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Mataderos es trans: una jornada histórica a pura feria, folklore y baile

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En el día de la Visibilidad Travesti Trans, una crónica sobre una jornada inédita en la escena cultural porteña: por primera vez artistas de la comunidad LGBTQ+ se subieron al escenario de la histórica Feria de Mataderos. Ferni de Gyldenfeldt, Lorena Carpanchay e Invisibl3s aportaron con sus voces, danzas y letras de la diversidad un aire fresco a uno de los espacios más tradicionales del folclore local. Las reacciones. Los comentarios. Las charlas en la calle y en los colectivos. Y la danza que refleja que el mundo cambia y lo recibimos a puro baile.

¿Cuándo empieza el show? Pregunta una chica en la parte de atrás del escenario montado en la Feria de Mataderos. “Ya empieza. Arranca Ferni”, responde Ari Lorenzo, quien escribe las letras del grupo Invisibl3es, baila, toca el tambor y un instrumento de percusión llamado kazoo. El show que está a punto de comenzar en la soleada tarde es un hecho inédito para esta tradicional feria: por primera vez van a hacerse presentes en su escenario artistas de la comunidad LGBTQ+. La cantante Ferni de Gyldenfeldt, la coplera salteña Lorena Carpanchay y el grupo folclórico Invisibl3s son quienes están a punto de inaugurar una nueva etapa en este espacio emblemático para la música popular argentina.

Minutos después de las tres de la tarde, Julio “El Chelco” Rodriguez, gaucho que desde hace décadas es el anfitrión de la Feria, anuncia el show que dará comienzo a la música en vivo. “Las fronteras que la chacarera va borrando son fronteras de tabúes, estigmas que la sociedad, como cualquier otra, tiene. La Feria de Mataderos siempre da esos lugares. Hoy ella viene desde una percepción nueva, que la sociedad ha tomado, y se muestra como tal. La escuché en el Pre Cosquín y es deslumbrante, extraordinaria. Vamos a recibirla por primera vez en el escenario de la Feria de Mataderos. Nuestro aplauso sincero a esta conmovedora artista: Ferni”.

De vestido negro largo, con brillos en la parte superior y una chalina blanca, Ferni ocupa el escenario junto al guitarrista Nahuel Quipildor. “Es una gran emoción estar hoy aquí en este escenario. Por primera vez, disidencias sexogenéricas nos hacemos presentes en la Feria de Mataderos. Y esto hay que celebrarlo”. Apenas empieza su canto, alguien del público dice: “¡Qué hermosa voz tiene!”- Zambas, chacareras y la ofrenda final: “Canción con todes”, así con la e, de César Isella.

“La conozco del Pre Cosquín”, grita una mujer señalando a Ferni. Es probable que esa mujer no sepa lo que le costó estar en enero en el Pre Cosquín. En la competencia previa en el Centro Cultural San Martín, una vez que cantó e impactó al jurado compuesto por Marián Farías Gómez, Franco Luciani y Mónica Abraham, le comunicaron que había un problema. Se había anotado en el rubro Solista Vocal Femenina sin haber hecho el cambio registral. Le ofrecieron participar en el rubro masculino y su respuesta fue: “No. Y lo que están haciendo es ilegal”. Dos días más tarde hizo la denuncia en el INADI y logró que el Festival de Cosquín modificara su reglamento unificando el rubro en Solista Vocal. Así pudo participar en el Pre Cosquín y muchas personas que estaban ese domingo en la Feria la conocían por haberla escuchado cantar allí.

Buena vida

En esta Feria, se baila, y mucho. Chacarera, zamba, gato, lxs habitués se lucen con sus danzas y este domingo no fue la excepción. La voz de Ferni se escuchaba y los cuerpos seguían el ritmo. “Vamos a bailar chacarera”, su pollera ondeaba con los movimientos circulares. Llegó el momento de presentar a la invitada: la coplera salteña Lorena Carpanchay, quien estaba de paso en Buenos Aires y su visita coincidió también con el primer programa de “Brotecitos”, conducido por Susy Shock, Valen Bonetto y Ferni de Gyldenfeldt en Radio Nacional Folclórica, del que participó el miércoles 23 de marzo. “Muy buenas tardes. Gracias al público, gracias a Ferni por invitarme a cantar unas coplas del valle”, y así Lorena tocó la caja y soltó su voz. “Ya vienen las maricas cantando la tonada, ya vienen las mariposas derribando las miradas”, entonó esta copla de su autoría, con música de Ferni. “Diaguitas, también travas, y no nos van a derribar, sus insultos, sus miradas, nos van a respetar”. Volvió Ferni al escenario y al despedirse lo hizo con la frase de Susy Shock: “Buena vida y poca vergüenza”.

Para cerrar esta jornada que hizo historia, subió al escenario el grupo folclórico Invisibl3s, compuesto por Bebo Chacoma, Ari Lorenzo, Marcelo Lapido y Fer Borquez. “El folclore es el saber del pueblo —dijo Ari al micrófono— Es mi forma de contar el mundo que me rodea. ¿Por qué no podría bailar? Soy el nuevo folclore, siempre estuvimos acá. La diferencia es que no vamos a escondernos más. Y sí, esto es político, el folclore siempre ha sido político. Lo ha usado el poder para imponer su `ser nacional`. Yo soy las plumas y el folclore. Y vos, ¿sos lo que querés ser o sos lo que te enseñaron a ser?”.

