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La educación movilizada contra lluvia, frío y ajuste

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La Marcha Nacional Universitaria inundó literalmente el centro porteño en una masiva y conmovedora movilización que bajo la lluvia defendió a la Universidad pública en medio de un conflicto que lleva cuatro semanas de tomas, asambleas y clases públicas en las 57 universidades de todo el país. El rol de los jóvenes, la notable presencia de las mujeres. Los recortes en cifras, presupuestos e investigaciones. Los peligros de cierre. El abrazo entre docentes y estudiantes. Testimonios en una jornada histórica para la educación, mientras la devaluación no cesa. Nuestra crónica y reportaje fotográfico.

El 30 de agosto de 2018 podrá ser recordado como el día en el que cayó piedra sin llover, el dólar salto de 35 a 42 pesos, llovió sin caer piedra, salió el sol por el poniente y una multitud en defensa de la educación pública pareció marchar bajo un arco iris, y contra un viento helado en lo meteorológico y en lo político.  

“No tengo dólares”, se apresura a decir Anabella Cadi, docente del departamento de Geografía y becaria del CONICET en la Universidad Nacional del Comahue, detrás de unos lentes empañados por la lluvia, con el pelo pegado a la cara, entre una marea de paraguas que circula por la Plaza de los Dos Congresos luego de viajar 18 horas en colectivo desde Neuquén hasta Retiro. Lo dice porque desde que partió junto 30 compañeros y compañeras desde una de las decenas de universidades tomadas en todo el país a participar de la masiva Marcha Nacional Universitaria que inundó la Plaza de Mayo, el dólar pasó de 35 pesos a superar los 40.

La educación movilizada contra lluvia, frío y ajuste

Foto: Nacho Yuchark

Anabella describe una situación bien concreta:

·         Comahue está en ahogo presupuestario.

·         La provincia tuvo que poner dinero de su caja porque hace seis meses que el Estado no manda las partidas presupuestarias.

·         Sólo llegan los sueldos.

·         “Luego, no se financia nada más”, sintetiza.

El impacto se traduce –cuenta- en ajustes en proyectos de investigación, en la infraestructura edilicia de los edificios, en los ingresos docentes, en el recorte de las becas.

Por eso –dice- la marcha en Neuquén tuvo 10 mil personas caminando 10 cuadras.

“Es muchísimo e histórico”, grafica. “Los que estamos acá somos de los que pudimos viajar, pero con la esperanza de que esto se solucione. Quisiéramos estar en el aula y no acá, cagándonos de frío. Pero es lo que nos toca. Y hay que salir y poner el cuerpo para luchar contra este ajuste que se está llevando puesto al sistema científico y tecnológico”.

Cuando Anabella termina de decir estas palabras, en una plaza llena y bajo la lluvia, el dólar llegó a 41 pesos. “Sí a la plata en educación, no al FMI”, dice una bandera gigante.

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Foto: Nacho Yuchark

Lo esencial es invisible

Lo primero que impacta de esta movilización son los cuerpos. Se percibe mayoría de mujeres, cosa que se hace aún más ostensible cuando se canta.

El frío y los pies mojados recuerdan al 8 de agosto y la votación por la ley de aborto. “Lo esencial es invisible a Macri”, cuenta un cartel, como si fuera la voz de El Principito. El color de los pañuelos, esta vez, es azul. El enemigo es más preciso: los insultos son contra el presidente y contra María Eugenia Vidal. El hit del verano atravesó exitosamente el invierno y amenaza con seguir arrasando en primavera. Además, un graffiti retrata a la gobernadora con la nariz alargada de Pinocho: acá nadie olvida su promesa de campaña de que los docentes ganaría 40 mil pesos por mes.

Bajo paraguas –el 8 de agosto valían 80 pesos, ahora 100-, detrás de pecheras, con pilotos amarillos y rosas y celestes, pisando fuerte sobre un cemento mojado para que las banderas no se vuelen con un viento que azota, los cuerpos cantan y bailan a ritmo de bombos cuyo ritmo se traduce en una partitura que es mucho más interesante que la “alianza kirchnerotroskista” descrita por el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, uno de los máximos responsables de un conflicto que ya lleva cuatro semanas de tomas, de asambleas masivas y clases públicas en las 57 universidades nacionales de todo el país, en rechazo al 15 por ciento de aumento propuesto en paritaria.

