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¿Qué refundación?

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«Hay que refundar la selección». La frase resuena en la tevé, en los bares y en las canchas. Sin embargo para refundar, antes, hay que cuestionar lo fundado ¿Qué es lo que gobierna el fútbol y el periodismo argentino y cómo salir de la lógica de ganar o ganar? Preguntas, anécdotas y referentes en un texto imprescindible de Ariel Scher.

Por Ariel Scher desde Moscú

Kira está más cómoda con el castellano que con el inglés y, entonces, en la línea 6 del subte de Moscú, de regreso de la casa bancaria que le paga un salario y rumbo al hogar que le estimula la vida, lanza palabras sueltas que algún día serán una oración o hasta un párrafo: «nombre», «hambre», «gente», «esperanza», «Messi», «mujer». En estos días, en su Moscú cotidiana, en su ruso cotidiano, practica lo que puede con colombianos, con mexicanos, con mundialistas hispanoparlantes del origen que sea. Con argentinos, desde luego, también. Cuenta que uno la sorprendió hace un rato. No le dijo ni «nombre» ni «hambre» ni «gente» ni «esperanza» ni tampoco «Messi». Le dijo un término que Kira jamás había oído. Le dijo que a Argentina le había ido más o menos en el Mundial de Rusia. Y, después, le dijo «refundación».

«¿La refundación es algo que pasa con el fútbol en la Argentina?», indaga Kira entre las vibraciones que provoca el andar veloz del subte. Tiene una curiosidad que reivindica a la condición humana, algo que resulta una virtud casi siempre y que constituye una macana en este instante porque no hay más remedio que contestarle que no. ¿Cómo desencantar a alguien que luce la buena voluntad de Kira en el subte de Moscú o a cualquiera de los pibitos o de las pibitas que en Flores, en San Miguel de Tucumán, en Paraná o en Santa Rosa podrían haber formulado una pregunta idéntica bajo la expectativa de que el fútbol -ese afecto- y la Argentina -ese otro afecto- quedaran asociados en una refundación?
 
Lo que sigue no está charlado con Kira. Sería un abuso. El fútbol en la Argentina funciona, en el fondo, como un abuso, pero un abuso que los abusados no advertimos y no advierten. EL abuso: se acepta y aceptamos que el fútbol es eso que está siendo sin asumir que podría ser radicalmente algo distinto. ¿Por qué hasta en la línea 6 del subte de Moscú vuela con cierta naturalidad el vocablo «refundación»? ¿Qué significa, más allá de los esfuerzos para explicárselo a una dama rusa, una «refundación»? Una refundación supone volver a ubicar las raíces de algo que ya está creado, hecho, fundado. ¿Y qué es lo que está fundado?
 
El antropólogo Eduardo Archetti no fue traducido al ruso, a pesar de que buena parte de su obra, a causa de que el genocidio de los setenta lo obligó al exilio, la desplegó en Oslo, Noruega, lejos de la línea 6 del subte de Moscú, pero bastante menos lejos que su Santiago del Estero natal. Antes que nadie y mejor que nadie, Archetti trató de pensar a la Argentina desde el deporte, en particular a partir del fútbol. Uno de los ejes en los que desembocó su trabajo gigante puede resumirse en una frase: «El fútbol en la Argentina migró de ritual alegre a ritual trágico», es decir, de punto de encuentro pasional y festivo a escenario sufriente y poblado de violencias simbólicas y hasta físicas.
 
Con ese y con muchos otros conceptos, Archetti planteaba ya en la década del ochenta que en la Argentina, aun sin idealizar a las etapas antiguas, el fútbol había atravesado una serie de cambios culturales y que los cambios culturales no son una pavada o un desvelo innecesario de científicos sociales a los que les sobra tiempo. En la línea 6 del subte de Moscú, ni Kira ni nadie porta libros del uruguayo Eduardo Galeano, pero Galeano, en cierta sintonía con Archetti aunque no centrando el foco en la Argentina, escribió: «El fútbol hizo un triste viaje del placer al deber». Archetti y Galeano, a su vez, leyeron a Dante Panzeri, el periodista  que más denunció los cambios culturales que avizoraba en el fútbol argentino en los sesenta y en los setenta. Y Panzeri dejó puesta una bandera hoy pisoteada: «El fútbol se inventó para liberar al hombre de sus padecimientos de lunes a sábado, no para agregarle uno más».
 