Los aplausos no tardan en llegar. Un cuarentón de boina dice: “Antes algunos se escandalizaban con esto, pero no se escandalizaban cuando los gauchos llegaban a casa y le pegaban a nuestras abuelas”. Una chica agrega: “El folclore es lucha y esto también es lucha”. Ari baila una zamba junto a Ramiro Ramboriana. Luego cambia su vestuario: una remera que dice “Gauche”, una pollera corta y medias de red negras. Casi llegando al fin de la presentación, su pollera es más larga, negra con un volado multicolor. El presentador Julio “El Chelco” Rodriguez repitió varias veces, como si fuera un mantra: “Abriendo la noche, borrando fronteras, en la feria de Mataderos seas quien seas bailas la chacarera”.

La gestación

Este show se viene gestando desde hace tiempo. Cuenta Ari que el primer acercamiento se hizo desde la danza. “Empezamos a bailar en la Feria saliendo del binarismo, éramos poques y costó bastante”. Propusieron que se convoque a otres artistas, bailar como invitades de otros grupos, pero no prosperó. Durante la pandemia no hubo artistas en vivo. “Ya a fin del año pasado con el cierre de la Marcha del Orgullo, los temas sonando, les artistas folclóriques de la comunidad ocupando espacios y, principalmente, la irrupción de Ferni en el Pre Cosquín y un cambio en la dirección de la Feria, todo hizo que esto se dé. Debemos agradecer a la Feria de Mataderos ya que la decisión de que estuviéramos este año fue clara y hasta querían que abriéramos la temporada, esa decisión era muy fuerte para el ambiente tradicionalista”.

Mataderos es trans: una jornada histórica a pura feria, folklore y baile
Bebo Chacoma. Foto: Laura Grancho.

Cuando la música en vivo terminó y les artistas de la tarde se mezclaron entre el público, se les podía ver posando para cientos de fotos. Relata Ferni: “Los gauchos y las paisanas nos abrazaron de una manera tan amorosa, besos, abrazos, una hora estuve sacándome fotos, abrazándome con gente, intercambiando palabras de elogio, compartiendo pensamiento con el pueblo. No hay una mano que señala, ni una mirada que juzga, los focos de luces no son de un patrullero, sino los de un escenario y nos están alumbrando. Podemos cantar y eso es triunfar desde la belleza”.

Luego del primer programa de “Brotecitos” en Radio Nacional Folclórica, Ferni invitó a Lorena Carpanchay a participar del evento de la Feria de Mataderos. “Fue muy lino que Ferni me invitara —se emociona Lorena— porque para mí es un lugar emblemático, tengo recuerdos de que mi madre, mi tío, venían siempre a la feria a vender sus artesanías hace como treinta años atrás, en los 90. Conocía la Feria pero en ningún momento pensé en cantar acá, antes era un público machista. Cuando canté la copla ´Ya vienen las maricas…´ , fue muy fuerte, aplaudieron mucho, fue un honor, me gustaría volver pronto. Vamos derribando barreras, vamos derribando al patriarcado, vamos haciendo lo nuevo, esto es para toda la diversidad”.

Mataderos es trans: una jornada histórica a pura feria, folklore y baile
Ferni. Foto: Palito Lami.

El cantante de Invisibl3s, Bebo Chacoma preguntó desde el escenario dónde está Tehuel. Una señora reflexionó: “Es cierto, nadie se acuerda de Tehuel, nadie dice nada”. Ari le dice a lavaca unas horas después: “Pudimos nombrar a Tehuel, hablamos sobre el clima con una chacarera anticapitalista, hicimos un recitado cuestionando la construcción del ´ser nacional´y tocamos visibilizando nuestras identidades. Pudimos hacer lo que queríamos y la repercusión fue increíble, mil veces mejor de lo que esperábamos. En las transmisiones en vivo aparecieron les insultadores de siempre, pero en la vida real no había trolls”.

Con su arte, Ferni, Lorena y el grupo Invisibl3s sembraron semillas de libertad. Esta siembra arrancó hace tiempo. “Para que algo se dé hay una lucha de muchas personas y organizaciones —reconoce Ari—por años y años. La lucha de les invisibles es la que lleva a que muches tengamos las posibilidades que hoy tenemos y nuestras luchas presentes, más las pasadas harán que tengamos muchas más posibilidades. Falta muchísimo y todos los actos de nuestra comunidad son históricos, desde el más pequeño al más grande, no somos les primeres o les uniques, somos parte de muches más. Queremos ir a todos los espacios: los de la comunidad, los tradicionales, a los festivales, a todos lados. Tenemos algo que gritar y queremos que nos escuchen”.

A las seis de la tarde, dos muchachos que se iban de la Feria en el colectivo 92 se sentaron en la escalera de la puerta de atrás para terminar su cerveza.

Uno de ellos dijo: “Y cuando creías que ya lo habías escuchado todo, aparece esto”.

El otro respondió: “Sí, y encima hermoso”.

El mundo se sigue moviendo.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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