La educación movilizada contra lluvia, frío y ajuste

Foto: Nacho Yuchark

Iara -20 años, estudiante de Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- y Juana -21 años, de Ciencias de la Comunicación- lo explican a la perfección desde su visión estudiantil. “La educación nos hace más libres. Es un derecho que hemos ganado con lucha social y no puede ser que un gobierno tome políticas culturales que arrasen con toda esa historia que hemos conseguido para tener un país más inclusivo”.

¿Otra enseñanza para Finocchiaro? “La educación es un derecho, no un privilegio. Por eso es que vienen tantos estudiantes de otros países a nuestras universidades. No nos pueden encasillas a nosotros de esa manera”. El viento sigue destartalando los paraguas.

Juana no tuvo una clase en todo el cuatrimestre. “Estoy cursando cuatro materias: todas se adhirieron. Y las clases públicas sirvieron para dar visibilización y romper el cerco mediático de los medios hegemónicos. Por eso venimos: para pelear por nuestros derechos”.

Una pintada en el suelo Avenida de Mayo deja la pregunta:  “¿Por qué tanto miedo de educar al pueblo?

Una canción le intenta responder: “Nos gobiernan egresados de universidades privadas. Así estamos”.

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Foto: Nacho Yuchark

Primera generación

A las 18 la concentración ya era masiva. Salió el sol, por detrás del Congreso. Como seguía lloviendo, se formó un arco iris por encima de Avenida de Mayo. La marcha iba hacia Plaza de Mayo. Franco Méndez -25 años, estudiante de Ingeniería Química- y Stefano Leone –Ingeniería en Sistemas- son dos representantes del centro de estudiantes de la UTN de Rosario.

“Sólo a nuestra UTN le deben 2 millones de pesos”, sintetiza Franco.

¿Qué significa esa cifra en lo concreto? Stefano: “Recorte en becas. Deudas de casi todo el año a los becarios para obras a realizar. Tenemos la suerte de ser una facultad grande que se puede mantener por sí misma, pero otras no están en esas condiciones. Sí nos afecta, claro, en infraestructura, en gastos de mantenimiento. Tenemos miedo de no poder terminar este año académico. Y aún no sabemos cómo vamos a seguir el año que viene”.

Un duro panorama analizan los docentes de la Universidad Nacional Arturo Jauretche de Florencio Varela: “Muchos de los alumnos son primera generación universitaria. Al no haber clases, tememos la deserción. Pero saben que esta situación es difícil de sostener así”.

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Foto: Nacho Yuchark

Aceitosos y satélites

Patricia Kandus, 57 años, es doctora en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que ayer realizó un conmovedor y masivo abrazo para defender no sólo los puestos de trabajo y el presupuesto, sino el predio que el Gobierno les quiere quitar para cedérselo a una aceitera para instalar una playa de cargas. “El recorte impacta en la calidad de las clases, en los salarios: el panorama que vemos es negro. Nosotros hacemos investigación en ciencias naturales, ambientales, en ciencia y tecnología y en muchas otras líneas donde se apunta una merma con actividades que vemos deterioradas o se van cerrando”.

-¿Por ejemplo?

-En el grupo trabajamos usando herramientas de teledetección de imágenes satelitales para monitoreo de humedales y ambientes naturales. Hoy por hoy los becarios, que hacen parte de la investigación, tienen un sueldo que apenas les alcanza para vivir. Y los docentes que recién empiezan no tienen cargos o lugares donde desempeñarse. Por otro lado, tenemos subsidios del Ministerio de Ciencia y Tecnología.  Un ejemplo: tenemos un subsidio de tres años que empezó en 2014, pero a fines de 2015 empezaron a darnos las primeras partidas y recién ayer cobré la segunda cuota del segundo año con un retroactivo del 17 por ciento. Eran 120 mil pesos. ¿Hoy el dólar a cuánto se fue? Iba haciendo el cálculo: empecé hace tres días con 3900 dólares, hoy ya tengo 3500 y vamos en descenso hora tras hora. Y eso implica tareas de campo, compras de equipamiento, análisis en laboratorios de calidad. Todo se reduce.

