Sigamos en contacto

Nota

Alerta Ecuador: de la dolarización al narco estado

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

“Las escenas que vimos en televisión con esos supuestos narcos me parecieron algo armado, para distraer, mientras habría que ver qué está haciendo el gobierno debajo de la mesa con la economía. La pregunta es: ¿A quién le conviene un estado de guerra?”. Así lo planteó Avelina Rogel en diálogo con lavaca, anticipándose a lo que se denunció horas después: el ataque al canal habría sido un montaje organizado por el gobierno ecuatoriano para habilitar al presidente ultraderechista Daniel Noboa a decretar el estado de sitio.

La mirada sobre la dolarización y la liberalización en Ecuador: inflación, empobrecimiento, vacío estatal, extractivismo, decadencia y los efectos sobre la vida cotidiana. Texto: Sergio Ciancaglini

“Lo que está ocurriendo no es una casualidad ni surgió de la noche a la mañana: vivimos en un narco-estado” dice Avelina Rogel desde Ecuador.

El contacto con lavaca se produjo a partir de la supuesta toma de un canal de televisión por parte de un grupo narco, generando el estado de excepción promulgado por el gobierno del presidente ultraderechista Daniel Noboa: 36 años, el más joven mandatario en la historia del país, que se auto percibe como de centroizquierda.

Todo en medio de motines carcelarios, violencia callejera, escenas de pánico y la fuga de Adolfo Fito Macías (jefe del grupo narco Los Choneros) de la cárcel del Litoral, en Guayaquil. 

El gobierno ha declarado un estado de guerra, con intervención de las fuerzas armadas, contra 22 bandas de narcotraficantes que llevan reclutados aparentemente a unos 20.000 miembros en un país de 18 millones de habitantes: en proporción argentina, habría que pensar en un conglomerado narco de más de 50.000 personas.

Ajuste, dólar y bananas

Rogel es ingeniera agrónoma especializada en agroecología, está preparando su tesis para una maestría en Bioética, y culminó la carrera de Etnomedicina en la Faculté Libre de Médecines Naturelles et d’Ethnomedicine de Paris, Francia. Es autoridad espiritual de los pueblos de su país, e integrante de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador), una de las organizaciones indígenas más importantes del continente, que reúne a unas 1.800 comunidades de la Costa, los Andes y la Amazonía, y necesita traductores en algunas reuniones para comunicarse debido a la cantidad y diversidad de lenguas. 

“Para entender lo que  ocurre actualmente hay que recordar que tuvimos dos gobiernos como el de Lenin Moreno desde 2017 y Guillermo Lasso desde 2021 hasta fines del año pasado, que aplicaron planes de ajuste supuestamente con la idea de utilizar ese dinero en el pago de la deuda externa” (75.000 millones de dólares que representan el 61,32% del PBI).

El resultado, relata Avelina con voz calma, es que “nunca en la historia hubo tan pocos recursos para para salud y educación o la infraestructuras: tenemos todas las carreteras destrozadas. Lo peor no es eso: como las cuentas de luz, por ejemplo, subieron de 10 o 12 dólares a 60, se está volviendo a usar velas. Y como crecen los precios de los alimentos, la gente come cada vez menos y peor. Es todo muy decadente”.

Todos los ajustes, además, tienen un cepo: desde enero de 2000 la economía fue dolarizada. “Eso provocó un gran empobrecimiento, porque primero desataron una hiperinflación, y luego dolarizaron. Los precios quedaron altísimos, y destrozaron los ingresos de la gran mayoría de las personas. No hubo inflación en los primeros años,  pero el dinero no alcanzaba para vivir”. No fue el caso de las minorías acomodadas de la sociedad, que apoyaron este tipo de políticas mientras cundía el empobrecimiento en el resto de la población.

“Con Rafael Correa hubo problemas, pero al menos cierta estabilidad” dice Avelina. “Luego apareció Lenin Moreno, que venía con Correa, pero dio el salto para hacer todas las políticas liberales y del Fondo Monetario Internacional basadas en el extractivismo petrolero. Allí, además del ajuste, empezó poco a poco la inflación, cada vez peor. Y luego llegó a la presidencia Guillermo Lasso, que tenía un banco y se enriqueció porque era funcionario cuando se hizo la dolarización, en el 2000. Ya como Presidente se descubrieron sus vínculos con la mafia albanesa. Como el Parlamento le inició juicio político apeló a lo que se llama ‘muerte cruzada’: lo disolvió y llamó a elecciones”.

