Nota
La otra campaña
Caminar preguntando. Una buena imagen del trabajo de Miguel Mirra, conocido como documentalista, ahora compilador del libro La otra campaña, título heredado del zapatismo pero que se refiere a lo que se piensa y hace en la Argentina. El libro reúne trabajos de y sobre movimientos sociales para reflexionar acerca de sus acciones, y hasta dónde llegar. Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, Alberto Sava, Ana María Careaga, Alfredo Moffat, asambleas de Chilecito y Famatina, Jorge Rulli, Luis Zamora, entre otros autores. El subtítulo del trabajo (que se presenta el viernes en Mu.Punto de Encuentro): “El país que queremos, el país que soñamos”.La otra campaña puede leerse como libro programático, teórico si se quiere, aunque repleto de experiencia vívida, en primera persona, que básicamente visibiliza a protagonistas, proyectos, ideas de esos movimientos que Mirra define como “fuera de la agenda política reinante”. La idea del libro fue abrir el debate hacia dentro y fuera de esos movimientos, abrirlo a quien quiera participar, y no llegar a una conclusión sino a varias, siempre por el mismo camino: la pregunta. Mirra confiesa: “Todo el mundo habló de lo que quiso menos sobre lo que le preguntamos”. Y así quedó La otra campaña, como un espacio abierto a las voces a quienes Mirra preguntó caminando. Y sigue: un espacio abierto y para seguir completando.
La presentación
Ésa es la idea que rondará, el próximo viernes 16, a las 19, la presentación de La otra campaña en Mu.Punto de encuentro: abrir el diálogo entre los autores del libro, que cuenten y que inviten, sobre todo, a que esto siga. Mirra confiesa que se van sumando manos con ganas de decir, voces con ganas de escribir, y el proceso de registrar las reflexiones diez años después del 2001. ¿Cuáles son las preguntas, cuáles las respuestas? Mirra, por ahora, proyecta la propia presentación de viernes, a la cual define: “Va a ser un plenario de autores con participación del público”.
El libro (que incluye un reportaje realizado a Darío Santillán, el piquetero asesinado por la policía bonaerense en Puente Pueyrredón, en 2002) exhibe trabajos de estas figuras, que estarán en la presentación: Adolfo Pérez Esquivel (Serpaj), Alberto Sava (Frente de Artistas del Borda), Alfredo Moffat (Escuela de psicología social), Ana Careaga (Instituto espacio para la memoria), Nora Cortiñas (Madre de Plaza de Mayo LF), Reynaldo Saccone (Médico – Cicop), Enrique Viale (Abogado ambientalista), Florencia Vespignani y Diana Hernández (Artista plástica/antropóloga), Gustavo Martínez (Escritor/militante gremial), Jenny Lujan (Asamblea de Chilecito y Famatina), Jorge Falcone (Escritor y documentalista), Darío Aranda (Periodista/pueblos originarios), Jorge Eduardo Rulli (Grupo de Reflexión Rural), Juan Carlos Cena (Militante ferroviario), Claudio Katz (Economista de izquierda), Luis Zamora (Abogado y militante político), Mariano Pacheco (Investigador popular), Martín Ogando (Sociólogo), Claudia Korol (Educación popular), Aldo Casas (Revista Herramienta), Miguel Mazzeo (Ensayista político), Vicente Zito Lema (Educador y poeta) y la Cooperativa de Trabajo Lavaca.
Fuera de la agenda
Mirra es documentalista, tipo inquieto, y con sus trabajos siguió de cerca las asambleas socio-ambientales, movimientos sociales en general y reivindicaciones de mujeres o, dicho por él mismo: “Aspectos de la política que están por afuera de la agenda”. Caminando, entonces, siguió con un documental de Pérez Esquivel (ahora augura otro de Darío Santillán) y otro del movimiento de los desocupados donde conoció a Miguel Mazzeo; fue a éstos dos, primero, a quienes les contó el embrión de La otra campaña: “Hablé primero con Pérez Esquivel y le pareció una muy buena idea; también con Miguel Mazzeo que se sumó al proyecto y empezamos a llamar a gente amiga”.
Cómo siguió: “Tiramos una consigna, un disparador para que los convocados y convocadas tuvieran un punto de partida, tomando el ejemplo de los nuevos movimientos sociales: las cosas no van de arriba para abajo sino de abajo para arriba; se manda obedeciendo. Y las respuestas que nos dieron son las respuestas”.
Para que quede más claro: “Había muchos archipiélagos que por ahí estaban aislados. Y que gracias a las preguntas y reflexiones empezaron a relacionarse, justamente porque tenían esa necesidad”. La idea de Mirra, de La otra campaña, es empujar a esos movimientos, a sus representantes, y sacarlos del “esto es lo que hay”, y plantear otro concepto: sigamos adelante juntos.
Quizá sea ése, no más, el país que soñamos.
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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