Mu49
Originaria y original
Sentime Dominga. Es un grupo literario-musical que cuenta historias con sentido del humor y poesía. Su música nace y fluye seducida por el folklore, pero sin ataduras de género.
Solo en mi auto
Quiero recorrer hasta perderme…
En los montes de nubes y sol
Caminar los senderos de los hijos del sol
Deambular entre flores y lisergias probar…
del tema De Juchitán a Amaicha
Todos huimos de las etiquetas, pero Sentíme Dominga no. Itu, bajista del grupo, acerca una definición a la mesa que compartimos en una plaza de Villa Ortúzar: “Somos como una milanesa a la que le pones limón y algo del jugo cae en el puré. Nuestro sonido busca ser puré con limón”.
Juan, cantante y autor de las letras, Valeria, responsable de la música y también Veroki, la percusionista parecen satisfechos con la imagen culinaria y esperan que salga de la distracción que me provoca esa combinación rica e inesperada.
Pero en ese momento pienso en otra mixtura proteica: el grupo habla del lugar de donde vienen, hacia donde van, de lo que le pasa, todo con sentido del humor y seriedad. Lo hace, además, con una voz profunda, de río, y una música que viene de la tierra arrasada, de la selva, de los montes en pie y las ciudades.
Rompen todas las etiquetas y crean definiciones que no fijan a nadie en ningún lugar -todo lo contrarío-, invitan a salir de la cómoda, a jugar, pensar y sentir.
A los bifes
La historia de la banda empezó un año y medio atrás. Fue una noche en Casa Brandon, cuando terminó el recital de Valeria Cini y Juan se acercó a la cantante con sus textos provenientes “del palo de la crónica”, como él mismo sitúa. Buscaba una musicalidad que admira, por ejemplo, en el poeta chileno Pedro Lemebel. Charlaron, congeniaron y a los pocos días empezaron a trabajar con los materiales de Juan. Valeria dice: “Creo en la poesía dentro de la música y alguien que viene del lado de la escritura hace todo más rico que siendo solamente músico”.
En este sentido Juan, que trabaja como redactor del suplemento Soy del diario Página 12, aclara: “Soy un cuentante porque somos un grupo literario-musical”. Las canciones son historias. Una familia en Andalgalá cercada por la contaminación, un viaje en auto por París, una incursión no autorizada en el corazón de Marilyn Monroe, las cartas entre un hijo y su madre en plena crisis del 2001.
¿Y la música cómo cuenta estas mismas historias?
Veroki ataja la pregunta: “Crea climas, ese es su lenguaje. Vamos aportando cuando nos dejamos llevar, desde el sentir”. Itu agrega: “La música tiene un sentido. Hay que buscar y encontrarle un veta para transmitir el sentimiento“
Hay otra peculiaridad de la banda: tienen temas propios y algunos apropiados. Sobre esta última categoría, Juan cuenta que les hacen arreglos nuevos, modifican las letras y, además, son interpretados en otro tiempo y en contextos diferentes. Esto lo lleva a recordar las palabras del músico chileno Víctor Jara, quien decía: “Canción que ha sido valiente siempre será canción nueva”.
Deleuze y Mamá Cora
La banda tomó el nombre de un fragmento de la película Esperando la carroza. “Sentime, ¿vos no estás amamantando, Dominga?”, le preguntaba Mamá Cora a otro personaje: una mujer de top blanco y pantalón ajustado que se escapaba de su vida de ama de casa. Y prometía volver a lo cotidiano en dos horas, nomás. Una mujer que trazaba su línea de fuga.
Otra línea de fuga: “los putos, las tortas, las travas, los heterosexuales, todos estamos en un proceso de reveer nuestras identidades –explica Juan– por eso el primer CD de la banda se va a llamar Operadas, en referencia al lavado que hace el sistema de las identidades. Nosotros queremos transitar esa búsqueda y encontrar la reliquia que tenemos dentro cada uno, cada una, limpiarla y reconciliarse con ella”.
La reliquia de Juan es la relación con su provincia natal Santiago del Estero, de la cual se tuvo que autoexiliar “por tener una sexualidad disidente y por no tener un lugar donde expresarme”.
Lo mismo le ocurrió a Veroki, la percusionista, en Esquel, donde nació.
