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Estado Islámico: la política del caos permanente

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La irrupción espectacular y cruenta del Estado Islámico, el ejército que comenzó la guerra santa (yihad) en Siria y prosigue ahora en Irak, está profundizando la desestablización de Medio Oriente, la región más sensible del mundo. Sobre su origen y financiación hay interpretaciones diferentes, pero todas apuntan al papel, directo o indirecto, de Occidente. Por Raúl Zibechi.

Estado Islámico: la política del caos permanente
La tremenda decapitación del periodista estadounidense James Foley, sobreexpuesta en los medios, como si estuvieran siguiendo un guión macabramente diseñado por los yihadistas, forzó a la Casa Blanca a intensificar su escalada contra la organización, iniciada el 8 de agosto. La acción fue definida como “un atentado terrorista contra Estados Unidos” por el viceconsejero de Seguridad de la Casa Blanca, Ben Rhodes.
Sobre la organización pesan todo tipo de sospechas, siendo una de las más opacas que se conocen. Llama la atención que mientras el Estado Islámico operaba principalmente en Siria, buscando derrocar al régimen de Bashar al Assad, Occidente no se inmutó. Ahora que extiende su guerra a Irak, se produce una fuerte reacción de Estados Unidos e Inglaterra, con una serie de bombardeos que pretenden debilitarla.
Existe un amplio abanico de explicaciones sobre el Estado Islámico: desde la participación de los Estados Unidos en su origen y financiación, hasta considerarla como consecuencia de las intervenciones militares en Irak (1990 y 2003) y en Afganistán luego del 11 de Setiembre de 2001. En todo caso, sea por la vía de los servicios secretos o como reacción a la política imperial, parece evidente que las potencias occidentales tienen buena parte de la responsabilidad en la existencia de la organización militar yihadista más importante y poderosa, con 50 mil combatientes en Siria y unos 10 mil en Irak.
FACTURA CIA. El 18 de agosto el investigador Thierry Meyssan, editor de Red Voltaire, lanzó una bomba: el Estado Islámico fue una creación del senador John Mc Cain. A primera vista el reportaje parece algo exagerado, quizá por el tono y las acusaciones directas, pero está acompañado de fotos aparecidas en varios medios y de datos de prensa occidental que deberían disipar cualquier dura.
La primera acusación hace referencia a un informe consultado por el autor que señala que “el 4 de febrero de 2011 la OTAN había organizado en El Cairo una reunión para iniciar la ´primavera árabe´ en Libia y Siria. Según el informe, John Mc Cain había presidido la reunión” (Red Voltaire, 18 de agosto de 2014). En esa reunión se definió la ofensiva contra el régimen de Muammar Gadafi que comenzó días después del cónclave.
Pero el hecho más importante es la presencia de Mc Cain en Siria en mayo de 2013, de forma ilegal, cerca de la ciudad de Idleb, donde llegó desde Turquía. De la citada reunión se difundieron fotos en las que aparece McCain conversando con Ibrahim al-Badri. “A su regreso de aquel sorpresivo viaje, John Mc Cain afirmó que todos los responsables del Ejército Sirio Libre son ´moderados en quienes se puede confiar´. Sin embargo, Ibrahim al-Badri (alias Abu Du’a) figuraba desde el 4 de octubre de 2011 en la lista de los cinco terroristas más buscados por la justicia estadounidense, con una recompensa de hasta 10 millones de dólares para quien contribuyese a su captura. Y desde el 5 de octubre de 2011, el nombre de Ibrahim al-Badri había sido incluido en la lista del Comité de Sanciones de la ONU como miembro de al-Qaeda” (Red Voltaire, 18 de agosto de 2014).
La novela sigue: “Un mes antes de su encuentro con el senador estadounidense John Mc Cain, Ibrahim al-Badri, bajo el nombre de guerra de Abu Bakr al-Bagdadi, había creado el Estado Islámico en Irak y el Levante, siendo todavía miembro del estado mayor del ‘moderado’ Ejército Sirio Libre. Bajo ese nombre reclamó la autoría del ataque contra las cárceles de Taj y Abu Graib, en Irak, ataque que hizo posible la fuga de entre 500 y 1.000 yihadistas que se unieron a su organización. Aquel ataque estuvo coordinado con otras operaciones casi simultaneas en otros ocho países diferentes”.
