Nota
Desde adentro de Barrick Gold: “La minería también se tiene que ir nacionalizando”
Los daños ambientales, el saqueo del agua, la desprotección de los trabajadores, las enfermedades, la mentira sobre el supuesto “progreso”, la propuesta de una minería a otra escala y de un control del país sobre sus recursos. José Leiva, operador perforista de la mina Veladero de San Juan (Barrick Gold), y referente del sindicato al que gobierno y burocracia no reconocen, habló con lavaca sumando la voz de los trabajadores a un debate crucial para el presente y el futuro.
Algunas definiciones
Dijo José Leiva a lavaca:
“Se habla mucho de la estatización del 51% de YPF. Bueno, yo creo en una minería que también se vaya nacionalizando, que el país tenga el control de esa extracción minera”.
“El problema es la megaminería, que es tan destructiva. Se puede hacer una minería a otra escala”.
“Nosotros estamos destruyendo un cerro. En 5 años lo hemos hecho mierda”.
“Lo peor es el uso del agua. La cantidad que se consume es inimaginable. Acá no hay caudalímetro a propósito, para que nadie sepa cuánta usan”.
“Lo que es seguro es que no alcanza el agua en Veladero, están secando totalmente los ríos y las fuentes de agua, y por eso riegan con mierda (sic) los caminos de la mina para que no levanten polvo”.
“Tiene que haber menor escala, con mucho control estatal, impositivo, laboral y de salud. Cuando manejan todo estas multinacionales, no hay ningún control”.
“Lamentablemente tengo que decir que Barrick Gold es la que gobierna en San Juan”.
“Sólo con lo que ganan por la escoria (el sobrante) de la fundición de oro, pagan las regalías y nos pagan a nosotros. La ganancia por el oro y la plata se la llevan completa”.
“Si no hay control por los derechos de los trabajadores, imaginate: ¿qué control puede haber al medio ambiente?”
“¿Por qué te creés que nadie, ni los periodistas, pueden subir a esta burbuja impenetrable que es Barrick Gold?”
“No estoy de acuerdo con los ambientalistas que dicen ‘que cierre la mina y chau’. ¿Y los trabajadores?”
“AOMA (el sindicato cegetista) le ha iniciado juicios a los trabajadores. Por eso queremos que se reconozca al nuevo sindicato que reúne a muchos más compañeros de Veladero, para sacar a los traidores”.
Progreso fantasma
“No tenemos señal para el celular en la mina. Me agarraron justo porque en un rato salgo para allá” dice José Leiva con voz pausada al iniciar el diálogo desde San Juan. Hace unas semanas organizó un paro de dos días en Veladero. Ahora está a 3 kilómetros, desde el cual volverá a su puesto de trabajo a 4.500 metros de altura. “Aquí te das cuenta de la mentira del progreso minero. Alrededor de esta zona son todos pueblos fantasma, como Tudcum, que no tuvieron ninguna mejora. Aprovechan lo buena que es la gente. Les regalan cositas para tenerlos tranquilos. ¿Eso es el progreso?”
Teléfonos pinchados a -10 grados
Leiva trabaja como perforista en Veladero desde 2005, cuando el proyecto de Barrick Gold se puso en marcha. Ante la dócil relación del gremio AOMA (Asociación Obrera Minera Argentina) con la empresa y con el gobierno sanjuanino de José Luis Gioja, Leiva inspiró la creación de OSMA (Organización Sindical Mineros Argentinos) nuevo sindicato que triplica en adherentes al anterior, que no ha sido reconocido, y que realizó un paro de dos días el 2 y 3 de abril en la mina, cortando el acceso a los camiones, a una temperatura de 10º bajo cero.
