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Percusión a sangre

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El Choque Urbano. Una sinfonía de sonidos ejecutada con bidones de plástico, toneles de lata, cacerolas, sartenes, pelotas de básquet, bolsas de nylon, sopapas y palos de escoba. O lo más conmovedor: el propio cuerpo. Para tocar candombe, chacarera y hasta música tecno. Así, este grupo crea arte sobre los escombros y compite con las computadoras.

S uele creerse que los poetas y los locos tienen una ventaja con respecto al resto de sus vecinos: pueden reinventar el mundo, crear sus reglas, imaginar sus sonidos, diseñar su propio lenguaje. Y todo, partiendo de la nada.
Los integrantes de El Choque Urbano tal vez no sean estrictamente poetas, ni padezcan el sufrimiento de la locura (salvo el cliché medieval según el cual los artistas son “locos”, lo cual representaría una curiosidad: los “cuerdos” son los que no se dedican al arte). Lo cierto es que este grupo, que promedia los 25 años, ha rediseñado el universo a partir de la nada, creando un espectáculo que es una sucesión de ritmos literalmente movilizadora, llamada La fábrica de sonidos, con el que han recorrido el país y sacudido varias veces a Buenos Aires.
¿En qué consiste El Choque Urbano? Hay que imaginar un terremoto de percusión. Los instrumentos son bidones de plástico, toneles de lata, cacerolas, sartenes, pelotas de básquet, bolsas de nylon, gigantescos tubos industriales, el pegajoso ritmo de las sopapas, dados, palos de escoba. O lo más conmovedor: el propio cuerpo. Para tocar candombe, chacarera, tecno, samba, malambo, chocan chapas, golpean el aire, bailan, corren, pelean, hacen piquetes, luchan por el poder, arman una sinfonía de fierro, ritmo y vida. Tienen mamelucos blancos. Hablan una jerga de palabras inventadas en un idioma alucinado y, sin embargo, cualquiera puede entenderlos.
 
El desafío de la bolsita
El Choque Urbano nació a partir de Caturga, un grupo de Catalinas Sur que hacía candombe y murga, y se inspiró luego en los ingleses de Stomp, que hacen algo parecido: tocar con cosas que se encuentran casi como descarte callejero, y hacerlo como un modo de desafío. En medios urbanos atragantados de consumos cada vez más sofisticados, la rebelión puede ser ésta: confirmar que lo único imprescindible son las ganas, el ingenio, el atrevimiento, la perseverancia.
Fabricio, uno de los integrantes del grupo, cuenta: “La idea original fue encontrar sonido en algo que se use para otra cosa. No inventamos instrumentos como Les Luthiers. Tomamos una bolsita de polietileno y tocamos. ¿Qué puedo hacer con la bolsita? Sacudirla en el aire, agitarla, inflarla y pegarle. De todas las formas, suena”. Y es cierto: suena. Se las escucha cada vez que El Choque genera esa sinfonía de percusión con humor, sincronía, trabajo colectivo, corazón y cabeza.
 
Escrache y DJ
El Choque tiene 15 integrantes más tres técnicos. La sala de ensayos está en Parque Patricios, con afiches de la Mesa de Escrache como el célebre mapa “Aquí viven genocidas”, o dibujos de la historieta El Eternauta. Fabricio: “Algunos somos bailarines, músicos, actores. Todos nos dedicamos a El Choque por completo. Creo que alguna de las chicas además da clases de danza. Pero esto nos lleva muchas horas”.
El espectáculo ahora está cambiando de tono. “Todavía no está cerrada la idea, pero lo más claro –dice Fabricio– es pensar en un dj: alguien pasando música todo el tiempo. Siempre se mantiene el beat, el mismo ritmo. Puede ser más lento, otro más rápido.” Pero un dj hace música tecno o electrónica, y El Choque es percusión de sangre y hueso.
Fabricio –que estudió percusión clásica en el conservatorio durante cinco años– cuenta: “El director artístico empezó a trabajar con programas de computación y música electrónica, empezó a jugar y crear a partir de eso y se le ocurrió pasarlo a los tachos para ver cómo funciona. Y funciona”. Así nacieron versiones totalmente inesperadas –y tecno– de Astor Piazzolla (Libertango). “Para nosotros fue un desafío pensar si cada uno con una pelota de básquet podía hacer el mismo malambo que hace un tipo con bombo. Se puede.” ¿Y cómo ensambla el malambo con la música tecno? “Son experiencias y hallazgos distintos. Lo que pasa es que todo está permitido hoy. Todas la fusiones.”
Fabricio habla con la alegría del que ha conocido los empleos, a veces bizarros, que les permiten vivir a los músicos, y ha sobrevivido para contarlo: “Te contratan para un cumple de 15, un bar mitzva, el cumpleaños de la abuela. Te disfrazás de pirata, de grecorromano, y tocás temas de Los Auténticos Decadentes. Al que hace la fiesta le sale más barato” dice Fabricio, que no disfrutó exactamente tales eventos.
Sigue Fabricio: “Uno se vuelve insensible con esa parte de la música y a muchos les resulta muy difícil combinar las dos cosas. Aquí es la primera vez que puedo vivir del grupo, hacer lo que me gusta, y vivir de eso”. El lujo de los tiempos.
“Cuando hacía esas cosas yo no me quejaba, porque por lo menos vivía de la música. Pero acá se combina poder vivir, con lo creativo. La diferencia es que podés tener la peor cara de culo, que a nadie le importa. Acá estás totalmente comprometido con lo que pasa todo el tiempo sobre el escenario.” El compromiso baja del escenario. Hay familiares de desaparecidos entre alguno de los integrantes del grupo, han tocado con las Madres de Plaza de Mayo, con grupos en resistencia. “Tenemos una connotación ideológica anti-genocida. El grupo se para fuerte en esos temas.” De ese modo El Choque puede cobrar mucho por actuar en el cumpleaños de 15, y nada cuando quiere “apoyar a gente sufrida. El grupo está del lado del pobre. Pero sin partidos políticos”.
 
