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La descomposición y la luz

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Trump, Venezuela, Brasil, Maduro, Macri, Paraguay violento, el Ni Una Menos, el capitalismo actual, la autogestión: Raúl Zibechi conversa con lavaca sobre estos tiempos densos. Habla sobre polarización, cinismo, descomposición social, derecha, izquierda, doble discurso, corrupción y grieta. Sobre lo que ocurre en nuestras regiones territoriales y mentales. Y plantea qué cosas son las que le permiten pensar en un mundo nuevo.
Periodista, escritor, pensador e investigador uruguayo, integrante del grupo que edita la revista Brecha en Uruguay, Raúl Zibechi ha recorrido cada recoveco del continente para comprender e informar sus realidades y sus misterios: “Hoy lo que se ve es una creciente polarización social, económica y política en toda la región. Una polarización que arranca durante los gobiernos progresistas, y en la que el 1 por ciento de la población sigue concentrando más y más riqueza. El lugar donde todo eso se hace más visible es en Brasil: bajan las muertes de blancos tanto por la policía o por violencia entre las personas, y no para de crecer la cifra de muertes de negros”.

Corrupción con un solo ojo

Pobres más pobres y ricos más ricos: “En todo el continente eso significa que unos y otros tienen cada vez menos cosas en común, cada vez se pueden ver menos, cada vez hay más odio. Eso quiere decir lo siguiente: desintegración de lo social”.
La polarización política también tiene un punto emblemático en Brasil: “Hace un año Dilma fue destituida con miles de personas en las calles acusándola de corrupción. El domingo pasado los mismos movimientos convocaron manifestaciones porque la corrupción también es muy fuerte en el gobierno de Temer, pero a ese acto fue muy poca gente. Quiere decir que los que se movilizaron el año pasado lo que querían era derribar a Dilma, no les interesaba realmente la corrupción”.
Por lo tanto, un diagnóstico: “Lo que se nota es un cinismo muy fuerte, un doble discurso, que además no es patrimonio de la derecha. Abarca también a la izquierda. Y ese es el telón de fondo: polarización y cinismo”.
Lo que muestra el caso venezolano: “El Tribunal Superior decidió quitarle los poderes a la asamblea del Parlamento. Si esto lo hubiera hecho un gobierno de derecha, estaría toda la izquierda en la calle denunciando un golpe, porque están usurpando las tareas parlamentarias, con una oposición que podría vetar las decisiones de Maduro. Pero la izquierda mira para otro lado y dice que no hay golpe. Y bajo cuerda, todos negocian con la gran burguesía venezolana y con los norteamericanos”.
Otro eslabón: Paraguay: “El presidente Horacio Cartés, de derecha, lleva al Parlamento la idea de la reelección. El partido liberal, que fue gobierno con Lugo, se opone. Hubo violencia, un muerto, muchos heridos, pero lo curioso es que el Frente Guazú, de izquierda que propone a Lugo, apoya la reelección porque beneficiaría al propio Lugo más adelante”.

¿Qué era la ética?

¿Qué enlaza los casos de Dilma, Venezuela y Paraguay? Muestran el doble discurso de unos y de otros. Nadie de la derecha dijo que la destitución de Dilma era un golpe, pero ahora dicen que es un golpe lo de Venezuela. Y se calla con lo de Paraguay. Y del lado de la izquierda es lo mismo. Son simétricamente opuestos, pero no distintos”.
La consecuencia: “Ninguna de las dos, la derecha sin duda, y creo que la izquierda tampoco, está guiada por un razonamiento ético. Uruguay sería un caso diferente: no hay reelección, pero ni a Pepe Mujica ni a Tabaré Vázquez ni a la derecha se les ocurre plantear la reelección porque les dan bien los sondeos para candidatearse. Eso es hundir al sistema político. Porque dejás de razonar en torno a una lógica coherente, para razonar a partir de lo que te conviene en cada momento. Si tuviera que mirar más allá de los discursos, diría que estamos en un proceso de descomposición del sistema democrático en América Latina, y de desintegración de las sociedades”.

