CABA
De militante a funcionario
Los despachos oficiales están poblados por cuadros formados en la trinchera social. ¿Qué significa para ellos ser parte del Estado? Éstas son sus respuestas.
Federico Martelli era anarquista. Hace cuatro años, cuando nos conocimos, militaba en el barrio El Peligro, en las afueras de La Plata, con el Movimiento de Unidad Popular, una organización piquetera libertaria que agrupaba también a marxistas e independientes de izquierda. El mup era rojo como el corazón de una sandía.
Y además, era una organización atípica, llena de jóvenes que tenían como mentor a un militante ya septuagenario, Juan Carlos Cibelli, antiguo integrante de la guerrilla en las fal que en la década del 90 pasó a dedicarse a crear cooperativas.
En esa mezcla –adolescentes y viejos, clase media empobrecida y pobres de toda pobreza– y en ese clima de 2001, la organización era un refugio donde los sobrevivientes del desastre económico, perdido todo, se daban un festín con la única y gran ventaja que deja la catástrofe: la de poder empezar de cero. Aun en medio de la desesperación, parecía que todo podía ponerse patas para arriba. La sociedad -decía el MUP y también decía Martelli- aún podía reinventarse.
Cuatro años más tarde, Martelli está en otra cosa. Lo dice sin vueltas cuando le pregunto en qué anda: “En el armado político del kirchnerismo”.
El viaje
Martelli no es el bicho raro de Argentina 2006. El gobierno de Kirchner incorporó a su gestión a centenares de cuadros del movimiento social y referentes de ONG. Llegó al poder sin estructura propia y se nutrió de la cantera social. Quien se anime a hacer la experiencia de recorrer los ministerios y secretarías encontrará a funcionarios formados en Barrios de Pie, la Federación de Tierra y Vivienda, la cta, el CELS, Poder Ciudadano, H.I.J.O.S Capital y hasta la CORREPI, sólo por nombrar algunos.
Por el gobierno pasó y se fue flacso, cuando hubo que renegociar los contratos con las privatizadas (la experiencia terminó mal). Cuando el clima en Gualeguaychú se volvió inmanejable, el gobierno convirtió en funcionaria a Romina Picolotti; cuando la Picolotti no alcanzó, ofrecieron a la Asamblea poner a sus abogados a trabajar junto a la Cancillería. Tampoco la historia terminó bien, pero los vecinos no tienen un balance unívoco sobre la experiencia; muchos siguen pensando que era algo que había que hacer.
Y es que la relación del gobierno con los movimientos sociales que se suman a la gestión es compleja: ni pura ganancia ni pura pérdida. Aunque hay algo claro para todos: estar en el gobierno no implica que Kirchner cogobierne con ellos, ni que los consulte para tomar decisiones. La pregunta entonces es: ¿qué significa, exactamente, estar en el gobierno?
La reunión
Martelli cuenta:
La primera reunión fue en julio de 2003 (dos meses después de la asunción), pero no le dimos mucha bola. Nos plantearon cuál era el proyecto de Kirchner, por qué necesitaba rodearse de los sectores populares, de grupos que venían de la izquierda o que tenían, como nosotros, un alto componente de juventud.
¿El gobierno los llamó a la Casa Rosada?
No, ellos vinieron al local nuestro, en La Plata.
¿Quién fue?
Primero (Carlos) Kunkel, y el segundo contacto, en agosto de 2003, fue con (Rafael) Follonier. De ahí ya quedó un diálogo. Hubo un proceso largo, que hacia adentro nos llevó a un clima de ruptura muy desgastante: el mup estuvo un año y medio paralizado porque había dos sectores, uno oficialista y otro opositor, y no encontrábamos la forma de definirlo. Hay que tener en cuenta de dónde veníamos: de una etapa de resistencia. Cuando nos empezamos a juntar, en los 90, nosotros caracterizábamos que el modelo neoliberal no tenía una fecha de vencimiento; podíamos pasar 20 años en una situación de resistencia. Se fue Menem, se fue la Alianza, pero el neoliberalismo seguía.
¿Entonces?
Cuando Kirchner asume nos desorienta con sus primeras medidas, porque empieza a plantear en términos simbólicos cosas que nosotros defendíamos. A la vez, había llegado de la mano de Duhalde y eso lo marcaba mucho. No creíamos realmente que fuera a impulsar cambios de fondo.