En la Plaza Roja, en las horas en las que cierra lo que define como su «escapada» al Mundial, lo asume Gustavo, sesentón, disgustado no sabe bien con quién porque Argentina no avanzó más en el torneo y devoto de un equipo que compite en la Primera B Nacional: «Cuando yo era chico, me importaban todos los jugadores de todos los clubes, discutía sobre estilos de juego, leía los comentarios de El Gráfico, quería que mi equipo jugara de una manera o de otra. Algunos fines de semana me iba a ver a otros cuadros. La pasaba fenómeno a pesar de que muchas veces terminaba triste y hasta lloraba. Triste, digo, y no tenso como lo vivo ahora. Es que ahora lo único que me interesa es que mi equipo gane como sea y alguna vez, por fin, ascienda. Con la Selección es igual: si gana, le banco todo; si no, casi nada. No sé bien por qué cambié».
 
¿Qué es lo que pretenden refundar los dirigentes deportivos y no deportivos, los periodistas que se esmeran en el periodismo y los fabricantes de shows que desparraman bostas y risas según les convenga, los jugadores y los entrenadores, los pedagogos que se arriman al fútbol y los pedagogos que huyen espantados de él porque el sistema del fútbol los expulsa? ¿A qué se refieren los y las que pronuncian «refundación» cuando aluden al fútbol argentino? ¿Quieren refundar la relación social con el fútbol y hacerlo revirtiendo los recorridos que retrataron, entre otros, Archetti, Galeano y Panzeri? ¿Sueñan refundar para redireccionar los sentimientos de Gustavo y de miles o de millones como Gustavo, tipos y tipas que cabalgan sin conocer por qué marchan con ese itinerario «de ritual alegre a ritual trágico»? ¿Hablan de refundar para instalar otras bases culturales desde las que la tristeza y los dolores deportivos -se insiste: el fútbol es un afecto; se insiste: el fútbol no es sólo un afecto- no se confundan con la histeria, con el drama y con la agresividad? Quienes enarbolan que hay que refundar, ¿poseen una ambición de volver a ubicar al juego -cuesta evocarlo, pero el fútbol, en el comienzo, es un juego- en el nudo de la escena y sacar de allí a las minucias, a las operaciones políticas groseras pero cuya grosería no es fácil de decodificar para multitudes que sudan largo y mucho para sobrevivir cada día, al chismorreo consecutivo, a las nadas maquilladas con envergadura de algo?
 
¿O es bastante al revés? ¿O la mentada refundación apunta a que las cosas permanezcan más o menos como están salvo que hay que encontrar el modo de ganar más partidos y más títulos así millones se alegran y nadie jode con las críticas? ¿Los usuarios de la palabra «refundación» gastan saliva, precisamente, en esa palabra porque los satisface la cultura dominante en el fútbol de la Argentina, pero los incomoda que esa cultura, de vez en vez, los someta a la frustración de no salir campeones? ¿Qué creen que (SOBRA) los promotores de refundar que es esencial refundar: que la Selección no haya vencido en tres finales de competiciones internacionales o que parte de la sociedad -inclusive, en alguna medida, los propios competidores- haya sido empujada a la interpretación de que no vencer en las finales (o no vencer, en general) es un indicativo del fracaso? ¿Qué labor ideológica y práctica creen esos mismos promotores -gente diversa, con intenciones diversas, con nobleza o sin ella, con negocios futboleros o sin negocios futboleros, con negociados o sin negociados- que conviene desplegar para que el lazo social con el fútbol deje de ser ese de matar o morir, exaltar al triunfante y despedazar al caído, hay que ganar o ganar y luego ganar o ganar, y después ganar o ganar?
 