En resumidas cuentas, Mc Cain forjó una alianza con el actual líder del Estado Islámico o estuvo detrás de su creación. Las dos preguntas siguientes son: ¿Actuaba por cuenta propia, a espaldas de la Casa Blanca? La segunda, ¿porqué Estados Unidos impulsa a un grupo como el Estado Islámico?
Mc Cain no es sólo el dirigente de la oposición republicana, sino también presidente del International Republican Institute (iri), que en opinión de Meyssan es la “la rama republicana de la CIA”. Creada por el presidente Ronald Reagan, el iri es en realidad una agencia intergubernamental cuyo presupuesto es aprobado por el Congreso de Estados Unidos como parte de una línea presupuestaria que depende del Departamento de Estado. Desde ese lugar, “el senador ha participado en todas las revoluciones de color organizadas en los últimos 20 años” (Red Voltaire, 18 de agosto de 2014).
La segunda cuestión es más compleja. Es cierto que Al Qaeda fue una creación de la inteligencia estadounidense, como ha quedado claro después de los atentados del 11 de setiembre de 2001. Pero ese aserto suena demasiado general para el caso del Estado Islámico. El Congreso de Estados Unidos aprobó en enero de este año financiación para esa organización y para la filial de Al Qaeda en Siria, denominada Frente al-Nusra, siempre según Meyssan.
El objetivo concreto sería crear una situación caótica, según revela la página Consortiumnews, del célebre periodista estadounidense Robert Parry, galardonado por haber revelado el escándalo “Irán-Contras” cuando trabajaba para Associated Press en la década de 1980.
LA ESTRATEGIA DEL CAOS. El análisis parte de preguntarse en qué consistió la victoria en la guerra de Irak proclamada por George W Bush en 2009, junto a los demás neoconservadores. Recordemos brevemente, que la invasión a Irak se realizó con el argumento de las armas de destrucción masiva que poseía el régimen de Saddam Hussein, nunca encontradas. Que el Eje del Mal proclamado por los neocons quedó desvirtuado al ir apareciendo otros “males” que, con los años, pasaron a convertirse en el principal enemigo de Washington: Siria primero, luego Ucrania, en seguida Rusia. Lo que muestra una política exterior poco consistente.
Pero la contradicción mayor, si es que cabe, consiste en haber proclamado “victoria” en 2009 para volver a atacar el mismo país apenas cinco años después. Por eso la pertinencia de la pregunta sobre qué entienden los neocons por triunfo.
“La guerra de Irak fue un éxito rotundo –por lo menos para los neoconservadores- porque se rompió la piedra angular del arco de estabilidad de la región” (Consortiumnews, 20 de agosto de 2004). El régimen de Hussein era el principal baluarte contra el yihadismo en la región, siendo su principal apoyo Arabia Saudí, con lo que quedaron abiertas las puertas a “una guerra permanente en Medio Oriente”.
La “banda de los cuatro” neocons (Bush, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz y Dick Cheney), crearon con la invasión de Irak “un vacío de poder” que trastoca la estabilidad regional durante largo tiempo. El caos no es un accidente pasajero, sino un objetivo buscado, perseguido minuciosamente, para lo que se derriban regímenes estables, aún ex aliados fieles como lo fue el Irak de Hussein para Estados Unidos.
La ganancia en este caos controlado, es que la primera potencia militar se convierte en el único principio de orden, caprichoso, pero orden al fin. Veamos dos ejemplos: se está tejiendo una alianza entre Irán y Occidente para combatir juntos al Estado Islámico, algo impensable meses atrás (Russia Today, 23 de agosto de 2014). El diario británico The Independent informa que “las autoridades estadounidenses han compartido con el gobierno sirio datos de inteligencia sobre el paradero de líderes islamistas a través del bnd, un servicio secreto alemán” (Russia Today, 23 de agosto de 2014). Además, el Pentágono se dispone a bombardear bases del Estado Islámico en Siria, con el beneplácito de Al Assad. Estados Unidos empieza a colaborar con dos de sus enemigos principales en la región.
Para Robert Fisk, este gran desorden comienza con la invasión estadounidense de 2003 a Irak, cuando la población rural perdió la forma de ganarse la vida y fue sumida en la pobreza. Los medios occidentales no enfocan la vida cotidiana de las poblaciones en Medio Oriente, imponeindo sus prejuicios. “Cientos de miles de musulmanes sunitas viven en la zona del califato y no han huido por su vida”, escribe Fisk. “Es obvio que el califato no les parece tan terrible a ellos como a nosotros” (La Jornada, 22 de agosto de 2014).