Off side y grieta

La descomposición del sistema político se puede pensar en términos de fútbol: “Si en cada momento cambio las reglas según lo que me venga bien, no hay posibilidad de hacer nada lógico. Es como si yo dijera en un partido: tengo delanteros rápidos, entonces anulo el off side. Hago unos goles, y después restablezco la ley del off side. El fútbol sería imposible. Pero esa descomposición es acompañada por la desintegración de lo social, la brecha cada vez mayor. Ricos que mandan a sus hijos a la educación privada, y los pobres que mandan a sus hijos a donde pueden. Entonces esa mezcla de descomposición y desintegración no se arregla con un cambio de gobierno. Es una tendencia que se ha ido profundizando tanto con gobiernos de uno como de otro lado”.
Pero entonces, ¿qué significa la grieta?
La grieta verdadera empieza cuando las clases dominantes deciden abandonar el estado de bienestar. Si tomamos el caso argentino, el 17 de octubre de 1945 estaban los que decían que los cabecitas negras eran un aluvión zoológico. Y por otro lado los cabecitas que se sublevaban contra los gorilas. Pero a partir del peronismo, y luego durante décadas hubo procesos de industrialización, pleno empleo, ascenso social de los de abajo que no perjudicaba la ganancia de los ricos. Los odios se fueron limando pero eso se fue terminando entre fines de los 60, y totalmente tras el golpe de 1976. Las clases dominantes renunciaron a integrar a las clases para ellos peligrosas. Empezó un gran proceso de desindustrialización, de concentración de lo industrial en la producción de países asiáticos, de robotización de las industrias que quedaron y así se eliminaron muchísimos puestos de trabajo.
Zibechi cree que ese proceso continúa hasta hoy, y se hizo mundial. “Falta el trabajo, se precariza el que hay y crece la desintegración económica política y social. Pero lo vemos en Grecia cuando ganó la izquierda, en España donde se creó Podemos, pero también crece la derecha en Francia con Marie Le Pen, que hoy es votada por los que hace 30 años votaban a los socialistas o a los comunistas”.
El escenario abarca también a Estados Unidos: “Aparece Donald Trump, cuya base social es ese sector de entre 40 y 60 años, hombres y mujeres a quienes les bajó hasta la esperanza de vida. ¿Por qué? Porque es el sector más afectado por desempleo, precarización, pierden empleos de calidad y pasan a Wal Mart o McDonald’s ganando chirolas, o ni eso. Tienen problemas de alcoholismo, drogas, depresión, angustia y esa base, incluso los demócratas, votaron a Trump. Y ahora el conflicto es que muchos sectores de poder no lo quieren a Trump y eso se nota hasta en los grandes medios donde hay toda una línea que querría verlo preso. No porque sean más progresistas que Trump, sino porque él es un mal ejemplo de que la clase dominante puede perder el timón. Y la salida es alentar más guerras, más militarización para que la economía les funcione mejor”.

Extractivismo & Mirtha

Volviendo a la Argentina, cuando se habla de grieta parece ser un tema remitido a kirchnerismo y macrismo, por ponerlo en nombres. Zibechi: “Para mí son distintas formas de clientelismo hacia los sectores populares, apoyándose en alguna facción de la burguesía. Pero tanto Cristina antes como Macri ahora se apoyaron en China. Y al sector financiero argentino parece que le da lo mismo quien gobierne. Si mañana lo tienen que tirar a Macri lo harían sin problema mientras sus negocios funcionen. Lo que quiero decir es que hay cada vez menos diferencia entre izquierda y derecha, porque estamos en una crisis del sistema-mundo moderno occidental y capitalista, donde los estados deciden cada vez menos  y donde las diferencias de fondo entre izquierda y derecha, o conservadores y progresistas, son mínimas”.
El punto de unión entre los dos lados, según el planteo de Zibechi, es lo que ha denominado sociedad extractiva: “No es sólo un modelo de producción No es sólo hablar de contaminación de la naturaleza, cáncer, concentración económica. La sociedad extractiva además desarticula la unidad de una nación, de una sociedad”.
Un ejemplo: “Si uno piensa en burgueses y proletarios, tienen muchos conflictos pero tienen muchas cosas en común: entre ellas, seguir siendo burgueses unos y proletarios los otros, porque son dos identidades muy potentes. Pero en esta nueva situación ya no hay muchas cosas en común en un sistema en el que no hay economía, sino especulación, no hay rumbo sin tapar baches. No hay proyecto de largo plazo. Entonces son sociedades que se están autodestruyendo. Si un presidente ya ni puede contestar lo que gana un jubilado, y Mirtha Legrand lo corre por izquierda… y lo mismo con lo que pasa en Brasil. Como si se hubiera elegido presidentes para navegar sin rumbo hacia un desastre, con una sonrisa en los labios”.
Sin embargo mucha gente ve una diferencia abismal entre ambos modelos, plantean que el kirchnerismo, o el PT en Brasil, son la representación de una política integradora, popular, redistributiva: “Diría que es parcialmente cierto, pero en el fondo, cuando las papas queman, vuelven todos a apoyarse en el sistema financiero y corporativo. Siempre hay unos que estacionan el auto del lazo izquierdo y otros del lado derecho, pero la diferencia es menor. No se ha avanzado. Incluso si se toma el caso de Venezuela, estos gobiernos perdieron el tiempo, no fueron a lo fundamental que es crear alternativas frente a la sociedad extractiva, buscar otro modelo económico y político. Lo que hicieron fue repartir algo a los sectores populares, y llenarse los bolsillos. Eso es lo dramático. Se perdió un tiempo precioso y ahora se entró en otra etapa”.

