CABA
Expresión de libertad: seis años de El Ciudadano, de Rosario
Vivieron 18 años con distintos dueños, soportaron múltiples cierres, padecieron despidos y vieron pasar a un empresario de medios, al presidente de Newell’s y a Cristóbal López. Hoy son más de 50 trabajadoras y trabajadores que sostienen el tercer medio más leído en Rosario detrás de dos monopolios. Desafíos, risas, conflictos y huevazos. Por Lucas Pedulla.

La imagen no es de Orson Welles, aunque la diagramadora Georgina Rantica la narra como si fuera un guion cinematográfico:
Escena uno: “Imaginate de estar muy cómodos en una redacción…”.
Escena dos: “… a llegar un día con las oficinas cerradas…”.
Escena tres: “… y tener que prender fuego gomas, cortar la calle…”.
Escena cuatro: “… hasta que en un momento me encontré tocando un bombo gigante en la peatonal…”.
Escena cinco: “… tirando huevos…”.
Escena seis: “… estando bajo la lluvia 12 horas con la batucada, con pancartas, y tomando la Secretaría de Trabajo de Rosario”.
En seis actos, esta trabajadora de 54 años borda un travelling que sirve como flashback para el inicio de esta historia que se empezó a contar a sí misma seis años atrás cuando en la página web del diario El Ciudadano apareció una entrada titulada: “Desde hoy caminamos solos”.
Y decía: “No nos rendimos. ¿Sería exagerado decir que El Ciudadano consiguió volverse un ave Fénix? Creemos que no, porque cuando todo se complota para impedir el oxígeno que respira el cuerpo vivo del diario, la acción crucial que nos mueve a comunicar e informar para que se efectivice el bien fundamental de toda sociedad democrática, el derecho a la libertad de expresión, hay un soplo nuevo que levanta los ánimos y el horizonte se tiñe de una sola certeza: tenemos que continuar, la nuestra es otra voz necesaria para que la pluralidad informativa no sea una manifestación de deseo sino una realidad necesaria”.
El texto es la poética con la que más de 50 trabajadores y trabajadoras informaron quizá una de las noticias más importantes de sus vidas, que los tiene como título, bajada y cuerpo: el 30 de octubre de 2016 salieron a la calle con su primera edición autogestiva.
Sin patrón.

¿Amarillo o popular?
El Ciudadano fue fundado el 7 de octubre de 1998 por el empresario Orlando Vignatti, que había sido parte del directorio del Banco Provincial de Santa Fe, dueño de Ámbito Financiero. Silvina Tamous tiene 54 años y entró a trabajar al flamante diario después de una experiencia en La Capital y Radio 2. “El diario surge en un lugar donde las publicaciones están terriblemente concentradas en monopolios, y como una alternativa a lo que había en ese momento que era La Capital. Apareció como un medio distinto, buscando tener agenda propia, una narrativa y una imagen diferentes. El proyecto fue tan exitoso que el dueño, a los dos años, lo vendió a La Capital y lo cerró”.
Salieron a las calles como lo describía Georgina cinematográficamente. Silvina recuerda que, para Rosario, fue una lucha histórica: “Eran acciones muy visibles que no eran común ver en periodistas. La proletarización de nuestro oficio no es algo muy consciente en general, pero la contundencia de la persiana baja hacía ver lo que iba a venir”.
Era el año 2000 y, pese a la crisis que se avizoraba, lograron la continuidad del trabajo, pero ya la planta se había reducido: de 170 trabajadorxs quedaban 100. Lograron que quienes no siguieran pudieran cobrar indemnización, y cuando no la cobraban, retomaban las acciones: “Siempre estábamos en la calle reclamando y eso también tiene que ver con nuestra identidad. Ninguno de los patrones que se sucedieron estuvieron en regla con nosotros”.
El siguiente patrón fue Eduardo López, presidente de Newell´s Old Boys desde 1994 a 2008. En esos 14 años, en los que Rosario vio a tres intendentes distintos y la provincia se dirimía entre Carlos Reutemann y Jorge Obeid hasta la llegada de Hermes Binner a la gobernación, López transcurrió su reinado en Newell´s sin llamar nunca a elecciones. Daniel Schreiner tiene 53 años, hoy es director del diario, y describe: “Fue una continuidad de precarización. El diario siempre fue una suerte de acuerdo tácito entre dueño de turno con gobierno de turno para una equis cantidad de pauta que permitía a ese dueño llevarse una buena tajada e incumplir con requerimientos laborales, no pagar aportes, en una crisis permanente que llevaba a una negociación encabezada por el sindicato para sostener los puestos laborales”.