Para esos millones, la crueldad del asesinato del periodista Foley, apunta el periodista británico, es pan de todos los días. No de ahora, sino desde que empezó la aventura colonial más de dos siglos atrás. “Sospecho que sus raíces (del Estado Islámico) están en los deobandis, uno de los muchos grupos sunitas fundados tras el Motín Indio (1857); una rebelión musulmana que aplastamos con nuestra usual brutalidad” (La Jornada, 25 de agosto de 2014).
Se refiere a la historia larga, por un lado, volando un siglo y medio atrás, para explicar las razones de la actual insurgencia. En paralelo, relativiza la mirada colonial actual, que coloca la brutalidad y la violencia en un solo bando, ya que la considera apenas una reacción a siglos de opresiones y salvajadas.
GANADORES Y PERDEDORES. Diversas fuentes aseguran que en el Estado Islámico militan entre diez y veinte mil “extranjeros”, una porción nada despreciable del total de combatientes. Entre ellos habría unos “dos mil europeos”, unos 700 franceses, entre 400 y 500 británicos y hasta 30 españoles (Russia Today, 23 de agosto de 2014).
En rigor, señala Fisk, deberíamos hablar de “ciudadanos británicos musulmanes de origen paquistaní o indio”. Hijos o nietos de inmigrantes, nacidos en Europa, donde hicieron sus estudios, se socializaron y conocieron por dentro un mudo que rechazan racionalmente, por lo que se integraron al yihadismo. Tienen “un profundo conocimiento de la ciencia”, repite Fisk. No estamos ante campesinos pobres o pobladores miserables de las periferias urbanas. Son ingleses y franceses cultos, que hicieron una opción política. La compartamos o no.
Por último, el califato está provocando un potente realineamiento geopolítico. Muestra de ello, reflexiona el sociólogo Immanuel Wallerstein, es que el primer ministro de Irak, Nouri al Maliki, fue derrocado porque no integró a los sunitas al gobierno, alentando indirectamente la rebelión; Estados Unidos fue forzado a violar su promesa de retirarse completamente de Irak; y el gobierno turco cerró su frontera, abierta a las fuerzas que combatían a Al Assad.
Este realineamiento, señala, tiene ganadores y perdedores. El primer ganador es el propio califato, que cuenta con “la fuerza militar más entrenada y comprometida de la región”. El segundo es Al Assad, ya que la oposición contará con menos apoyo exterior. El tercero son los kurdos, “que han consolidado su posición dentro de Irak” y recibirán más armas de Occidente (La Jornada, 23 de agosto de 2014).
El principal perdedor es Estados Unidos, ya que suma a los evidentes límites de su capacidad militar, “la inconsistencia de sus posiciones públicas con respecto a Irak, Palestina y Ucrania”. Irán, Hamas y Rusia pueden ver sus posiciones también fortalecidas, aunque aún domina la incertidumbre respecto a estos actores.
Todo este análisis suena provisional, aunque plausible. La cuestión de fondo, es la apuesta al caos, a la desestructuración total y completa del orden existente. Como si el Pentágono (quien en realidad maneja los hilos de la política estadounidense) hubiera llegado a la conclusión de que siendo el caos sistémico inevitable por el declive de la superpotencia, más le vale anticiparse produciendo un tipo de caos del cual podrían beneficiarse si son capaces de anular también a sus potenciales enemigos, sobre todo a Rusia, en esta etapa. El caos actual en Libia parece incomodar mucho menos a Occidente que los problemas que le presentaba el régimen de Gadafi.
Sólo así puede comprenderse el profundo viraje que supone, después de haber impulsado la guerra civil y el terrorismo en Siria, que en este momento “las potencias mundiales contemplan a Assad como baluarte contra el Estado Islámico” (Haaretz, 22 de agosto de 2014). Puede ser una improvisación de la política exterior occidental. Pero hay también suficientes datos para pensar que estamos ante una apuesta por el desorden, algo así como soltar un virus para infectar las zonas que se desea aniquilar, corriendo el riesgo de perder su control y aceptando un posible efecto boomerang. ¿No fue así, introduciendo drogas de forma masiva en los guetos negros, como el fbi planificó la destrucción del levantamiento de las Panteras Negras?

