve el viento
y no vuelvan más”

En las cebras de cruce peatonal, en las paredes, sobre las publicidades, chicas y chicos pintaban: “Justicia para nuestros callejeros”.

La marcha tuvo como distintivo las remeras rockeras, algunos peinados raros, muchísimos adolescentes, chicas y chicos de no más de 14 ó 15 años, metiéndose con mirada clara y desconfiada en el extraño universo que los mayores les estamos dejando. Calzado ganador: zapatillas de lona blanca marca Topper, que muchos padres y madres de adolescentes habrán sabido oler, y que los chicos saben cuidar como símbolo de identidad.

Marcha rara. Mucha gente, mucha, iba llorando. Algunos con sus cartelitos escritos a mano, con una foto, un nombre:

“Lucas Pérez, 12 años, tu familia te ama”.

“Jacquie Santillán”.

“Guido Musante”.

“Pablo y Carol, víctimas de la masacre”.

Las pancartas eran llevadas por las lágrimas. La marcha tuvo momentos de silencio.

Esos momentos eran los más insoportables.

Argentina, Cromagnon

“Ibarra, Chabán, la tienen que pagar” fue otro de los cantos. La gente se movilizaba con desconfianza hacia los supuestos periodistas, luego se entendería con cuánto acierto.

Otro letrero sencillo, escrito bajo quién sabe qué niveles de dolor: “Nuestros hijos pasaron por el infierno. Ahora están con Dios en el cielo”.

Nuevamente el silencio insoportable. Una chica de unos 15 años iba con sus bellísimos ojos verdes derrotados por el llanto. El alivio de unas consignas: “Atención, atención, no los mató el incendio los mató la corrupción”.

En la misma línea, uno de los más entonados:

– “Escuchenló, escuchenló, ni la bengala, ni el rocanrol, a nuestros pibes los mató la corrupción”.

Un chico iba con una bandera de Callejeros: “Ese miedo a estar mejor”. Le pregunto de qué canción es. El nombre del tema parece un editorial sobre ciertas apariencias políticas: “Tan perfecto que asusta”.

La Argentina política, en muchos sentidos, es la República de Cromagnon.

– Sus autoridades tienen discurso pomposamente “moderno” y hasta progresista, que choca con sus actos e intereses concretos.

– No logran ocultar cierta inutilidad, o negligencia casi criminal.

– Si es necesario, se fugan, o se mantienen alejados de los conflictos dándose por desentendidos.

– Hay una asombrosa tendencia a cometer las mismas torpezas, brutalidades y crímenes las veces que sea necesario.

– La vida vale poco y nada. La de los jóvenes, cotiza un poco menos todavía.

– A los chicos se los considera básicamente como un ejército de consumo. Se los acorrala en un puro presente, sin futuro.

– La mezcla de negocio opaco, corrupción y mafia es la que suele orientar las principales decisiones.

Tan perfecto que asusta.

Kirchner, Ibarra y la culpa

Frente a la jefatura de gobierno, custodiada por una veintena de policías, la gente cantó: “Yo sabía que a los asesinos los cuida la policía”. Además se gritó “Asesinos” mirando a los uniformados. Mucha gente golpeaba cacerolas o tachos.

En Plaza de Mayo hubo un primer encontronazo con los medios. Había un móvil de Crónica TV que impedía el paso del público hacia la plaza. Recién cuando la gente empezó a empujar el vehículo, el conductor aceptó moverlo. “Manga de hijos de puta, se creen que la gente tiene que ir por donde ellos quieren” dijo un joven de remera roja, en lo que resultó otro inesperado acierto sobre la actitud de muchos de los llamados medios de comunicación.

Allí, con la Casa Rosada al frente, custodiada por vallas azules desde mitad de la Plaza de Mayo, volvió a surgir: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Y además: “¿Dónde está, Kirchner dónde está?” gritaba una señora.

“En El Calafate está”, le dijo otra. “Es increíble. Los chicos que se salvaron sienten culpa por estar vivos. Kirchner e Ibarra, en cambio, no sienten culpa”.

“Olé olá, si no hay justicia qué quilombo se va a armar” pasó a ser el nuevo canto. Un cartel: “Nos mataron a Pato, hoy venimos del cementerio. Justicia para nuestros chicos”. Otro: “Justicia para nuestras almas perdidas”.

Sobre el vallado azul se instalaron chicos con velas y carteles. Uno tenía la remera de Los Ratones Paranoicos, y una bandera: “Jóvenes de La Matanza x Justicia”. La gente cantó: “Kirchner-Ibarra, el pueblo da la espalda”, y todo el mundo, en efecto, dio la espalda a la Casa Rosada.

“Salta salta, pequeña langosta, Chabán, Ibarra y Kirchner son la misma bosta”, cantaron

Un joven, pero no tanto, se trepó parcialmente a la Pirámide de Mayo con un megáfono, y comenzó a arengar al público con un discurso claramente de partido de izquierda. El chico de Los Ratones empezó a gritar: “Sos un político hijo de puta, bajate de ahí que nadie te llamó, mandate mudar”. Los abucheos e insultos convencieron al señor del megáfono a dejar en paz a la Pirámide y a sus congéneres.

Se reunieron los familiares junto a una camioneta con parlantes. Habló primero la tía de Sergio Escobar: “No fue un accidente. Fue una masacre. Que renuncien todos los culpables. Los chicos iban a divertirse. Tienen derecho a divertirse. Ni si quiera están los políticos para decirnos ‘la acompaño en el sentimiento’. Que se vayan todos”.

Otra mujer tomó el micrófono llorando: “Soy la mamá de Sebastián Fernández. Justicia, justicia, justicia. Nada más. La Tierra es el Infierno”.

Los fotógrafos y periodistas arrinconaban a los familiares que empezaron a pedir que se alejaran. “No busquen acá una primicia” les informaron.

La hermana de Mariano Benítez fue más profética aún: “Que todo esto sea sin violencia, para que no nos agarren. Acá no solo los dejaron morir -dijo, y se le partió la voz- dejaron que se pudran los cuerpos. Yo no quiero que se vayan. Quiero que los metan presos”.

