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#8M: La deuda es con nosotras

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Setenta y cuatro mujeres marcharon a Plaza de Mayo con setenta y cuatro rosas y carteles que dejaron frente a la Casa Rosada. Cada uno llevaba escrito un nombre y una edad, que representaba la brutal cantidad de femicidios y transfemicidios en sólo 68 días del año. La movilización estuvo guiada por un cartel que, al grito de Ni Una Menos, también fue dejado en el vallado que cubría a la Casa de Gobierno: “La deuda es con nosotras”. Aquí el reportaje fotográfico y un abrazo colectivo escrito en cuatro miradas.  

#8M: La deuda es con nosotras
Setenta y cuatro mujeres marcharon a Casa Rosada por los 74 femicidios y transfemicidios del año. Foto: Martina Perosa.

1.

Llevamos a nuestras muertas en nuestras manos y la rabia en nuestros pies. Por eso caminamos.

Una al lado de otra, y atrás de otras, y delante de otras. Todas juntas. Vamos en silencio de Congreso a Plaza de Mayo. En el pecho un nombre y edad. Y una rosa roja.

Caminamos guiadas por una frase: “La deuda es con nosotras”. Somos 74. Hay quienes se conocen y quienes nunca se vieron. Quienes tejieron la complicidad necesaria para duelar juntas los dolores que son compartidos. Todas respondimos a la necesidad que generó una pregunta: qué hacemos.

La acción es un paso tras de otro. Así hasta Plaza de Mayo, frente a Casa Rosada, el lugar que se votó a voz alzada antes de salir. Ahí, los gritos. Cada nombre, y 74 veces ni una menos. Después los espontáneos vivas nos queremos que llegaban desde todos los adentros de nosotras mismas.

Es producir una forma, otra más, de decir basta.

Hasta que funcione.

Nos contiene y nos impulsa.

Es sabernos no parar hasta que pare.

Y es volver, para abrazarnos en el mismo lugar desde donde salimos. En ronda, de las manos, para poner en palabras lo que pasó por el cuerpo. Es la hija agradeciéndole a la madre entre lágrimas, y la madre agradeciendo a la amiga, y la amiga a la compañera, y la compañera a una prima, y todas a todas. Por estar juntas.  

#8M: La deuda es con nosotras
Las mujeres salieron de MU Trinchera Boutique y marcharon a Plaza de Mayo. Foto: Martina Perosa.

2.

Elena, 46 años. Elena, como mi tía. Elena como la mamá de mi amigo. 46 años como la edad de mi tía y de la que me cruzo en el colectivo, en el ascensor, en baños públicos.

Elena, cordobesa, asesinada. Llevo su nombre,  camino con su nombre, la recuerdo como si la hubiese conocido.

Camino junto a otras mujeres que cargan nombres, y tengo miedo de los nombres que lleguen a diciembre.  

Elena, y 73 nombres: Inés, 56 años; Sabrina, 35 años; Valentina, 19 años; Analía, 27 años; Florencia, 27 años; Luciana, 24 años; María, 25 años; Claudia, 44 años; Gabriela, 33 años; Silvia, 32 años; Marisa, 44 años; Noelia, 42 años; Alejandra, 28 años; María Mercedes, 46 años; Mariela, 40 años; Bárbara, 20 años; Florencia, 21 años; Ana Beatriz, 52 años; Isabel, 25 años; Francisca, 44 años; Bárbara, 29 años; Natalia, 16 años; Dámaris, 23 años; Romina, 17 años; Olga, 30 años; Natasha, 24 años; Deborah, 26 años; Rita, 27 años; Valeria, 28 años; Ayelén, 15 años; Antonela, 22 años; Gladys, 37 años; Antonella, 30 años y Maria Laura, 35 años; Jordana, 28 años; Guadalupe, 8 años; Octavia, 39 años; Agustina, 17 años; Brenda, 24 años; Chinina, 33 años; Tamara, 35 años; Mónica, 37 años; Eugenia, 30 años; Renata, 49 años; Kayla, 39 años; Gaby, 45 años; Barbara, 48 años; Anahi, 40 años; Micaela, 27 años; Luisana, 32 años; Estefania, 26 años; Mariel, 35 años; Roberta, 50 años; Eliana, 25 años; Yanina Claudia, 29 años; Mirta, 74 años; Viviana, 34 años; María Isabel, 73 años; Claudia Roxana, 37 años; Inés Elizabeth, 37 años; Paola Betiana, 33 años; Micaela, 22 años; Gladia, 47 años; Caren, 39 años; Sonia, 40 años; Marianela Lorelei, 23 años; María Laura, 46 años; Silvia Cecilia, 41 años; Lucía, 60 años; Belén, 33 años; Pamela, 17 años; Rocío Nadia, 25 años; Silvia Cristina, 55 años.

#8M: La deuda es con nosotras
Foto: Martina Perosa.

3.

Gritar el nombre de cada víctima de femicidio y transfemicidio en lo que va del año es un acto de dolorosa  y necesaria catarsis. Cada nombre encierra días de vida, alegrías, penas, sueños. Historias. La procesión silenciosa, vestidas de negro, con los carteles, con los cuerpos y con la mirada, nombrándolas.

Los carteles con los nombres apoyados en las vallas frente a la Casa Rosada. Al lado del cartel, una rosa y pétalos rojos que contrastan con el negro de la chapa del piso.

Mujeres de luto, caminando, portando en nuestros cuellos el pañuelo verde.  Al calor del mediodía llegamos a Plaza de Mayo y la atravesamos. Otros gritos, otras voces, resuenan en la Plaza.

La realidad nos convoca, nos reúne y nos conmueve.

Los pies en la calle, caminando, saltando o bailando son el conjuro para contrarrestar el espanto.

#8M: La deuda es con nosotras
Foto: Martina Perosa.

4.

Mientras caminamos a Plaza de Mayo el Servicio de Información y Comunicación del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos informa que “durante tareas de rastrillaje fue hallado el cuerpo de una joven que podría ser Fátima Acevedo, estando pendiente tareas de identificación”.

Fátima sufría violencia en manos de su pareja. Lo denunció a la policía y al juzgado porque intentó quemarla con ácido, pero nadie lo detuvo. Estaba cansada de hacer denuncias que no llegaban a nada, desesperada por ella y su pequeño hijo. Les dijo en un mensaje de texto a sus amigas que ya no sabía qué hacer. Y anticipó lo peor: “Cuando termine muerta, puede ser que la Policía y el juzgado hagan algo”.

Fátima desapareció el 1 de marzo. Encontraron hoy su cuerpo en un aljibe, donde ya habían buscado, y sospechan que el viernes habría sido hallada pero taparon la aparición por la fiesta del mate.  

Estamos hartas.

Estamos furiosas.

Nos duele.

El grito que hoy llevamos a la Casa Rosada no puede esperar más.

Cuando terminamos esta acción los femicidios y transfemicidios ya eran 75.

#8M: La deuda es con nosotras
Foto: Martina Perosa.
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Foto: Martina Perosa.
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Foto: Martina Perosa.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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