Nota
La toma del Mariano Acosta: «Para que la educación pública no sea una utopía»
El Colegio Mariano Acosta de Buenos Aires funciona en un edificio de 1889, bello y enclenque: no se sabe si es más peligroso su deterioro, o las obras oficiales para refaccionarlo. Los alumnos decidieron tomarlo, apoyados por sus padres, azorados todos ante lo que describen como negligencia y torpeza de las autoridades. Conflictos y reivindicaciones cruzados por la crisis económica, la decadencia educativa, Cromañón, y una generación dispuesta a cuidarse. Datos sobre el centro de estudiantes más extraño del que se tengan noticias.
Florencia es una pelirroja de ojos celestes, 16 años y voz decidida, que cursa 3º año del Colegio Mariano Acosta y es vocera de sus compañeros. El colegio está tomado. El lunes 27 de junio los chicos hicieron un abrazo alrededor de la manzana, con cascos amarillos y barbijos para denunciar el riesgo de las refacciones que se realizan como si no hubiera 1500 integrantes de la comunidad educativa soportando mamposterías que se caen (o con riesgo de hacerlo) y nubes de polvo de obra flotando en sus narices.
La toma apoyada por la comisión de padres- fue decidida por los alumnos a través del Centro de Estudiantes, que tiene un tipo de organización y de ejercicio de la democracia acaso inédito: una especie de centro descentrado, según se verá.
En todo caso, no hay sociólogos o politólogos revoloteando la zona de Urquiza y Moreno, ni estudiando a Florencia, que abre sus grandes ojos celestes y dice:
-Hicimos el abrazo y ahora organizamos la toma, para ver si esto se soluciona. Las autoridades no cumplen con el plan de obra que habían prometido. El patio tenía que estar habilitado antes de que empiecen las clases, y no está. Hay techos que se caen, y obreros que trabajan mientras estamos nosotros. Todo es peligroso. Hay un plan alternativo que preparó la comisión técnica de la asamblea de padres. Queremos que se cumpla ese plan.
Ranking elástico
Todo es peligroso. Los chicos vienen reclamando por las obras de reparación del edificio desde comienzos del año lectivo, reivindicación que fusionaron con el pago de becas a estudiantes de las familias más pobres.
Esteban, alto, guardapolvo, 16 años:
-Pedíamos 220 becas. No entregaban ninguna. En mayo tomamos el colegio dos días, y ahí dieron 152. Dijeron que las otras 68 iban a estar para el 16 de junio. Pero no entregaron ninguna. Bah, fue peor: entregaron una.
-Una.
-Sí, como que se te burlan en la cara. Con el abrazo a la escuela, conseguimos 20 más. Decían que estas 67 no entraban en el ranking de pobreza que ellos hacen.
-¿Qué es ese ranking?
-Miden a quién le corresponde y a quién no. Demostramos que el gobierno mentía. Porque cuando hicimos el abrazo hubo 20 que de golpe entraron en el ranking.
-Eso se llama elasticidad.
-Con la toma vamos a pelear por las otras 47 que faltan.
A unos metros, en la vereda, está Patricia, mamá de Ayelén e Ivo, de 15 y 17 años, conversando con otras madres en grupo aparte (es sabido que las y los adolescentes gente prudente- prefieren que sus madres no anden excesivamente cerca).
Dice Patricia: Lo de las becas es terrible. Como gran dádiva les otorgaron una, y los chicos lo sintieron como una humillación. No creo que los funcionarios sean inútiles, sino que simplemente no les interesa hacer las cosas. Además toman las medidas de manera grosera, torpe. ¿Una beca? Es un chiste. Era preferible decirles que por ahora no pueden hacer nada.
Las becas corresponden a toda familia con ingresos debajo de 1.200 pesos mensuales. Andrés, 17 años. La mayoría pide media beca, de 250 pesos anuales. Con el empobrecimiento bruto de los últimos años y la inflación, los que se presentan son todos los que no pueden afrontar el gasto de mandar a los pibes a la escuela.