“Mi hermanito es André Funes. Dijo ‘es’ porque no murió. Es nuestro solcito. Justicia, más que nunca, justicia”.

Es un dato de la realidad, a esta altura, que para buena parte de la sociedad Argentina, la justicia es una especie de utopía extravagante.

“Yo no tengo fe en este gobierno hijo de puta” dijo la hermana de Rubén Belzunce. “Vamos a enterrarlos junto a los nuestros para que les den explicaciones”.

Apareció ante el micrófono un hombre que dijo llamarse José Soto, quien dio comienzo a una proclama -mezcla de delirio y psicopatía- contra los padres de las víctimas “que dejan a los chicos sin ayuda”, y contra el rock en general. Los silbidos cortaron lo que no pareció ser otra cosa que una provocación.

Hubo otro incidente con un fotógrafo que seguía empujando y molestando a los familiares. En ese horno que era la Plaza de Mayo, en ese ambiente caldeado, la discusión con el reportero subió de tono y los familiares decidieron retirarse. Otro triunfo de los medios.

Los que estaban sobre las vallas azules cantaron: “Eo, Eo, esto es para los chicos que nos miran desde el cielo”, encendiendo velas y mirando, efectivamente, hacia la noche azul y estrellada. Uno de los chicos, ¿15 años? tiraba besos al cielo con la vela en alto, tocándose con la otra mano el corazón, y llorando.

Adriana, mamá de Fernando (15 años) contaba que su hijo se salvó de milagro pero que ella estará junto a sus compañeras: “En las dos horas que estuve buscando a mi hijo, sin saber qué le había pasado, vos podés creerme o no, pero te juro que en lo único que pensaba era de qué manera iba a matarme si él no aparecía vivo. Lo único”.

Siguió diciendo: “Ibarra se preocupa mucho por el cinturón de seguridad para salvar vidas, pero aquí no hace lo más sencillo. Decir: señores, les pido perdón a todos, y renuncio. Acá no hubo negligencia, hubo criminalidad”.

Un diagnóstico: “La gente les tiene miedo, porque son chicos. Yo te reconozco que a veces son contestadores, se enojan con una. Pero son puro corazón. Mirá la cantidad de chicos que lo único que hicieron fue ayudar a salir a los otros. Mi hijo se quedó esperando a un amigo que no salía, y mientras tanto no paraba de sacar gente. Cuando salió el amigo, sangraba de la nariz y mi hijo lo acompañó al hospital. Son re rockeros y no nos quieren ver ni cerca, pero el chico iba llorando porque no encontraba a su mamá”.

Adriana cuenta una hipótesis: “A los que van a los recitales los revisan para que no lleven bengalas, para que después la compren adentro”. Uno de los chicos que la está escuchando, aclara que el 26 de diciembre había habido un incendio en el lugar, fueron los bomberos, lo apagaron, y todo siguió igual. “La culpa no es de la bengala”.

En diálogo con lavaca Adriana cuenta que alguien del Partido Obrero les dijo a las madres: Si ustedes no se organizan con nosotros, se van a quedar solas. “Y le contestamos: entonces, nos vamos a quedar solas, no te hagás ningún problema. Yo los conozco de lejos, porque de chica milité. Cuando un tipo en vez de caminar en la marcha va caminando hacia atrás, mirando a la gente y haciendo gestos para que cante, ya lo tenés calado. Mirá, el que nos hizo la advertencia es ese de remera azul” dice señalando hacia un joven pero no tanto, que movía los brazos como un director frente a su coro.

“Le pregunté para qué vinieron, si nadie los llamó. Y me dijo: para organizar. Así, con esa idea, rompieron todas las asambleas en las que entraron”.

La represión

La desconcentración volvió a reunir a mucha gente frente a la jefatura de Gobierno porteña, pero los padres y madres ya se habían retirado. Allí estaban los policías. Un grupo muy pequeño de manifestantes les tiraba botellas de plástico. De pronto se armó un remolino y alguien gritó: “¡Está armado!” Se trataba de un policía, en la entrada al edificio sobre Bolívar y Diagonal Norte. Allí se dirigieron varios de estos manifestantes, y comenzaron a arrojar piedras contra la puerta, con estuidado oficio. Detalle técnico: no usaban las zapatillas de lona sucia, u ojotas como muchas de las chicas y chicos rockeros (para hablar de los manifestantes más espontáneos, no tan expertos ni tan organizados) sino marcas más poderosas de zapatillas de cuero.

La mayoría de rockeros empezó a alejarse, los chicos les avisaban a las chicas, y la cosa quedó en una típica agresión de un grupo contra la policía. Por la vereda de Rivadavia de la Plaza, se asomaron carros de asalto e hidrantes que marcharon velozmente hacia la manifestación.

Todo el mundo corrió, y frente a la jefatura de Gobierno la gente empezó a arrojar objetos a las denominadas fuerzas del orden, que hicieron funcionar el camión hidrante con un líquido azul que manchó los trajes de más de un movilero.

Los manifestantes encendieron basura más adelante, los camiones siguieron avanzando. Todos iban rumbo a la 9 de Julio pero los rockeros ya se habían ido tras el grupo de padres, veloces en sus zapatillas de lona. En la Embajada del Café, sobre Avenida de Mayo, los parroquianos salieron a insultar a los policías, que los observaban sonriendo sobradoramente.

En ese momento un grupo de jóvenes de remera y jeans que podían haber pasado por manifestantes, surgido quién sabe de dónde, se abalanzó sobre alguien en la vereda de enfrente. Lo llevaron una cuadra agarrado de las piernas y el cabello. Así lo depositaron en un vehículo policial, y salieron corriendo hacia delante.

Esos policías de civil habían estado infiltrados en la marcha todo el tiempo. Al verlos juntos, con esas caras, esos tamaños y esas zapatillas, resultaban evidentes, pero en medio de la marcha eran invisibles. Al 800, en una panchería, se abalanzaron sobre un chico de rulos que empezó a gritar: “¡Díganles que yo estaba comiendo!”. El dueño del local se puso como loco: “Es un cliente mío, estaba cenando desde hace una hora, no hizo nada, y lo llevaron. Se llama Gustavo. ¿Cómo pueden ser tan mal paridos?”