¿Y qué cambió?
Primero, la opinión de la gente. Empezamos a remar contra la corriente. Y después, que Kirchner fue transformando en acción sus palabras. Igual seguimos todo el año 2004 en un debate interno. Recién en 2005 empezamos a trabajar de a poco con el gobierno. Bancamos algunas medidas, como escrachar a algunos diputados duhaldistas cuando asumieron. Después hicimos una movilización contra el alca, otra a favor de la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Al final hubo ruptura.
Ahora hay dos MUP.
Sí, uno en el Frente Popular Darío Santillán (opositor) y nosotros que estamos construyendo el Frente de Unidad Popular, con otras organizaciones.
¿Todas kirchneristas?
Sí, estamos integrados al Frente para la Victoria.
Su celular está apoyado sobre la mesa; cada tanto se enciende y se sacude, con un llamado que él no atiende. Cuida la entrevista.
¿Qué cambia al trabajar para el gobierno?
Lo que nos cambia no es que estemos adentro o afuera del gobierno sino que creemos que cambió la etapa. Antes disputábamos recursos del Estado para satisfacer necesidades sociales. Ahora creemos que se trata de disputar por el sentido de la política pública. Uno se organiza en función de ser planificador y ejecutor de políticas.
La conversación entra en un bache. Martelli revisa los mensajes en su teléfono: tiene cinco. Cuenta que son porque está organizando una marcha en apoyo a la Ley de Educación.
La gestión
El piso 17 del Ministerio de Desarrollo Social, donde Jorge Ceballos tiene su despacho, los ruidos de la calle llegan atenuados. La oficina es amplia pero sobria, sin lujos. Debajo del escritorio asoma el pilón de periódicos del movimiento Barrios de Pie, que él dirige. Ceballos fue uno de los primeros convocados para ocupar un cargo en Desarrollo Social. Su movimiento se integró orgánicamente al gobierno: Barrios de Pie es el que más militantes tiene en el Estado.
Un ministro de Perón decía que para gobernar Argentina se necesitan cinco mil cuadros.
No tengo una dimensión exacta, pero diría que más -dice Ceballos.
¿Cuantos pusieron ustedes?
(No tiene ganas de contestar):
Muchos.
¿Decenas o centenares?
-…
¿.Miles?
No, miles no.
Su gestión expresa las más fuertes contradicciones del tema. Como referente de los desocupados, no hubo corte de ruta en el que Ceballos no pidiera la universalización de los planes sociales. Hoy gestiona los recursos que se reparten con políticas focalizadas y (¿hace falta decirlo?) con criterio clientelar.
La política social es el ala flaca del gobierno. Tan arbitraria que el propio Ceballos tuvo que hacerle un piquete al ministro de Planificación Julio De Vido porque los dejaban afuera de los planes sociales de vivienda. “Si somos aliados, que nos traten como aliados”, planteó.
¿Ya no defiende el reclamo por un ingreso universal?
No lo abandonamos, nos parece que tiene tiempos. El ingreso universal es dificil si tenés tasas de desocupación del 22 por ciento. Tendríamos que bajar al dígito para pensar en ingresos universales. Por otra parte, este gobierno creó tres millones de puestos de trabajo; creo que como respuesta a los desocupados es más interesante.
¿No es paradójico que cuando las organizaciones de desocupados se incluyen en el gobierno es cuando más lejos están de conseguir lo que pedían?
No sé si es paradójico. En algunas cosas hay políticas universales, como para las amas de casa que ahora tienen acceso a la jubilación. Pero el de los subsidios por desempleo es otro tema, porque venían muy desprestigiados en la sociedad.
Ceballos defiende el estar adentro. “Nosotros estamos haciendo experiencia en la gestión, en desarrollar políticas ya no para la organización sino para la sociedad. Ésas son cosas de escala que nunca habíamos hecho afuera del Estado. No habríamos podido.”
¿Por ejemplo?
De esta Subsecretaría dependen los promotores para el cambio social. Este año, los promotores hicieron un diagnóstico participativo. Relevaron ocho mil organizaciones de base, de las cuales 5.300 participaron del diagnóstico activamente. Ahora están dando respuestas en los barrios a esas necesidades. Trabajar con esa cantidad de organizaciones para nosotros, como organización que está dentro del Estado, es muy valioso.