Teoría del gas
El conflicto en el Mariano Acosta no es reciente. Ya en el 2002, frente a los derrumbes de mampostería, los estudiantes tomaron la escuela y los padres efectuaron toda clase de reclamos, que derivaron en la aprobación de una obra de refacción de la escuela valuada en 8.000.000 de pesos.
Otro Esteban, (15 años): El gobierno pone la obra como un regalo a nosotros, pero eso se consiguió con toda una lucha.
En el grupo de madres, Patricia sostiene: La obra fue consecuencia de todo un reclamo. Es bueno que se haya empezado porque el edificio se venía abajo. Pero queremos una obra segura, no una obra que genere inseguridad e insalubridad. Hay chicos que no pueden venir a la escuela por asma o alergia y el permanente polvillo que vuela.
Esteban, el alto, se agarra la cabeza: ¡Ocho millones!. Y el otro Esteban (15) agrega: A uno le da para pensar que algo raro pasa si invierten tanto, y la obra está como está. Nacho (16, otro de los voceros): Encima a los obreros, por lo que cuentan, no les pagan un mango.
Las autoridades de la escuela comenzaron a tomar decisiones curiosas. Una chica de 4º año sufrió la caída de un matafuegos sobre su talón, por lo que tuvieron que darle cinco puntos de sutura.
En el grupo de madres cuenta Victoria, la mamá de esa nena: El problema es que los matafuegos estaban mal instalados. ¿Qué hicieron entonces? Los sacaron a todos.
Patricia: Los retiraron para pensar bien cómo ponerlos. Se están tomando un tiempo un poco largo. Ahora avisaron que lo van a solucionar después de las vacaciones de invierno
-¿Y si hay un incendio?
Patricia arquea las cejas: Matafuegos, no hay. Los tienen guardados.
Los estudiantes, en cierto momento, percibieron que algo olía mal en la escuela.
Gas.
Esteban (15): Hicimos un petitorio y lo llevamos a la Secretaría de Educación. Nos contestaron que de eso se tenía que hacer cargo la Cooperadora.
Ajena a estos vaivenes, la pérdida de gas continuó imperturbable. Finalmente, ante las denuncias y ante esa bomba de tiempo, se hizo presente la empresa Metrogas, que cortó el servicio a la escuela, hasta que se efectúen los arreglos correspondientes.
En el grupo de madres, Victoria: Ahora no tienen calefacción. En algunas aulas pusieron caloventores así chiquitos, que no calientan nada. Pero por lo menos cortaron el gas antes de que hubiera un desastre.
(Cualquier incendio hubiera tenido el agregado de la falta de matafuegos, lo cual confirma la Argentina-Cromañón, además de descerebrada, es una tierra sin metáforas).
La pérdida de gas no alcanzó a provocar un desastre, pero evocó Cromañón, por si alguien andaba amnésico. Victoria: Es que continuamos con lo mismo. Los chicos se sienten totalmente desprotegidos, y sin ningún tipo de contención por parte de los adultos. Por eso estamos los padres acompañándolos. Ellos tienen razón al exigir protección.
Patricia: Los chicos decían en una asamblea que el gobierno no los cuida, las autoridades no los cuida. Tenemos que cuidarnos nosotros, dijeron. Son de la generación afectada por el tema Cromañón. Y tomaron el tema mucho más que los adultos, creo.
Victoria: Fue muy loco a comienzos del año. Iban a empezar las clases, la escuela estaba destruida y le pedimos al gobierno de la ciudad una habilitación. Después de Cromañón era lo mínimo que podíamos pedir. Nos dijeron que el gobierno no extiende habilitación a las escuelas estatales. Sólo a las privadas porque son empresas.
Patricia: Se tenía que encargar Infraestructura Escolar, que es la que está haciendo la obra y entonces no va a decidir nada. Conclusión: si esta fuera una escuela privada, estaría clausurada.