Una chica morocha que le gritó “boludos” a los policías corrió igual suerte.

Los carros de asalto seguían a los manifestantes. Otros vehículos aparecieron desde el otro lado de Avenida de Mayo, a contramano, y otros desde el Obelisco. Habían preparado una trampa perfecta con epicentro en la Avenida Nueve de Julio, donde la tenaza se cerraría sobre la movilización. Pero los manifestantes habían sido demasiado rápidos. Ya no estaban. De todos modos la información sobre la medianoche consignaba quince detenciones, que tal vez hayan sido igual de arbitrarias.

Quince. Como en la Legislatura, en julio pasado.

Los camiones policiales, incluso el que seguía lanzando espásticamente un chorrito de pis azul, y los policías, se quedaron mirándose los unos a los otros. Los periodistas también.

Todos, un poco desconcertados.

La gente, como suele ocurrir, estaba en otra parte.

El jueves el grupo Callejeros convoca a otra marcha, a las 18 desde el Congreso. “Ünicas consignas: llevar una vela, marchar en paz y no llevar banderas de ningún partido político”.

Habrá que ver, hasta entonces, cómo sobrelleva cada uno la compañía a veces insoportable del silencio.

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Detenciones injustificadas, golpes, humillaciones y persecución: la grave denuncia de las personas detenidas en la cacería de la Ley Bases

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ley bases
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Detenciones ilegales y acusaciones falsas. Patadas, palazos y balas de goma. Mujeres esposadas 15 horas en camionetas y pasillos, humilladas al ser desnudadas en celdas abiertas. Carceleros que tiran gas pimienta a los varones estando presos. Estas son algunas de las denuncias que exdetenidxs en la Ley Bases comunicaron en conferencia de prensa en el Serpaj, donde pidieron por la liberación de las cuatro personas detenidas, el rechazo a las apelaciones del fiscal federal Carlos Stornelli y el pedido de cierre de todas las causas. Además convocaron para este viernes una concentración con un festival en Plaza de Mayo, a un mes de la cacería, de 15 a 19.30 horas. Cómo viven hoy quienes estuvieron presos y qué dicen los abogados: “No hay elementos jurídicos para sostener esta barbaridad”. Y la voz de Emilia, pareja de Daniela, detenida: “Luchar no es un delito y estar organizados, tampoco”. 

Por Lucas Pedulla

Gabriel Famulari tiene 41 años y está sin documentos. Saca de su bolsillo el papel que le dieron en los tribunales federales de Comodoro Py para su reemplazo: una hoja A4 doblada en cuatro partes que dice “Acta de excarcelación”. Hace casi un mes fue detenido en la cacería que el Gobierno desplegó con cinco fuerzas de seguridad distintas durante las protestas de la Ley Bases, y fue liberado por falta de mérito -es decir, por falta de pruebas- cinco días después por decisión de la jueza María Servini. Sin embargo, es una de las siete personas a quien el fiscal federal Carlos Stornelli apeló la excarcelación. No se enteró por su abogado -un letrado de la Defensoría oficial- sino por un mensaje de WhatsApp. 

“Stornelli apeló mi libertad”, dice Gabriel a lavaca una vez concluida la conferencia que la Coordinadora Por La Libertad de lxs Presxs de la Ley Bases convocó en el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), para exigir la liberación de las cuatro personas que siguen detenidas: Daniela Calarco Arredondo, David Sica, Cristian Valiente y Roberto de la Cruz Gómez. Piensa Gabriel sobre esa apelación, que pesa sobre otras seis personas exdetenidas: “Somos nosotros como podría ser cualquiera, pero puntualmente somos gente que no está enrolada en organizaciones. Así hay más saña y por ahí piensan que, quizá, no tengas gente que salga a defenderte”.

Cuenta que, cuando lo llevaron al penal, en uno de los “interrogatorios ilegales” le preguntaron si estaba en alguna “orga”, de dónde era, en qué partido militaba. “Me rodearon un montón. Ese maltrato fue sistemático, porque te preguntaban siempre que podían. Y les dije: ‘Sabés que soy un perejil, porque si militara en algún lado ahora habría 500 personas afuera’”. Gabriel no milita en ninguna organización o partido, y el 12 de junio había ido tarde porque sabía que la ley se votaría de madrugada. “No estuve ni cuando tiraron los piedrazos. Sólo filmé una persona que estaban deteniendo en situación de calle. De hecho me subo a la vereda, tal como ordenaron los policías que estaban por la zona, y cuando me doy vuelta, sobre Callao, a media cuadra del Molino, escucho que dicen ‘ahora, ahora’, y me agarran por la espalda”. 

Desde entonces no recuperó su DNI. En el penal le dijeron que estaba en la comisaría 28 y en la comisaría 28 le dijeron que estaba en el penal. “En la 28 protesté y, a los 10 minutos, vino alguien que me dio mi tarjeta de débito y mi SUBE, que estaba todo junto en la billetera junto con el documento. Ya no sé qué pensar”, dice, y es tan sólo una de las historias cuyas vidas cambiaron para siempre hace un mes, tras 33 detenciones al voleo.

Cuatro de ellas todavía siguen detenidas. 

Detenciones injustificadas, golpes, humillaciones y persecución: la grave denuncia de las personas detenidas en la cacería de la Ley Bases
El flyer de convocatoria para el festival del viernes.

La barbaridad jurídica

La última persona liberada fue Facundo Gómez, el vendedor de cafés de Plaza Serrano (Palermo), a quien detuvieron mientras estaba hablando con su mamá. La noticia se conoció el jueves pasado, minutos antes de que comenzara la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, que fue masiva. Al mismo tiempo las partes se notificaron de los rechazos de las otras cuatro excarcelaciones. La decisión la tomó la Cámara de Apelaciones con los votos en contra de Martín Irurzun y Eduardo Farah. “Los votos tienen nulo fundamento técnico-jurídico”, dice a lavaca Daniel Vázquez, abogado de Daniela. “El fallo dice, en líneas generales, que tanto ella como los que quedan presos podrían entorpecer la investigación estando libres. Planteamos que es una barbaridad. Los detenidos están en un penal, la totalidad de la prueba instrumental y documental son de cámaras del Gobierno de la Ciudad y medios masivos. No hay ningún elemento de prueba que pueda ser entorpecido por los detenidos”. El único juez que votó a favor fue Roberto José Boico.

