Nota
La educación movilizada contra lluvia, frío y ajuste
La Marcha Nacional Universitaria inundó literalmente el centro porteño en una masiva y conmovedora movilización que bajo la lluvia defendió a la Universidad pública en medio de un conflicto que lleva cuatro semanas de tomas, asambleas y clases públicas en las 57 universidades de todo el país. El rol de los jóvenes, la notable presencia de las mujeres. Los recortes en cifras, presupuestos e investigaciones. Los peligros de cierre. El abrazo entre docentes y estudiantes. Testimonios en una jornada histórica para la educación, mientras la devaluación no cesa. Nuestra crónica y reportaje fotográfico.
El 30 de agosto de 2018 podrá ser recordado como el día en el que cayó piedra sin llover, el dólar salto de 35 a 42 pesos, llovió sin caer piedra, salió el sol por el poniente y una multitud en defensa de la educación pública pareció marchar bajo un arco iris, y contra un viento helado en lo meteorológico y en lo político.
“No tengo dólares”, se apresura a decir Anabella Cadi, docente del departamento de Geografía y becaria del CONICET en la Universidad Nacional del Comahue, detrás de unos lentes empañados por la lluvia, con el pelo pegado a la cara, entre una marea de paraguas que circula por la Plaza de los Dos Congresos luego de viajar 18 horas en colectivo desde Neuquén hasta Retiro. Lo dice porque desde que partió junto 30 compañeros y compañeras desde una de las decenas de universidades tomadas en todo el país a participar de la masiva Marcha Nacional Universitaria que inundó la Plaza de Mayo, el dólar pasó de 35 pesos a superar los 40.

Foto: Nacho Yuchark
Anabella describe una situación bien concreta:
· Comahue está en ahogo presupuestario.
· La provincia tuvo que poner dinero de su caja porque hace seis meses que el Estado no manda las partidas presupuestarias.
· Sólo llegan los sueldos.
· “Luego, no se financia nada más”, sintetiza.
El impacto se traduce –cuenta- en ajustes en proyectos de investigación, en la infraestructura edilicia de los edificios, en los ingresos docentes, en el recorte de las becas.
Por eso –dice- la marcha en Neuquén tuvo 10 mil personas caminando 10 cuadras.
“Es muchísimo e histórico”, grafica. “Los que estamos acá somos de los que pudimos viajar, pero con la esperanza de que esto se solucione. Quisiéramos estar en el aula y no acá, cagándonos de frío. Pero es lo que nos toca. Y hay que salir y poner el cuerpo para luchar contra este ajuste que se está llevando puesto al sistema científico y tecnológico”.
Cuando Anabella termina de decir estas palabras, en una plaza llena y bajo la lluvia, el dólar llegó a 41 pesos. “Sí a la plata en educación, no al FMI”, dice una bandera gigante.

Foto: Nacho Yuchark
Lo esencial es invisible
Lo primero que impacta de esta movilización son los cuerpos. Se percibe mayoría de mujeres, cosa que se hace aún más ostensible cuando se canta.
El frío y los pies mojados recuerdan al 8 de agosto y la votación por la ley de aborto. “Lo esencial es invisible a Macri”, cuenta un cartel, como si fuera la voz de El Principito. El color de los pañuelos, esta vez, es azul. El enemigo es más preciso: los insultos son contra el presidente y contra María Eugenia Vidal. El hit del verano atravesó exitosamente el invierno y amenaza con seguir arrasando en primavera. Además, un graffiti retrata a la gobernadora con la nariz alargada de Pinocho: acá nadie olvida su promesa de campaña de que los docentes ganaría 40 mil pesos por mes.
Bajo paraguas –el 8 de agosto valían 80 pesos, ahora 100-, detrás de pecheras, con pilotos amarillos y rosas y celestes, pisando fuerte sobre un cemento mojado para que las banderas no se vuelen con un viento que azota, los cuerpos cantan y bailan a ritmo de bombos cuyo ritmo se traduce en una partitura que es mucho más interesante que la “alianza kirchnerotroskista” descrita por el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, uno de los máximos responsables de un conflicto que ya lleva cuatro semanas de tomas, de asambleas masivas y clases públicas en las 57 universidades nacionales de todo el país, en rechazo al 15 por ciento de aumento propuesto en paritaria.

Foto: Nacho Yuchark
Iara -20 años, estudiante de Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- y Juana -21 años, de Ciencias de la Comunicación- lo explican a la perfección desde su visión estudiantil. “La educación nos hace más libres. Es un derecho que hemos ganado con lucha social y no puede ser que un gobierno tome políticas culturales que arrasen con toda esa historia que hemos conseguido para tener un país más inclusivo”.
¿Otra enseñanza para Finocchiaro? “La educación es un derecho, no un privilegio. Por eso es que vienen tantos estudiantes de otros países a nuestras universidades. No nos pueden encasillas a nosotros de esa manera”. El viento sigue destartalando los paraguas.
Juana no tuvo una clase en todo el cuatrimestre. “Estoy cursando cuatro materias: todas se adhirieron. Y las clases públicas sirvieron para dar visibilización y romper el cerco mediático de los medios hegemónicos. Por eso venimos: para pelear por nuestros derechos”.
Una pintada en el suelo Avenida de Mayo deja la pregunta: “¿Por qué tanto miedo de educar al pueblo?
Una canción le intenta responder: “Nos gobiernan egresados de universidades privadas. Así estamos”.