A fines de 2023, tras perder la primera vuelta contra la correísta Luisa González, Daniel Noboa la derrotó en la segunda, igual a lo ocurrido en la Argentina con Javier Milei.   

Modelo narco-capitalista

Noboa es hijo de Álvaro, el fundador de la Corporación Bananera que dio nacimiento al Grupo que cuenta con 156 empresas y activos calculados en unos 1.500 millones de dólares.

El año pasado, el propio Noboa definió en una entrevista televisiva la causa del avance incontrolable del narcotráfico en su país.  “Porque no ha habido un control fronterizo real. Porque nuestros puertos están desprotegidos, y porque estamos dolarizados, que es un elemento que ayuda al narcoterrorismo: no tiene que andar cambiando moneda. Es simplemente que entran dólares y salen dólares, no hay rastro cambiario. Y Ecuador tiene el 3º puerto con mayor volumen de contenedores de Latinoamérica. Es fácil el tráfico de esa manera”. Los otros dos puertos son de Brasil y México. Cerró Noboa: “Entonces es un Estado que se presta,  que no tiene un control real portuario y fronterizo a organizaciones narcoterroristas”.

Alerta Ecuador: de la dolarización al narco estado

Avelina Rogel (derecha) durante una visita a la Argentina en 2023.

“Vacunar” por 60 dólares diarios

Avelina baja a tierra toda esa información: “Con la dolarización, la pobreza y la crisis, las familias no pueden producir agricultura, cocos, plátano, yuca, arroz. Los bancos les quitan la tierra. Para salir de la pobreza los más jóvenes, de 12 a 16 años, se van a trabajar para las mafias, que les pagan 60 dólares diarios. Los llaman ‘vacunadores’: están en la calle y cobran un peaje para que puedas salir o volver a tu casa o para que los niños puedan ir a la escuela. Como no hay Estado, y como no existe ni la policía porque no le dan recursos, te dicen: ‘Nosotros te protegemos, me das 5 dolaritos y no te pasará nada’. Si pagas quedas como vacunado. Pero no se puede salir después de las 6 de la tarde. Por eso mi hermana se tuvo que ir de Quinindié, por el peligro y los tiroteos permanentes. Me decía: vivimos para pagarles a ellos, no me queda ni para el arriendo (el alquiler)”. 

Avelina no necesita levantar la voz para decir cosas fuertes: por ejemplo, sobre la dolarización. “Facilita todo lo malo por el lavado de dinero. Está lleno de edificios fantasmas, clubes fantasmas, barrios fantasmas, donde no vive nadie. Lo único que logró la dolarización es que los capitales se concentren en unos poquitos y que los demás nos volvamos esclavos empobrecidos. Decimos que somos Ecuayork”. 

El panorama incluye al Estado: “Hay un abandono total de los servicios básicos. Con el aumento de 12 a 50 o 60 dólares de la luz, la gente va a la compañía eléctrica y les dicen que debe ser que sus lámparas y aparatos están viejos. Todos empezaron a vender las lámparas, las lavadoras, todo lo eléctrico, pero les siguen cobrando lo mismo. Es una situación de atraso, totalmente recesiva. Imagínate vivir sin luz. Ni hablar de Internet”. Para cuando las cifras oficiales hablan de una inflación general anual de menos del 2%, los alimentos básicos para la población crecieron entre el 15 y el 55% entre 2022 y 2023. En dólares.

La situación armada

El episodio en el canal TC, ocupado por un grupo armado deseoso de hacerse ver en el horario del noticiero para tener como rehenes a los trabajadores y periodistas, generó  pánico en las calles. Cuenta Avelina Rogel: “Hubieron muchos accidentes de tráfico porque la gente corría a sus casas a encerrarse. Yo percibí una intencionalidad clara. El canal es del Estado. Pero qué casualidad, debe ser el único lugar de los de poder que no estaba cuidado por la policía en ese momento. La policía no está en la calle para cuidar a la sociedad, sino a estos lugares de poder y principalmente a la gente rica. Nuestra inseguridad es peor: es no saber qué vas a comer mañana, o si tus hijos podrán seguir yendo a la escuela. Hay muchísima deserción escolar por eso”.  

Otro viraje: “Lo cierto es que el lugar no estaba cuidado, casualmente. Y los jovencitos que tomaron el canal, yo veía que serían uno o dos años mayores que mi hija, que tiene 14 años. Esos jóvenes, ¿qué van a hacer? ¿Dónde van a trabajar? Aparece el narcotráfico y les da una posibilidad para que lleven algo a sus familias. Lo mismo pasa con muchas personas que llegan desde otros países y hacen funcionar ese imaginario de que vienen de afuera a quitarnos la comida. Se genera cada vez más violencia. Y las puertas abiertas a esa violencia, después no se cierran”.