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La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

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Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI

Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.

El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos. 

El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas
Atilio Benedetti, UCR-Entre Ríos, principal promotor del proyecto, expone en la reunión del pasado martes.

Exposiciones sin consenso

El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.

En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.

Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.

Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.

La evidencia del modelo

Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para  relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.

Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.

Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.

Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.

María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.

Antecedentes que enferman

Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós. 

Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.

Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.

Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.

La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas
Sabrina Ortíz presentó una iniciativa para frenar la Ley del Cáncer.
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Entrevista a Celeste Fierro, tras ser detenida en la flotilla de ayuda humanitaria a Gaza

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Al llegar al país luego de estar 8 días detenida (junto a otros tres argentinos, entre un total de 443 personas que conformaban la flotilla Global Sumud) la legisladora habló con lavaca.

Entrevista a Celeste Fierro, tras ser detenida en la flotilla de ayuda humanitaria a Gaza
Celeste Fierro al llegar a Ezeiza. Fue recibida por decenas de personas que se acercaron a apoyarla y recibirla.

Celeste Fierro durmió sólo algunas horas, y de manera intermitente, y apenas se levanta habla con lavaca. Llegó anoche de Jordania, donde fue trasladada desde la cárcel de Ktzi’ot. Allí estuvo presa del 3 al 7 de octubre, después de que el Estado israelí interceptara el barco en el que pretendía llegar a Gaza como parte de la flotilla Global Sumud. Del 1 al 2 tuvo dos días de traslados, y el día 7 la llevaron también a Jordania, desde donde partió el vuelo a Buenos Aires.

La historia es conocida: en aguas internacionales, el Estado de Israel interceptó todos los barcos de la flotilla, tomó su mando y los dirigió a tierra para detener a sus tripulantes. “Sabíamos que, lo más probable, era que pasara lo que pasó”, se sincera Fierro respecto a la misión humanitaria que buscaba 1) romper el bloqueo naval israelí sobre Gaza y 2) hacer visible la crisis humanitaria allí.

Lo primero no lo lograron. Lo segundo, sí.

Lavaca fue el único medio argentino presente en la masiva movilización en Roma que, tras conocerse la noticia de la detención de los tripulantes de esta flotilla, reunió a un millón de personas para pedir el fin del genocidio israelí en Gaza y, entre otras cosas, la liberación inmediata de los recientes detenidos. Ese mismo día, por la noche, llegaron a la capital 26 personas italianas que habían sido detenidas, las primeras que largó el Estado de Israel.

Los cuatro argentinos (Ezequiel Peressini, Carlos Bertola, Nicolás Calabrese, y Celeste) fueron de los últimos.

Finalmente ayer, después de 8 días, volvieron a pisar su tierra.

Desde aquel 1 de octubre hasta ahora, Celeste no había vuelto a tomar mate. Está en eso mientras conversa y revela que su mate, al igual que todas sus pertenencias (a excepción del pasaporte) le fueron sustraídas por el Estado de Israel.

