Nota
Las trabajadoras de la tierra
La Unión de Trabajadores de la Tierra realizó un feriazo en el Congreso como parte de una serie de movilizaciones junto a otras organizaciones en el Día Internacional de la Lucha Campesina. Exigieron políticas para el sector y convocaron al Foro Nacional que realizarán en el Microestadio de Ferro el 7 y 8 de mayo. Lavaca habló allí con las campesinas y trabajadoras. Quiénes son, de dónde vienen, qué discuten. El trabajo, los cuidados, el machismo, el aborto. La organización como estrategia antipatriarcal. La educación interna a las compañeras y, también, a los compañeros. Las preguntas que están sembrando y las respuestas que ya no callan.
“¿Por qué vas a la UTT que te llenan la cabeza?”.
Roxana, productora de Florencio Varela, sabe que hay compañeras que aguantan esa pregunta. Y que, de a poco, se construyó una respuesta: “Hay muchos hombres que se quejan porque no quieren que vengan, porque si le gritan o si la quiere golpear, la compañera ya no se deja”.
Tiene 33 años y dice que ser parte de la Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT) es una experiencia nueva, pero es mucho más lo que está aprendiendo. Habla frente al Congreso, en una de las movilizaciones y feriazos que llevaron adelante con otras organizaciones en el Día Internacional de la Lucha Campesina, en que el que exigieron políticas concretas para el sector (Ley de Agricultura Familiar, avance de la Ley de Acceso a Tierras y contra la modificación de la Ley de Semillas, por ejemplo) y llamaron a la convocatoria a un Foro Nacional para discutir un Programa Agrario, que se desarrollará el 7 y 8 de mayo en el Microestadio de Ferro.
Allí, como en cada feriazo, quinta y movilización, la participación de las campesinas es clave.
No hablan exclusivamente del trabajo, sino también de la relación que está sembrando con compañeras. Y agrega Roxana: “Mi mamá, por ejemplo, me decía: ´Lo que el hombre te dice es lo que tenes que hacer, para eso te casaste´. O me decía: ´Si tu marido te dice que no vas a un lugar, no tenés que ir´”.
-¿Y vos qué pensás?
-Que no es así. A mis hijos cuando sean grandes lo primero que voy a enseñarle es los derechos de la mujer.
Organizarse
Zulma, referente de la organización, trabajadora de la tierra en La Plata, está preocupada por la cantidad de casos de violencia que aparecen semana a semana. “Hay mucho maltrato a la mujer”, dice a lavaca frente al Congreso. “Nadie hace nada: la justicia no hace nada si nosotros no nos movemos”. Ella es una de las promotoras para abordar temas relacionados a machismo.“Nos hemos capacitado hace tres años para ayudar a esas compañeras maltratadas, violadas, golpeadas. Les decimos que cuenten con la promotora: cualquier día, a cualquier hora, nos llaman, enseguida salimos y también acompañamos en la denuncia”.
En cada una de las bases hay una compañera capacitándose para ser quien reciba y acompañe. También cuentan con un abogado y recientemente se sumó una psicóloga. ¿Qué hace el Estado? “Nada. El Instituto Nacional de la Mujer tampoco nos ha dado nada. Aportamos de a poquito cada uno para pagar el abogado y la psicóloga. Nos capacitamos entre nosotras y con otras organizaciones, haciendo intercambios”.
Las preguntas
Roxana cree que hay muchos silencios que ahora se empiezan a abandonar.
Se habitan las palabras.
“Las mujeres se van abriendo”. ¿Qué dicen? “Ven lo que está mal y lo que está bien. En el trabajo somos pares. En mi base las señoras se preguntan: ¿por qué la plata la tiene que manejar el hombre? ¿Por qué nos tienen que controlar cuánto gastamos? ¿Por qué tiene que tomar la decisión él de qué es lo que vamos a plantar y qué no? La opinión tendría que ser de los dos, trabajamos los dos, cosechamos los dos”.
Sigue Zulma: “Como la mujer trabaja a la par del marido, el hombre se acostumbra que la mujer esté a su lado. Si la mujer sale a algún lado es como que ya no está con él ayudándolo. Nosotras decimos que no es así. Vamos al trabajo, vamos a la casa, y por ejemplo yo lavo los platos y vos cocinas o uno arregla a las nenas, las llevamos juntos a la escuela, la buscamos juntos, vamos a la quinta. Nosotras planteamos la igualdad”
Soledad, 25 años, es delegada de una de las bases en La Plata y se está formando para ser una de las referentas que pueda acompañar en situaciones de violencia: “Me interesa por los compañeros y compañeras que tenemos detrás, con la idea de poder hablar con varones y mujeres”. Quiere estudiar para ser asistente social y reconoce una trasformación en sus compañeras: “Cada vez se abren un poquito más. En algún momento dejan de estar en una burbuja. Empiezan a decir: esto no es normal, a repensar el por qué”.

En la foto: Roxana, Soledad, Zulma.
Aborto
Soledad tiene un hijo de 9 años y está en pareja con un varón. Reconoce que en su generación ellos acompañan más los reclamos de las mujeres aunque elige definir la situación todavía como compleja. “Estoy en pareja y al principio costó un montón que entendiera que estoy a favor del aborto, que es un decisión mía. Eso es lo que cuesta: entender que es una decisión de una y que no tiene que ser por otro”
Para Roxana, entre las compañeras las opiniones están divididas. Zulma coincide pero resalta la importancia de construir puentes para hablar con las más jóvenes. “Que tengan la confianza de hablar con sus hijas, que sean amigas, compañeras. Que puedan contarles sus cosas. Que podamos también entender a nuestras hijas: eso nos ayuda a que puedan tener una vida mejor”.
Cuidados
Zulma cuenta que es importante que ella y sus compañeras aprendan a cuidarse. La palabra aparece amplia, llega después de hablar de violencia, antes de hacerlo sobre embarazos, mientras se pregunta por qué no dedicarse un día a una misma.
“A veces te bajoneás: el trabajo, la quinta, el marido. Te dejas de comprar la ropa que querés para poder darle una vida mejor a tus hijos, a tu pareja. Está mal. Una vez por lo menos, ¿por qué no comprarse esa remera que tanto nos gusta? ¿Por qué no dedicarse un día, dedicarse un tiempo? Es importante hablarlo, también para que se cuiden. La quinta es muy esclavizada. A veces la mamá y el papá están trabajando y los nenes están dejados, no porque nosotros queremos, sino porque nuestro laburo es muy difícil. Muchas veces nadie les habla de cómo tienen que cuidarse: nosotras ofrecemos el DIU, inyecciones, pastillas. Hay que hablarlo, que sepan todos, al hombre también le toca cuidarse. Las mujeres tampoco podemos embutirnos de pastillas, inyecciones, los hombres tienen que aprender a cuidarse porque nosotras solas no hacemos a los hijos”.
Nota
Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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