Nota
La toma del Mariano Acosta: «Para que la educación pública no sea una utopía»
El Colegio Mariano Acosta de Buenos Aires funciona en un edificio de 1889, bello y enclenque: no se sabe si es más peligroso su deterioro, o las obras oficiales para refaccionarlo. Los alumnos decidieron tomarlo, apoyados por sus padres, azorados todos ante lo que describen como negligencia y torpeza de las autoridades. Conflictos y reivindicaciones cruzados por la crisis económica, la decadencia educativa, Cromañón, y una generación dispuesta a cuidarse. Datos sobre el centro de estudiantes más extraño del que se tengan noticias.
Florencia es una pelirroja de ojos celestes, 16 años y voz decidida, que cursa 3º año del Colegio Mariano Acosta y es vocera de sus compañeros. El colegio está tomado. El lunes 27 de junio los chicos hicieron un abrazo alrededor de la manzana, con cascos amarillos y barbijos para denunciar el riesgo de las refacciones que se realizan como si no hubiera 1500 integrantes de la comunidad educativa soportando mamposterías que se caen (o con riesgo de hacerlo) y nubes de polvo de obra flotando en sus narices.
La toma apoyada por la comisión de padres- fue decidida por los alumnos a través del Centro de Estudiantes, que tiene un tipo de organización y de ejercicio de la democracia acaso inédito: una especie de centro descentrado, según se verá.
En todo caso, no hay sociólogos o politólogos revoloteando la zona de Urquiza y Moreno, ni estudiando a Florencia, que abre sus grandes ojos celestes y dice:
-Hicimos el abrazo y ahora organizamos la toma, para ver si esto se soluciona. Las autoridades no cumplen con el plan de obra que habían prometido. El patio tenía que estar habilitado antes de que empiecen las clases, y no está. Hay techos que se caen, y obreros que trabajan mientras estamos nosotros. Todo es peligroso. Hay un plan alternativo que preparó la comisión técnica de la asamblea de padres. Queremos que se cumpla ese plan.
Ranking elástico
Todo es peligroso. Los chicos vienen reclamando por las obras de reparación del edificio desde comienzos del año lectivo, reivindicación que fusionaron con el pago de becas a estudiantes de las familias más pobres.
Esteban, alto, guardapolvo, 16 años:
-Pedíamos 220 becas. No entregaban ninguna. En mayo tomamos el colegio dos días, y ahí dieron 152. Dijeron que las otras 68 iban a estar para el 16 de junio. Pero no entregaron ninguna. Bah, fue peor: entregaron una.
-Una.
-Sí, como que se te burlan en la cara. Con el abrazo a la escuela, conseguimos 20 más. Decían que estas 67 no entraban en el ranking de pobreza que ellos hacen.
-¿Qué es ese ranking?
-Miden a quién le corresponde y a quién no. Demostramos que el gobierno mentía. Porque cuando hicimos el abrazo hubo 20 que de golpe entraron en el ranking.
-Eso se llama elasticidad.
-Con la toma vamos a pelear por las otras 47 que faltan.
A unos metros, en la vereda, está Patricia, mamá de Ayelén e Ivo, de 15 y 17 años, conversando con otras madres en grupo aparte (es sabido que las y los adolescentes gente prudente- prefieren que sus madres no anden excesivamente cerca).
Dice Patricia: Lo de las becas es terrible. Como gran dádiva les otorgaron una, y los chicos lo sintieron como una humillación. No creo que los funcionarios sean inútiles, sino que simplemente no les interesa hacer las cosas. Además toman las medidas de manera grosera, torpe. ¿Una beca? Es un chiste. Era preferible decirles que por ahora no pueden hacer nada.
Las becas corresponden a toda familia con ingresos debajo de 1.200 pesos mensuales. Andrés, 17 años. La mayoría pide media beca, de 250 pesos anuales. Con el empobrecimiento bruto de los últimos años y la inflación, los que se presentan son todos los que no pueden afrontar el gasto de mandar a los pibes a la escuela.