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Foto: Nacho Yuchark

Pronóstico meteorológico

Carolina Vera es profesora investigadora en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y del Conicet. Tiene 56 años y trabaja en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera. “Investigamos el clima, herramientas de pronóstico, trabajos de servicio meteorológico”.

-¿Cómo puede describir este clima en la calle?

-Te puedo decir que con el dólar en las nubes, nosotros tenemos que estar acá. Es una situación de mucha incertidumbre y a nosotros nos querían dar un 15 por ciento de aumento. Por eso, a pesar de la lluvia, prefiero pasarla con mis compañeros que escuchando las noticias.

-¿Qué pronóstico visualiza?

-El Gobierno está usando los fenómenos meteorológicos para bastardear a la tormenta. Pero no se da cuenta que una tormenta pasa, y esto que estamos viviendo es sólo una pendiente hacia abajo que, si no se revierte, nos va a seguir hundiendo.

La explicación de Carolina es técnica.

No hay metáfora.

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Foto: Nacho Yuchark

A su lado, pasan Camila e Ignacio, con piloto rosa y otro celeste. Tienen 18 años y son estudiantes de Medicina en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Sostenemos un frágil paraguas para evitar que se vuele. Ignacio dice: “Las condiciones en nuestra facultad son malísimas. Los profes no dan clase porque no cobran, el boleto aumentó muchísimo”.

De repente, se escucha un trueno. No sabemos si lo que nos empuja es el viento, la lluvia o la tormenta que acaba de describir Carolina desde su experiencia meteorológica.

A Camila no le importa: “Estar acá es la única forma que tenemos de comunicarle al presidente que la gente está disconforme. Es un problema que nos afecta a todos”.

A Ignacio, tampoco: “A la gente la quieren burra, porque así es fácil controlarla. Pero hay que desarrollar el pensamiento para que cada uno sepa lo que tiene que ver. Y cómo. La lluvia no va a parar nada. Hubo peores tormentas y el pueblo se siguió levantando. Sólo es algo que moja y puede romper un papel. Luego, el cuerpo se seca, pero la fuerza no se apaga”.

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Foto: Nacho Yuchark


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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos

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Este domingo a la madrugada murió María Teresa López, asambleísta contra la contaminación en su ciudad natal, Caleta Olivia, luego mudada a Capital Federal y parte del grupo Jubilados Insurgentes. Mary se enfermó de cáncer producto de la contaminación que ella misma denunciaba, y luego fue abandonada por el Estado en modo motosierra: el PAMI se negaba a entregarle medicamentos, pese a amparos judiciales a su favor. Una historia que genera bronca e impotencia, pero que a través del recuerdo de sus compañeras de lucha se revela como una lección de vida, en el más profundo sentido de la palabra: lo colectivo frente a lo personal, la idea de no perder el tiempo, la movilización permanente, la generosidad, la sabiduría, y qué es la muerte.

Por Franco Ciancaglini

Algunos dirán que Mary era bajita y otros que tenía el porte enorme de Nora Cortiñas.
Desde la pandemia solía esconder su sonrisa detrás de un barbijo, aunque sus motivos de alegría eran cada vez menos:

  • su salud era cada vez más delicada;
  • los medicamentos oncológicos no llegaban;
  • y la lucha que encaró desde siempre —primero en su Caleta Olivia natal contra la contaminación, luego contra el sistema de salud público y, al final, como parte del grupo Jubilados Insurgentes— cada vez implicaba poner más el cuerpo.

Fue su cuerpo lo que, este domingo 21 de julio, dijo basta.

Mary se convierte así en algo odioso: un símbolo. Un símbolo de la muerte sistemática que genera un sistema que enferma y abandona. Pero también en un símbolo de lucha por la vida, en el sentido más profundo de la palabra.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Mary junto a Nora Cortiñas.

