Nota
9 meses sin Facundo Castro: la falta de justicia, las nuevas pruebas y testimonios, y la preocupación de la ONU
Se cumplen nueve meses de la última vez que vieron al joven de 22 años con vida. La familia espera una resolución de la Cámara Federal de Bahía Blanca por las medidas que la jueza María Gabriela Marrón, a quien la familia recusó, se negó a implementar. En tanto, el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU le manifestó al Estado argentino su preocupación por la demora judicial y las amenazas y los hostigamientos a familiares y amigos, y le fijó un plazo de respuesta hasta el 25 de febrero. Mientras, la familia sigue incorporando nuevas pruebas y testimonios al expediente. En diálogo con lavaca, Cristina Castro afirma: “Cada cosa que aparece es un golpe al alma por saber que a mi hijo me lo torturaron, me lo desaparecieron y me lo volvieron a torturar. Espero que el sistema judicial tan nefasto que tenemos se saque la venda y haga las cosas como tiene que hacer”.

“La causa desborda de pruebas donde la mires. Sé que son avances importantes, pero para mí enterarme de cosas todos los días es un golpe al alma porque corroboran lo que sentí desde el primer momento: que a mi hijo le había pasado algo grave. Hay días que recordamos su chispa, y otros donde lloramos todos. Pero vamos a seguir peleando con uñas y dientes”. Cristina Castro habla con la misma fuerza y la convicción con la que buscó a su hijo Facundo desde el 30 de abril: hoy se cumplen 9 meses de la última vez que lo vio con vida y la encuentra exigiendo una respuesta concreta de la Justicia.
A fin de año la familia se encontró con un nuevo rechazo a su planteo de recusación a la jueza María Gabriela Marrón por “temor de parcialidad”. En noviembre, respaldada por los fiscales Andrés Heim y Horacio Azzolin, la querella apeló a la Cámara Federal de Bahía Blanca el rechazo de la misma jueza a una serie de medidas importantes para el desarrollo de la causa respecto a la participación de la Bonaerense en los hechos.
“Estamos esperando la resolución”, dice Cristina. “Confío en que lean cada parte de las cosas que mandamos y que hagan justicia, porque a nueve meses no hay un policía imputado, una renuncia de nadie y lo único que hemos tenido son amenazas. Lo que sí no quiero es que me lleve la vida como Gualberto Solano”.
Cristina habla del papá de Daniel Solano, el trabajador de 27 años desaparecido desde el 5 de noviembre de 2011 en Choele Choel (Río Negro): en 2018 fueron condenados 7 policías que hoy siguen bajo funciones, aunque el fallo no está firme a la espera de lo que resuelva la Corte Suprema. El cuerpo de Daniel sigue desaparecido y Gualberto murió sin haber llegado siquiera a la sentencia.
Respecto de las amenazas, Cristina cuenta que los amigos de Facundo que participaron de las movilizaciones por el pedido de verdad y justicia sufrieron hostigamientos. “Tuvieron multas de 220 mil pesos por las pintadas que hicieron, una locura. Los amenazan, les ponen patrullero atrás”. Otro hecho: “Un día vino el intendente de Villarino (Carlos Bevilacqua) por un acto, y un grupo de personas se encargó durante la noche de romper y sacar las banderas y los carteles con la cara de Facu”. Bevilacqua, junto al ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni, son los dos principales funcionarios políticos denunciados por la familia.
La voz de Cristina, sin embargo, se escucha tranquila. “Tuve que aprender a armarme de paciencia. A leer y a investigar muchísimo. Cada cosa que aparece es un golpe al alma por saber que a mi hijo me lo torturaron, me lo desaparecieron y me lo volvieron a torturar. Espero que el sistema judicial tan nefasto que tenemos se saque la venda y haga las cosas como tiene que hacer. Estamos asqueados de que nadie haga nada”.
Y aclara, por si quedara alguna duda: “La cara de Facu no se la van a olvidar”.
La maquinaria
Las palabras de Cristina tienen un fundamento claro: la maquinaria de impunidad que se repite en cada caso de desaparición forzada.