A nivel periodístico, el diario mutó a un proyecto “más amarillo”, de corte más popular, una búsqueda entre Crónica y Diario Popular. Silvina recuerda: “Es una época que todos putean pero nosotros reivindicamos porque si bien el diario hacía cosas lamentables como ‘la chica de tapa’, cubríamos absolutamente todo lo que refiere a luchas sociales que en los otros medios estaban silenciadas: marchas, despidos, laburantes en riesgo, mucho gatillo fácil. Querían hacer un diario amarillo, pero nosotros lo transformamos en popular”.
La caída de López en Newell´s (en medio de denuncias de corrupción y marchas históricas de hinchas en reclamo de elecciones) significó, también, una nueva caída del diario. “Quedamos en la calle”, resume Daniel. El Sindicato de Prensa de Rosario los apoyó y, en 2009, reapareció Vignatti: retomó a 65 trabajadorxs. Así transitaron los últimos años: “Hasta que nos dijo que el diario ya no tenía futuro. Vignatti vendió entonces en 2015 Ámbito Financiero a Cristóbal López y, en el medio de ese negocio, metió El Ciudadano”.
Llegaron promesas de bonanza, saldar las deudas atrasadas y un horizonte que nunca se cumplió. “Por primera vez en mucho tiempo vamos a poder respirar”, era el comentario de pasillo en la redacción, pero López fue procesado y la justicia le trabó un embargo por 8 mil millones de pesos. Así llegaron hasta octubre de 2016.
Y el ave Fénix voló.

Sobre gritos & risas
Después de cuatro pasamanos distintos, al menos la transición fue pacífica, si es que aplica el concepto para 65 familias cuya fuente de trabajo cerró: la empresa pagó indemnizaciones y les dejó las máquinas. A su vez, había una experiencia reciente que fue inspiradora para los procesos de recuperación en medios: en abril de 2016, Tiempo Argentino se había conformado como cooperativa. Silvina: “Creíamos que otro diario era posible, que podía ser un semillero de pibes que aprendieran. Era un desafío”. La experiencia gremial fue un motor importante: “Fue el gran apoyo. Si no fuera por el sindicato, la cooperativa no existiría”. Daniel coincide: “Esto era impensable sin una experiencia gremial previa. La conducción del diario es la misma conducción sindical de comisiones internas de sucesivos períodos. Hay un espíritu de comunidad. Y asumimos como propia la marca del diario: la sobrevida”.
La recuperación se dio en pleno macrismo: “Teníamos a favor que en Santa Fe estaba el socialismo y que le interesaba que hubiera otra voz dentro de la concentración”. Ese apoyo, además de las máquinas y una sede prestada que funcionó como redacción los primeros años, significó un empujón crucial para un mundo nuevo. Silvina piensa: “Tenemos la estructura de una empresa recuperada: somos los que quedamos. Por ejemplo, yo no sé si era la mejor jefa de redacción, por lo que nos basamos mucho en la capacitación: género y redes, sobre todo. Hoy somos el tercer medio en visitas después de dos multimedios: La Capital y Rosario 3”.
Con la recuperación, también regresaron compañeros y compañeras. Una fue Lucila Demarchi, 36 años: había entrado en 2006, se fue en 2014 con un retiro voluntario y sus compañerxs le ofrecieron volver en 2019. Estaba trabajando en La Capital. Por qué regresar: “Me entusiasmó el proyecto cooperativo, poder tener incidencia en la línea editorial y qué contar sobre los hechos que una elige narrar. Se pueden instalar otras voces y temáticas sin que esté atravesado por lo económico ni los grandes poderes”.
En su última etapa hacía policiales, para La Capital llegó a cubrir el juicio a Los Monos, y regresó al diario cooperativo con una condición: “No hacer policiales ni judiciales. Estaba quemada”. El periodismo sin patrón le dio la posibilidad de decidir qué hacer: hoy es la editora de La cazadora, un suplemento mensual de género, que fue reconocido con el premio Juana Manso de la Municipalidad de Rosario. “Es una linda vidriera de activismo y cuestiones culturales, y ya no el mundillo de abogados”. ¿Esa decisión es parte de otra lógica de trabajo? “Hoy tienen más peso las opiniones de socios y socias. Podemos discutir de otra manera. Incluso el conflicto es distinto. Y eso que discutimos mucho, pero está todo bien: si llegás y estamos gritando, es parte del proceso, pero si llegás y ves que nos reímos, también. Porque además de todo, nos queremos mucho. Lo afectivo atraviesa”.