Las partes tienen 10 días para apelar ante la Cámara de Casación Federal. “No hay elementos jurídicos para sostener esta barbaridad -sostiene Vázquez-. Es la expresión de un gobierno ultraderechista con prácticas violatorias de la Constitución y los tratados internacionales. Lo estamos afrontando en las calles y, jurídicamente, en los tribunales”. El abogado también defiende a Sofía Ottogali, la primera de las liberadas, otra de las apeladas por Stornelli. “La fiscalía no fundamentó absolutamente nada. No hubo ningún planteo nuevo, ni siquiera un adorno”. Todos los abogados ya presentaron los memoriales por sus represantados y representadas, que fueron elevados a la Cámara. “Podría y tendría que resolver hoy, pero tiene la potestad de tomarse cinco días”, dice Claudia Leaños, abogada de Sasha Lyardet, la joven estudiante de la UNSAM, otra de las apeladas. 

Estos atropellos fueron presentados por familiares y exdetenidxs en el Serpaj, acompañados por organismos, legisladores y diputados de la izquierda y del peronismo. Otra de las que habló fue Emilia, pareja de Daniela y compañera en el MTR-Votemos Luchar (Movimiento Teresa Rodríguez): “Tuvimos la posibilidad de verla, y a pesar del contexto de mierda, la compañera está fuerte, entera, pero lo que principalmente la sostiene es que está organizada. Luchar no es un delito y estar organizados, tampoco”. 

A Daniela la acusan de quemar bicicletas del gobierno de la Ciudad, aunque Emilia explicó a lavaca que esta acusación es falsa y dio su versión de los hechos. David Sica está en situación de calle, y lo acusan de pegarle a una policía, cargos que él negó. Roberto de la Cruz Gómez es empleado de una panadería, lo acusan de tirar piedras, delito que también negó. El último es Cristian Valiente, trabajador de una verdulería, a quien denunciaron por tener una granada de mano, pero en realidad era un aerosol químico de los que usan las fuerzas para gasear manifestantes. Su hermano Jonathan dijo a lavaca: “Lo acusan de terrorista pero carrea cajones de frutas y verduras 12 horas al día. Es una locura”.

Las familias convocaron a una concentración con festival este viernes 12 de julio, a cumplirse un mes de las detenciones, en Plaza de Mayo. La cita es a las 15 horas y se extenderá hasta las 19.30. Habrá música en vivo con Sudor Marika, Paula Maffia, El príncipe idiota, La piba berreta, Saga.hfk, Flopa Lestani, Julio y Agosto (banda de Santiago Adano, uno de los exdetenidos) y La perra que los parió.

Compartimos el comunicado redactado por exdetenidxs y familiares, leído este miércoles en el Serpaj. 

Somos un grupo de liberadxs de los 33 detenidxs el 12 de junio en la movilización en contra de la votación de la Ley Bases.

Nos detuvieron ilegalmente, mediante acusaciones falsas y violencia brutal de la policía, con patadas, palazos y balas de goma en algunos casos. Nos llevaron a distintas comisarías y alcaldías sin decir en ningún momento cuál era la causa de detención, sin poder hablar con un abogado/a, sin poder usar los celulares, sin ver a ningún familiar, mucho menos a un médico. Desoyendo pedidos de Habeas Corpus, vulnerando nuestros derechos más básicos.

Las mujeres estuvieron/estuvimos 15 horas en una camioneta y pasaron/pasamos la noche ahí esposadas, para luego pasar el segundo día en el pasillo de una comisaría sin agua y donde la policía no les/nos dio ni un plato de comida. Cuando la causa pasó a fuero federal, las/nos trasladaron a la Unidad 29 en el edificio de Comodoro Py, las/nos desnudaron una por una en una celda a puertas abiertas donde había tránsito de gente, en lo que fue una situación de humillación más para ellas/nosotras. Las que no fueron/fuimos excarceladas el viernes 14, terminamos en el Complejo Penitenciario de Mujeres de Ezeiza.

Los varones fuimos/fueron a tres cárceles de máxima seguridad: Devoto, Ezeiza y Marcos Paz. Algunos fueron puestos contra una pared y les tiraron gas pimienta en la cara. Convivimos con ratas, cables de electricidad sueltos en habitaciones inundadas habiendo riesgo de quedar electrocutados.

Cabe destacar que en todo momento, tanto en las comisarias como en los penales, se nos preguntaba insistentemente si formábamos parte de alguna agrupación política, que habíamos hecho o si tirábamos piedras, lo que constituye interrogatorios extrajudiciales que las fuerzas de seguridad tienen prohibido por ley hacer.

Queremos remarcar la situación de ilegalidad de todas las detenciones y el contexto de violencia institucional por el que pasamos porque creemos que tiene que ver directamente con una estrategia política de este gobierno, que no somos lxs primerxs ni vamos a ser lxs últimos, pero nos preocupa ver como la criminalizacion de la protesta está en escalada. Y al mismo tiempo que aumenta la represión, nos entristece ver como vacían los espacios de memoria y de DDHH tan necesarios para nuestra historia y el fortalecimiento de la democracia.

2)

Desde que nos detuvieron sufrimos incontables delitos llevados a cabo por las fuerzas policiales y el personal del Servicio Penitenciario Federal pero ello no es nada comparado con el sentimiento indefensión que genera las irregularidades procesales de la causa por que:

No son peores las lesiones y amenazas, que los procesamientos que aún sufren David Sica, Cristian Valiente, Daniela Arredondo y Roberto De la Cruz Gomez, que siguen detenides después de casi un mes, y Facundo Gómez, excarcelado el pasado jueves.

No es peor ver las actas de detención ser llenadas horas después de las mismas y firmadas por el propio personal policial en lugar de ser firmadas por testigos, que las apelaciones de Fiscalía de las faltas de mérito de 7 personas de las que no hay ni una sola prueba.