En septiembre, el Juzgado Federal N°2 de Bahía Blanca dio a conocer los principales puntos del informe integral que presentó el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), luego de los estudios de autopsia sobre el cuerpo de Facundo, hallado por un pescador en un cangrejal de Villarino el 15 de agosto. “Se trató de una muerte violenta, por no ser natural”, fue uno de los resultados del informe, que aclaró: “El avanzado estado de esqueletización del cadáver limitó las posibilidades de conocer el modo de la muerte, no pudiendo la ciencia forense determinar con rigor científico si se trató de uno u otro modo de muerte violenta: suicida, homicida o accidental”.
La perito de la familia, Virginia Creimer, firmó entonces en disidencia parcial, ya que argumentó que no hubo posibilidad que la “querella ejerciera su derecho desde el punto de vista científico” del informe, que tampoco determinó la fecha de la muerte.
En este contexto, las querellas de la familia y de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) criticaron a la jueza federal María Gabriela por rechazar una serie de medidas de prueba que habían solicitado junto a los fiscales Andrés Heim (Procuvin) y Horacio Azzolín (Unidad Especializada en Ciberdelincuencia), que se sumaron en septiembre al fiscal federal Santiago Ulpiano Martínez, recusado dos veces por la familia.
Los fiscales habían solicitado el secuestro de 50 teléfonos de oficiales y el allanamiento de sedes policiales de Villarino, entre otros puntos. La jueza los rechazó. “La decisión se funda en una arbitraria y antojadiza interpretación de la prueba y expresa claramente una temprana valoración que sólo puede arrojar un resultado: el cierre de la causa sin conocer la verdad de lo que ocurrió con Facundo”, cuestionó la CPM. “Ante la gravedad institucional de este hecho, el Estado tiene la obligación de realizar una investigación profunda, expeditiva y eficaz; sin embargo, la actitud de la jueza Marrón es diametralmente opuesta y de seguir este camino, sólo será garantía de impunidad”.
La querella presentó un recurso de queja ante la Cámara Federal de Bahía Blanca, que aún no expresó su fallo. En tanto, la CPM, que confirmó que la “hipótesis más robusta sigue siendo la desaparición forzada seguida de muerte” y que esta es una valoración que las querellas comparten con los fiscales, aclaró que en su rechazo la jueza Marrón busca desestimar pruebas claves:
- La pequeña sandía de plástico de Facundo, regalada por su abuela, hallada en el destacamento de Teniente Origone.
- El pedazo de turmalina hallado en un patrullero de la policía local de Bahía Blanca, el mismo móvil que el 8 de mayo, “sin razón alguna y alejado decenas de kilómetros de su radio de circulación”, estuvo detenido durante 35 minutos a 800 metros del lugar donde el pescador halló el cuerpo. Según los AVL, además, el móvil se geolocalizó aproximadamente tres horas en diversos puntos del cangrejal.
- El allanamiento al domicilio de la expareja de Facundo sin orden judicial.
- La amenaza y el hostigamiento al excuñado de Facundo, como reveló lavaca.
- La persecución e intimidación a testigos, abogados y familiares.
- La presentación de testigos falsos o que declararon en la causa sin informar que eran policías.
Estos detalles se suman al contexto de irregularidades de la Policía Bonaerense:
- La infracción de los oficiales Jana Curuhuinca y Mario Gabriel Sosa el 30 de abril a las 10 de la mañana en Mayor Buratovich. Los abogados revelaron que, en las “múltiples pruebas” que se sumaron a la causa, una de ellas es un mensaje que recibe Sosa en referencia a Facundo, después de la infracción, que dice: “Si se hace el pajero, bajalo”. Y Sosa responde: “Dale”. Luego, ese patrullero se desplaza y se detiene unos minutos en Buratovich, “contradiciendo la versión policial que refería que ese móvil nunca se había movido” del lugar.
- Los tres testigos que le dijeron a Cristina que vieron que Facundo subía a un patrullero, sobre la Ruta 3, pasando la entrada de Mayor Buratovich, explicaron que habían ido previamente a la Comisaría pero no les quisieron tomar la denuncia. El abogado Aparicio señaló que esos testigos hoy están “aterrorizados”.