La primera pregunta es obvia: ¿Cómo estás?

Entera, lo cual es un montón. Y muy contenta de estar de nuevo acá. Eso es lo primero, pero también muy preocupada porque entiendo que todavía hay compañeros detenidos de la Global Sumud y que, además, interceptaron a la Freedom Flotilla (145 detenidos). Así que poniéndome en contacto con compas de otros países para estar a disposición.

Durante dos días no se supo nada de vos; luego lo que llegaba era casi nada. ¿Qué pasó en esos primeros momentos?

Lo que nos pasó no se compara con lo que pasan los presos palestinos en las cárceles de Israel; no se compara con lo que viven las familias palestinas en la franja de Gaza. Pero, en ese momento, lo que más preocupaba era que no supieran que estábamos vivos. Desde que nos detuvieron estuvimos 48 horas hasta que logramos ver a un abogado. Y después, la visita de la cancillería fue recién el viernes o el sábado, 3 días después de la intercepción. Lo único que yo quería que avisaran era que estábamos vivos.

¿Les iban informando qué harían con ustedes?

Los primeros que salen son los italianos. En las intercepciones preguntaron por los italianos, ya veíamos claramente que iban a liberarlos más rápido. Los que quedamos detenidos fuimos los del sur global, no solo América, Sudáfrica, Nueva Zelanda.

¿Por qué Italia primero?

Lo de Italia fue por la presión social hacia el propio gobierno italiano de ultraderecha. Hubo una huelga general una semana antes de la intercepción; eso hizo que Meloni mandara un barco, que fue directamente para responder a la huelga; y también para que los italianos desistan de esas misiones. No lo lograron.

¿Cómo fueron los días previos a que los interceptaran?

Ya habíamos tenido una situación previa el día anterior, donde rodearon dos de los barcos de la flotilla. Con alguna cosa magnética cortaron los radares, los teléfonos, como que esos barcos perdieron la comunicación. Y luego se retiraron. Ahí tuvimos el primer intento, ya antes habíamos tenido los ataques con los drones.

¿Cómo es un ataque con drones?

Los primeros dos ataques fueron en puerto de Túnez. Nosotros no habíamos llegado ahí todavía. Pero también entendimos que eran para intimidar, para amedrentar. Es un ejército muy preparado: si hubieran querido hundir un barco lo hacían. Lo que hicieron en el puerto dos días distintos a dos embarcaciones distintas fue tirar como unos explosivos. Y se logró contener ese fuego rápidamente y no pasó a mayores y lograron seguir esas embarcaciones.

En altamar también siguieron las intimidaciones

Todas las noches teníamos drones arriba. Una vigilancia permanente 24×7, fundamentalmente a la noche. Dos días antes de llegar a Creta, entre Sicilia y Creta, ya no eran algunos sino que eran decenas de drones que pasaban por todos los barcos. Y a las 11 de la noche empezamos a tener interferencia en las radios. Empezó a sonar ABBA a todo volumen, nos mirábamos porque no sabíamos qué estaba pasando… Y a los 15 minutos escuchamos la primera detonación… Tiraban esos explosivos que explotan cuando tocan algo; a uno de los barcos les tiraron uno de los mástiles… a otro directamente le rompieron una vela. A otros era solamente el sonido y veías una luz muy fuerte. Era sistemático: cada 15 minutos sentíamos una detonación. A otro le cayeron líquidos, que no sabemos qué eran. No los escuchábamos, veíamos luces, era mucho el miedo.

¿En algún momento temiste por tu vida?

Creo que todo el tiempo. Desde ese momento, hasta que logramos salir (por anteayer). En el momento de los drones, al día siguiente hablábamos: siguen intentando que no continuemos. Y la fuerza estaba puesta en continuar. Y a la noche siguiente estaba en la guardia y no hubo drones. Fue una guardia muy tranquila. Fue el primer día que dije: y mirá si llegamos… Había crecido la presión internacional. Pero no pasó.

