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Otro súper es posible: La Toma vs. la tomadura de pelo

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En Rosario, uno de los locales de Supermercados Tigre (empresa que estuvo entre las 500 de mayor facturación del país y terminó en vaciamiento) fue recuperado por los
trabajadores y se creó un centro cultural, un comedor universitario y popular, y una boca de expendio de productos comunitarios, entre otras cosas. El poder judicial los declaró “ocupantes” (léase okupas), burla magnificada por seis años de realizaciones. La movilización frente a las amenazas, los debates entre obreros, y un manual de paradojas argentinas.

En la calle Tucumán al 1300 de Rosario había un supermercado que se transformó en La Toma.
Donde sólo había góndolas, etiquetas y carritos, ahora hay emprendimientos comunitarios y cooperativos, artistas, un centro de economía solidaria, grupos de ayuda psicológica (5.500 consultas atendidas), talleres, cursos y un gran centro cultural.
Donde antes había patio de comidas rápidas (fast food) ahora hay comida más tranquila y mejor, con un enorme Comedor Universitario y Popular que cobra 4 pesos por menú a los becados universitarios y 6 pesos a los trabajadores en relación de dependencia y jubilados. Ha habido 60.000 becas alimentarias estudiantiles y 75.000 menúes económicos atendidos en el Comedor Popular.
La Toma, para colmo, ha hecho algo que los viejos propietarios jamás siquiera intentaron: pagar todos los servicios, y estar al día.
Tigre de papel
Los Supermercados Tigre eran una cadena de 14 establecimientos, que figuraba entre las 500 empresas que más facturaban en la Argentina en un tiempo incierto que los memoriosos llaman “menemismo”. Tenían 1.000 empleados, un establecimiento ganadero, un frigorífico, y la concesión de las sucursales de la cooperativa El Hogar Obrero. Su propietario Francisco Ragunaschi ha sido catalogado como un entusiasta impulsor de la represión durante los saqueos de mayo de 1989 (“alfonsinismo” dirán los memoriosos) y denunció a policías y militares por exceso de “mano blanda” frente a los pobres (hubo apenas unos 20 muertos en la provincia). Ragunaschi –un creativo- fue pionero en imponer el domingo como día de trabajo en los supermercados.
Carlos Ghioldi, integrante del Consejo Directivo de la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario, explica a lavaca: ”La empresa fue vaciada, pero como acá no hay maquinaria que llevarse lo que hicieron fue endeudarse enormemente, no pagar, pasar a concurso de acreedores, y con la administración judicial endeudarse por un valor de 80 veces el valor de su patrimonio. Fue escandaloso y la justicia fue parte de ese vaciamiento ocurrido durante el concurso de acreedores”.
Tal vez se trate de una paradoja, tanto como llamar “justicia” a tales juzgados (como el civil y comercial número 14 de Rosario a cargo de la jueza apellidada Lotti, cuyo inquietante nombre de pila es María de los Milagros).
Los negritos
Los trabajadores tomaron el establecimiento en 2001 cuando además del endeudamiento empezaron a vaciar literalmente el supermercado, llevándose en camiones todo lo que había. Les debían seis meses de salarios. Propusieron realizar un emprendimiento productivo allí, posibilidad que –en plena crisis- fue apoyada por políticos, sindicalistas, representantes religiosos y organismos de derechos humanos, pero no por María de los Milagros, que en una oportunidad les informó a los trabajadores que no se seguiría reuniendo con “negritos” (¿se entiende a quiénes se refería?).
Los negritos tomaron nota del estado de los Milagros.
Ante tal panorama, 35 de los trabajadores decidieron formar una cooperativa (Trabajadores Solidarios en Lucha), hacerse cargo del lugar y convertir La Toma en algo más: una usina de producción solidaria, económica y cultural. En la Argentina, salvo excepciones (nunca tan honrosas como en este caso), los sindicatos han estado mayoritariamente en contra de los trabajadores cuando éstos quedaban desocupados y formaban cooperativas.
Ghioldi quedó instalado a ambos lados de esa paradoja: “Pero aquí las cosas fueron distintas. Yo era delegado en la época de El Hogar Obrero, luego encabecé la lucha, y ahora soy secretario gremial y miembro de la Comisión Directiva de la Asociación de Empleados de Comercio. Hubo muchos lugares con una dicotomía entre trabajadores y sindicato. Acá no. Acá somos lo mismo”.
Obreros versus obreros
Ghioldi considera que el rechazo de muchos sindicatos a sus propios ex trabajadores es por “un esquema de funcionamiento que no todos los sindicalistas están dispuestos a saltar. Es el que dice que un trabajador despedido, que no aporta, deja de pertenecer al sindicato”. Ghioldi reconoce que el problema no es sólo de burócratas: “Pasa también con las bases. A mucha gente del gremio no le cae simpático que el sindicato esté tan involucrado en La Toma. Te dicen: “¿Y por que no se van a buscar trabajo y se dejan de joder?”