- La denuncia que la familia hizo a los funcionarios municipales de Villarino, a quienes acusaron de entregar un informe de tránsito falso donde no estaban los testigos que señalaron a la Bonaerense en Buratovich, pero sí a la testigo que dijo haber alcanzado a un joven hasta las vías, primero el 27 y luego el 30.
- Los mensajes de WhatsApp borrados por los policías sospechados.
- Las huellas de vehículo detectadas en el salitral de Villarino donde apareció el cuerpo de Facundo, además del estado intacto de la única zapatilla encontrada.
La CPM describe: “Una maquinaria policial puesta al servicio de generar impunidad”.
El abogado Aparicio dice a lavaca: “Más allá de las medidas que la jueza Marrón no permitió, y cuya decisión fue apelada por los fiscales Heim y Azzolin, quedó muy clara su actitud: con la cantidad de evidencia que hay, otro juez más sensato debería pedir detenciones. Vamos a volverla a recusar en febrero y, también, ampliar la denuncia sobre el fiscal Martínez a la Procuración. Si bien sabemos que son medidas que no tienen un efecto inmediato, tenemos que hacerlas porque la causa va a durar, no puede archivarse: tenemos medidas de prueba que nos refuerzan y amplían el número de personas involucradas, no sólo de la desaparición sino del encubrimiento”.
La causa por la desaparición de Facundo ya suma 5000 fojas y los abogados Leandro Aparicio y Luciano Peretto siguen sumando pruebas y testimonios al expediente. Uno de ellos es un testigo de identidad reservada. “Refiere que los funcionarios de Villarino sabían el 1 de julio, o sea antes de que las denuncias se hicieran públicas, que la gorra de Facundo estaba en el destacamento de Teniente Origone. Ahí entendés porqué la Municipalidad después manda un informe falso respecto a los tres testigos”.
Además, en las últimas horas recibieron el informe que detalla con gráficos y secuencias las geolocalizaciones de los móviles policiales de Villarino el 30 de abril. “Vamos a analizarlo”, dice Aparicio. “Eso se complementa con otro informe respecto al teléfono de Facundo, que se prende el 1 de mayo a la vuelta de la comisaría de Bahía Blanca, donde secuestran el móvil. Los policías, en tanto, tenían todos los mensajes borrados”.
La preocupación de la ONU
La CPM solicitó la intervención del Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas “ante las dilaciones en la investigación”. La respuesta llegó el 25 de noviembre en un documento firmado por el jefe de la Subdivisión de Tratados de Derechos Humanos, Ibrahim Salama, donde le requiere información al Estado argentino sobre las preocupaciones que los expertos le refirieron respecto del caso. Cabe recordar que la desaparición también involucró la participación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que había dictado medidas cautelares ante la situación de gravedad y riesgo de daño irreparable a los derechos de Facundo.
Las preocupaciones del Comité:
- “A pesar de que se han localizado los restos del Sr. Astudillo Castro, no se han esclarecido las circunstancias de su desaparición y muerte, y no se ha identificado a los perpetradores de dichos hechos”.
- Las irregularidades policiales, el hallazgo de la turmalina y el collar, la identificación de rastros biológicos en un móvil, y las contradicciones de los relatos de los efectivos respecto a que Facundo nunca estuvo bajo custodia.
- Las amenazas a testigos y a los abogados de la familia.
- La obstaculización de la familia en las diligencias judiciales.
- Que la Bonarense fue apartada 60 días después de la desaparición.
- “De igual manera, según la información de la que dispone el Comité, a pesar de que la justicia federal asumió la competencia en la investigación de la desaparición del Sr. Astudillo Castro, existirían filtraciones de información relacionada con la investigación”.
En ese sentido, el Comité le requirió al Estado:
- Adoptar todas las medidas cautelares y de protección para familiares y amigos de Facundo.
- Preservar su vida y permitirles desarrollar las actividades referidas a la investigación sin violencia ni hostigamientos.
- Adoptar todas las medidas para que sus familiares tengan apoyo de alimentación, vivienda, salud y educación para llevar una vida digna.
El Estado argentino debe responder a estos requerimientos antes del 25 de febrero.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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