Teoría del gas
El conflicto en el Mariano Acosta no es reciente. Ya en el 2002, frente a los derrumbes de mampostería, los estudiantes tomaron la escuela y los padres efectuaron toda clase de reclamos, que derivaron en la aprobación de una obra de refacción de la escuela valuada en 8.000.000 de pesos.
Otro Esteban, (15 años): El gobierno pone la obra como un regalo a nosotros, pero eso se consiguió con toda una lucha.
En el grupo de madres, Patricia sostiene: La obra fue consecuencia de todo un reclamo. Es bueno que se haya empezado porque el edificio se venía abajo. Pero queremos una obra segura, no una obra que genere inseguridad e insalubridad. Hay chicos que no pueden venir a la escuela por asma o alergia y el permanente polvillo que vuela.
Esteban, el alto, se agarra la cabeza: ¡Ocho millones!. Y el otro Esteban (15) agrega: A uno le da para pensar que algo raro pasa si invierten tanto, y la obra está como está. Nacho (16, otro de los voceros): Encima a los obreros, por lo que cuentan, no les pagan un mango.
Las autoridades de la escuela comenzaron a tomar decisiones curiosas. Una chica de 4º año sufrió la caída de un matafuegos sobre su talón, por lo que tuvieron que darle cinco puntos de sutura.
En el grupo de madres cuenta Victoria, la mamá de esa nena: El problema es que los matafuegos estaban mal instalados. ¿Qué hicieron entonces? Los sacaron a todos.
Patricia: Los retiraron para pensar bien cómo ponerlos. Se están tomando un tiempo un poco largo. Ahora avisaron que lo van a solucionar después de las vacaciones de invierno
-¿Y si hay un incendio?
Patricia arquea las cejas: Matafuegos, no hay. Los tienen guardados.
Los estudiantes, en cierto momento, percibieron que algo olía mal en la escuela.
Gas.
Esteban (15): Hicimos un petitorio y lo llevamos a la Secretaría de Educación. Nos contestaron que de eso se tenía que hacer cargo la Cooperadora.
Ajena a estos vaivenes, la pérdida de gas continuó imperturbable. Finalmente, ante las denuncias y ante esa bomba de tiempo, se hizo presente la empresa Metrogas, que cortó el servicio a la escuela, hasta que se efectúen los arreglos correspondientes.
En el grupo de madres, Victoria: Ahora no tienen calefacción. En algunas aulas pusieron caloventores así chiquitos, que no calientan nada. Pero por lo menos cortaron el gas antes de que hubiera un desastre.
(Cualquier incendio hubiera tenido el agregado de la falta de matafuegos, lo cual confirma la Argentina-Cromañón, además de descerebrada, es una tierra sin metáforas).
La pérdida de gas no alcanzó a provocar un desastre, pero evocó Cromañón, por si alguien andaba amnésico. Victoria: Es que continuamos con lo mismo. Los chicos se sienten totalmente desprotegidos, y sin ningún tipo de contención por parte de los adultos. Por eso estamos los padres acompañándolos. Ellos tienen razón al exigir protección.
Patricia: Los chicos decían en una asamblea que el gobierno no los cuida, las autoridades no los cuida. Tenemos que cuidarnos nosotros, dijeron. Son de la generación afectada por el tema Cromañón. Y tomaron el tema mucho más que los adultos, creo.
Victoria: Fue muy loco a comienzos del año. Iban a empezar las clases, la escuela estaba destruida y le pedimos al gobierno de la ciudad una habilitación. Después de Cromañón era lo mínimo que podíamos pedir. Nos dijeron que el gobierno no extiende habilitación a las escuelas estatales. Sólo a las privadas porque son empresas.
Patricia: Se tenía que encargar Infraestructura Escolar, que es la que está haciendo la obra y entonces no va a decidir nada. Conclusión: si esta fuera una escuela privada, estaría clausurada.
Violencia
El caso del Mariano Acosta fue uno de los que en mayo mostró a estudiantes secundarios de diversas escuelas movilizándose a partir del reclamo inicial de los chicos del Normal 9, que cortaron la avenida Callao ante la falta de respuestas de la ciudad frente a los derrumbes en el edificio. (Las autoridades de la escuela, debe recordarse, solicitaron la presencia de la Guardia de Infantería para reprimir a los estudiantes).