Y el día en que los interceptan, ¿cómo fue?

Cuando nos interceptan –no me acuerdo la hora pero era de día, habrán sido las 7PM- nos llega un mensaje de uno de los barcos que en un radar habían visto que se acercaban 10 o 12 barcos. Ahí nos preparamos con los protocolos que veníamos manejando, y en menos de una hora y media ya habían llegado. Empezaron a rodearnos lanchas rápidas, no las veías porque era de noche. Nos tiraron primero agua a todos los barcos. Luego por un altoparlante decían que no teníamos que seguir navegando, que si nos quedábamos ahí iba a estar todo bien… Todo eso duró como una hora. Hasta que se subieron alrededor de 10 o 12 marines israelíes, con armas largas, caras tapadas. Lo primero que hicieron fue desactivar todas las conexiones de Internet. Y ahí efectivamente nos detuvieron, agarraron el mando de nuestro barco. Nos cachean, nos piden los pasaportes. Revuelven todo. Y nos metieron en los camarotes, éramos muchos más de los que entran en los camarotes, estábamos todos amontonados. Estuvimos 24 horas metidos ahí, sin comer nada. Hasta que llegamos al puerto, 24 horas más, y después a la cárcel, donde nunca nos dieron agua potable, estuvimos hacinados, con precintos; a compañeros les vendaron los ojos. Sufrimos maltrato físico. Y la mayor preocupación era que se sepa dónde estábamos.

¿Cómo se siente en el cuerpo esa impunidad?

Nosotros sabíamos que el escenario más probable era lo que nos terminó sucediendo. También hay que decir que lo que significó la flotilla en cuanto al impulso, a multiplicar las acciones, es muy fuerte. Es fuerte saberse parte de una acción internacional que hace lo que los Estados no hacen, dando una respuesta solidaria, humanitaria, a una causa que es de toda la humanidad; fue muy importante. A mí me recordaba a las brigadas internacionalistas de la Guerra Civil Española, Nicaragua… Y creo que eso también fue lo que nos protegió, más allá de la violencia que se sufrió, que todos los ojos estén puestos en Gaza y en la flotilla hace que hoy estemos en casa. Esa firmeza de continuar a pesar de los ataques. Y repito: lo que a nosotros nos pasó, ni se comprara con lo que pasa Gaza. Eso es lo que nos daba más fuerza y firmeza para continuar y de estar juntos.

¿Qué pudiste compartir con los compañeros y compañeras de otras partes del mundo, respecto a lo que estaba pasando, a la situación de Gaza, a cómo articular el reclamo a nivel global?

Para mí fue muy importante. Como experiencia militante, como experiencia de vida. Quienes somos militantes, internacionalistas, lo vivimos de forma permanente, pero esto fue encontrarnos con gente que nunca habíamos tenido contacto, que hablamos distintos idiomas, que venimos de distintas historias. Había sindicalistas, periodistas, enfermeros, médicos, compañeras activistas, artistas. Eso es lo que fortaleció la misión y sobre todo el reclamo y le dio potencia. El internacionalismo, sabernos todos levantamos una misma causa logró potenciarlo y ver que en todos los rincones del mundo se esté denunciando el genocidio y levantando la causa palestina, porque la causa del pueblo palestino es hoy la causa de toda la humanidad. Ese fue el sentido de la flotilla.

¿En qué nivel ves que está el reclamo en Argentina?

En los últimos meses se ha multiplicado la participación. Nosotros lo venimos levantando desde hace décadas, pero creo que hubo un cambio grandísimo. Me acuerdo patente el domingo que fue el Día del Padre, que hubo una movilización gigante, había familias enteras. Desde ese día hasta ahora se ha multiplicado el acompañamiento, no solo en la Ciudad de Buenos Aires, sino en lugares inhóspitos del país. Se fue extendiendo y tenemos que ser cada vez más.

Ahora hay un supuesto nuevo “alto al fuego”. ¿Cómo lo interpretan?