¿A quién le conviene?

La pregunta es: «¿A quién le conviene un estado de guerra?”.

Una posible respuesta, hecha también con preguntas: “¿Quiénes nos están gobernando? ¿Cuáles son los intereses que tienen? Porque ahorita si quieren pasar leyes, privatizaciones de sectores estratégicos, tienen a todos distraídos, mirando la tele y encerrados en sus casas, con pánico. Al crear caos hay muchas cosas que pueden pasar por debajo de la mesa en nombre de la seguridad. Nos dicen que tenemos que unirnos, apoyar al presidente con todas las leyes que quiera. Se juegan la psicológica”.

El método: “Van creando enemigos, pero el verdadero problema es que con esas normas de seguridad toman como enemigos a los activistas sociales, los activistas que quieren defender la naturaleza. Eso es lo que quieren los gobiernos y las empresas con los decretos. Hablan de los narcos, pero la verdadera víctima de la violencia siempre es el pueblo. Las urbanizaciones de la gente rica están más blindadas que las cárceles de ala seguridad de Guayaquil y de Quito”.

El narco estado

“Vivimos en un narco estado. No es nuevo, pero creo que el tráfico es también el tráfico de la vida misma, de nuestros territorios, nuestra cultura, nuestra forma de vida”. 

Frente a tanto montaje Avelina habla de la realidad: «He visto a los grupos narcos robando o maltratando a la gente pobre sin que nadie lo impida. He visto a los médicos en los hospitales llorar porque no tienen lo mínimo con qué atender a los pacientes porque el Estado no les da nada. Veo cómo despiden gente todos los días y ni si quiera les pagan porque las leyes no defienden a quien trabaja. Y cuando las organizaciones hemos salido a la calle a defender nuestros derechos, nos atacan, nos detienen y nos matan”. Recuerda las movilizaciones contra Lenin Moreno, con 11 muertos, 1.340 heridos, 1.200 detenidos en 2019, y contra Lasso en 2022: 6 muertos, 60 heridos”.

“Entonces, ¿dónde está la violencia? ¿De dónde viene? No solo la violencia de las balas, sino la de la falta de atención médica, de educación, de posibilidad de vivir. ¿Somos nosotros el enemigo?”.

¿Quién subsidia a quién?

¿Cómo se posiciona la CONAIE frente a la situación? “Estamos un poco en jaque mate. Está avanzando la derecha en el continente. Las izquierdas han ido poniendo los cimientos para que el proyecto neoliberal ponga el techo. Lo importante es comprender que el Estado vive de nosotros. En Ecuador el 78% del alimento que se produce viene del sector campesino y de la agricultura familiar indígena. A eso el Estado no le da nada. Nosotros estamos subsidiando la vida del resto”.

Usa Avelina una figura futbolera: “Tenemos que darnos cuenta de nuestro propio poder, y desmarcarnos de todas las políticas jerárquicas, universalistas, globalizadoras, que lo único que quieren es sostener una vida en condiciones de esclavitud, sin libertad: o te quedas en estas condiciones, o no comes, no vives. Entonces debemos tener esa fuerza para no quedarnos en la rabia ni en la frustración. Tenemos que resignificar y abrirnos a cosas nuevas. No se trata solo de resistir, sino de hacernos valer. De buscar formas de insurgencia, de desobediencia. Incluso de quienes quieren darnos sus miradas jerárquicas para resistir como ellos quieren. En la CONAIE, con nuestros pueblos, nacionalidades, con organizaciones fraternas, se está trabajando justamente el poder crear proyectos políticos de territorio, comunitarios, de base, que se desmarquen de la política electoral y partidista, empezar desde otros sitios desde otros lugares. No fortalecer el discurso de los otros. ¿Le voy a dar poder a esa violencia? Hay un sector que cae en la desesperación, en la incertidumbre. Nosotros podemos mostrar que hay otro sector bien despierto, bien claro sobre lo que está pasando. Hay que hablar menos y hacer más”.

¿Por ejemplo? “Bueno, ahorita mismo ponemos los huesos, nos juntamos, hacemos nuestro cotidiano. Hay pájaros que cantan, es un día maravilloso, las guaguas están correteando, veo mucho verde. Así que bueno: nos toca mirar desde otro lugar ¿no? Y ya veremos qué hacer para defender toda esta vida”.  

Nota

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

Seguir leyendo

Nota

Orgullo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Seguir leyendo

Nota

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.097