En otros casos hubo marchas, clases públicas y tomas, como en el Mariano Acosta. En todos los casos la protesta fue pacífica además de legítima, y ocurrió después de agotar todas las instancias y pedidos institucionales de soluciones. La justicia terminó dándole la razón a los estudiantes, por ejemplo, clausurando el Normal 9.
Sin embargo, frente al reclamo estudiantil, se produjo una reacción violenta en parte del establishment político y periodístico. Algunos ejemplos tomados de un informe del Normal 9:
· Aníbal Ibarra dijo que son grupos de izquierda que fogonean a los estudiantes secundarios.
· Roxana Perazza, secretaria de Educación, acusó en cambio al macrismo.
· Aníbal Fernández (ministro del Interior) dijo: Lo que hacen los chicos es una animalada.
· Magdalena Ruiz Guiñazú (del Grupo Clarín): Los estudiantes no saben nada de democracia.
· Nancy Pazos (periodista radial): Son unos pendejos de mierda.
· Samuel Gelblung, de Radio 10: Son como terroristas iraquíes. Una más: Hicieron su mayo francés.
El centro horizontal
Los chicos del Mariano Acosta se mueven ajenos a tales exabruptos acaso seniles, y se preparan para pasar la noche en la escuela. Lo han decidido en asamblea, y los padres han decidido acompañarlos por turnos.
El CESMA (Centro de Estudiantes Secundarios del Mariano Acosta) es una experiencia novedosa: no se trata de una organización con presidente, secretarios, consejos o mesas directivas ni ninguno de los organigramas habituales en estos casos.
Andrés: El centro es horizontal. Hay dos delegados por curso, un coordinador por turno, y voceros para hablar con las autoridades o con la prensa, si hace falta.
Esteban: Por turno hay un vocero y un coordinador, y después de clase hay comisiones de prensa, de derechos humanos, de recreación, de seguimiento de la obra. El delegado lleva la opinión del curso a la reunión de delegados. El coordinador coordina las reuniones o las actividades. Y el vocero lleva la opinión de los estudiantes adonde se tenga que llevar.
(En momentos complicados, como la toma, agregan voceros para que la responsabilidad sea más compartida).
Andrés: Cada discusión se debate en los cursos y ahí deciden los alumnos. No hay nadie que represente o sea elegido para decidir por los alumnos.
Florencia: Nadie tiene más poder que otros. Y todos vamos cambiando. Yo soy vocera pero después de las vacaciones de invierno no soy más, y elegimos a otra.
Esteban: El delegado no es un dirigente, es el que dice y transmite en la reunión de delegados lo que decidió su curso.
Nacho: Y es responsabilidad del curso asegurarse que el delegado esté cumpliendo con lo que tiene que hacer.
Andrés: No es solo una forma de organización, sino que es el modo en el que se expresa la voz de todos los estudiantes del colegio.
Nacho: Muchos centros tienen presidentes, secretarios, cargos, pero poca participación. Acá es al revés. Para el gobierno, la secretaría de Educación, nosotros tenemos el centro mal hecho. Ellos dicen que tenemos que ser verticalistas.
Más que un centro, parece una red de estudiantes. ¿De dónde salió la idea de un centro horizontal y descentrado?
Esteban: Antes había un centro vertical pero en el 2001 hubo una asamblea y se presentaron distintos estatutos para decidir no qué agrupación ganaba una elección, sino cómo organizarnos. Y ganó este estatuto.
Andrés: Es que es el sistema de más participación a cada uno. Los alumnos lo leyeron, se dieron cuenta, y lo votaron.
Por eso no hay elecciones sino votación de los delegados de cada curso.
Esteban: Puede haber burocracia, pero es muy fácil revocar a esa burocracia.
¿Responden a agrupaciones políticas?
Andrés: No. Tenemos ideas políticas, ideología, pero no de un partido. Cada uno podrá tener su simpatía, o no, pero acá decide la asamblea.