Contaminada

María Teresa López nació en 1959 en Caleta Olivia, Santa Cruz. Falleció el domingo pasado a sus jóvenes 67 años, en un hotel de la calle La Rioja, en Once, ciudad de Buenos Aires. Sí: vivía en un hotel. Sola, producto del desarraigo que le produjo tener que trasladarse para atenderse de un cáncer de hígado.

Ese fue el diagnóstico médico: una metástasis que avanzó en el último tiempo al ritmo frenético de una motosierra.

La causa que no figura en su partida de defunción es aquella que ella misma denunció hasta el final: a Mary le negaban medicamentos oncológicos indispensables para su tratamiento.

Lo que tampoco figura en su partida es que Mary fue arrancada de su Caleta Olivia natal porque se enfermó, al igual que decenas de personas de esa localidad, producto de la contaminación del agua por actividades extractivas en la zona.

Contaminada

La vida de Mary fue la de una militante social de una estirpe rara: austera, firme, silenciosa, estudiosa, imparable.

Sus compañeros reconstruyen sus historias: que de chica le hicieron un test de inteligencia y un profesional le dijo a su madre que ella era más o menos superdotada; que seguramente podría hacer dos carreras universitarias a la vez; que terminó la secundaria antes de tiempo y luego cursó dos carreras; que se enganchó con el ambientalismo muy joven y empezó a investigar cuando las empresas petroleras negaban la contaminación de las napas de agua.

Formó parte de la Asamblea Ambiental de Caleta Olivia, desde donde luchó sin descanso contra la contaminación provocada por el fracking. Mucho antes de enfermarse, denunciaba que el agua que llegaba a las casas estaba contaminada con petróleo. Lo sabía por la evidencia científica más contundente que tiene una comunidad contaminada: que sus vecinos, familiares y amigos enfermen y mueran.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
En Plaza de Mayo, con una bandera contra la megaminería contaminente en Chubut.

Ante los medios Mary describía lo que vivía y veía alrededor: “La gente se muere o queda discapacitada”. En una entrevista para el programa Conciencia Solidaria, precisaba sobre su territorio:

  • “Caleta Olivia… tiene un problema grave: falta de agua potable, y encima está contaminada por la industria petrolera. Los muestreos de agua que hemos sacado y analizado han dado positivo: está contaminada el agua que estamos tomando.”
  • “La situación es muy grave, se está muriendo muchísima gente de esas 11 localidades, 9 están en terrible condición… además tuvimos un caso muy grande de gastroenteritis que afectó a 340 personas”.
    También contextualizó el vínculo entre agua contaminada y salud pública: “Los metales pesados son cancerígenos, mutagénicos, van mutando de una generación en otra… nacen chiquitos con problemas… o fallecen de cáncer».

Denunciaba en Caleta Olivia la presencia de hidrocarburos, arsénico y metales pesados en el agua, además de enfermedades poco frecuentes que, como decía ella, “no tienen cura” y crecen en esa región patagónica. Alertaba con claridad: “No es solamente cáncer, sino Enfermedades Raras o Poco Frecuentes. Muchos pacientes no están bien atendidos… La situación se agrava cuando se trata de estas patologías: solo se ofrecen tratamientos paliativos.”

Un mal día le tocó a ella, ya con la certeza profunda de que la contaminación ambiental fue parte del combustible de su cáncer de hígado.

En agosto de 2015, en un foro en defensa del agua organizado en Comodoro Rivadavia, otras asambleístas como Lidia Campos, de la asamblea contra el fracking de Allen (Río Negro), la conocieron personalmente luego de años de tramar resistencia contra el extractivismo: “En el Foro en Comodoro había gente de todos lados… Y estaba Mary, que ya tenía problemas, como un problema en la boca del estómago… No se sabía bien… Uno tapa esas cosas y habla de la lucha, la salud quedaba en segundo plano. Mary no era de hablar de lo personal; siempre se preocupaba más por lo colectivo».

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Lidia y Mary, durante el acampe del Malón de la Paz en Buenos Aires, hace dos años.