Si el castellano de Kira no perdurara entrampado en desovillar eso de «refundación» y si la línea 6 no tuviera una aceleración tan eficiente como ruidosa, valdría la pena sugerirle que reparara en otras expresiones. Por ejemplo, esta: «La crisis del fútbol argentino es tan grande que no se resuelve ni ganando el Mundial», había afirmado el entrenador César Luis Menotti, en el diario español El País, antes del campeonato. Con la misma lógica cultural que se palpa cada fin de semana en los estadios con público proscripto por ser visitante, con la misma mugre que barniza los ciclos constitutivos de los jugadores menos que jóvenes, con la misma exaltación de la minucia (así la bautizó el investigador Carlos Mangone) de parte del periodismo y del showmanismo deportivo, con la misma minusvaloración del juego y la misma maxivaloración del sitio en la tabla de posiciones, ¿los auspiciantes de las refundaciones las auspiciarían si la Selección se llevaba el título del mundo?
 
Está planteado que Kira prefiere el castellano al inglés y esa es otra barrera para que se sumerja en un artículo de Jorge Valdano, en el diario británico The Guardian y de hace apenas una semana, en el que detalla las mutaciones de la cultura futbolística argentina y parece tirar paredes con Archetti y con Panzeri: «Al gusto por el juego se le impuso una necesidad un poco delirante por ganar. ‘Ganar como sea’, según reza el lugar común, barre con todos los valores de referencia. Dividir el mundo en ganadores y perdedores fue una enfermedad que también atacó al fútbol en la etapa formativa». Y más: «En la cancha le dijimos adiós a los ‘olés’ y le dimos la bienvenida a un mundo donde los ‘huevos’ son mas importantes que el talento». Paredes con Archetti, con Panzeri y, habría que añadir, con un interlocutor asiduo de Valdano en los años final del siglo XX, el escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán, quien evaluó al fútbol como «la droga dura de las democracias» porque «permite responder tanto a la falta de proyecto de las sociedades globalitarias como a la paradójica soledad de las masas». Pensado desde la trama futbolera argentina del presente, se quedó corto: la droga dura es ganar.
 
Ni en la línea 6 del subte de Moscú ni en ningún otro sitio hay respuestas enteras para algunas preguntas que, al menos por ahora, Kira, silabeando «re-fun-da-ción», no ensaya: ¿quiénes fabricaron este fútbol y esta conceptualización del fútbol?, ¿a quién le conviene que la cultura futbolística sea esta?, ¿a quién le conviene que el fútbol sea esto?, ¿quiénes se benefician de que el fútbol argentino sea «el paraíso de los brutos», como lo caracterizó el periodista español Rafa Cabeleiras?, ¿quiénes modelaron audiencias, públicos, cantidades enormes de personas que funcionan como «el gordo sillonero» (que es «amo y señor de las redes sociales», que «sabe de todo»), de acuerdo con el lúcido análisis que, con la firma de Javier Garfias, publicó la revista Panamá?, ¿qué autonomía y qué enlaces con otros ciclos políticos, económicos y sociales de la Argentina expresa el fútbol? ¿Se puede refundar de verdad si los enunciadores de refundaciones son los actores habituales en la mayoría de los ámbitos o sea los que armaron esto que ahora proclaman que habría que refundar? ¿Por qué cabría esperar que estos actores alteraran algo si son las expresiones de un sistema que no por azar apela a estos actores? ¿No avisaba Rodolfo Walsh lo que no sólo para el fútbol conviene leer seguido: «El sistema no castiga a sus hombres: los premia. No encarcela a sus verdugos: los mantiene»?
 
Entre amabilidades y castellanos en progreso, Kira avisa que desciende en la estación Kitai-Gorod, barrio emblemático de Moscú, a unas pocas cuadras del Kremlin. Recomienda, generosa, acercarse hasta el Mausoleo de Lenin, donde el cuerpo del símbolo de una revolución que cumple un siglo se exhibe en este mes para el asombro de lluvias de individuos que llegaron a Rusia con el propósito de ser espectadores de fútbol. Lenin, justo Lenin, avisó en aquel tiempo que «la praxis hace a la conciencia». Puede retumbar irrespetuoso con semejante jugador, pero, bajado al dilema futbolero argentino, ¿cómo se puede cambiar la comprensión de lo que es o de lo que debe o puede ser el fútbol si todo funciona bajo prácticas que se repiten, se repiten, se repiten y no se ponen en cuestión?
 
Dan ganas de charlarlo con Kira, pero ella sonríe una sonrisa rusa y, cuando las puertas de la línea 6 del subte se cierran, dice su último «refundación» de la jornada y se va.
 

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

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¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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