Nacho: Los partidos políticos se creen que son la vanguardia del movimiento estudiantil. Nada que ver. Se meten como si fueran legítimos acá, y no son legítimos. Lo único legitimo acá es la asamblea.
Esteban: Hay algunos partidos políticos que quieren manipular lo que se dice en la asamblea. En el normal 9 me acuerdo que apareció un joven de la UCR y lo echaron a patadas. Nosotros tomamos esta decisión: recibimos el apoyo de quien sea, pero eso no va a influir en las decisiones que tomemos.
Otra vez en el grupo de madres: ¿qué opinan de este modo de organización horizontal del centro?
Victoria: Es asombroso y maravilloso verlos participar en las asambleas. Es increíble el nivel democrático de respeto por la opinión del otro a pesar de las diferencias. Y funciona perfectamente. A nosotros nos cuesta pensarlo porque estamos acostumbrados a otro sistema. Pero para ellos es algo muy natural, que pueden llevar a cabo muy bien.
Los padres han ido aprendiendo y reproduciendo el modo de organizarse de sus hijos.
La toma
Durante la toma de la escuela no se le impide el acceso a ningún maestro, profesor ni autoridad. La escuela primaria y la terciaria continúan sus clases normalmente, y los secundarios reemplazan las clases habituales por charlas, talleres, mesas redondas y actividades diversas. El primer día de toma hubo talleres referidos a derechos humanos.
La Comisión Técnica de la asamblea de padres del colegio presentó una propuesta de planificación de las obras para garantizar la seguridad de los estudiantes.
Proponen.
1) Suspender las tareas en el llamado edificio Histórico (la parte más antigua) hasta las vacaciones de invierno.
2) Instalar matafuegos. (Sugieren nichos embutidos para evitar que los matafuegos sigan cayendo sobre los niños presentes).
3) Cerrado provisorio de boquetes en aulas para evitar la contaminación sonora y la pérdida de calor (habría que agregar: cuando haya calefacción, y calor que conservar).
4) Revisión del Edificio Histórico por parte de Defensa Civil, para desprender todo elemento que presente riesgo de caída.
5) Controlar la caída de polvillo con la colocación de telas o media sombras en los cielorrasos.
6) Provisión de agua (faltaba el dato: durante muchas horas por día, no hay agua en la escuela).
7) Continuación de los trabajos (retomar las tareas en el Edificio Histórico durante las vacaciones).
8) Provisión de gas (tal vez fuera posible garantizarla en condiciones no homicidas).
9) Calefacción: proveer los medios de calefacción adecuados a las dimensiones de las aulas y demás espacios de la Escuela (una sutil crítica a los caloventores).
10) Seguimiento (la comisión realizará una revisión semanal para evaluar las condiciones de seguridad dada la dinámica de la obra).
La propuesta fue firmada por Pablo Echart, ingeniero en Seguridad Ambiental y la arquitecta Mercedes Rillo.
No se conocen respuestas oficiales.
Los estudiantes, mientras tanto, elaboraron un comunicado en el que piden que se ejecute este plan de la comisión técnica y exigen el pago de 67 becas, además de normalizar el pago de las ya entregadas. Cuentan que durante la toma se realizarán charlas, debates, talleres, proyección de películas y demás actividades culturales, de concientización y de recreación.
Terminan diciendo:
Por último queremos dejar en claro que no respondemos a ningún partido político sino que somos un Centro de Estudiantes independiente. Contamos con el apoyo de nuestros padres y de los padres de primaria.
Por la legitimidad de los reclamos y porque luchamos por mejores condiciones educativas pedimos ser escuchados y respetados.
La última frase es el lema del Centro: Para que la educación pública no sea una utopía.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Revista MuHace 2 semanasMu 209: Una de terror

Derechos HumanosHace 1 semanaA 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?

ActualidadHace 2 semanasExtractivismo en Mendoza: movilización y rechazo ante la legislatura por el intento de votación del proyecto San Jorge

ActualidadHace 5 díasMendoza en caravana hacia la capital provincial contra el proyecto minero San Jorge

NotaHace 1 semanaEncuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

