La describe así: “Era menuda, callada. Pasaba desapercibida. Pero cuando abría la boca, te dejaba con la boca abierta. Sabía muchísimo. Y tenía una convicción inquebrantable.”

Recuerda Lidia que, en 2019, Mary pasó de la denuncia mediática a la judicial: presentó un amparo colectivo ante la Corte Suprema contra la contaminación del agua con hidrocarburos, arsénico y metales pesados. Denunciaba así, ante el máximo tribunal argentino, el abandono del sistema cloacal, basurales a cielo abierto, y exigía la puesta en marcha de una planta de ósmosis inversa paralizada (actualidadjuridicaambiental.com). En ese expediente Mary detallaba:

  • “Frecuentes interrupciones en el suministro… agua contaminada con hidrocarburos totales y arsénico… napas freáticas contaminadas por fracking…”.
  • Solicitaba medidas cautelares urgentes: provisión gratuita de agua apta, saneamiento cloacal, cierre de basurales y puesta en funcionamiento de la planta de ósmosis inversa.

Esa presentación inédita, que firmó ella misma, reflejaba años de trabajo comunitario, denuncias y… enfermedades. Pero su denuncia fue ignorada, archivada y judicialmente ninguneada: tras seis años, la Corte se declaró “incompetente” y desestimó el recurso, sin resolver la situación de fondo.

Mary no se rindió: en 2020 fue caminando hasta Balcarce 50 para presentar a través de Mesa de Entradas de la Casa Rosada una carta firmada por una red de organizaciones en defensa del agua dirigida a Alberto Fernández, denunciando la contaminación del agua y relacionándola lúcidamente con argumentos que el ex Presidente daba como recomendaciones durante la pandemia.

Lidia Campos es la que recupera y comparte a lavaca este documento, y la que como asambleísta define su legado: “Lo que ella hizo fue histórico. Vale la pena hablarlo para las próximas generaciones… En esta época hemos perdido tanta humanidad que a nadie le importa. Pero acá hay alguien que dio su vida. Dio, literalmente, su vida.”

El último recuerdo que Lidia conserva data del 14 de julio de 2023, durante una jornada de lucha contra Mekorot, la empresa nacional de agua israelí que intentaba desembarcar en Argentina con intenciones sospechosas. Relata Lidia: “Ella estaba afuera del Anexo del Congreso con los Jubilados Insurgentes para protestar… Después fuimos a una confitería. Le pregunté si había comido al mediodía… no había comido nada. Le sugerí unos tostados o medialunas con queso. Pidió un té. Cuando llegó lo que pedimos, no lo pudo comer”. Igual, se sacaron esta hermosa foto compartiendo. Y ese mismo día, antes de despedirse, Mary le regaló una pashmina rosa a Lidia para protegerla del frío.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Carlos Ponce, Mary y Lidia Campos: una amistad atravesada por la lucha ambiental del sur del país.

Abandonada

Cuando se enfermó y vio que su asamblea se desarmaba –entre otras cosas precisamente porque muchos enfermaban- Mary se trasladó a Buenos Aires. Pretendía resistir y atenderse bien, cosa que logró durante muchos años: su lucha logró que PAMI le asignara el Hospital Italiano para su tratamiento.

Tuvo un cáncer controlado que se descontroló al ritmo del deterioro del sistema de salud: primero Macri, luego Fernández, la pandemia y finalmente Milei como garrotazo final.

Desde 2023 su situación empeoró drásticamente. Su compañera Zulema, de Jubilados Insurgentes, relata: “El PAMI decía que tenían medicamentos para esa patología, pero no eran los que había indicado su médica… entonces no los aprobaban. A veces los recursos judiciales salían favorables, pero el PAMI tampoco los entregaba. La impotencia era terrible».

Sino miren este video.

María Teresa López dice claramente: “El mecanismo es simple: es eliminarnos, gastando menos… llegar al déficit cero… matándonos.”

El video la muestra junto a sus compañeros de Jubilados Insurgentes en un reclamo frente al PAMI por sus medicamentos.

Sigue: “Es más fácil eliminarnos de manera nefasta e inhumana… Para mí ustedes son asesinos, y les importa un bledo”.