No hay que conformarse hasta el alto el fuego que hay ahora, que no sea un nuevo invento. Lo que venga del imperialismo yanqui creo que es un nuevo acuerdo de ocupación colonial que no va a resolver de forma definitiva las necesidades del pueblo palestino. Acá una paz justa es una paz donde haya derecho al retorno, donde la Palestina sea única, del río al mar y no es lo que se está proponiendo. Hay que seguir multiplicando las acciones por eso, y en nuestro país seguir exigiendo: no en nuestro nombre. Tenemos que tomar lo que dicen nuestros compañeros judíos: que este Estado apoye a ese genocidio, a ese criminal de guerra como es Netanyahu, no es en nuestro nombre, cuando sabemos lo que significa un genocidio en nuestra historia. El genocidio de los pueblos originarios, el genocidio de la última dictadura: tenemos que decir no en nuestro nombre y seguir reclamando la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales. Hoy es un momento en el que Israel está aislado internacionalmente, así que hay que presionar.

El gobierno nacional también parece estar en ese mismo aislamiento…

Por eso, hay que seguir denunciando a este gobierno que no solo es cómplice de ese genocidio sino que viene llevando adelante un desastre en materia económica y social y que por eso está recibiendo fuertes golpes. Acá vamos a estar para plantear una alternativa.

¿Cómo se comportó el gobierno nacional con ustedes los detenidos?

Cancillería hizo… el trabajo administrativo para saber que estábamos ahí, y comunicarse con nuestra familia. Nos lo dijeron con claridad: estuvo el cónsul, pero no fue el embajador. Y esa es una decisión política. Hubo una decisión política de no exigir nuestra inmediata libertad y eso fue lo que sucedió. Estuvimos en Jordania con los diplomáticos de Uruguay, que fueron quienes nos buscaron y acompañaron en el proceso de volver a casa.

Llegaste. Y ahora, ¿qué vas a hacer?

Hoy pretendo quedarme un rato en mi casa. Ayer no me despegué de mi hija desde que llegué al aeropuerto… Y después que la logré dormir me fui a Aeroparque a recibir a Cascote, el compañero que llegó de madrugada. Volví, dormí unas horitas, y acá estoy.

¿Qué edad tiene tu hija?

9 años.

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Nota

9 años sin Lucía Pérez

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La familia de la joven realizó una marcha en Mar del Plata a nueve años del crimen. Lucia tenía 16 años al ser víctima de un narcofemicidio. El aniversario llega en el marco de un nuevo proceso que tiene a sus padres, Marta y Guillermo, otra vez en los laberintos de una justicia que no resuelve el caso y hasta descartó que se haya tratado de un femicidio. «Hoy es un día demoledor, pero lejos de estar tirados en la cama estamos luchando por todos», dijo Marta (en la foto de portada, rodeada por Guillermo y su hijo Matías). Recordó que hace nueve años habla de «narcofemicidio», figura que hoy se pone de relieve con los asesinatos de Lara Gutiérrez, Brenda del Castillo y Morena Verdi. Por eso, la familia pidió: «Despertemos. Esto que nos está pasando es un Estado narco y ausente en todos los derechos».

Marta Montero, mamá de Lucía Pérez, agarró el micrófono durante la marcha en Mar del Plata y lo primero que hizo fue agradecer: “Gracias por estar juntos una vez más, por esta lucha que llevamos todos, por ustedes, nuestros padres y abuelos”. Después, mirando a la marcha de jubilados y jubiladas que había llegado hasta el monumento a San Martin en Mar del Plata, unió agendas y resistencias: «Hoy ustedes cumplen 2 años de su lucha”. Y, finalmente, abrazó: “Hoy se cumplen 9 años del femicidio de Lucía. Para nosotros es un día demoledor, pero lejos de estar tirados en la cama, estamos luchando por todos”.

Marta Montero pronunció estas palabras en un aniversario que tiene a la causa sumida en un laberinto que la justicia no resuelve hace nueve años. Primero, fue un juicio que absolvió a los acusados de femicidio: los jueces Pablo Viñas, Facundo Gómez Urso y Aldo Carnevale dictaminaron que no hubo femicidio ni abuso sexual sino que condenaron a Matías Farías y Juan Pablo Offidani por comercialización de estupefacientes.