Violencia
El caso del Mariano Acosta fue uno de los que en mayo mostró a estudiantes secundarios de diversas escuelas movilizándose a partir del reclamo inicial de los chicos del Normal 9, que cortaron la avenida Callao ante la falta de respuestas de la ciudad frente a los derrumbes en el edificio. (Las autoridades de la escuela, debe recordarse, solicitaron la presencia de la Guardia de Infantería para reprimir a los estudiantes).
En otros casos hubo marchas, clases públicas y tomas, como en el Mariano Acosta. En todos los casos la protesta fue pacífica además de legítima, y ocurrió después de agotar todas las instancias y pedidos institucionales de soluciones. La justicia terminó dándole la razón a los estudiantes, por ejemplo, clausurando el Normal 9.
Sin embargo, frente al reclamo estudiantil, se produjo una reacción violenta en parte del establishment político y periodístico. Algunos ejemplos tomados de un informe del Normal 9:
· Aníbal Ibarra dijo que son grupos de izquierda que fogonean a los estudiantes secundarios.
· Roxana Perazza, secretaria de Educación, acusó en cambio al macrismo.
· Aníbal Fernández (ministro del Interior) dijo: Lo que hacen los chicos es una animalada.
· Magdalena Ruiz Guiñazú (del Grupo Clarín): Los estudiantes no saben nada de democracia.
· Nancy Pazos (periodista radial): Son unos pendejos de mierda.
· Samuel Gelblung, de Radio 10: Son como terroristas iraquíes. Una más: Hicieron su mayo francés.
El centro horizontal
Los chicos del Mariano Acosta se mueven ajenos a tales exabruptos acaso seniles, y se preparan para pasar la noche en la escuela. Lo han decidido en asamblea, y los padres han decidido acompañarlos por turnos.
El CESMA (Centro de Estudiantes Secundarios del Mariano Acosta) es una experiencia novedosa: no se trata de una organización con presidente, secretarios, consejos o mesas directivas ni ninguno de los organigramas habituales en estos casos.
Andrés: El centro es horizontal. Hay dos delegados por curso, un coordinador por turno, y voceros para hablar con las autoridades o con la prensa, si hace falta.
Esteban: Por turno hay un vocero y un coordinador, y después de clase hay comisiones de prensa, de derechos humanos, de recreación, de seguimiento de la obra. El delegado lleva la opinión del curso a la reunión de delegados. El coordinador coordina las reuniones o las actividades. Y el vocero lleva la opinión de los estudiantes adonde se tenga que llevar.
(En momentos complicados, como la toma, agregan voceros para que la responsabilidad sea más compartida).
Andrés: Cada discusión se debate en los cursos y ahí deciden los alumnos. No hay nadie que represente o sea elegido para decidir por los alumnos.
Florencia: Nadie tiene más poder que otros. Y todos vamos cambiando. Yo soy vocera pero después de las vacaciones de invierno no soy más, y elegimos a otra.
Esteban: El delegado no es un dirigente, es el que dice y transmite en la reunión de delegados lo que decidió su curso.
Nacho: Y es responsabilidad del curso asegurarse que el delegado esté cumpliendo con lo que tiene que hacer.
Andrés: No es solo una forma de organización, sino que es el modo en el que se expresa la voz de todos los estudiantes del colegio.
Nacho: Muchos centros tienen presidentes, secretarios, cargos, pero poca participación. Acá es al revés. Para el gobierno, la secretaría de Educación, nosotros tenemos el centro mal hecho. Ellos dicen que tenemos que ser verticalistas.
Más que un centro, parece una red de estudiantes. ¿De dónde salió la idea de un centro horizontal y descentrado?
Esteban: Antes había un centro vertical pero en el 2001 hubo una asamblea y se presentaron distintos estatutos para decidir no qué agrupación ganaba una elección, sino cómo organizarnos. Y ganó este estatuto.
Andrés: Es que es el sistema de más participación a cada uno. Los alumnos lo leyeron, se dieron cuenta, y lo votaron.
Por eso no hay elecciones sino votación de los delegados de cada curso.
Esteban: Puede haber burocracia, pero es muy fácil revocar a esa burocracia.
¿Responden a agrupaciones políticas?