“Nuestro reclamo es que aumenten un 40%. Pero AOMA negoció un 23% que en realidad es menos porque dividen un 13% en el básico, un 5% por presentismo y 5% a partir de julio. Nos toman el pelo. Como decidimos parar, empezaron las amenazas, nos quitaron la comida y vino un tipo de la oficina de recursos humanos de la empresa para anunciar que iban a empezar a echarnos. Al final el secretario general de AOMA Héctor Laplace fue traído por la propia Barrick Gold desde Buenos Aires, que al final terminó firmando el acuerdo”. Ante la conciliación obligatoria y las amenazas, los trabajadores quedaron en alerta permanente. “Tenemos que cuidarnos porque nos escuchan los teléfonos de línea, los celulares, esto se comprobó en 2009 cuando me echaron y tuvieron que reincorporar. tienen cámaras en toda la mina. Falta que te pongan una en el baño”.
AOMA es el gremio oficialista. Laplace avaló a Armando Domínguez, el falso “trabajador minero” al que un lapsus permantente denominó “Antonio” en una teleconferencia donde Cristina Kirchner lo trató como “verdadero trabajador, no un político”, sin saber acaso que Domínguez es presidente del PJ de Olavarría y lobbysta junto a José Luis Gioja contra leyes como la de protección de glaciares. Otro dato: el sindicato que propone Leiva está enrolado en la CTA (Central de Trabajadores Argentinos).
“El problema es la megaminería”
“Se habla mucho de la estatización del 51% de YPF. Bueno, yo creo en una minería que también se vaya nacionalizando, que el país tenga el control de esa extracción minera” plantea Leiva. “Nosotros somos parte de la energía, la minería también abarca el tema del uranio. La idea mía y de la mayoría de los trabajadores (porque tenemos la mayor parte de afiliaciones en Veladero) es: ¿por qué no hacer una minería a menor escala, que no produzca tanto daño con el tema de glaciares, con el tema del agua? Se puede hacer. El problema es la gran escala: la megaminería”.
Este es un debate complejo, en el que Leiva explica lo que ve desde su puesto de trabajador: “Las mineras vienen, destruyen un cerro en el menor tiempo posible, le sacan todos los minerales al menor costo posible, y ahí entramos nosotros los trabajadores, en ese costo. Se llevan todo y no nos dejan nada. Porque lo que nos dejan, como provincia, como Nación, ese 3% que de regalías, es nada”.
El agua y el cianuro
Otra descripción: “El problema es la megaminería, que es tan destructiva. Se puede hacer una minería a otra escala. Nosotros estamos destruyendo un cerro, en 5 años lo hemos hecho mierda. Y no solo eso: lo peor es el uso del agua. La cantidad que se consume es inimaginable. Acá no hay caudalímetro a propósito, para que nadie sepa cuánta usan. Se habla mucho del cianuro, pero el cianuro es lo de menos. ¿Pensás que pierden una gota de cianuro? La realidad es que lo aprovechan al 100% porque es muy caro eso y es lo que les permite extraer el oro de la tierra. El problema es la cantidad de agua que se usa. Lo que es seguro es que no alcanza el agua en Veladero, están secando totalmente los ríos y las fuentes de agua, y por eso riegan permanentemente con mierda (sic) los caminos de la mina para que no levanten polvo”.
Utilizan los desechos cloacales, para humedecer la minera, confirmando que la Argentina es un país sin metáforas.
“Que se vaya nacionalizando”
Leiva propone por eso lo que llama una “minería distinta”: “Tiene que haber menor escala, con mucho control estatal, impositivo, laboral y de salud. Cuando manejan todo estas multinacionales, no hay ningún control”. Entre los vecinos y asambleas hay debates al respecto ya que muchos desconfían acerca de que esa “menor escala” minera encierre una trampa para terminar siendo más de lo mismo.
Leiva en ese punto razona con la lógica de un gremialista: “No estoy de acuerdo con los ambientalistas que dicen ‘que cierre la mina y chau’. ¿Y los trabajadores? Acá en San Juan somos unos 5.000”.
¿Cuánto cuesta el gasoil-minero?