Ambos coinciden en que volver es un acto de rebeldía, que los hizo más fuertes y que, a la vez, cambia el recibimiento que les dan cuando regresan de visita.
El filósofo Guilles Deleuze proponía pensar una línea de fuga como un acto de resistencia y de afirmación. Que es convertirse en otro y por lo tanto abrirse a otras formas de vida con sus sentires. Eso también es Sentime Dominga.
Contra la fórmula
Valeria Cini desafía: “El folklore no es solo del macho heterosexual, nacido en el interior del país. Es de todos: cada uno tiene su folklore. Nosotros no vamos a hacer la misma música que hacen los Chalchaleros porque tenemos otra cabeza, sentimos de otra manera. Que alguien diga quién puede hacer folklore y quién no. ¡No existe!”
En ese sentido, Juan expresa que sus pensamientos se pelean entre si y van desde negarse el derecho de investigar sobre esa música, hasta darse el permiso egoísta, según él, de reencontrarse con los perfumes y leyendas de su tierra natal.
El compositor abre la jaula y los pájaros vuelan: “De tanto repetirse, nuestra cultura popular se cristaliza. El nuevo folklore tiene que desarrollarse con amor, porque de lo contrario se muere”.
Entonces, ¿qué es lo originario?
Responde Juan: “El respeto a la tierra, la noción de comunidad, la idea de un futuro mejor, de armonía”
Valeria agrega: “Nosotros –si querés– somos originarios porque hablamos de cosas universales. Somos freakies, queers, y no nos parecemos a los que hacen folklore”.
Lo orignario, entonces, de Sentime Dominga es su originalidad.
Mu49
Loncopué, Neuquén: Elecciones de vida
Loncopué quiere votar “No a la minería”. A 300 kilómetros de la capital de Neuquén, los vecinos se organizaron para resistir el desembarco de un proyecto minero chino. Comenzó con una maestra, un cura y un abogado y terminó reuniendo en asamblea a políticos oficialistas y opositores, estancieros y sindicalistas.
Texto: Sergio Ciancaglini
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Mu49
Oración de la Virgen Barbie
Ya no quiero ser la Virgen Barbie.
Ya no quiero ser la patrona del racismo
ni la protectora del capitalismo.
No quiero ser la Virgen Barbie.
No quiero enseñar a las niñas
a odiar sus cuerpos morenos.
No quiero ser nido
de prejuicio, insultos y complejos.
No quiero ser la Virgen administradora
y santificadora de privilegios.
No quiero hacer milagrosos matrimonios
ni encontrar príncipes azules
tiranos, celosos y violentos
para mujeres ilusionadas,
ingenuas y equivocadas.
No quiero ser perfecta, ni virtuosa
No quiero ser modelo de belleza,
No quiero mirar la vida
desde arriba de un altar.
No quiero juzgar a nadie
ni tampoco tener el derecho de perdonar.
No quiero ser yo.
Quiero ser otra distinta.
Alegre, amiga, defectuosa,
imperfecta y amante…
pisar con mis pies el piso,
pasear por la ciudad,
bailar en las calles.
Que detrás de mí
el capitalismo se derrumbe
y pierda hasta los dioses
y las vírgenes que lo sustentan.
Que detrás de mí
se desmorone el racismo
y el color blanco que lo sustenta.
Que los úteros de las mujeres blancas
puedan parir hijas morenas.
Que las morenas tengan hijos rubios.
Y que el amor y el placer nos mezcle
y nos mezcle y nos mezcle.
Hasta diluir todas las estirpes de nobles,
de patrones y de dueños del mundo.
No quiero ser la madre de dios,
de ese dios blanco civilizado y conquistador.
Que dios se quede huérfano
sin madre ni virgen.
Que se queden vacíos los altares
Y los púlpitos.
Yo dejo este altar mío.
Los abandono por decisión libre.
Me voy, lo dejo vacío.
Quiero vivir, sanarme de todo racismo,
de toda condena, de toda dominación.
Quiero sanarme yo misma
y ser una mujer simple.
Ser como la música que solo sirve
para alegrar los corazones.
He descubierto que para ser feliz
solo hay que renunciar a tus privilegios,
a tus virtudes y perfecciones.
Proclamo la inutilidad de los privilegios.
La tristeza de los altares.
La muerte del capitalismo.
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