CABA
Teatrazo
Qué hay detrás de Mi hijo solo camina un poco más lento, este fenómeno que para muchos, y para nosotros también, es la mejor obra de teatro de los últimos tiempos.
Pasamos por la boletería y subimos la escalera. Llegamos a una sala amplia, de piso negro, en la que no hay escenario. Las gradas indican que ese es el lugar donde nos acomodaremos, como espectadores que somos. Hay un gran ventanal. Entra mucha luz. Son las cuatro de la tarde de un sábado. La capacidad de las gradas está superada. Muchos se sientan sobre almohadones que están distribuidos en el piso y los que llegan sobre la hora se acomodan donde haya un hueco. Entre el montón hay hombres y mujeres de diferentes edades, vestidos con ropa deportiva. Son once. Charlan entre ellos, caminan, se ríen, se peinan, uno toca la guitarra. Uno se acerca con un mate y un termo bajo el brazo y pregunta: ¿alguien quiere? El mate va circulando de mano en mano. Otro viene con un plato repleto de chipás y los ofrece. A las cuatro y media se inicia el pacto en el que algunos observamos y otros nos cuentan una historia. Aunque en esta oportunidad, están diluidas las fronteras. Ya conectamos.
Así Mi hijo sólo camina un poco más lento, una pieza croata, se convirtió en un fenómeno. ¿Y esto qué significa? Que mucha gente va a verla -otros se quedan con las ganas porque no hay entradas a la venta hasta el 2016- y las críticas han sido muy elogiosas. ¿Por eso es un fenómeno? Sí, pero esas son solamente las consecuencias de un suceso que trasciende cifras y elogios.
El espacio ideal
El estreno fue el 21 de noviembre del año pasado. Arrancaron con una función los domingos a las 11.30 de la mañana, sin mucha expectativa: si les iba mal, cambiaban el horario o levantaban la obra. Ahora hacen cinco funciones por fin de semana, cuatro de ellas en horarios poco habituales para funciones teatrales: los sábados a la tarde y los domingos a la mañana y a la tarde. Lo que alguna vez fue la parte en desuso de una concesionaria de automóviles en la calle Pasco, del barrio porteño de Balvanera, es ahora una sala de teatro independiente, llamada Apacheta. Así se denomina a esos apilamientos de piedras que construían los quichuas para agradecer a la Pachamama su guía en el sendero de la vida.
La obra terminó y allí están los actores y el director, también agradecidos de haber transitado el camino que los llevó hasta ese lugar. Con este éxito seguro que se van a la calle Corrientes, le suelen decir a Guillermo Cacace, el director. “Eso es lo que les gustaría a los otros, a nosotros nos gusta mucho estar acá. Este lugar, en once años no vivió nunca un fenómeno como este”. ¿Por dónde pasa la lealtad con el espacio que hizo posible esto si ahora lo dejo? “Tiene que ver con que lo que el otro cree que te va a pasar, pero en realidad es lo mejor para el otro; son los ideales del otro, pero no los tuyos”.
Ser mejores
Sentados en sillas, algunos en el piso, en un círculo improvisado armado una vez que se retiraron quienes por 75 minutos compartieron esta experiencia, director y actores cuentan que las devoluciones que reciben del público son muchas y variadas. Infinidad de mails y mensajes por Facebook son la expresión virtual de la gratitud. Los besos, abrazos y palabras de emoción, sin dejar de mencionar los regalos comestibles, son las demostraciones palpables que no dejan de sorprenderlos. Cacace: “Tenemos muchas hipótesis acerca de qué pasa con la obra, pero lo que podemos decir es que nos conmueve mucho hacerla. Que eso irradie, contagie e invite es algo que pertenece a lo que no se puede poner en palabras. Siempre digo que amé a todas mis obras, pero con ésta fuimos correspondidos. Y si hubiera pasado que del otro lado no nos amaban, no íbamos a dejar de amarla”. Se conmueve Cacace al decirlo. La obra llegó a sus manos gracias a Matías Umpierrez, actor y curador del primer Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América, en el que participaron diez obras extranjeras dirigidas e interpretadas por directores y actores argentinos, entre ellas, Mi hijo sólo camina un poco más lento, de Ivor Martinic, dramaturgo croata. Umpierrez llamó a Cacace y le propuso dirigirla. Cacace agradeció y dijo que no porque no podía asumir compromisos en ese momento. Umpierrez insistió, le pidió que antes de dar una negativa definitiva leyera la obra. Cacace la leyó y se conmovió. La compartió un sábado a la tarde con los actores que eligió para esos roles y ellos también se conmovieron. Se pusieron a trabajar rápidamente: quedaban pocos días para el estreno y hubo nada más que siete ensayos. Sólo podían juntarse los domingos a la mañana y decidieron que la obra fuera ese día y en ese horario.
