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Volveré y seré hip hop

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 La banda de Ciudad Evita nació al calor de la hoguera de año 2001 y lleva la marca en el orillo de su barrio y de su época. Sus estribillos son proclamas que enuncian sin metáforas cómo es la realidad desde los bordes.

Volveré y seré hip hop

Cuenta la leyenda que si uno sobrevuela Ciudad Evita puede ver claramente cómo la disposición de las construcciones forma la imagen de la abanderada de los humildes, con rodete y todo. Estoy, entonces, caminando sobre un monumento que sólo el cielo sabrá si existe o no. “Nos tocó nacer acá, pero no somos peronistas y la figura de Evita nos chupa un huevo”, dice Quique, frontman de una banda compuesta por casi una decena de varones, que tomó el nombre del barrio como su documento musical de identidad.
La historia de Ciudavitecos está llena de altibajos, momentos de crisis y baches, como la de cualquier proyecto colectivo que haya surgido en el inestable 2001. En ese año Quique, Marian(o) y Tato salían a tocar sin instrumentos: sólo voces en los micrófonos, sobre unas pistas ya armadas. Ser la primera banda de hip hop de Ciudad Evita les trajo unos cuantos dolores de cabeza. El prejuicio de un público no acostumbrado a escuchar grupos que tocan con máquinas era la obligada prueba que tenían que pasar en cada show. Pero no la única.
A fines de 2001 estalló el argentinazo, y la crisis se sintió fuerte en el suroeste del conurbano. “Lo que pasó en 2001 fue algo muy triste y que nos hizo sentir mucha indignación e impotencia. Pero al mismo tiempo, lo espontáneo y lo masivo de ese 19 de diciembre fue algo groso, algo que hoy ya no se ve. Ahora todas las movidas están craneadas, hasta hay piqueteros del gobierno, ¿qué es eso?”, reflexiona Marian. “En esa época a nivel banda estábamos contentos, preparando el primer disco, pero lo que veíamos era un bajón. Y en La Matanza se sintió: hubo mucho saqueo, mucha violencia, mucha muerte”.

Nombre propio
La banda comenzó llamándose r.e.y. Kaníbal (Rico El Yuyo Kaníbal), y bajo ese nombre sacaron, en noviembre de 2002, su primer disco que titulado Ciudavitecos. Pero el camino de este grupo parecía destinado a los conflictos. “Estuvimos tocando dos años hasta que una banda nos dijo que tenía registrado el nombre Rey Caníbal. Nos intimaron judicialmente e hicieron una oposición cuando quisimos registrar nuestro nombre. Nos pidieron plata y no aceptamos. Lo tuvimos que cambiar, y hasta pagarle a los abogados de ellos. Encima nos rompieron las tapas de los discos en la cara. Eso fue lo que más nos dolió”. En 2004, entonces, decidieron que Ciudavitecos, el nombre de ese primer disco, fuera el nombre oficial de la banda. De yapa lo reeditaron, y estuvieron otros dos años presentándolo como si fuera la primera vez.
No es difícil definir lo que se puede escuchar en esa primera producción: letras con una mirada ideológica de la realidad, hijas de esa Ciudad Evita que se quedó sin metáforas:
Hoy vengo a cantar
para que escuches realidad.
No todo es color rosa,
acá pasan muchas cosas.
Micrófono en la mano,
como un revólver cargado.
Y no me vengan con censura
por palabras duras.
Si lo que pasa en Argentina
es evidente
los políticos son todos delincuentes.