Lucila se queda pensando: “Eso también es es algo por lo que volví”.

Macri, plata y pasiones
El camino de seis años sin patrón es complejo, sobre todo en un medio de comunicación. “Aprendimos a ser cooperativistas como antes aprendimos a ser sindicalistas”, dice Daniel.
En el medio, la pandemia: “Si me preguntás por Macri, la verdad es que no fue un problema porque era un blanco con el que podíamos construir identidad y hacer tapas fabulosas: no nos dio un peso ni tampoco fuimos a buscarlo. Pero los dos años de pandemia, con Perotti (Omar, gobernador de Santa Fe) y Alberto, fueron peores. No hubo una sola política para nosotros. Nos hambrearon a un punto de saña”. Lo que dice Daniel quedó reflejado en el manejo de la política social durante el confinamiento: mientras el Estado se hizo cargo de hasta dos Salarios Mínimo, Vital y Móvil con el programa de Asistencia a la Producción y el Trabajo (ATP), la ayuda a las cooperativas quedó supeditada a planillas que cada unidad debía presentar para acceder a programas como la Línea 1 ($6.500, aunque luego hubo un aumento por dos meses a $16.500), Potenciar Trabajo ($8.500), o IFE ($10.000). Las empresas cooperativas quedaron fuera del ATP porque este estaba diseñado solo para empresas privadas con empleados en relación de dependencia. Se pagaba entre uno y dos salarios mínimos (mucho más que los otros planes). Además, tampoco podían acceder en plenitud a los otros programas ya que fueron planteados según grados de vulnerabilidad: los programas no se complementan y se dan de baja si algunx de lxs socixs percibe otro ingreso “en blanco”. Esto significó que los multimedios La Capital y Rosario 3 cobraran ATP.
¿Y El Ciudadano? Silvina responde: “Nosotros nada. Si te tiraban algo, te sacaban el salario familiar, con lo cual la pasamos muy mal, porque eso generó mucho conflicto. Fue terrible. Y fue muy malo el trato del Estado a las cooperativas. Estuve en reuniones con el Ministerio de Desarrollo Social, y vos veías tipos que estaban en frontera alfabetizando y no tenían guita ni para alcohol en gel. Hoy, con la crisis que hay a nivel mundial, las cooperativas son el futuro, pero si no fabricás tuercas no entienden qué es lo que hacés, porque los formularios que te dan para aplicar a algún financiamiento están hechos para que pidas una máquina de tuercas”.
Desde esa mirada gremial, que requiere sí o sí una vuelta de tuerca, Daniel subraya también un cambio de lógica: “Hay una crisis del periodismo gráfico, pero también de la prensa y los medios en general, donde el laburo en relación de dependencia está desapareciendo. Los sindicatos tienen cada vez menos afiliados, y eso se va a seguir profundizando”.
En ese marco de crisis del empleo, donde los desafíos del periodismo sin patrón lo cruzan entre la consolidación del sector y la búsqueda de una producción competitiva, El Ciudadano también apuesta a nuevas fuentes de trabajo. Una de ellas es Candela Ramírez, 31 años, que conoció a Silvina mientras realizaba otro medio autogestivo llamado Sin cerco. También sabe lo que implica la crisis en el oficio: su papá es periodista. “Yo tenía muy mal internalizado que los periodistas cambiaban de trabajo todo el tiempo. No lo veía como desempleo, sino que llegaba diciembre y se ‘terminaba el programa’”.
¿Qué significa entonces este puesto de trabajo? “En términos periodísticos estoy en el lugar ideal. Podés sentirte libre. Autogestionar tu trabajo te da otra satisfacción. En otro lugar es otra persona la que se ocupa de que esté tu sueldo, acá vamos juntos, y eso es una forma de protegerte”. Otra posibilidad es ser parte de las discusiones colectivas: “No formo parte de la comisión porque recién ingreso, pero me gustaría. Estoy esperando que llegue el momento. ¿Por qué? Para participar de las decisiones, pensar el camino, la dirección”.
El periodismo siempre es caos y conflicto, y lo cooperativo le suma la complejidad de su organización. Por ende, seis años de periodismo cooperativo -donde ese caos, ese conflicto y esa organización adquieren una dinámica propia, nueva y única- es un recorrido que la diagramadora Georgina piensa nuevamente en otro lenguaje. “Todos estamos atravesados por el amor, el dolor y la pasión que hace que sigamos con esta locura: hace que sigamos amando lo que hacemos. Y disfrutándolo, a pesar de que decimos que estamos todos re locos”.
Y concluye: “El amor es lo que hace que hoy esté El Ciudadano”.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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