Los dirigentes del sindicato, en casos así, no hacen seguidismo: “Les discutimos a los compañeros, les decimos que se equivocan, y que vamos a defender La Toma hasta las últimas consecuencias. ¿Se entiende? Hay que decirlo, si fuera distinto viviríamos en Rusia del año 17 o Cuba del 59. Pero no, estamos en la Argentina 2007 y estas son las contradicciones con las que hay que trabajar”. Carlos cree que esas discusiones han tenido un saldo positivo: “La corriente de simpatía hacia la defensa de La Toma ya es muy grande”.
Cuando los ideales van a la práctica
El criterio de La Toma (el nombre con el que lo conocen en todo Rosario) fue seimpre el de seguir el ideario cooperativo y el concepto de economía social y solidaria. “No tomamos criterios empresarios, por eso no nos consideramos una empresa recuperada sino un establecimiento puesto en funcionamiento por sus trabajadores: no es una diferencia semántica” dice Ghioldi, que ya ha escrito un libro sobre el caso (Supermercado Tigre, Crónica de un conflicto en curso). “Lo primero que se hizo fue crear un centro cultural porque creemos al igual que los fundadores y pioneros del movimiento gremial argentino e internacional, que donde los trabajadores se organizan deben elevarse culturalmente para avanzar en su lucha por la liberación”. Luego se planteó el mercado comunitario para vender allí productos de origen artesanal, cooperativo, comunitario, y ya hoy el panorama incluye:
– 32 puestos de trabajo de los cooperativistas.
– 40 puestos de trabajo creados de manera indirecta.
– 20 trabajadores de la cultura.
– Dos cooperativas funcionando de manera integrada
– Un Centro de Economía Solidaria con 30 emprendedores ofreciendo sus productos.
– Un Centro Editorial que ya ha realizado diez publicacines propias.
– Una sala de eventos teatrales y culturales.
– Instalación de organizaciones sociales. Ejemplos, el centro de indumentaria deportiva del Movimiento Territorial de Liberación, o Autoconvocados en Defensa de la Vivienda Única (grupo que lucha e impide los desalojos).
– Funcionamiento de la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados.
– Apertura de la sede de la Asociación Argentina de Actores,
– Permanentes actividades culturales y presencia en diversos eventos de personalidades como el Nobel de Literatura José Saramago, el poeta Ernesto Cardenal, el escritor Osvaldo Bayer o el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.
– 5.500 consultas atendidas en el servicio de psicología, además del funcionamiento de El Puente, grupo de psicólogas de La Toma.
¿Cuál es la salida?
La cooperativa había conseguido una ley en 2004 para funcionar en La Toma durante dos años. El gobierno de Jorge Obeid no discutió en tiempo la renovación (la clase política, se sabe, siempre está dedicada a otra cosa) y el juzgado de María de los Milagros aprovechó ese vacío: “Dijo que somos ocupantes, y que los proyectos de los trabajadores son inviables económicamente”, narra Ghioldi. Que se diga esto de una empresa inviable y hundida por los empresarios, y salvada por los trabajadores es acaso memorable.
El mayor riesgo actual es que se dictamine el desalojo. Ghioldi realiza una ecuación: “Pero cuanta más movilización, solidaridad y acompañamiento, menos posibilidad de desalojo, creemos ciegamente en eso”.
La solución fue planteada ya en la cámara de Diputados: “El principal acreedor de la quiebra es el propio Estado, por lo cual tiene todas las posibilidades de expropiar a la empresa porque además es el principal damnificado por la estafa”.
-¿Y por qué no se hizo hasta ahora?
-Porque la campaña no ha sido lo suficientemente fuerte. Pero seguimos, nunca vamos a bajar los brazos.
Para más información sobre La Toma, además del libro del propio Ghioldi, puede entrarse a www.aecrosario.org.ar.

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Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día. 

La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán. 

En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.

En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas. 

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En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica. 

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En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

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Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.

En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

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Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.

Más información en www.observatorioluciaperez.org

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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

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Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.

Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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