Hoy, un año y mes después, Mary tenía razón.

Zulema continúa: “Ella no podía hacer la quimio porque la droga fundamental no estaba… íbamos al PAMI con compañeros, hacíamos reclamos, pero no facilitaban nada. Cuando le autorizaban un tratamiento de ocho sesiones, solo le entregaban dos dosis. Nos confesaron que no se molestaban en dar el tratamiento completo porque muchos morían antes… Pero Mary resistía, resistía… llegó un momento en que el cuerpo no resistió más».”

Una de las últimas veces de manifestación ante el PAMI, sin Mary, el personal de seguridad preguntó por ella en la puerta: “¿Cómo está Mary?”

La respuesta era obvia: mal.

Insurgente

Pese al deterioro físico, Mary se unió a los Jubilados Insurgentes. Entendió que el sistema no solo descarta a quienes enferma, sino también a los que ya no pueden “producir”.
Zulema recuerda: “¡Tenía un carácter! Ese carácter es el que la hizo resistir cuando muchos se daban por vencidos”.

Llegó a ese espacio dos años atrás, íntimamente vinculada con su enfermedad. “Se metió en todo lo legal… recursos, fiscalías, Comodoro Py… sabía de litigio ambiental”, dice Zulema.

El 12 de junio de 2024, durante la lucha contra la Ley de Bases, estuvo firme en Plaza los Dos Congresos. “Nosotros la cuidábamos porque estaba débil, pero se escapaba, quería seguir.” Conocía a todos. “Era muy luchadora. Y hablaba con energía. Siempre nos pedía que unamos las luchas».

Lo que posiblemente sea su último legado lúcido: unir las luchas del ambientalismo con las banderas de los jubilados.

Sobre su convicción, Zulema dice: “Cualquier cosita que ella hacía la asumía con total responsabilidad… vino con cartulina, se traía el cartel… Cuando asumió Milei hizo un cartel que decía ‘Toda la clase política es responsable de la debacle del país’, lo diseñó ella misma”.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Un cartelito que le hicieron tras su muerte, Clarisa y Agus, que lo dice todo: «Se lo hicimos porque ella era doña cartelitos, y lo dejamos con ella».

Otra anécdota: “Una vez vino a una reunión, con anotador en mano, ya predispuesta. Algunos comenzaron a hablar de su vida personal, y se enojó. Se levantó, juntó sus notas y se fue. Dijo: ‘acá se pierde tiempo, no van a llegar a nada’. Pero volvió. Con dramas y todo, no quería perder el tiempo: estaba alerta. Era consciente de que la tarea era enorme, y le ponía ímpetu”.

Mary sabía que no le quedaba mucho tiempo y por eso nunca bajó la guardia.

Siguió yendo cada miércoles a las rondas frente al Congreso, siempre con barbijo, para cuidarse y cuidar. Participó del Malón de la Paz, llevó agua, militó con grupos ambientalistas, jubilados y religiosos. Organizó actos, escribió cartas, e insistía en que el 22 de marzo, Día Mundial del Agua, había que salir a las calles. Siempre. Aunque lloviera, aunque doliera.

Porque Mary enseló que la muerte no es algo que ocurre al final: es eso que va sucediendo en vida ante la indiferencia, el silencio de los tribunales, el apagón de las protestas, la descomposición del cuidado, la impunidad de los contaminadores y la complicidad del silencio.

La muerte es el abandono.

La muerte es el olvido.

Y en ese sentido, Mary sigue más viva que nunca.

odas las agrupaciones de jubilados que se juntan los miércoles a protestar en Congreso, preparan un homenaje a Mary y, a través de ella, “a todas las víctimas del sistema y de este plan siniestro de exterminio de los más vulnerables”.

Será mañana, después de la marcha, en un acto en Plaza de Mayo.

Mary: gracias.

Hasta mañana.

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Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

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El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.

Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año. 

El camino de la in-justicia

En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia. 

La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.

Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero. 

Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10. 

Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo. 

Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.

 La pericia tendrá como objetivos precisar:

-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;

-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil; 

-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.

-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.

El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena. 

Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.

Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.

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