Otros lugares

El ADN de todo este problema: “En el fondo está ocurriendo algo que hace poco planteaba la economista Ann Pettifor (de la City University de Londres). El sistema financiero y los bancos controlan al sistema político, y a todo ese sector ya no le importan los seres humanos. Ya no cuentan en la ecuación”.
Para Zibechi hay que poner la mirada en otro lado:

  • “Los únicos que rompen con el sistema, desde mi punto de vista, son aquellos sectores populares que por quedar relegados, o porque toan la iniciativa, construyen al margen del sistema, o con otras lógicas. Los indígenas, algunos campesinos, sectores populares urbanos. Yo creo que no alcanza con resistir al sistema sin que hay que construir algo diferente”.
  • “Eso no quiere decir que no se reciba apoyo de la política social, o aislamiento. Quiere decir construir con otra lógica, crear espacios diferentes”.
  • “No se trata de discursos ni manifestaciones. Las manifestaciones son muy importantes, como las que hubo en Buenos Aires en las últimas semanas, pero no cambian realidades salvo casos especiales como el 17 de octubre o el 19 y 20 de diciembre que no fueron manifestaciones, fueron otra cosa”.

En lugar de mirar el cambio en los llamados “escenarios políticos”, Zibechi intenta detectar qué está creando la sociedad.
Un ejemplo: “Estamos en una situación en la que no es tan importante quién gobierna, sino cómo la gente se organiza para hacer las cosas y autoprotegerse. Eso es Ni Una Menos, el gran fenómeno de este período. La irrupción masiva del movimiento de mujeres. Cualquier manifestante del Ni Una Menos sabe que por más que cambie el presidente, los problemas de femicidio, de violencia, de discriminación, seguirán siendo exactamente los mismos, porque forman parte de los problemas sistémicos que estamos describiendo, y que no dependen de quién tiene el timón del Estado”.
Otros ejemplos: “Estuve en Mosconi, Salta, y allí los integrantes de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD-Mosconi)  tienen emprendimientos productivos en los que producen alimentos sanos, tienen un trabajo digno que crearon ellos mismos, sobreviven de ese trabajo y ya no dependen de los planes sociales. Ese tipo de experiencias para mí son la luz para pensar un futuro”.
Los trabajadores de la UTD han sido de los primeros piqueteros argentinos, como resistencia a la desocupación masiva: “Y a esa pelea, le han agregado su propia construcción. Me anima ver eso, me anima ver que las publicaciones que forman ARECIA (Asociación de Revistas Culturales Independientes) tengan millones de lectores, que haya 400 fábricas recuperadas y autogestionadas por los trabajadores, que haya más de 100 bachilleratos populares, escuelas de gestión social, espacios culturales, cooperativos. Ese es un camino”.

Izquierdas y liderazgos

Muchas veces no se percibe el significado de esas experiencias y se reclaman liderazgos políticos de izquierda o progresistas: “Yo digo que por más que cambien la cúspide, eso no va a resolver ninguno de los problemas de fondo los problemas vamos a resolverlos nosotros mismos creando cosas nuevas”.
¿Cómo se diferencia este pensamiento del de la izquierda partidaria? “La izquierda tradicional creo que no tiene idea de lo que está pasando en el mundo. No se da cuenta de que hay un mundo nuevo funcionando. Y esa izquierda tiene un ego tan grande, un ego masculino tan tremendo, que solo cree que las cosas pueden cambiar cuando ella –la izquierda- lo decida. Es un tipo de pensamiento que hace un daño enorme”.
Según este razonamiento, esas experiencias pueden no ser masivas, o siendo grandes tal vez no son visibles: “Pero es un mundo que ya tiene una masa crítica, ya tiene un poder. Es como una bola de nieve, demorará un tiempo, pero no es algo marginal, es algo que ya está funcionando. Es muy fácil decirle al gente que vaya a votar cada dos años. Pero lo más complejo y políticamente profundo, y que ya existe, es que cantidad de gente todos los días está gestando formas de organizarse, de trabajar, de estudiar, de informarse, de protegerse de otros modos.  La política tradicional todavía tiene mucho peso en la cabeza de la gente, pero creo que hay que discutir muy agresivamente que, frente a lo que pasa en el mundo, en estas otras experiencias es que está la posibilidad de un futuro”.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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