Todo ocurre en medio de ventajas para las mineras que incluyen no pagar determinados impuestos: “En San Juan hay problemas de gasoil. Yo tengo que hacer colas de 5 o 6 cuadras. Y acá en Veladero permanentemente hay un stock de combustible de 5 millones de litros. Se consumen en Veladero por día más de 700 mil litros de gasoil. ¿Sabés a qué precio le llega? A 1,75. ¿Cómo puede ser? En Veladero lo cobran a 1,75 a los camiones, y nosotros lo pagamos 6 pesos y haciendo colas en la ciudad de San Juan. ¿Eso es sustentabilidad? ¿Darle a estas empresas todas las facilidades económicas en el gasoil, en los impuestos?”
Agregado: “Sólo con lo que ganan por la escoria (el sobrante) de la fundición de oro, pagan las regalías y nos pagan a nosotros. La ganancia por el oro y la plata se la llevan completa”. Se calcula que Veladero aportará a Barrick Gold ganancias por 20.000 millones de dólares, en uno 15 años hasta terminar de extraer el oro. Quiere decir que en menos de una década sólo quedará el cráter minero, la falta de agua, y el drenaje ácido.
Se agranda el corazón
El sistema laboral hace que los mineros trabajen 14 días seguidos, en jornadas de 12 horas, sin que les paguen un día de ida y otro de vuelta a sus pueblos. “No te pagan los feriados, no te pagan por el trabajo insalubre, tenemos problemas de silicosis, por el sílice que flota en el aire que se incrusta como partículas en los pulmones y se encapsulan allí. A 4.500 metros de altura cambia la circulación, aparecen problemas cardíacos. Se agranda el corazón. También hay cantidad de problemas de columna. Y todo esto sin que nadie controle cómo se trabaja. Yo estoy aquí hace ocho años y no sé cuánto me va a dar el cuerpo. Me dicen ‘andate’ pero yo tengo mi antigüedad y estamos tratando de que las cosas cambien”.
Explica Leiva: “Somos 1.200 trabajadores, acabo de chequear las listas porque están amenazando con echar compañeros. Pero una parte son trabajadores directos y otra parte contratados, que también tienen enormes problemas. Acá en Barrick Gold existe el trabajo en negro. No lo vas a creer, pero hay gente que viene a trabajar por 600 pesos mensuales. Es negro, o es gris: tomanmuchachos jóvenes, los preparan 3 meses, los dejan ‘stand by’ y cuando se quieren deshacer de trabajadores más antiguos, los reemplazan con éstos, pagándoles mucho menos y con contratos por seis meses a renovar”.
Salarios
El sueldo de Leiva es de 7.200 pesos, como perforista. “El promedio en la mina es de 6.500 pesos. En Vanguardia, en Santa Cruz, un perforista gana 15.000 y en Alumbrera 14.000. Un camionero en Alumbrera gana 10.000 y acá 7.000. Sin embargo Gioja mintió en el programa de Víctor Hugo Morales diciendo que aquí se cobraban los salarios más altos del país”. Editorial político: “Lamentablemente tengo que decir que Barrick Gold es la que gobierna en San Juan. Por eso también digo: Si no hay control por los derechos de los trabajadores, imaginate: ¿qué control puede haber al medio ambiente?”
También considera el sindicalista que el hermetismo de Barrick es una especie de fatalidad: “¿Por qué te creés que nadie, ni los periodistas, pueden subir a esta burbuja impenetrable que es Barrick Gold?”
OSMA sigue intentando que se lo reconozca gremialmente para las próximas negociaciones, porque se considera además el sindicato genuinamente representativo, en calidad y en cantidad. “Estamos en alerta permanente. Lo que queremos es darle forma al sindicato, hacer una nueva inscripción, queremos cambiarle el nombre y lo haremos a nivel nacional. Queremos la personería para que los propios trabajadores puedan decidir quién quiere que los represente. AOMA (el sindicato cegetista) incluso les ha iniciado juicios a varios de los trabajadores. Por eso queremos que se reconozca al nuevo sindicato que reúne a muchos más compañeros de Veladero, para sacar a los traidores”.
Para detectar a Leiva hicieron falta muchos días. Como su turno es nocturno, habló con lavaca recién levantado, a las 6 de la tarde. En este momento, cuenta, en Veladero sigue nevando.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


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Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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