Foto: Nacho Yuchark
Primera generación
A las 18 la concentración ya era masiva. Salió el sol, por detrás del Congreso. Como seguía lloviendo, se formó un arco iris por encima de Avenida de Mayo. La marcha iba hacia Plaza de Mayo. Franco Méndez -25 años, estudiante de Ingeniería Química- y Stefano Leone –Ingeniería en Sistemas- son dos representantes del centro de estudiantes de la UTN de Rosario.
“Sólo a nuestra UTN le deben 2 millones de pesos”, sintetiza Franco.
¿Qué significa esa cifra en lo concreto? Stefano: “Recorte en becas. Deudas de casi todo el año a los becarios para obras a realizar. Tenemos la suerte de ser una facultad grande que se puede mantener por sí misma, pero otras no están en esas condiciones. Sí nos afecta, claro, en infraestructura, en gastos de mantenimiento. Tenemos miedo de no poder terminar este año académico. Y aún no sabemos cómo vamos a seguir el año que viene”.
Un duro panorama analizan los docentes de la Universidad Nacional Arturo Jauretche de Florencio Varela: “Muchos de los alumnos son primera generación universitaria. Al no haber clases, tememos la deserción. Pero saben que esta situación es difícil de sostener así”.

Foto: Nacho Yuchark
Aceitosos y satélites
Patricia Kandus, 57 años, es doctora en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que ayer realizó un conmovedor y masivo abrazo para defender no sólo los puestos de trabajo y el presupuesto, sino el predio que el Gobierno les quiere quitar para cedérselo a una aceitera para instalar una playa de cargas. “El recorte impacta en la calidad de las clases, en los salarios: el panorama que vemos es negro. Nosotros hacemos investigación en ciencias naturales, ambientales, en ciencia y tecnología y en muchas otras líneas donde se apunta una merma con actividades que vemos deterioradas o se van cerrando”.
-¿Por ejemplo?
-En el grupo trabajamos usando herramientas de teledetección de imágenes satelitales para monitoreo de humedales y ambientes naturales. Hoy por hoy los becarios, que hacen parte de la investigación, tienen un sueldo que apenas les alcanza para vivir. Y los docentes que recién empiezan no tienen cargos o lugares donde desempeñarse. Por otro lado, tenemos subsidios del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Un ejemplo: tenemos un subsidio de tres años que empezó en 2014, pero a fines de 2015 empezaron a darnos las primeras partidas y recién ayer cobré la segunda cuota del segundo año con un retroactivo del 17 por ciento. Eran 120 mil pesos. ¿Hoy el dólar a cuánto se fue? Iba haciendo el cálculo: empecé hace tres días con 3900 dólares, hoy ya tengo 3500 y vamos en descenso hora tras hora. Y eso implica tareas de campo, compras de equipamiento, análisis en laboratorios de calidad. Todo se reduce.

Foto: Nacho Yuchark
Pronóstico meteorológico
Carolina Vera es profesora investigadora en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y del Conicet. Tiene 56 años y trabaja en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera. “Investigamos el clima, herramientas de pronóstico, trabajos de servicio meteorológico”.
-¿Cómo puede describir este clima en la calle?
-Te puedo decir que con el dólar en las nubes, nosotros tenemos que estar acá. Es una situación de mucha incertidumbre y a nosotros nos querían dar un 15 por ciento de aumento. Por eso, a pesar de la lluvia, prefiero pasarla con mis compañeros que escuchando las noticias.
-¿Qué pronóstico visualiza?
-El Gobierno está usando los fenómenos meteorológicos para bastardear a la tormenta. Pero no se da cuenta que una tormenta pasa, y esto que estamos viviendo es sólo una pendiente hacia abajo que, si no se revierte, nos va a seguir hundiendo.
La explicación de Carolina es técnica.
No hay metáfora.

Foto: Nacho Yuchark
A su lado, pasan Camila e Ignacio, con piloto rosa y otro celeste. Tienen 18 años y son estudiantes de Medicina en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Sostenemos un frágil paraguas para evitar que se vuele. Ignacio dice: “Las condiciones en nuestra facultad son malísimas. Los profes no dan clase porque no cobran, el boleto aumentó muchísimo”.
De repente, se escucha un trueno. No sabemos si lo que nos empuja es el viento, la lluvia o la tormenta que acaba de describir Carolina desde su experiencia meteorológica.
A Camila no le importa: “Estar acá es la única forma que tenemos de comunicarle al presidente que la gente está disconforme. Es un problema que nos afecta a todos”.
A Ignacio, tampoco: “A la gente la quieren burra, porque así es fácil controlarla. Pero hay que desarrollar el pensamiento para que cada uno sepa lo que tiene que ver. Y cómo. La lluvia no va a parar nada. Hubo peores tormentas y el pueblo se siguió levantando. Sólo es algo que moja y puede romper un papel. Luego, el cuerpo se seca, pero la fuerza no se apaga”.

Foto: Nacho Yuchark


Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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