Hacer sentir
¿Por qué la obra conmueve tanto? Quizás es la pregunta más inútil: debe haber tantas respuestas como personas hayamos presenciado la obra. Y además ellos son el director, las actrices, los actores. Agrego: ¿Qué les pasa a ustedes con la obra?
Una docena de respuestas van circulando intercaladas junto con el mate.
“Primero porque la obra es muy buena, los actores somos muy buenos y el director es mejor”. Elsa Bloise debe tener setenta y tantos años, interpreta a la abuela de Branco, el joven que cumple 25 años y tiene una enfermedad que no se nombra durante la obra y que lo mantiene en silla de ruedas. Una abuelita nada dócil, que no toma la sopa, putea a su marido y pregunta insistentemente por viejos amores. Cuenta que disfruta mucho al hacerla, y que llegó tarde al bautismo de su bisnieta porque por nada del mundo se pierde de actuar en Mi hijo…
“Me pregunto por qué pasa esto, si yo siempre estuve acá, dando esto que tengo para dar. No tengo muchas respuestas. Puedo tener un montón de teorías y me sigo haciendo la pregunta. Pienso que quizás tiene que ver con el gran amor que cada uno de nosotros tiene por lo que hace. No nos ponemos en un lugar solemne, no hay artificios”, dice Clarisa Korovsky, la tía de Branco y Doris.
Paula Fernandez Mbarak es Mía, la madre, por momentos fuerte y luego invadida de fragilidad. “En la obra están todos los vínculos posibles de los seres humanos. Habla de cuestiones existenciales, hace preguntas en las que no hace falta estar en esta situación concreta para cuestionárselas. Habla de cosas que por algún lado te pegan”.
Agrega Guillermo Cacace: “Y que no sea una familia disfuncional. La crítica seria, algunas, no todas, cree que si en una familia hay conflicto se trata de una familia disfuncional. Algo de lo que pasa -por suerte no entiendo todo el fenómeno- es que asistís a una situación donde los lazos son posibles. En momentos en que los lazos están tan cortados, me parece que uno cree, por un instante, estar reconquistando esa posibilidad de lazo familiar, social. En ese sentido la obra es reparadora. Todos tenemos algo atravesado por decir y podemos morir sin decirlo. En esta familia se puede decir. El hijo le puede decir a la madre ‘perdóname por no caminar’; la madre le puede decir al hijo que lo ama, Doris le puede decir a la madre ´¿cuándo vas a volver a ser mi mamá?’. La obra afirma que algo se puede. Genera desasosiego, tristeza, pero no obstante, algo se puede. Y se puede en la soledad también, para que el paradigma no sea que hay que estar con alguien, que la felicidad es en pareja. La felicidad puede ser de muchas formas. Hay un orden de felicidad que es posible y la obra viene a reafirmarlo. La gente se conmueve con eso”.
Luis Blanco interpreta a Oliver, el esposo de Ana, la abuela. Después de aclarar que no tiene mucha experiencia como actor dice: “Estoy un poco confundido, nunca sentí tantas ganas de que me puteen como en esta obra”.
Diferencias
Una obra de un autor croata nos emociona. Ivor Martinic es un joven dramaturgo, referente de la nueva generación de su país. Mi hijo… fue estrenada en el Teatro Juvenil de Zagreb en Croacia en 2011. Tres años más tarde, se estrenaba en Argentina. Guillermo Cacace destaca la agudeza, la intensidad de la mirada de Martinic. “Creció en una sociedad en guerra, atravesada por conflictos entre hermanos, personas que manejan la misma lengua, escritura, que durante años estuvieron enfrentados y que, sin embargo, en la obra afirma que algo se puede. Hay que soltar un poco, poder andar en la diferencia. Tal vez son fantasías mías, pero quiero creer que la gente viene porque quiere creer eso”, se ilusiona Cacace.
“Ivor empezó a construir y nosotros seguimos. No hay una fórmula. No es el texto, no son los actores. Tratar de descularlo es querer cerrar algo por miedo. Y esta obra permite abrir, abismarse. Te está diciendo todo el tiempo que si no lo hacés, te la perdés”, dice la actriz Romina Padoan, Doris, en la obra, la bella hermana de Branco que se conforma con un lugar secundario en la vida de su madre. Un día se enamora de Tin (Gonzalo San Milan, actor que viaja todos los fines de semana desde Bahía Blanca) y las mariposas se agitan en su estómago. Se siente feliz y a la vez, tiembla de miedo.