9 años sin Lucía Pérez

Imágenes del acto en las calles marplatenses. Foto: Florencia Ferioli.

La familia logró iniciar un jury político a los jueces Urso y Viñas (Carnevale consiguió la jubilación anticipada en tiempos de María Eugenia Vidal en la gobernación), pero resultaron absueltos. El proceso sentó un precedente sobre el control social y político a nivel judicial.

En 2023, la lucha de la familia, apoyada por todo una red de organizaciones nucleadas en la Campaña Somos Lucía, logró tirar abajo ese primer juicio y realizar otro que terminó condenando a perpetua a Farías por «abuso sexual con acceso carnal agravado por resultar la muerte de la persona ofendida, por el suministro de estupefacientes y en el marco de un contexto de violencia de género, en concurso ideal con femicidio«. En el caso de Offidani, le dieron 8 años de condena como partícipe secundario del femicidio que, sumados a la condena previa por el delito de “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravado por ser en perjuicio de menores de edad y en inmediaciones de un establecimiento educativo”, le significan 15 años de prisión.

9 años sin Lucía Pérez

Foto: Florencia Ferioli.

Sin embargo, este año la Sala IV del Tribunal de Casación Penal, integrada por los jueces Víctor Violini y María Florencia Budiño, descartó que haya sido un femicidio y remitió las actuaciones al Tribunal Oral en lo Criminal 2 de Mar del Plata para que establezca una nueva pena para Farías, pero sólo por el delito abuso sexual con acceso carnal agravado, cuya pena máxima es de 15 años. La instancia judicial de «cesura», como es llamada, reveló las contradicciones de un sistema judicial que expone a la familia nuevamente ante el dolor de tener que explicarlo todo otra vez. Así, entre instancias de apelación a la Corte Suprema, en un país cuyo presidente y ministro de Justicia niegan la figura de femicidio, con la sociedad conmovida ante otro triple narcofemicidio bonaerense, llega el noveno aniversario de Lucía.

9 años sin Lucía Pérez

Foto: Florencia Ferioli.

En Mar del Plata, las columnas caminaron por las calles de la ciudad hasta llegar a la Municipalidad donde se gritó “Presente” cada vez que se nombró a Lucía y a larga lista de víctimas de femicidios que sacuden nuestro país: según el Observatorio Lucía Pérez son 203 los femicidios y travesticidios solamente en lo que va del año. La marcha fue una de las más de 170 que recorrió calles de todo el país exigiendo justicia durante el 2025.

“Hace 9 años cuando mataron a Lucia hablábamos del narco, del dealer, y hoy desgraciadamente lo vemos con el triple femicidio y con cada una de las mujeres que nos matan”, dijo Marta. Y se preguntó: “Lucía era la hija que cualquiera tiene, eso era Lucía. Nuestra lucha es por nuestras hijas, por nuestros hijos. ¿Qué país queremos construir? ¿Qué país queremos dejar? Despertemos. Esto que nos está pasando es un Estado narco y ausente en todos los derechos”.

En diálogo con lavaca Marta mandó un video que termina en una pregunta. Mirando a cámara interpeló: “Hoy se cumplen los 9 años del narcofemicidio. Esto era lo que nosotros hablábamos hace 9 años. Lo que estábamos viendo. Lo que hoy nos está pasando con nuestras pibas. El tríple femicidio, narcofemicidio quedó muy al descubierto. Esto nos pasa en los barrios. Esto es lo que nos está pasando hoy. ¿Qué hacemos?”

9 años sin Lucía Pérez

Foto: Florencia Ferioli.

9 años sin Lucía Pérez

Foto: Florencia Ferioli.

9 años sin Lucía Pérez

Foto: Florencia Ferioli.

9 años sin Lucía Pérez

Foto: Florencia Ferioli.

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Foto: Florencia Ferioli.

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