Andrés: No. Tenemos ideas políticas, ideología, pero no de un partido. Cada uno podrá tener su simpatía, o no, pero acá decide la asamblea.
Nacho: Los partidos políticos se creen que son la vanguardia del movimiento estudiantil. Nada que ver. Se meten como si fueran legítimos acá, y no son legítimos. Lo único legitimo acá es la asamblea.
Esteban: Hay algunos partidos políticos que quieren manipular lo que se dice en la asamblea. En el normal 9 me acuerdo que apareció un joven de la UCR y lo echaron a patadas. Nosotros tomamos esta decisión: recibimos el apoyo de quien sea, pero eso no va a influir en las decisiones que tomemos.
Otra vez en el grupo de madres: ¿qué opinan de este modo de organización horizontal del centro?
Victoria: Es asombroso y maravilloso verlos participar en las asambleas. Es increíble el nivel democrático de respeto por la opinión del otro a pesar de las diferencias. Y funciona perfectamente. A nosotros nos cuesta pensarlo porque estamos acostumbrados a otro sistema. Pero para ellos es algo muy natural, que pueden llevar a cabo muy bien.
Los padres han ido aprendiendo y reproduciendo el modo de organizarse de sus hijos.
La toma
Durante la toma de la escuela no se le impide el acceso a ningún maestro, profesor ni autoridad. La escuela primaria y la terciaria continúan sus clases normalmente, y los secundarios reemplazan las clases habituales por charlas, talleres, mesas redondas y actividades diversas. El primer día de toma hubo talleres referidos a derechos humanos.
La Comisión Técnica de la asamblea de padres del colegio presentó una propuesta de planificación de las obras para garantizar la seguridad de los estudiantes.
Proponen.
1) Suspender las tareas en el llamado edificio Histórico (la parte más antigua) hasta las vacaciones de invierno.
2) Instalar matafuegos. (Sugieren nichos embutidos para evitar que los matafuegos sigan cayendo sobre los niños presentes).
3) Cerrado provisorio de boquetes en aulas para evitar la contaminación sonora y la pérdida de calor (habría que agregar: cuando haya calefacción, y calor que conservar).
4) Revisión del Edificio Histórico por parte de Defensa Civil, para desprender todo elemento que presente riesgo de caída.
5) Controlar la caída de polvillo con la colocación de telas o media sombras en los cielorrasos.
6) Provisión de agua (faltaba el dato: durante muchas horas por día, no hay agua en la escuela).
7) Continuación de los trabajos (retomar las tareas en el Edificio Histórico durante las vacaciones).
8) Provisión de gas (tal vez fuera posible garantizarla en condiciones no homicidas).
9) Calefacción: proveer los medios de calefacción adecuados a las dimensiones de las aulas y demás espacios de la Escuela (una sutil crítica a los caloventores).
10) Seguimiento (la comisión realizará una revisión semanal para evaluar las condiciones de seguridad dada la dinámica de la obra).
La propuesta fue firmada por Pablo Echart, ingeniero en Seguridad Ambiental y la arquitecta Mercedes Rillo.
No se conocen respuestas oficiales.
Los estudiantes, mientras tanto, elaboraron un comunicado en el que piden que se ejecute este plan de la comisión técnica y exigen el pago de 67 becas, además de normalizar el pago de las ya entregadas. Cuentan que durante la toma se realizarán charlas, debates, talleres, proyección de películas y demás actividades culturales, de concientización y de recreación.
Terminan diciendo:
Por último queremos dejar en claro que no respondemos a ningún partido político sino que somos un Centro de Estudiantes independiente. Contamos con el apoyo de nuestros padres y de los padres de primaria.
Por la legitimidad de los reclamos y porque luchamos por mejores condiciones educativas pedimos ser escuchados y respetados.
La última frase es el lema del Centro: Para que la educación pública no sea una utopía.
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

Nota
La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI
Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.
El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos.
El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

Exposiciones sin consenso
El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.
En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.
Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.
Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.
La evidencia del modelo
Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.
Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.
Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.
Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.
María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.
Antecedentes que enferman
Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós.
Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.
Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.
Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.


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