Un narrador se dirige directamente al público y relata algunas escenas que no suceden delante de nuestros ojos, pero que influyen en el argumento. Habla y mira fijo a los ojos de algún espectador. Hay algo en el tono de su voz que nos tranquiliza, nos acaricia.
El diferente es Branco, encarnado por el actor Juan Tupac Soler. Está en una silla de ruedas, cumple 25 años y habrá un festejo en esa casa oscura y decadente. Sin proponérselo desencadena una catarata de reacciones y emociones que lo colocan en el centro del conflicto. Una madre que no acepta la realidad, que parece no adherir a la resignación; un padre huidizo, una hermana relegada que se siente culpable de su propia felicidad: una abuela que desea que ojalá se enamore y le hace confesiones que nadie más conoce; una tía desopilante que enmascara lo que siente con palabras a borbotones; una jovencita parlanchina que ambiciona mucho más que su amistad.
Tupac desestima los comentarios de algunos amigos que le dicen que ahora ya no tiene más fines de semana porque se los pasa trabajando en el teatro. Asegura que tiene fines de semana hermosos, en los que disfruta del encuentro con sus colegas y con el público. “Hay algo que nos hace encontrarnos, con las particularidades de cada uno, de no esconder nada. Si venís a casa te voy a cebar el mismo mate que acá –lavado y frío, acota uno de sus compañeros- porque así lo preparo. Este es un teatro sin oscuridad. Es de día, entra la luz del sol, y eso es tan lindo. En lo personal, la obra me cambió mucho la cabeza –se emociona- yo puedo ser Branco tranquilamente. Soy yo jugando a ser él”. Durante toda la entrevista Tupac siguió sentado en la silla de ruedas, como en la obra.
Trabajar el arte
El humor también es protagonista. Afloja, descomprime, libera. El personaje de Sara, interpretado por Pilar Boyle, es uno de los que provoca carcajadas y despierta ternura. No puede evitar mostrarse profundamente interesada en Branco. Lo agobia con palabras, gestos, sonrisas. No quiere que nada de lo que pueda suceder no suceda. Abraza su deseo. Pilar: “La obra me hace estar más afuera de mí, aprender a compartir, a elegir, me hace tener más esperanza, sonreír más, ser más buena. Estamos construyendo algo y eso me hace sentir orgullosa”.
Todos están conmovidos, movilizados, con lágrimas en guardia baja. Acaba de terminar la función y eso los ha dejado expuestos a sentimientos que estallan en la charla. ¿Cómo mantener esa intensidad una y otra vez, función tras función?
Guillermo: “Alguien me dijo que la obra tiene la estética de un ensayo, y desde ese momento estuve tratando de abonar una idea asociada, que es que más que una estética tiene la ética de un ensayo, un lugar de permanente prueba. La ética de ese ensayo sería que no estamos trabajando para un estreno que va a ser un día, sino para cada vez. Seguimos tratando de descubrir qué es cada vez. Y está bueno que los hechos demuestren que esto no es un discurso. Tampoco nos sentimos diferentes del que está de ese lado. Sin que lo sepa, lo consideramos tan igual que estamos convencidos de que compone la obra con nosotros, cada vez. Hay una definición del artista que a mi me gusta mucho que es el que trabaja de hacer arte. Entonces, nosotros por un rato los hacemos trabajar. Hay artistas de este lado y de ese lado. Aunque nunca lo supieran construimos juntos una situación de paridad. Eso es esta obra”.
¿Cómo se construye la conexión con el público que, en este caso, es tan estrecha?
Guillermo: “El público se olvida un poco de sí mismo. Disuelve un poco su yo, se torna un poco más poroso para recibirnos. Y eso es posible gracias a que el yo de los actores también se vuelve poroso y puede recibir al público. ¿A quién no le gusta abrazarse en esa porosidad, en la cual la piel no es el territorio que separa sino lo que nos permite entrar en contacto? Esta obra es la posibilidad de extender piel. El gran trabajo es encontrarnos, no tanto en una situación expresiva sino en una situación perceptiva”.
Paula: “Es un sueño lo que nos pasa. La obra misma es un sueño. ¿Y quién no quiere pasar por esa instancia? Decimos que ya no dormimos para soñar. Estamos todo el tiempo soñando con lo que nos pasa, con lo que nos dicen, con el reconocimiento que los actores necesitamos. Venimos de donde venimos, por lo que no podemos dejar de ser como somos. Nada de lo que nos pasa nos hace otras personas, sino que nos hace lo que ya somos, pero mejores”.
Y esa es la frase que sintetiza el fenómeno. Esta obra, estas actrices, estos actores, este director, este teatro, nos hace mejores.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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