No son peores los apremios ilegales, que la confirmación por parte de la sala del rechazo de las excarcelaciones de nuestros 4 compañeres. Todo este despliegue ilegal y antijurídico tiene un solo fin: amedrentarnos, hacernos creer que pueden hacer con nosotrxs lo que quieren.

Hoy en día toda esta estigmatización por parte del poder, desde que nos llamen terroristas que queríamos hacer un golpe de Estado hasta la privación de la libertad que aún continua en 4 casos, nos ha dejado secuelas. Muchxs de nosotrxs sufrimos persecución policial, política, laboral y mediática. Nos han amenazado y hostigado por redes sociales. Nos ha parado la policía para verdugearnos y hacernos requisa solo por mostrar el dni. Muchxs estamos con estrés post traumático que nos impide hacer nuestra vida normal, por lo que les pedimos que nos sigan acompañando hasta que se cierre este armado judicial.

Creemos que somos un ejemplo para mostrarle al pueblo que seas quien seas, hagas lo que hagas, si vas a protestar contra las políticas de hambre de este gobierno, sos un terrorista que puede terminar en un penal de máxima seguridad sin siquiera estar procesado. Tenemos claro que no fue contra nosotres, sino contra todes los que quieren seguir viviendo en libertad y democracia.

3)

Por último, queremos agradecer la solidaridad de las redes humanas tejidas por distintas personas y organizaciones de todo el arco político, que se nuclearon en la Coordinadora por la libertad de los presxs de la Ley Bases. Aprovechamos para que se amplíe la convocatoria y se sumen más organizaciones porque entendemos, ahora más que nunca, que la unión hace la fuerza.

Vamos a seguir con solidaridad, amor, lucha y trabajo, mucho trabajo, teniendo el objetivo principal de la Liberación de Cristián, David, Roberto y Daniela y el sobreseimiento de lxs 33 imputadxs.

Como dijo nuestro compañero Facundo: nuestras convicciones están intactas y seguimos defendiendo el derecho a la protesta y luchando por nuestro lugar en las calles.

Para ello, queremos invitarlos el próximo viernes 12 de julio, a un mes de las detenciones, a concentrarnos en Plaza de Mayo a partir de las 15 y compartir el Festival Solidario #Faltan 4, organizado por la Coordinadora por la libertad de los presxs de la Ley Bases.

¡Libertad a todos lxs presxs politicxs!

¡Cierre de todas las causas !

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Télam: tras 130 días de acampe y lucha, los trabajadores vuelven a la agencia

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420 trabajadoras y trabajadores (de 700 al inicio del conflicto; alrededor de 300 tomaron retiros voluntarios) volverán a trabajar en una agencia dividida: el gobierno reconvirtió a Télam Sociedad del Estado en APE S.A.U., específicamente para el tema de la pauta oficial; y creó RTA Noticias bajo el paraguas de Radio y Televisión Argentina. “Claro que no es la empresa que queríamos, que no estamos de acuerdo con la división, pero volvemos a trabajar y eso se logró por la lucha colectiva y organizada”, dice a lavaca una de las delegadas del sindicato SiPreBA, que repasa la situación. El desgaste, las presiones, las y los compañeros que no están; la histórica agencia, que tampoco. Lo que se logró con la lucha: reconocimiento de antigüedad, del estatuto del periodista profesional, de los convenios colectivos y de la representación sindical. Y volver a trabajar. Lo que falta, y lo que empieza a partir de hoy.

Por Francisco Pandolfi

“Si se calla el periodismo, también se calla la vida”.

Esa inscripción pintada en un corazón de madera estuvo colgada durante cuatro meses en una de las carpas montadas en la puerta de la Agencia de Noticias Télam. Un medio público fundado el 14 de abril de 1945, que en sus 79 años intentó ser cerrado, privatizado y vaciado por gobiernos variopintos: peronistas, radicales, macristas y militares. Una agencia que se encargaba de dos actividades: por un lado la pata publicitaria, que distribuía la pauta oficial; por el otro la pata informativa, a través de una agencia de noticias federal con un alcance de punta a punta del país.

En la apertura de sesiones legislativas, el viernes 1º de marzo pasado, el presidente Javier Milei anunció por cadena nacional la promesa de “cerrar la agencia Télam”. Y cumplió, en un pestañear: el lunes 4, las dos sedes porteñas amanecieron valladas. Los trabajadores desde entonces no pudieron entrar a sus edificios y fueron “dispensados” de cumplir tareas.

Télam: tras 130 días de acampe y lucha, los trabajadores vuelven a la agencia
La postal del conflicto: la sede de Bolívar, vallada por la Policía. Al lado, los trabajadores montaron uno de los acampes. Foto: somostelam

Un paso importantísimo

La resistencia estuvo a la altura de los acontecimientos: ese mismo día, las y los trabajadores junto al Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), instalaron dos carpas en las puertas de los edificios de las calles Bolívar 531 y avenida Belgrano 347. La lucha colectiva se mantuvo, indeclinable. E instó a que cuatro meses después, el 1 de julio, el gobierno decretara la reconversión de Télam en APE S.A.U. (la Agencia de Publicidad Estatal Sociedad Anónima Unipersonal), que se encargará del eje publicitario. Las funciones periodísticas continuarán dentro de Radio y Televisión Argentina (RTA), en una agencia de noticias pública. Anteayer se sacaron las vallas y se levantó el acampe. El corazón de madera fue descolgado, cuidadosamente. 

Hoy, 130 días después, los trabajadores de Télam vuelven a trabajar.

Un empleado de la agencia desde hace más de 15 años cuenta que el lunes, ni bien quitaron el vallado, entró al baño del edificio de Bolívar y se le “explotaron los ojos de tanto llorar”. Dice que prefiere no dar su nombre hasta firmar el nuevo contrato. 

