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El Mundial del año verde
Apenas minutos después de la media sanción del #AbortoLegal, empezó el Mundial de Fútbol. ¿Podemos pensar en una y otra cosa a la vez? ¿Y si encima encontramos puntos en común? En el año verde, todo parece ser posible.
Por Pablo Marchetti
Se viene el Mundial. Ya, es inminente. ¿Cómo es entonces que siguen existiendo temas que nos ocupan la atención si estamos a horas de que empiece el Mundial? No digo que el Mundial deba tapar todos los demás temas políticos, económicos y sociales. En definitiva, un Mundial es un instante. Pero en ese instante, en ese mes, el mundo suele detenerse.
¿Por qué ahora el Mundo no se detiene? ¿Por qué no logro meterme en ese clima mundialista que en 2014, en 2010 y así cuatro años antes, siempre, desde que tengo uso de razón, logró acaparar totalmente mi vida, mis horarios, mi atención? La respuesta es sencilla: porque estamos en el año verde.
El año verde solía ser la utopía, lo deseado e irrealizable. Pero resulta que el año verde llegó. Un año, una época teñida de verde, de chicas con pañuelos, de nuevos términos, de nuevas realidades. Una época que nos interpela a todes, incluides todes les jugadores de la Selección.
En el año verde el fútbol es un tema delicado. El Mundial mucho más aún. Y ni hablar de un Mundial que comienza apenas un día después del acontecimiento que hace que este sea el año verde.
Se supone que la votación por la legalización o no del aborto en la Cámara de Diputados se va a realizar entre las 7 y las 8 de la mañana del jueves. Y la ceremonia inaugural en Moscú arranca a las 11 de la mañana. Y Rusia-Arabia Saudita, el primer partido, empieza una hora después, a las 12 del mediodía. O sea, si voy a la vigilia frente al Congreso (que, sí, voy a ir, allí estaré, por supuesto) y me quedo hasta el final, podré dormir, con suerte, apenas tres horas.
Me dirán que Rusia-Arabia Saudita es un partido horrible, que no juega ni un solo jugador conocido (ni siquiera tenemos una Costa Rica, donde al menos juega Keylor Navas), pero así y todo es el partido inaugural del Mundial. Además, bien sabemos que los partidos del Mundial hay que verlos todos.
¿Cómo hacer entonces para hacer convivir el Mundial con el año verde? ¿Cómo alzar la voz e implorar “todo bien con el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, soy militante de la causa, me voy a quedar firme en la vigilia, voy a salir a convencer a quien sea para que vote a favor, pero aunque duerma sólo dos horas, voy a ver el partido inaugural del Mundial”?
¿Cómo hablar de si Biglia y Mascherano con doble cinco, si Agüero o Higuaín, si Willy Caballero o Armani, cuando faltan horas para la votación? ¿Cómo impedir que me digan “machirulo” si en medio de la votación en el Congreso, del debate, de la vigilia, de la movilización popular, se me ocurre preguntar cómo está Messi?
Celebro que este sea el año verde. Me alucina todo lo que está pasando sobre la discusión del aborto y el movimiento de mujeres. Independientemente del resultado, creo que el partido está ganado. Que hay una generación, de alrededor de 20 años, que está marcada políticamente por esta discusión, que finalmente va a ganar la lucha, más allá de un resultado circunstancial. Aunque, obviamente, quiero ganar ahora.
De repente, hablo del aborto, de la ley, y no puedo evitar hacerlo en términos futboleros. Ganar, resultado, partido, generación nueva: lo siento, no puedo dejar de pensar en el Mundial. Lo decía al comienzo, no es como en otros mundiales. La atención no es total, pero el Mundial está ahí.
Tengo el corazón dividido. Pero va siendo hora de unir las partes. Y de empezar a ver el lado bueno del asunto. La Selección Argentina no está bien, pero tenemos a Messi. Eso nos da esperanzas. Pero, sobre todo, pensemos que este es el año verde. Y quién te dice por eso, al menos sólo por eso, Argentina salga campeón. Se sabe: en el año verde puede pasar lo imposible.
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