¿Son organizaciones que suman al kirchnerismo?
No, son sociedades de fomento, clubes, asociaciones, ong.
No importa sumarlas; alcanza con tenerlas bajo el ala. De Kirchner, Barrios de Pie está aprendiendo eso: a conducir las fuerzas que no son propias.
La participación
En la sala de espera de la oficina de Gabriel Lerner hay un hombre y un chico. Acaban de llegar desde el interior después de viajar 700 kilómetros en busca de una mano que los salve. Si existe, sólo puede estar en Buenos Aires. Lerner, ex abogado de la CORREPI, es ahora director de Derechos y Programas del Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Connaf), un área que trabaja con chicos, donde todo es urgente.
Él dice lo que todos piensan: “No hubo ningún proceso de cambio profundo que no se haya hecho desde el Estado. Ahora, lo que puede sucederle a un funcionario que viene de la cantera social es que ya en el gobierno regule su nivel de intervención en algunas cuestiones”.
Que denuncie menos. O que reclame menos; ¿y no es eso lo que estamos viendo? Las organizaciones que protagonizaron la resistencia al modelo en los últimos diez años hoy están debilitadas.
Pero, ¿tenían tanta potencia? La explosión en masividad de las organizaciones sociales se dio a partir de un Estado al borde del colapso. Duhalde aceptó que las organizaciones gestionaran parte de la ayuda social que se daba a los carenciados. La gente dijo: “Los radicales nos chorean, los peronistas nos chorean, Barrios de Pie no nos chorea, la ccc no nos chorea, el po no nos chorea”. La gente eligió que la ayuda social no se diera a través de las redes históricas sino por intermedio de las organizaciones sociales. El gobierno de Duhalde, en particular, y una parte de la gestión de Kirchner al principio, escucharon eso y vieron que no había otra forma de mantener la gobernabilidad. Y ahí, creo, algunos compañeros se confundieron en su lectura política y supusieron que los diez mil que iban a una marcha detrás de tal cartel iban con una convicción política en torno al conjunto del proyecto. Yo no creo que la gente sea descerebrada. La gente tenía algunos puntos de acuerdo: movilizarse, que hubiera una distribución democrática de lo que se conseguía, tener un dirigente honesto a la cabeza. Pero de ahí a la revolución socialista hay mucha distancia.
Dejemos a un lado los deseos de los dirigentes. ¿No había un alto grado de participación política? ¿Y no le parece que lo que hace Kirchner es justamente lo contrario: desalentar esa participación?
Lerner admite:
Y a mí eso me preocupa. Es cierto que hay niveles de participación limitados y que ésa es una debilidad de este gobierno, porque no siempre vamos a crecer al 8 por ciento, ni siempre los norteamericanos van a tener su mirada puesta en Medio Oriente. Me parece que la modalidad de construcción del Presidente no facilita las formas que conocíamos de participación política. Y está el problema de que usa el factor sorpresa para tomar decisiones. Evidentemente eso le ha dado ventajas para gobernar, pero no ha facilitado los procesos participativos.
La credibilidad
La entrevista con Martelli ya llega al final. Le pregunto por qué cree que el gobierno convoca a los movimientos, pero les retacea poder.
Me parece que el gobierno dice “¿Quién me va a respaldar a mi? ¿Patria Libre, el MUP?, ¿Cuántos son?.” La organización comunitaria no expresada políticamente es mil veces mayor que nuestras organizaciones. Este gobierno tiene el 50 por ciento de adhesión y necesita del aparato del pj para llenar la Plaza de Mayo. Evidentemente la adhesión no se transformó en organización popular. Y las organizaciones tampoco estamos siendo canalizadoras. ¿Por qué? Porque la crisis de representación sigue abierta. A mí la gente no me cree. Y hay muchísimo oportunismo, mucho clientelismo, mucha vieja política dentro del Frente para la Victoria. Entonces, si el kirchnerismo en Lanús es Quindimil, yo no me sorprendo cuando la gente nos dice “para qué voy a ir a la Plaza de Mayo a poner el cuerpo por este tipo”.
El aire queda cargado de ambivalencia, de duda. Pero es sólo un momento. Su celular vuelve a sonar. Y en diez segundos más ya está metido en la organización de la próxima marcha.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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