Andrea Delfino es una de las delegadas de Télam e integrante del SiPreBA. Le cuenta a lavaca que hace 34 años trabaja en la agencia, que es periodista en la sección economía. Ella fue una de las que anteayer ya firmó el nuevo contrato que la une a RTA Noticias. Detalla la situación: “Con la vigencia del DNU 70/2023, el gobierno reconvirtió a Télam Sociedad del Estado en APE S.A.U., que va a funcionar en el edificio de la calle Bolívar específicamente para el tema de la pauta oficial. Allí irán un centenar de compañeros, que ya trabajan en ese rubro. Cambia el nombre de la empresa, pero las condiciones laborales no se modifican”. 

Sobre el eje informativo, explica: “Todos los demás, o sea periodistas, camarógrafos, reporteros gráficos, infografistas, empleados de administración, recursos humanos, comercialización, pasamos a formar parte de RTA Noticias, una nueva unidad de negocio que funcionará bajo el paraguas de Radio y Televisión Argentina, igual que Radio Nacional y la Televisión Pública. Nosotros trabajaremos en el edificio de Belgrano”. Al margen de los datos, abre el corazón: “Estamos dando un paso muy importante al volver a trabajar. Muy importante –remarca Andrea, con la u del “muy” extendiéndose en el aire por un par de segundos–. Claro que no es la empresa que queríamos, que no estamos de acuerdo con la división, pero volvemos a trabajar y eso se logró por la lucha colectiva y organizada”. 

Radiografía de un vaciamiento

Como la relación de dependencia es con una nueva empresa, el lunes pasado se inició la firma de contratos, que continuará hoy y los próximos días. “Las condiciones son las mismas que teníamos hasta el 3 de marzo: se nos reconoce la antigüedad, el estatuto del periodista profesional, los convenios colectivos y la representación sindical de la Comisión Interna del SiPreBA para quienes somos delegados”.

Sin embargo, cambiaron muchos otros aspectos. Dice Andrea: “Dieron de baja el portal, la cablera y nos achicaron un montón en lo periodístico. En total éramos más de 700 trabajadores y quedamos 420 entre las dos empresas. O sea, hay 300 personas menos. Por lo tanto, habrá que hacer todo un reordenamiento de secciones, porque hay algunas que quedaron desmanteladas”.

Sergio Arboleya hace 30 años que trabaja en Télam, donde empezó como colaborador. Hace 15 que es editor de la sección Espectáculos. “Vengo usando la idea del milagro, porque en este contexto de ajuste salvaje, de recorte, de persecución en todo lo estatal, es una alegría haber sostenido el trabajo y en breve ya arrancaremos a producir noticias para la cablera de RTA. El aspecto milagroso se dio a partir de la resistencia, con tantos días de acampe, con una organización que realmente funcionó muy bien, con un manejo del SiPreBA que ha sido eficaz para lograr lo que parecía imposible: conservar los puestos de trabajo de aquellos que finalmente decidimos quedarnos”.

Respira profundo: “Esto resulta muy impresionante, pero no disimula la pérdida de un montón de colegas de enorme valor que se fueron un poco asustados por la política expulsiva de los retiros y que dejan un hueco enorme en la estructura periodística. Y también entender que la marca Télam, con esa simbología, con esa carga, ya no existe más. Hablábamos el otro día con un compañero sobre si podremos recuperar un poco el sentido de la agencia, en este nuevo lugar. Aún con las críticas que podía tener a sus gestiones y a nuestra propia falencia para plantarnos como colectivo de trabajadores a hacer realmente la agencia federal, plural, sabíamos que Télam funcionaba en una dimensión, con sus abonados en todo el país, con su red de corresponsalías que ahora han quedado prácticamente todas afuera”.

La gente que se fue lo hizo mediante retiros voluntarios que, semana tras semana, el gobierno nacional renovaba por decisión del ahora ex interventor de los medios públicos Diego Chaher (la semana pasada tomó su lugar el ingeniero aeronáutico y espacial Eduardo González). La delegada Delfino retoma: “Este conflicto tuvo mucho de psicológico, porque no hay nada peor que tener a la gente sin tareas; fue destructivo. Nos jugaron en contra muchas presiones, tanto externas como internas. En cuanto a las externas, la empresa extendió cada semana el programa de retiro voluntario, a la par que algunos medios publicaban notas que buscaban generar miedo: si no agarrabas el retiro, parecía que se venía el apocalipsis”.

Trabajar para volver a trabajar

Las presiones también las hubo internas y “bien intencionadas”. Describe un aspecto neurálgico de la resistencia: “Los fines de semana eran momentos clave y por eso los lunes o martes hacíamos las asambleas. En el fin de semana es común encontrarse con los seres queridos, que con la mejor intención te decían ‘pero te parece seguir yendo’; ‘hace frío y llueve’; ‘¿por qué estás haciendo una cobertura si en realidad estás dispensado de trabajar?’. Esa presión bien intencionada fue la más difícil de vencer y superar. Con el paso del tiempo, notamos que si nos hubiésemos quedado dispensados y tranquilos en nuestras casas viendo Netflix, esta resolución no hubiese pasado. Me parece importante resaltarlo, porque en una época en que se habla tanto del individualismo y que te hacen creer que solo te salvás por tu mérito, el resultado de esta lucha colectiva muestra lo contrario”.

Desde el 4 de marzo hasta la reconversión de Télam, cada semana se renovaba la dispensa a cada uno de las y los trabajadores. “El presidente que dice que en el Estado somos todos ñoquis, nos está haciendo ñoquis, porque nos está pagando sin trabajar”, solían repetir desde los acampes, como una manera de desarticular el relato oficial. Con la agencia fuera de funcionamiento, decidieron lanzar el sitio web somostelam.com.ar e informar desde ahí. Al frente del portal estuvo Andrea Delfino: “Decidimos arrancarlo con el fin de que la sociedad sepa que nosotros estábamos trabajando para volver a trabajar. Nos enfocamos mucho en cubrir los despidos en el sector público y en el privado. Era difícil mantener esperanza, pese a que en Télam finalmente no hubo despidos. Hubo días muy difíciles y las asambleas parecían terapias de grupo. Las reuniones nos contuvieron y nos organizaron; las conducciones de SiPreBA y de FATPren (Federación Argentina de Trabajadores de Prensa) siempre estuvieron poniendo el cuerpo, al igual que delegados de otros medios de comunicación. Cuando hablo de los lazos de la base, me refiero a los lazos sociales que se fortalecen en estas instancias, al contrario de lo que esperan quienes generan estas acciones para desorganizar a los trabajadores”.

