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Cantar, comer, crear y después
Maca Mona Mu. Primero fue una banda, ahora una voz y una guitarra. Así va sembrando su propio estilo, que tiene el sabor de una voz propia en crecimiento. Recetas de la vida vegana.
“Tenés que mirar para afuera y también para adentro, tu mochila es grande y la mía ni te cuento”, canta Maca Mona Mu en Por Hoy, uno de los temas de su álbum debut. Y si de equipaje hablamos, el suyo viene cargado de poderosas canciones. Folklore, tango, blues: influencias que funcionan como punto de partida, pero que de ninguna manera podrían encasillarla.
Maca es por Macarena, Mona es un apodo de la adolescencia que también tiene sus conexiones con el horóscopo maya, me explica ella, relacionado con la niñez y el juego. Mu es por Muñoz, su apellido paterno. Dice que en sus recuerdos de la infancia siempre se ve cantado, inventando canciones. Y que así fue aprendiendo, de manera intuitiva y tocando de oído.
Maca nació hace 25 años en el barrio de Saavedra y allí vivió hasta que cumplió los dieciséis “En ese momento me fui a vivir al oeste del conurbano. Seguí en el mismo colegio, así que todos los días viajaba de Morón a Saavedra y así terminé el secundario. Después estuve estudiando en el Conservatorio Manuel de Falla y también con profesores particulares. Me gusta ser como una esponja: ir a los lugares y absorber lo que necesito. Y cuando ya no me sirve, me voy a otro lado a buscar”.
Con ese espíritu curioso y lúdico creó Mamá Mona, el quinteto que la tuvo como cantante y compositora y con el cual grabó un disco en 2011. Según sus palabras: “Un disco muy intenso y ciclotímico, producto de un momento difícil en mi vida. Y la música fue mi compañera, ya que me costaba mucho relacionarme con los demás. Entonces mi manera de hacerlo era a través de la música. Me sirvió para poder encontrar una luz en toda esa oscuridad.”
Sembrando futuro
Pasada la tormenta personal, comienzan a aparecer las canciones que terminarían por dar forma a Semillas, su debut solista en el 2013 y hasta el momento su último CD editado. Aquí las canciones aparecen más despojadas y las temáticas se vuelven más intimistas. Como cualquier aficionado a la fotografía sabe, el movimiento constante no ayuda a enfocar. ¿Hacia donde está mirando la inquieta Maca? “La naturaleza es una fuente de inspiración muy grande. Digo esto mientras estamos entre cuatro paredes, rodeados de edificios, y parece una locura. Pero en Semillas hablo de la naturaleza insistente que vive también acá. La ciudad tiene algo bipolar también. Por ejemplo: en mi patio empezó a crecer una planta entre las baldosas. Uno cree que para conectarse con la naturaleza tiene que irse al monte o hacerse monje tibetano, pero el respeto por la naturaleza se puede demostrar en el lugar donde uno habita”.
¿Cómo fue la producción de este disco?
Tenía canciones de la época de Mamá Mona que fueron quedando afuera de la banda porque eran temas que ya reflejaban otra etapa en mi. Mi amigo Ricky Lorenzo, que tiene el estudio Tribal Recor, en Ramos Mejía, y con quien ya había trabajado en el disco de Mama Mona, me dijo: “Esas canciones no pueden quedar afuera de ningún disco. Yo pongo mi tiempo y mi estudio por esas canciones”. No pude rechazar esa propuesta. Yo viviría adentro de un estudio grabando canciones. Empezaron a aparecer estas nuevas composiciones que van más hacia lo simple. La guitarra y la voz. Nos tomamos nuestro tiempo: de 2011 a 2013 grabando y editando. Probando diferentes arreglos e instrumentaciones, muy conectados los dos trabajando codo a codo. A fines de 2013 logré editarlo de manera física, algo que me pone muy contenta. Lo hice con la UMI (Unión de Músicos Independientes) que me brindó un gran apoyo. Porque una está en la parte compositiva, pero después tenés que ir a registrar los temas en SADAIC y hacer otros trámites, que si los tenía que hacer sola me volvía loca”.
¿A qué hacen referencia las Semillas del título?
El disco se llama así porque considero que las canciones funcionan como semillas y que la gente es tierra fértil. La semilla está esperando el momento en que la tierra esté a la temperatura ideal, la humedad correcta y otras variables para empezar a brotar. Me parece que lo mismo pasa con las canciones y las personas. Vos podés escuchar una canción en un momento de tu vida y que no te diga nada. En otro momento tu tierra está preparada de otro modo y la misma canción va a sonarte diferente. Por eso yo no digo mucho de qué se tratan mis canciones y prefiero que cada uno interprete cosas diferentes”.
La cocina
Ella se siente parte del emergente circuito de canta-autores. Y no escatima elogios para sus contemporáneos: “Señorita Carolina tiene unas canciones hermosas. También me gustan Paula Maffia, Juan Mayo, Agustín Molécula, Santi Martínez… Es hermoso cuando entre colegas empezamos a escuchar nuestros discos. Tendríamos que juntarnos todos ¡Yo pongo la casa y cocino!”.
¿Te gusta cocinar?
Sí, hace tiempo me hice vegana así que me tuve que poner a investigar. Hice un curso con una amiga con la cual hacemos intercambio: ella me da clases de cocina y yo le doy clases de canto. Desde que empecé a meditar la carne me vibraba mal en el cuerpo. Me angustiaba y el sabor ya no me gustaba. Así que quise saber más sobre la industria de la carne y no me gustó nada lo que vi. También es muy violento para las vacas lecheras y para las gallinas ponedoras de huevos. Entonces no quiero aportar más a eso. Respeto a quienes siguen una alimentación carnívora, no soy de esas personas que se vuelven violentas con quienes comen carne porque no me parece que ese sea el camino. Lamentablemente muchos veganos toman una posición cercana al fanatismo. Yo hago lo mío desde mi cuerpo. Elijo. Los cambios que necesitamos se van a dar lentamente. No podemos pretender que en dos años todos meditemos, seamos veganos, no exista el dinero y cada uno pueda disponer de lo que necesite para vivir. Que por cierto, necesitamos mucho menos de lo que a veces creemos.
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