Testigos y parte
El barrio dice presente en muchos de los temas, casi siempre explícitos y combativos, sin lugar para la lectura entrelíneas. Una violencia esperanzada atraviesa las canciones del disco debut y sirve de puente entre aquel primer trabajo y la placa que lanzaron el año último, La inspiranza. “En Ciudad Evita ves de todo. Yo nací en el barrio Querandí que es el más pobre. Si hasta se olvidaron de hacer las casas que prometió Evita –dice Quique en tono irónico–. Ahora, vos cruzás la vía para este lado y ves a un pibito de 18 años que tiene una tremenda camioneta”, agrega. La desigualdad se hace bien palpable, y las letras de Ciudavitecos quieren dejar registro de su disconformidad. ¿A quiénes le apuntan? A la clase política y a la policía, en primer lugar, y a cualquier persona o institución que quiera impedirles levantar vuelo. “Ahora la cana no rompe tanto las bolas, están más tranquilos, aunque de vez en cuando les agarra el raye y salen a molestar a los kioscos”, relata Cui, otro de sus integrantes. Y cuenta una anécdota bien ciudaviteca, de la que ahora puede reírse. “En una época había un boliche que tenía de dueños a unos policías. Entonces, los tipos lo que hacían era ir por el barrio cerrando todos los kioscos, haciendo un operativo tipo ‘embudo’ para que todo el barrio termine adentro del boliche de ellos. Sí o sí tenías que ir ahí. El problema era que a nosotros no nos dejaban entrar”.
Por momentos las canciones denuncian estas realidades de una manera impersonal, como en las oscuras letras de La Matanza y Puta realidad. Otras, narrando alguna historia particular, testimonio que sirve de muestra para ver un entorno más amplio. Es el caso de Tratamiento, la historia de un vecino que se enganchó con la merca, y por afanarle guita a su viejo para poder comprar terminó internado en una granja: “Estoy en tratamiento/ trato pero miento”.
La banda crece musicalmente cuando se mete con la cotideanidad y le suma al barrio su propia mirada. El mejor ejemplo: Vendedores, un tema que con humor y grandeza rescata aquello que sólo ellos no ven insignificante: los vendedores ambulantes barriales. El video, actuado por ellos, puede verse en Youtube.

Estudiá, boludo, estudiá
Otro clásico del territorio ciudaviteco: el tema de las drogas parece sacarles el sueño. Mientras reclaman a gritos una entrevista en la revista thc –dedicada íntegramente al tema– la despenalización de la tenencia y el consumo de marihuana es una de las banderas que flamea más alto. “Nosotros consumimos y formamos parte de la movida para que se despenalice. Algunos incluso cultivamos. De lo que estamos en contra es del narcotráfico”, explica Marian. Uno de los hits de su primer disco, El mañanero, deja bien en claro su posición:
Legalicen la marihuana
que es natural, no es artificial
no tiene químicos como las demás
renueva lo emocional
y alimenta lo espiritual

En el disco nuevo el tema sigue presente, especialmente en las letras de Superpinito y Apaga la luz. La cruzada obliga a la acción, por eso la banda busca articular con quienes estén de acuerdo. “Todos los años vamos a Córdoba para los actos que se organizan por la despenalización, y la verdad que nos gustaría engancharnos en otros lugares”, cuenta Tato.
Otro de los temas que los obligó a articular para aunar esfuerzos es la defensa del medio ambiente en Ciudad Evita. El proyecto de instalación de una planta purificadora del ceamse en los bosques del barrio hizo que los vecinos se autoconvocaran para resistir el atropello. La banda se hizo cargo y acompañó la movida, tocando en las asambleas y las marchas. “A veces vamos a tocar ahí, son las cinco de la tarde y ves que están todos bailando, desde pibitos de 8 o 9 años hasta tipos de 70”, se emocionan. En esos recitales, el agite de la banda incluye consignas que lanzan desde el escenario con didáctica pasión: “Estudien, boludos, estudien. Que los que mandan nos quieren ignorantes.”
Ellos saben que el proyecto de la planta sigue su curso, pero están dispuestos a dar pelea el tiempo que sea necesario, al igual que todo el barrio.

