Mu16
Terapia del shock
Crónica del más acá
Gravito es el sábado a la noche si andás con el ánimo abollado. Fiesta, fiesta todo el mundo y vos preguntándote el sentido de tu existencia. Uf.
Avenida Corrientes. Cristina en el país de las Maravillas. Teatro Broadway. ¿Habrá en la Madre patria algún teatro “Avenida Corrientes”?
Complicado un sábado a la noche si buscás algo nuevo y no enderezás la nave en el rumbo más sanito.
Entré. Fila 3 para que envidie la gilada. Porque si hay un vivo, ése es el que suscribe. Puf. En la vida hay que estar adelante aunque Yo en la escuela era siempre de los que se sentaban atrás. Así me fue.
Hay alguien confundido. Al menos eso creo. Yo suponía que el ballet se trataba de baile, de bailar, de llevar a la música y que la música te lleve a vos. Nadie me avisó que se trataba de saltar como un desgraciado/a, emitiendo grititos futboleros y realizando acrobacias (como tales, algunas muy buenas) mientras que la música va por otro lado. Sonríen los/as bailarinas mientras saltan incansables por el escenario, pero con una sonrisa plastificada. Me parece que mucho disfrute no hay. Me parece. Un señor que es el coreógrafo y que si lo llamás te responde al nombre de Flavio Mendoza (por las dudas, no lo llames) todo el tiempo tiene una suerte de postura de estar bailando Chicago. Lo que no está mal, pero a mí me enseñaron que uno debe conocer sus límites. Colores, cambios de vestuario, tetas al aire (pero poco, nada entusiasmante y menos en ese contexto) y las pobres chicas en algún número saliendo con una suerte de cola de gato (gigante) colgando de sus brazos estirados y gigantescos abanicos y/o plumeros saliéndoles del culo y/o de la espalda. Hay que bancarse eso. Por molesto y por horrible. Pensándolo bien, ahora entiendo la sonrisa plastificada. Disculpen chicas.
Tiene razón mi mamá cuando dice que ella me educó bien, pero que Yo soy un mal aprendido. Se ve que no entendí. Y que tengo que fijarme dónde me meto.
Esta chica, la Salazar, tan chiquita, tiene todo tan duro que va a lastimar a alguien, mientras espera que le den turno para las lecciones de baile. Cuando digo duro, digo rígido, a ver si nos entendemos y no nos ponemos a babear por la causa equivocada, ¿estamos? En algún momento del baile sale con… ¡alas tipo pajarito/angelito!… ¿A quién se le ocurren estas cosas?… La revolean como muñeco y ella sonríe y trata de poner cara de “mirá qué sexy que soy”. Y nada, no le sale.
Menos mal que está Cacho Castaña, una suerte de naftalina decadente de porteño piola, pícaro y berreta, autorreferente hasta el agotamiento, que afina como puede y compone para pegarte ahí abajo. Con todo éxito.
Alguien me enseñó que el arte no va a salvar al mundo, pero lo hace más soportable. El arte o Yo, alguno de los dos, siente la insoportabilidad del universo y juega con un frasco de cianuro.
Ya sé que no es el lugar apropiado para buscar arte. Ya sé.
Artaza te hace mil chistes por segundo y sí… en alguno te reís… No arma diálogos o reflexiones llenas de sarcasmo, ironía, mechadas con chistes. No señor. ¿Querés ironía?: andá a verlo a Pinti. Artaza dice chistes, cataratas de chistes, miles de chistes. Sobre sí mismo uno solo y sobre el resto de la humanidad, millones. Arma un sketch donde se hacen malas, obvias, horribles imitaciones de Bachelet, Fidel, Lula y Chávez, llamado Los Pirados del Caribe (cuánta creatividad, por dios…). Ni un chiste sobre Uribe o Nicanor Duarte Frutos. Qué cosa, ¿no? Y arma otro sketch con Néstor y Cristina tan previsible que no me reí ni una vez. Yo parecía Carlos Kunkel de lo serio que estaba. Es que debo ser un amargado.
La Sra. De Al Lado se reía de una manera que hasta me parecía febril. Pero la realidad es la realidad: ella no era la única. Cientos de señoras (pero cientos ¡eh!) muuuy mayores, de tapados caros y coloreadas caras, festejaban orgásmicamente cada chiste, cada alusión de doble sentido o bizarrías, derecho viejo.
Tengo amigos para visitar, aun un sábado a la noche. Pero uno debe hacerse cargo de lo que elige. Mi terapeuta dice que así me vuelvo sujeto o algo parecido. Igual, a mi terapeuta lo veo algo cansado…
Marcelo Polino hace de Marcelo Polino. Y hace reír de manera tan forzada que asumo que su despido debe ser inminente, gracias a Dios, aunque el mismo Polino me hace dudar acerca de su existencia.
¿Cómo explicar lo inexplicable haciendo una crónica sobre nada? Nunca fui al teatro de revistas y seguro que no vuelvo. Antes, cuando Yo era chiquito, ¿era esto, o esto es lo que queda?
Es muy peligroso un sábado a la noche si uno no se anda con cuidado. Corrijo: si uno pretende encontrar respuestas en lugares equivocados. Camino por la 9 de Julio y pienso en mi mamá, enfermera, y en mi papá, mecánico, y sus esfuerzos por acercarme a otros universos que ellos creían más perfectos y bellos.
Aprendí una cosa: desde la fila tres no se ve mejor, sino más caro.
Mañana tengo terapia.
Mu16
La peor de todas
El paco y el debate sobre la despenalización del uso de drogas. Esta nota es nuestra modesta respuesta a un pedido concreto: mujeres que luchan por salvar a sus hijos del paco nos solicitaron información. Querían saber a dónde recurrir, pero también tener material para pensar sobre el tema. Recogimos, entonces, algunas experiencias y miradas, con la esperanza de que sean útiles para la reflexión. Quién consume, quién vende y qué actores influyen en el territorio desde el cual se soporta cotidianamente esta batalla. Cómo se escucha el debate sobre la despenalización de drogas en ese contexto. ¿Sirve o no obligar a alguien a hacer un tratamiento?
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Mu16
Rompiendo moldes
Un movimiento de trabajadores desocupados se convirtió en un espacio repleto de adolescentes que comparten otras formas de construir proyectos y alegrías. Cambiaron los piquetes por las performances artísticas y los reclamos de planes por festivales de rock y rebeldía. Y crearon su propia escuela, a la que bautizaron Diversalidad.
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Mu16
La ley de la trata
La flamante Ley de Trata se estrenó en un prostíbulo de la cordobesa localidad de Morteros. Esta nota cuenta ese procedimiento desde varios puntos de vista. El de la fiscal, que se quedó con las manos vacías. El de la funcionaria del Inadi, que supuestamente tenía que proteger y obtener la colaboración de las víctimas. Y el de dos mujeres dominicanas, allí explotadas. El resultado quizá sirva para reflexionar sobre la brutal distancia que sigue existiendo entre la letra de la ley y lo que dicta la calle. Qué consecuencias tiene accionar el sistema judicial y no el social. Cuál es el abismo entre los discursos de las instituciones y sus prácticas. La escribimos, también, con voluntad de debatir las campañas que dictan las y los burócratas de género.
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