Del exilio al redoblante
Santiago Ablín es el director artístico del grupo, y reconoce que los ingleses de Stomp fueron la inspiración para empezar a sacar música de tachos, latas y pelotas. “Con mis dos hermanos decidimos armar el grupo, vino Analía que es bailarina y novia de uno de mis hermanos, trajo a otra bailarina, y así el grupo se fue armando y entremezclando.” Salieron a la calle, en plenos tiempos de los cacerolazos y los piquetes, a buscar tachos y cosas que hicieran ruido. El grupo empezó a crear desde cero, buscando en los restos de aquel terremoto.
Santiago era percusionista, había estudiado batería con profesor particular durante seis años. A los 11 ya tocaba el redoblante en Catalinas Sur, de donde salió Caturga. “Me gustaba la música latina, se nota mucho en las chacareras que hacemos, samba brasileño. Somos muy abiertos y siempre escuché un poco de todo.”
Su blasón es haber tocado en asambleas, fábricas recuperadas (de donde hubo tal vez alguna inspiración para Fábrica de sonidos), marchas de la resistencia. “Me parece que ver a unos chabones como nosotros tocando con unos palos tiene mucho que ver con esas experiencias.” Los hermanos venían del exilio de toda la familia, que tuvo que escapar en tiempos de la dictadura.
Santiago define el espectáculo de El Choque como una resignificación de objetos (escuchar la música de las bolsas de polietileno es sólo comparable a haberlas visto bailar con el viento, en la película Belleza Americana o, solitarias, en cualquier callejón de cualquier ciudad).
 
Computadoras vs. humanos
Santiago cuenta que el espectáculo Fábrica de Sonidos tiene toda una historia relacionada con el poder en una fábrica, el capataz, los que se le enfrentan y sólo buscan reemplazarlo para a su vez dominar al resto. “El símbolo del poder es el megáfono” cuenta, en una parábola sobre la hegemonía que intenta ejercer el que grita más, o el que puede definir qué es lo que se dice.
En El Choque Urbano la decisión es la de armar una especie de cooperativa de trabajo, un colectivo de arte donde las luchas por el megáfono queden como tema artístico. Quitando los derechos de autor (música, coreografía y guión) de cada espectáculo, todas las ganancias se reparten equitativamente. Los propios integrantes del grupo decidieron reconocer ese plus por derecho de autor a sus compañeros.
¿Por qué la elección de lo electrónico? Santiago: “Me gustó darle vueltas a lo que hoy es un ritmo generado por una computadora. Hay cosas horribles de música electrónica, la mayoría de las que se oyen, pero hay cosas que me gustan, que si bien tienen un ritmo súper acelerado, nosotros podemos hacerlo más lento, más humano”. ¿Una rebelión contra la computadora? “Es distinto. Hay que ver qué genera como estilo musical que nosotros hagamos eso, con personas reales haciendo los sonidos que otros hacen con computadoras y cansándose, o entusiasmándose. Con gente transpirando ahí arriba. También apuntamos al baile, que la gente pueda ver el espectáculo parada y bailando. Quebrar espacios. Queremos dar vuelta la forma de hacer música, que pueda escuchar algo no hecho por compus, y que diga: ¿de dónde sale eso?”
La pregunta queda bamboleando como una bolsa de polietileno excitada por el viento, para ser respondida por los que pueden hacer cosas todavía inhóspitas para las computadoras: sentir, transpirar, reinventar el sentido de las cosas. Y crear desde cero.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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