Generar espacios
No sólo la lucha contra la punición del consumo de marihuana y contra los rellenos sanitarios los lleva a armar movidas con otros actores sociales. La masacre de Cromañón, a fines de 2004, también los obligó a hacer nuevas lecturas y posicionarse de otra manera en el mundo de la música. “Cromañón fue un garrón. Como banda no teníamos ningún lugar para tocar, se nos cayeron un montón de fechas. La solución de la gente que tendría que haber evitado lo que pasó fue cerrar todos los espacios. Mataron a un montón de gente, y la solución fue matar además a un montón de músicos”, reflexiona Quique. Ciudavitecos no se quedó quieto, y buscó la manera de esquivar la sentencia. “Nosotros tuvimos que generar el espacio para las bandas independientes: tocar en el barrio, coordinar con otras bandas, e ir armando los lugares. Pero fue muy duro, estábamos todos bastante paranoicos, teníamos miedo que a algún pibito le pase algo en un show, estábamos pendientes de los matafuegos y de cosas que antes no te fijabas”, dice Marian y asiente el resto. Es que allí estuvo la clave: en la autogestión y la articulación con la gente del barrio y con otras bandas. De esa manera se logró abrir un espacio que parecía imposible. “En ese momento se armó un movimiento que se llamó mur (Músicos unidos por el rock) y así se consiguieron dos lugares en Capital: el Centro Cultural Centeya y el Carlos Gardel. Pudimos rescatar esos lugares para bandas chicas, y lograr que además nos pagaran por tocar”. Ese fue el comienzo de una movida que parecía más grande de lo que finalmente fue.
Hoy no saben si el mur sigue funcionando, los lugares donde tocan volvieron a los vicios pre-Cromañón, y sigue pendiente por parte de muchas bandas una lectura política más profunda de lo que sucedió el 30 de diciembre de 2004. “Yo viví mucho tiempo en Villa Madero, y ahí murieron muchos pibes. Muchas familias quedaron re locas, y los quieren arreglar con 800 pesos por mes”, relata Quique. La indignación es un buen punto de partida, pero no alcanza como meta final.

Bomberos voluntarios
Ciudavitecos hace todo a pulmón. La elaboración de los discos, la organización de las fechas, y las giras por el interior del país. La falta de plata nunca fue un obstáculo para lo que se proponían, sea grabar en un buen estudio, o irse a Capilla del Monte en malón todo un verano. “Este verano fuimos de gira a Capilla del Monte y entre la banda, los hijos, las novias, los amigos, éramos 26. Juntamos la guita con los shows, esa plata no la repartimos sino que va toda a una alcancía. Lo mismo cuando ensayamos: en lugar de pagar una sala de ensayo tocamos acá, y cada uno pone algo de guita en la alcancía. Sumale la venta de discos, pines, remeras que hacemos nosotros, y ahí ya tenés la plata”, cuentan como si fuera tan fácil como ir a comprar una docena de facturas. Marian relata la experiencia de presentar el primer disco, allá por 2002. “El primer disco lo salimos a tocar en todas partes: en Capital, todo el conurbano, y después nos fuimos a Mendoza y a Córdoba. Acá en Ciudad Evita enchufábamos los bafles en cualquier kiosquito que nos dejaba y le dábamos para adelante”, recuerda. Y es que el hazlo tú mismo es una de las filosofías de Ciudavitecos. Aunque, vale aclararlo, ninguno de ellos vive de lo que genera el grupo. Cada uno tiene su actividad, y le dedica a la música el tiempo que puede. “Todos laburamos, ninguno vive de la banda. Somos como bomberos voluntarios de la música: dedicamos un tiempo de nuestra vida al arte como hace un voluntario”, se sincera Quique.
La noche helada cae sobre el conurbano. Pienso en Evita y su rodete inmutable. ¿Lo estaré pisando? Seis de los integrantes de la banda se preparan para un nuevo ensayo semanal. Suben los equipos a la sala y ponen en marcha un ritual que les es conocido. Tanto como las calles de este barrio que, mochila al hombro, camino de regreso a otra ciudad. De fondo, me despide una melodía y una arenga:
«Aunque nos corten la lengua
seguiremos cantando
aunque nos corten las piernas
seguiremos bailando”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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