¿Qué no pudo lograr el gobierno?

Andrea: Callarnos, cerrarnos. Nos silenciaron durante cuatro meses y hoy estamos volviendo a laburar. Si logramos un resultado positivo dentro de este contexto es porque fuimos muy tozudos. Y porque tuvimos bien claro lo que queríamos, que se resume en algo hermoso que dijo un compañero en una asamblea: “Yo no quiero ser el último que apague la luz; quiero ser el primero que prenda la computadora cuando volvamos”. Ese es el espíritu del colectivo Télam.

Hoy, algunas luces se volvieron a encender.

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Terrorismo de Estado: siguen detenidas 5 personas tras la represión de la Ley Bases

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“Lo acusan de terrorista pero carrea cajones de frutas y verduras 12 horas al día. Es una locura”, dice el hermano de Cristian Valiente. Familias de personas que continúan presas realizaron ayer un encuentro para organizarse y desarmar las mentiras con las que se sostienen sus acusaciones. El caso de Cristian y el de de Facundo Gómez, que hablaba con su mamá cuando lo detuvieron: la justicia no tiene filmado sus supuestos “disturbios”, pero lo encarceló igual. Las causas armadas sobre los más vulnerables, mientras nunca se detuvo a quienes causaron los destrozos, por ejemplo, del auto de Cadena 3. Además, el fiscal Stornelli insiste con meter presas a siete personas que ya fueron liberadas por la jueza Servini por falta de pruebas. El terror que continúa, los ataques de pánico, las condiciones de detención: se puede colaborar económicamente con las personas detenidas (el alias: LIBRESYA) y existen 5 puntos de acopio de mercadería detallados en esta nota. Qué necesitan: abrigo, frazadas, comida. Las familias llaman al 10 de julio a una nueva conferencia y al 12 a una concentración en Plaza de Mayo.

Por Lucas Pedulla

Terrorismo de Estado: siguen detenidas 5 personas tras la represión de la Ley Bases

Jonathan dice que está un poco nervioso porque nunca habló en público, y ahora hay un aula llena de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, en el barrio porteño de Constitución, dispuesto a escucharlo. Tiene 34 años y es el hermano de Cristian Valiente, una de las cinco personas -junto a Daniela Calarco Arredondo, David Sica, Facundo Gómez y Roberto María De la Cruz Gómez– que sigue detenida en Ezeiza tras la cacería del Gobierno durante el tratamiento de la Ley Bases en el Senado, hace ya tres semanas.

Todavía no pudo ver a su hermano porque no tenía su documento; espera hacerlo el próximo fin de semana.

Vino con su compañera, su hija y un perrito desde Moreno, oeste profundo del conurbano, a pedir por favor que lo liberen: “No tiene justificación. La gran mayoría están detenidos solamente por protestar. Y mi hermano, mientras estuvo detenido, le hicieron un desalojo en la casa: cuando salga ahora no tiene dónde estar”.

El lugar de donde desalojaron a Cristian era una pieza de un hotel céntrico. Allí había trabajado tres años como portero: “Uno con todos los derechos y dos, en negro”, cuenta el hermano. Denunció la situación y fue a juicio, que determinó que debía vivir allí hasta que le pagaran lo que debían. Casualmente, un derecho que la Ley Bases barrió en su capítulo de reforma laboral.

A Cristian -41 años, dos hijos- lo acusan por provocar “disturbios”, “arrojando piedras y otros objetos contundentes” contra la policía, pero sobre todo por haberle “secuestrado entre sus pertenencias” una granada de mano. En su indagatoria, él aclaró que no se trataba de una granada sino de un aerosol químico de los que usan las fuerzas de seguridad para gasear en las manifestaciones; y que lo encontró en las propias inmediaciones del Congreso, y se lo guardó para mostrarlo a un canal de televisión porque había vencido en 2022. “Decían que lo vendía en el mercado negro -dice Jonathan a lavaca, y no lo puede creer-. Lo acusan de terrorista pero carrea cajones de frutas y verduras 12 horas al día. Es una locura”.

https://twitter.com/Lavacatuitera/status/1808269566549622911

Este encuentro, motorizado por la Comisión de Solidaridad de la coordinadora por la liberación de lxs detenidxs y el cierre de todas las causas, fue el ámbito para que Jonathan pueda, por primera vez, dimensionar esa locura.

También pudo hacerlo Elena, la mamá de Facundo Gómez, 31 años, cuyo trabajo era ir con su carrito por Plaza Serrano, en Palermo, vendiendo cafés: “Lo detuvieron mientras hablaba por teléfono conmigo -dice mientras muestra un cartel con el rostro de su hijo, sonriente-. La causa debería caerse porque lo ponen arriba de una valla, diciendo que arengaba y tiraba piedras, pero la comunicación con mi hijo se detiene en el momento en que lo están deteniendo. Intenté llamarlo, hasta que me atendió una persona que supongo que era un policía, y me dice que le estaban haciendo averiguación de antecedentes. Le pregunto por qué, y me dice porque estaba en un lugar que no debía estar. Mi hijo grita bien fuerte: ‘¡Yo no estaba ahí!’”.

https://twitter.com/Lavacatuitera/status/1808262187380588878

Elena remarca que no hay registro fotográfico ni fílmico de Facundo, y su otra hija, Micaela, dice a lavaca que al fotógrafo que registraba su detención le rompieron la cámara: “Lo presentamos como testigo. Dijo que le pidió a Facundo que gritara su nombre, y cuando iba a hablar le pegaron una piña en el estómago”.

Elena dice que su hijo no aparece en los videos: “Ellos (la justicia) dicen que han mirado 100 horas, pero Facundo no aparece”. Y agradece la convocatoria: “Es una causa totalmente ilegal y armada para amedrentar y que no salgamos a protestar para que aceptemos todo lo que ellos quieren. Quiero la libertad de los cinco”.

El aula, llena, la abraza con un aplauso.

Crueldad sin paz

Una mesa afuera del aula junta donaciones (galletitas, paquetes de yerba, azúcar, latas de arvejas, jugos en polvo, lavandina, shampoo, toallitas) mientras otras personas de la coordinadora pasan con una caja de cartón para juntar dinero. Adentro, sobre la pared, una gigantografía de Rodolfo Walsh recuerda su Carta abierta de un escritor a la junta militar.

En bancos de madera, mientras tanto, se van sentando, entre otras personas, exdetenidos como Gonzalo Duro, Fernando Leone, Sofía Ottogali y Santiago Adano -liberadxs en las primeras 17 excarcelaciones, el viernes 14 de junio-, o Juan Spinetto y Camila Juárez Oliva, liberadxs en una segunda tanda de 11 faltas de mérito dictadas por la jueza María Servini, el martes 18.

Es que, además de las causas abiertas y la solidaridad por las cinco personas que aún siguen presas, la alerta continúa, porque el fiscal federal Carlos Stornelli apeló y pidió nuevamente la prisión preventiva sobre siete personas: Ottogali, Spinetto, Juárez Oliva, Sasha Lyardet, Nicolás Mayorga, Gabriel Famulari y Brian Ortiz.

“Nos siguen criminalizando cuando la jueza ya dictó la falta de mérito”, dice Camila a lavaca. La falta de mérito se dicta cuando se considera que no hay elementos suficientes para acreditar el hecho que se imputa. La propia Servini habló de la “orfandad probatoria” en las acusaciones de Stornelli. Camila, junto a Sasha y Nicolás, es una de lxs tres estudiantes de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) detenidxs: “Es una crueldad, porque todos los días me acuesto y miro la ventana porque no sé si un policía va a venir a decirme ‘agarrá tus cosas’, y ya en mi cabeza pienso que no tengo que agarrar ropa oscura para entrar al penal. Así está funcionando mi cabeza. Hasta que la Cámara no se expida, no estoy en paz”.

La sala II de la Cámara de Apelaciones, conformada por Roberto Boico, Eduardo Farah y Martín Irurzun, tiene ahora la palabra.

El docente Spinetto, otro de los “apelados” por Stornelli, dice lavaca: “Es ridículo, porque no aporta nada nuevo para apelar e insiste sobre algo que jurídicamente está zanjado. Básicamente lo que está haciendo Stornelli es continuar con la maquinaria de armado de causa. No tiene ningún sostén jurídico”.

Donaciones, acopio y concentración

La Comisión de Solidaridad abre el encuentro. Sus integrantes recuerdan que hay un alias (LIBRESYA) para contribuir a un fondo solidario común con montos de $500, $1000 o $2000. También subrayan que lxs detenidxs necesitan ropa de abrigo clara (no gris, sin capucha), frazadas de una plaza, y elementos de almacén. Los puntos de acopio:

  • ATE / INCAA: Lima 319, 1er piso, oficina 101.
  • SUTEBA Tigre: Santa Fe 11028, General Pacheco.
  • Mutual Sentimiento: Av. Lacroze 4181.
  • ATE Sur – Lomas de Zamora: Boedo 120.
  • ATE Alte Brown – Pte Perón: Somellera 481.

Luego habla Gonzalo Duro, trabajador judicial, uno de los exdetenidos: “En ese pabellón éramos 15 personas desconocidas y ahora somos amigas. Es una realidad y habla de la transversalidad del problema”. A continuación, Camila recuerda a Daniela Calarco Arredondo: “Le estamos tratando de juntar plata porque tiene que pagar el alquiler. También para pagarles el transporte a sus padres, que viven en Mar del Plata”. Grisel, hermana de Sasha, suma la preocupación por las apelaciones de Stornelli, y pide asistencia psicológica porque muchxs continúan con ataques de pánico. Valora la importancia de estos encuentros y pide, también, monitorear las trabas que les están poniendo los penales a las visitas familiares, para que el Sistema Penitenciario no siga “vulnerando derechos”.

Luego, y por un largo rato, pasan voces de diversos partidos y agrupaciones que hacen caracterizaciones del Gobierno. Algunos traen reclamos urgentes, como los trabajadores despedidos del Hospital Posadas o de la fábrica de neumáticos FATE, pero otros gritan pedidos de paro a la CGT. El músico Santiago Adano, otro de los exdetenidos, agradece con sensibilidad la solidaridad y el acompañamiento, pero sugiere avanzar en lo operativo del encuentro. Algunos no parecen escucharlo, y siguen. Otros sí, y piden acompañar, por ejemplo, la ronda de las Madres de este jueves en Plaza de Mayo para continuar la visibilidad por los detenidos. La propuesta es aceptada.

Las familias y exdetenidos, a su vez, proponen una nueva conferencia de prensa en el Servicio Paz y Justicia (Serpaj) para informar sobre la situación de las detenciones y las causas. En asamblea votan realizarla el miércoles 10. También votan, para el viernes 12, a un mes de la protesta, realizar una nueva concentración en Plaza de Mayo, con posibilidad de festival, buscando la convocatoria del amplio abanico político que movilizó la última vez, el día de las últimas excarcelaciones. Silvia, la mamá de Camila, recuerda que la urgencia de esos días fue lo que juntó a sindicatos, organismos, referentes de la izquierda y del peronismo: “Vengo a reforzar la idea de unidad, como lo hice desde el día uno”.

Cerca de las diez de la noche, la asamblea concluye.

Los ejes que se refuerzan:

  • Libertad a las cinco personas que siguen detenidas.
  • Pedir el rechazo de la Cámara a las siete apelaciones de Stornelli.
  • Cierre de todas las causas.

Leé la nota de tapa de la nueva MU: Qué es la libertad.
Sasha y su hermana, dos caras de lo que se vivió adentro y afuera tras la cacería policial el día de la votación de la Ley Bases. Sus reflexiones sobre la estigmatización, la persecución, y la vida en ¿libertad? Las redes y la calle. El ego y lo colectivo. Hablan Ramona y Santiago, también detenidos sin pruebas, con torturas. La organización entre familias. Y el reclamo por los que todavía están adentro.

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LA NUEVA MU. No podrán

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